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Single Lady por YukaKyo

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Notas del capitulo:

Single Lady

 

Debes de saber que, Fullmetal Alchemist O El Alquimista De Acero  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría.

Con la pareja Roy x Ed. 

También que quiero que recuerden la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes) Un capitulo por los reviews que me den.

Mi beta es

Dedico este fic a: Elen-sess, tu sabes porque lo hice, esto es... 

 

 

"Únicamente para ti... con todo mi desprecio"

 

oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

23.- Disparo

 

Se había escuchado primero el fuerte relinchido de un caballo y sin tomarle importancia alguna continuaron peinando la zona. Un sonido como aquel era completamente común para la policía montada, sus mismos animales, aquellos que habían dejado atrás, lo podían haber producido. Además el rey andaba a lo ancho del perímetro montado en su propio corcel. Aferraron las manos en el frío metal de sus pistolas. Las armas estaban preparadas con la munición más que completa, pero no estaban dispuestas para matar, simplemente para protegerse.

 

Así se los había ordenado el rey y si algún percance llegaba a suceder, solo por causa mayor podrían matar a su oponente, la idea era simplemente inutilizarlos y no privarles de la vida.

 

El segundo relinchido les tensó los hombros, pero definitivamente lo que les había helado la sangre y les hizo girar rápidamente el rostro a un costado, fueron tres disparos rápidos y certeros que, habían sacado el último aliento en un quejido doloroso de dos personas y la del animal que se había quejado.

 

No había sido demasiado lejos, no tanto y ciertamente hubiesen querido que aquello hubiese sucedido en otra dirección, una contraria, incluso en el mismo lugar que segundos atrás aun pisaban y no en aquella zona donde el rey se encontraba.

 

El capitán tragó duramente la saliva en su boca y con uno de sus brazos le impidió a su gente que siguiesen avanzando más. Él se lo había advertido al rey, debieron de haber esperado a los refuerzos y a la demás armada.

 

Jamás debieron de adentrarse en aquella zona sin saber exactamente lo que encontrarían al llegar.

 

Sus ojos recorrieron una vez más la escena y ante el ahora fluyente río de sangre, no pudo más que gritar.

 

- ¡Equipo medico! ¡RAPIDO! -

† "•" †

 

Habían terminado separados en dos grupos y al suyo compuesto por su teniente primera y el teniente segundo y un pequeño puñado de soldados, les había tocado peinar la zona norte de aquella área rural. Dos o tres casas a lo mucho, podían observarse en las extensas tierras doradas, indudablemente sembradíos de trigo. Según el reporte mandado, tendrían que encontrar un grupo de rebeldes escondidos en alguna parte del perímetro que habían marcado como posible línea de escape.

 

Pues la persecución que habían hecho de los mismos por los límites del reino, había terminado con aquellos adentrándose a las tierras de Amestris y probablemente para aquellos momentos tuviesen ya algunos rehenes en su poder para garantizar el que siguieran con vida.

 

Según tenía entendido, el rey estaba haciendo algo parecido, aunque a mayor escala y con casi un batallón completo a sus órdenes.

 

Edward frunció el ceño y modio uno de sus labios angustiados. Roy podía cuidarse muy bien con su alquimia, pero aun así aquello no lograba quitarle esa espinita de incomodidad que se le había atorado en el pecho. No lo deseaba pero estaba conciente de que tal vez las cosas, pudiesen empeorar. Mucho más cuando el terco monarca había partido llevándose consigo un puñado de la policía militar a su lado, que no estaba ni armada ni preparada para una situación como aquella.

 

No le hubiese costado nada esperar tan solo unos minutos mas a que sus fuerzas especiales estuviesen listas para acompañarlo y las mismas habían partido justo unos segundos antes de que su propia tropa estuviese lista para realizar la primer misión que como grupo les habían asignado.

 

El rubio agitó su cabeza con suavidad intentando con ello, alejar los malos pensamientos de la misma.

