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Rapsodia. por mirankel

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Notas del capitulo: .

Un grupo de adolescentes se agrupa en torno a un muchacho de pelo negro, un tanto largo, y de una mirada verdosa. Con su característica ropa negra que se adhiere a su menudo cuerpo de piel pálida, los ojos delineados a tono, haciéndolo ver aun más pálido y de poca contextura y ese arete bajo el labio de color plateado; tenemos al cantante de Black Metano. Lo que había empezado como una banda  escolar para rellanar espacios en los actos escolares, se transformo en el soporte del instituto.

            Con mueca de soportar otro suplicio, el vocalista, a fuerza de mucha suerte y esfuerzo, se abrió paso de la avalancha de personas en torno a el. La meta final: el escenario donde siempre estaban sus compañeros.

            -¡¡¡TE AMO, ALANIS!!!- gritaban las fanáticas al moreno.

            -Dios… Solo te pido paz…nada mas…-susurro para si el joven.

            Logrando salir de la mini avalancha que le rodeaba, alcanzo la puerta de madera, la que comunicaba con su escenario de telón gastado. Otro obstáculo más. Aquella maldita puerta que siempre se le trababa par el. Era como si lo esperara exclusivamente a el; una maldición echa madera y cerrojos oxidados.

-Maldita puerta…- grito enojado dándole una patada, la puerta solo tembló un poquito. Apoyo sus antebrazos en ella y recargo su cabeza en ellos.

-¿Problemas con la puerta?- pregunto alguien detrás de el.

El moreno levanto la cabeza y vio un brazo rodeando su cuerpo. Se giro y ahí había un chico alto sonriéndole.

-No estoy para bromas…- farfulló disgustado dando la vuelta y  cruzándose de brazos y haciendo sonar sus cadenas.

-¡Eres el cantante de Black Metano!-exclamo sorprendido el castaño. – No me lo esperaba…

-¿Y por que no?- quiso saber.

-Por nada en especial…-volvió a sonreír.

El moreno, ya con la paciencia por el suelo, avanzo caminando sin decir nada más. El otro lo siguió y poso su mano en el hombro del vocalista.

-¿Adonde vas?-pregunto este ultimo.

-A buscar al portero… ¿adonde sino?- el mar humor si lograba sentir profundamente.

- ¿Para qué?

- ¡Para abrir la maldita puerta!-grito.

- Yo te la abro y listo…- ofreció con una sonrisa, se acerco a la puerta y tomo el picaporte de hierro.

- ¿Qué vas a hacer?- se acerco al otro mirándolo.

- Esto…- de una patada, abrió la puerta de par en par empujando a alguien del otro lado.

- ¡Rex!- exclamo el moreno gótico corriendo hacia un chico un poco mareado en el piso.

            - Alanis... – susurro Rex con los ojos desorbitados.- Esta vez usaste una bomba para reventar la puerta ¿verdad?

- Fue este idiota…- miro al joven.- ¿Tú estás bien?

El joven se incorporo un poco y miro al castaño, este le sonrió.

            - Creo que si… ¿Quién es?- le pregunto a Alanis.

            -  No tengo idea…

            - Soy Maxirel… de 3ro de secundaria alta…- alego sonrojado y un poco      avergonzado.- Siento lo que te hice, Rex.

- No hay problema…-sonrió.

Un segundo de letargo y Rex se incorporo de un salto quedando parado y sorprendido.

-¿Qué pasa, Rex?- pregunto Alanis.

-Este chico…-mirando a arriba abajo a Maxirel.- Es el pintor… El demonio del lienzo…-exclamo emocionado.

- ¿Quién?- pregunto de nuevo el vocalista.

            - Es el maestro…

- No es para tanto, Rex…-indico Maxirel apenado.

-¡Si que lo es!- le tendió la mano y el otro la estrecho gustoso. Ambos se sonreían, como socios o hermanos.

- Me encanta su música, es muy buena.- halagó Maxirel.

-¿Te quedaras a ver la práctica?- ofreció Rex -. Nos encantaría tener un fanático.

- No lo se…

-Tenemos muchos fans… no eres la excepción…-sentencio Alanis muy enfadado. Este dúo no le prestaba atención, solo hablaban entre ellos y ni le miraban.

-Al tiene razón… seria injusto que yo entrara y que los otros no… todos tenemos el mismo derecho de verlos… o sea, casi nada de derecho- culmino riendo.

            -Vamos, Al…- rogó Rex al pequeño gótico.

            -Ummm…- lo miro.

-Vamos……- puso cara de angelito con las manos juntas, cosa muy difícil por el pelo súper parado y despeinado; la remera de mangas cortas con una imagen del infierno con cadenas, pantalón de Jean oscuro y zapatillas a cuadros.

- De acuerdo…- concedió.- no nos molestes en nuestra práctica- le advirtió

Maxirel.

            Pero lo que no sabia Alanis era que iba a permitir muchas cosas… además de que lo escucharan cantar….

         

Una vez dentro, Maxirel observo a los otros integrantes de Black Metano cada uno enfrascado en lo suyo.

            Alanis, el vocalista cabrero del grupo, estaba sentado con las piernas cruzadas leyendo las nuevas canciones con suma concentración. A Maxirel le encanto esa postura del moreno, era tan elegante y a la vez delicioso que le daban ganas de pintarlo de una vez...

Rex, ajustaba las guitarras con otro joven de su misma altura, según las conjeturas de Maxirel, este se llamaba Poul. Este último usaba lentes negros con una polera verde militar y los pantalones haciendo juego y los borceguíes de cuero oscuro.  

Joshua, un chico albino de piel muy clara, usaba unos pantalones ajustados negros, una musculosa azul y una chaqueta a rayas verticales y horizontales de colores azules y negro. El se encargaba de la batería con sumo cuidado y dedicación.

Por ultimo y no menos importante, se encuentra Vlad en el órgano eléctrico. Este parecía un vampiro del siglo XVIII con su ropa. Una camisa blanca con puños bordados, los pantalones largos y de color petróleo y una levita larga de color rojiza.  

Maxirel se sentó, en una silla que el mismo había sacado de la fila de la derecha. Se quedo con la mirada fija en el escenario hasta que comenzaron a tocar.

El moreno gótico agarro con decisión el micrófono que tenia enfrente de si y miro a Rex y a Poul, estos le asintieron.

 

-¡Uno, dos; un, dos, tres! ¡VA!- grito Alanis seguido de la guitarra de su amigo despeinado. Con diferencia de un segundo le seguía la otra guitarra y la batería.

            Alanis  se veía perfecto en ese estado; tenia los ojos cerrados, el micrófono cerca de sus labios entornados, su delgado cuerpo era contorneado por la escasa luz del escenario. Sus movimientos eran felinos, perfectos y sensuales. 

El admirador solo lo veía a el... no había nadie mas allí; solo el cantante mas seductor de todos. Maxirel aguardaba escuchar su voz de una vez: esta era tan armoniosa y profunda.

En un compás determinado, Al detuvo todo movimiento y abrió sus hermosos ojos verdes y los fijo en Maxirel.

¡Que mirada tan loca y profunda era aquella! Un desenfreno se agrupo en la mente del castaño pintor. Los carnosos labios del gótico se abrieron y de ellos salió la voz más esperada y dulce:

  

No ves... A mis ojos llorar...

No ves... A mis manos sangrar...

No ves el empeño perdido de mi alma....

Mis ganas vacías de que me veas con más atención...

Todo lo que hago, es en vano para atraparte...

 

No sientes... Aquello que te doy...

No sientes... Mi voz quebrada y herida...

No sientes a mis cicatrices antiguas...

Solo soy un objeto inanimado de ti colección...

De tu perdida colección...

  

Solo rescátame o condéname un poco más...

Encarcela mi amor un poco más...

Detén el tiempo que entre los dos queda...

Solo un poco mas...

 

Un silencio que era destruido por las hábiles manos que manejaban el órgano eléctrico, llenando y retumbando en las paredes del lugar, haciendo vibrar el piso bajo los pies de Maxirel. 

Alanis fijo sus orbes verdes en las del artista. ¿Qué sentimiento era aquel? Ese intruso lo observaba en todo momento. Cada ademán, cada nota que de su boca salía  y cada mirada que se entremezclaban entre si...

Maxirel no sacaba sus ojos del vocalista gótico, este lo estaba provocando... era un juego peligroso y seductor, perfecto para el pintor del demonio. Todo esto era en cuestión de segundos.

            Si eso era lo que quería el moreno; lo tendría. A Max eso le encantaba; siempre le había gustado el pequeño vocalista. Si podría lograr intimidarlo un poco mas, seria delicioso y suculento.

Ya nada importaba mucho. Iba a lograr seducir al gótico vocalista hasta hacerlo enloquecer. Fijo su vista en el cuerpo de Alanis un poco más si era posible. Se concentro en su cara, tan perfecta, como una estatua de mármol con dos gemas de color jade incrustadas en los ojos. Se acomodo un poco más en la silla, y, con las manos en los bolsillos de su pantalón azul escolar, prosiguió a la siguiente provocación.

Notas finales: Dios, no se podía subir!

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