 

Roy iba a estar bien, era un excelente alquimista y era más que experto en el combate cuerpo a cuerpo. No tenia de que preocuparse, pues con ello tenia ya una ventaja considerable contra las demás personas comunes y corrientes.

 

Cerró sus ojos dorados un breve momento para luego abrirlos y seguir a Havoc quien iba delante y Riza tras su espalda. Su avance era precavido y rápido y tenían una leve ventaja, pues sus cuerpos eran cubiertos por los largos trigales que les cubrían por completo de cualquier mirada indiscreta que hubiera y una extensa barda de piedra fue su escudo cuando salieron de la extensa pradera.

 

El rifle recortado de Jean refulgió con el intenso sol y fue justo aquello, lo que le hizo prestar atención a un extraño grabado, algunos metros delante de ellos impreso en la rustica piedra. Picado por la curiosidad y alejándose de su escolta segura que solo era integrada por aquellos dos rubios que le cubrían, Edward avanzó alejándose incluso, varios pasos delante del teniente.

 

- ¡Jefe no se aleje tanto! - oyó que este le decía mas lo ignoro olímpicamente, anonadado por aquella extraña figura.

 

Terminó frente a la misma y descansó una de sus rodillas en el suelo mientras la otra solo se flexionaba. Echó su cuerpo hacia delante tocando y apenas con las yemas desnudas de sus dedos, lo que parecía ser el relieve de un dragón que se devoraba a si mismo condenado a un circulo eterno sin final.

 

Ouroboros, sin duda.

 

El símbolo del homúnculo, el estigma de aquel muñeco carente de alma y semejante a un humano que era creado fácilmente por la alquimia, pero que por su naturaleza estaba mas que prohibido hacerlo.

 

¿Qué era lo que hacia ese símbolo tallado en aquel lugar? ¿Viviría algún alquimista en ese allí? ¿Comprendía acaso los riesgos que implicaba el realizar una transmutación como aquella? Porque por lo visto estaba empecinado en aquello. El encontrarse aquel símbolo fácilmente se lo decía.

 

Llevando sus dedos a la boca cubriéndola con los mismos, el rubio miró a detalle el grabado, indeciso aun si el mismo había sido hecho a mano o alquímicamente.

 

Havoc negó suavemente con la cabeza mientras se detenía aún observando al rubio. Y descansado su arma contra el hombro, lanzó una bocanada gris de sus labios ¡Era todo un cabeza dura aquel jefe suyo! No podía andar con tantas confianzas en un lugar tan peligroso como aquel.

 

Tal vez y confiaba en la disposición de sus guarda espaldas, después de todo Riza era una perfecta francotiradora que incluso con el revolver en mano jamás fallaba ningún tiro y él no se quedaba nada atrás en aquellos menesteres.

 

Fue una fracción de segundo, excesivamente pequeña y rápida, que lo había tomado por sorpresa. Solo pudo escuchar un grito y cuando quiso voltear a la dirección de donde había provenido, un hombre delgado y famélico iba ya en dirección hacia su joven coronel, amenazando a este con un tubo entre sus manos. Lo había tomado por sorpresa, si pero aun así su arma ya apuntaba con precisión hacia la nuca, donde con solo presionar suavemente el gatillo, el volaría con excesiva brusquedad la tapa de los sesos.

 

Mas no fue necesario hacerlo, cuando el hombre le había arrojado un garrotazo con aquel tubo al rubio, este simplemente lo había esquivado moviendo solo un poco su cabeza y valiéndose del mismo impulso, le había propinado una patada certera en el estomago al sujeto, sacándole todo el aire y obligándolo a soltar el tubo por inercia. Tomándolo luego de una mano estampándolo dolorosamente en el suelo.

 

Edward lo tenía bien sujeto sentado incluso arriba de él haciéndolo morder el polvo mientras una de las manos de aquel tipo era estirada dañándolo tras la espalda.

 

Jean sonrío, ladeando peligrosamente el cigarrillo en sus labios que muy apenas se sostenía entre sus labios.

 

¡Vaya! Si que sabia autoprotegerse bien el príncipe.

 

El rubio de mirada celeste oyó un suspiro decepcionado a un lado suyo y su mirada se giró de inmediato. Sabía que la teniente estaba ahí a su lado cerca, mas nunca espero verla sin el arma preparada y amenazante y más aun con el ceño fruncido en irritación contra el victorioso rubio.

 

¡Parecía como si estuviese desencantada de que aquel extraño no hubiese golpeado al príncipe!

 

Aguardó los segundos necesarios para que soldados de rango más inferior al suyo llegaran hacia el príncipe y tomaran cautivo al sujeto, para poder acercarse a la rubia. Vio como el pequeño alquimista se alejaba con los mismos cuando, empezaron a empujar a su agresor  para llevárselo y se obligó a no prestar atención a nada mas que a la rubia que desfavorecida bufaba más que molesta.

 

- El primer atentado que sufre y no pudieron ni tocarlo - murmuró bajo solo para ella, desviando la vista. Más nunca espero que Jean llegase a escucharla.

 

- Pareciera que, deseas verlo muerto - escuchó el reproche del rubio mas alto y se cruzó de brazos mirándolo de mala gana.

 

- No es evidente, muerto sirve más que vivo - soltó desdeñosamente la militar.

 

- ¿A que te refieres? - Riza rodó los ojos ante la obvia pregunta de Jean.

 

- A algo que es más que lógico, si Edward no estuviese aquí yo estaría en el lugar que él ahora ocupa y Roy no tendría que preocuparse tanto por ese chiquillo. Además desde que ese llego aquí los motines y levantamientos han ido en aumento - Riza suspiró de nueva cuenta hastiada - Tan solo causa problemas -

 

- Puede que en eso ultimo tengas algo razón - convino el rubio y terminó arrojando el cigarrillo de sus labios con solo empujarlo levemente - Pero en todo lo demás, no es algo que me incumba pero no deberías tampoco desearle la muerte al jefe, él no ha hecho nada malo -

 

- ¿Qué sabes tu? -

 

- No mucho, pero si te diré que no me quedare de brazos cruzados al saber esto - siseó mirándola directamente a sus ojos rojizos.

 

- ¿Y le dirás a Roy lo que acabo de decirte? - el joven rubio parpadeó ante aquello

 

¡El no era un chismoso! si eso era lo que Riza creía. La mujer crujió los dientes molesta 

 

- Haz lo que se te de la gana - dijó Riza terminando con su conversación mientras se daba la vuelta e iba en dirección a donde Edward y los demás soldados habían partido.

 

Havoc la dejó avanzar y luego de una distancia pertinente echó andar tras de ella.

 

Por su puesto que iba a hacerlo e iba a empezar, vigilándola únicamente a ella.

 

† "•" †

 

De un salto el rubio terminó de bajar del camión militar en el que había viajado de regreso al cuartel central casi inmediatamente se regaño mentalmente por hacer aquello. En el estado en el que se encontraba y aun y cuando tan solo tuviese poco tiempo en estado, cualquier movimiento brusco era dañino para su pequeño. Aquel no era un embarazo común y corriente. Su condición de doncel lo hacia único y especial al mismo tiempo que peligroso y arriesgado, él aquello lo sabia mas que bien.

 

Ladeó el rostro para observar como los demás integrantes de su cuadrilla terminaban de bajar del mueble militar y volviendo sus ojos, las escaleras que daban a las puertas principales de los cuarteles se alzaban imponentes frente a él. Cuando los cinco integrantes principales de su escuadrón estuvieron a un lado suyo, echó a andar junto con ellos hacia las escalinatas. Pudiendo escuchar tras de sus espalda las felicitaciones que se daban entre los mismos.

 

La misión había sido un éxito y habían capturado sin reportar incidente alguno a, más de veinte de aquellos amotinados. No hubo reportes de rehenes y sin municiones en sus armas, aquellos terminaron por rendirse. Ed no pudo evitar que una sonrisa se le formara en los labios.

 

Aquello simplemente le llenaba de orgullo.

 

¡Su primera misión realizada y con éxito!

 

Los guardias que custodiaban las puertas les abrieron dejándolos pasar y la sonrisa que hasta aquellos momentos aun llevaba en los labios se borró de inmediato, sacándole al mismo tiempo un jadeo de sorpresa al observar el interior, donde los largos corredores del cuartel se encontraban.

 

Las largas hileras de los pasillos se encontraban abarrotadas de heridos y los enfermeros y doctores corrían de un lado a otro tratando de auxiliar a cuantos podían. Incluso los soldados de reserva del cuartel, se encontraban practicando los primeros auxilios, que habían llevado en la academia, con aquellos heridos a los cuales no se les había podido dar asistencia médica. Casi con terror el rubio había posado los ojos en una de las insignias de un soldado echado a un lado suyo que sangraba profusamente. La salamandra roja y andante le hizo abrir los ojos

 

No tenia duda alguna, aquel era el escuadrón personal de rey. El rubio empezó a respirar pesadamente, la misión de Roy no había resultado tan simple como la suya, ahí ante sus ojos tenia el resultado de la misma.

 

Innumerables eran las chaquetas azules que estaban teñidas de sangre, pero no únicamente los soldados habían sido heridos. Más delante el camellón estaba atestado de civiles, la mayoría de ellos hombres jóvenes que soltaban todo su dolor en fuertes alaridos que amartillaban los oídos con una fuerza inaudita.

 

Siguió andando por el corredor y cuando el olor nauseabundo de la carne quemada llego a su nariz, no pudo más que voltear el rostro asqueado cubriéndose con una mano la cara. El pasillo al que había accedido, no tenía más que civiles quemados y numerosos calcinados a los cuales ya nadie atendía, pues habían perdido la batalla contra la muerte. Ante lo que sus ojos habían visto, no pudo evitar que su mundo le diese vueltas. Trastabillo un paso hacia atrás conteniendo la respiración.

 

¿Qué era lo que había pasado?

 

¿Por qué se habían ensañado de aquella forma con esos infelices?

 

Los gritos de los soldados tras su espalda quedaron como meros susurros comparados con los alaridos dolorosos que aquellas personas soltaban y el rubio se obligó a volver el rostro hacia el frente cuando, las monótonas pisadas numerosas de soldados fueron escuchadas. Un nuevo pelotón hizo presencia y Edward quiso sonreír de inmediato cuando de entre los mismos pudo distinguir a su pelinegro.

 

¡Roy se encontraba bien!

 

Mas la pequeña sonrisa que se había formado en sus labios se borró por completo, cuando los soldados se hicieron a un lado y dejaron a la vista al rey, goteante de sangre de sus ropas. Una sangre que simplemente no era suya. Edward no pudo evitar fruncir las cejas con rabia al ver incluso los guantes que habían sido antes inmaculadamente blancos, ahora teñidos también de carmesí.

 

No tuvo que pensarlo mucho, para atar los cabos sueltos y que se le ofrecían sin resistencia alguna ante sus ojos.

 

- ¡Fuiste tu! - Musitó el rubio encarando al rey que al principio se había dislocado por sus palabras, mas casi de inmediato endureció su rostro auto defendiéndose.

 

Roy no iba a decir que no esperaba un reclamo hecho de aquella manera, pero si, no se esperaba en lo absoluto que el rubio fuese el primero en hacerlo. Había vuelto a asesinar y aquello no lo llenaba para nada de orgullo y no iba a liberarse de culpa justificándose al decir que había hecho todo cuanto había estado en sus manos para evitarlo. Sus manos estaban llenas de sangre ahora y siempre, por proteger a los que mas indefensos estaban.

 

- ¿Cómo pudiste? ¡Y mas aun con tu propia alquimia! -

 

El pelinegro cerró sus manos apretando fuertemente sus nudillos, la rígida tela de ignición se le clavó dolorosamente en la piel, como si la misma le reclamara justamente también aquello. Tenia que aceptar que, había esperado vanamente por un poco de comprensión por parte del rubio aun y cuando no la mereciera.

 

- La alquimia no es para ese propósito, jamás debe ser utilizada para matar y... -

 

- Tuve que utilizarla de todas formas - soltó mas para él que para el rubio.

 

- ¡Pudiste haberlo evitado! -

 

- No hubo otra alternativa - gruñó Roy mirando penetrantemente al rubio frente a él.

 

- ¡Te sobrepasaste! ¡No había necesidad de castigarlos de esa manera! - musitó Edward levantando mas la voz mientras una de sus manos señalaba hacia los cuerpos calcinados.

 

Aquello le había dolido a Roy, su semblante se había oscurecido e incluso le habían temblado los labios durante un momento, mas aquello no mermó la irritación de rubio que siguió atacándolo.

 

- Estas cometiendo exactamente las mismas atrocidades en contra de las cuales luchaste -

 

Los pasillos irónicamente se habían quedado en completo silencio poco después de que el príncipe terminara de decir aquello y esa fue la última gota que derramó el vaso. Roy había eliminado la distancia y terminó sujetando al rubio del cuello de su chaqueta azul con excesiva fuerza acercándolo a su rostro.

 

- Jamás, óyelo bien - gruñó - Jamás me compares mis acciones con las del antiguo rey -

 

Tan enfrascados estaban todos en la discusión de los dos monarcas, que nadie pudo ver como aquel herido que, se suponía estaba mas aun paso de la muerte que la vida, tomo la pistola que el soldado arrodillado a un lado suyo llevara en la cintura. Sonrío al encontrar al rey ahí, frente a él aun discutiendo sin darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Notó su mano dura y enguantada bien sujeta del cuello azul de la chaqueta de su príncipe y solo fue conciente de los gritos que este soltaba.

 

Sonrío.

 

Los últimos gritos que daría antes de llevárselo al mismo infierno junto con él.

 

Fue demasiado tarde cuando el militar se dio cuenta, pues sacando tal vez las últimas fuerzas que poseía, empuño el arma hacia la cabeza del pelinegro en medio del pasillo. El dolor había cesado, las quemaduras no importaban, solo el momento jubiloso de saber que al menos con sus últimas fuerzas cumpliría con su cometido.

 

- ¡SALVE SALAMANDRA! - gritó con todas sus fuerzas desgarrando aun mas su quemada garganta y jaló el gatillo.

 

Edward al escuchar el disparo había cerrado los ojos por instinto, después había sentido los brazos de Roy rodearle y luego los gritos espantados de los que estaban en el pasillo. Contra la chaqueta del pelinegro abrió los ojos y moviéndose un poco, pudo ver a varios soldados forcejando con el rebelde en el suelo.

 

Escuchó como los demás decían que el tiro iba directo para el rey, pero que al atraparle entre los militares, lo habían desviado al príncipe, mas milagrosamente, no le había pasado absolutamente nada al mismo. Tal vez y la acción del rey al protegerle lo había movido del ángulo de impacto y se habían salvado ambos con ello. Edward suspiró tranquilo suavizando el fuerte agarre sobre las ropas de Roy, afortunadamente no había pasado nada grave con aquello.

 

- ¿Seguro que no te paso nada? - oyó que Roy le preguntaba y volvió sus ojos a él asintiendo levemente con su cabeza en silencio.

 

- Me da gusto saber eso -

 

Terminó Roy sonriéndole sutilmente de forma dulce y aquello hizo que el rubio desviara un poco su rostro, sonrojándose sin poderlo evitar. Fue entonces que sintió las manos de Roy soltándolo lentamente y volvió su rostro al pelinegro. Frunció las cejas extrañado cuando las pupilas azul oscuro de este se volvieron opacas de un segundo a otro. Quiso acercase a él pero el grito horrorizado de una mujer tomó por completo su atención y no pudo evitar mirarla atrás de Roy señalando con su índice al mismo.

 

- ¡Oh dios mío! - le acompañó otra que se cubrió de inmediato la boca y aquello empezó a preocupar al rubio.

 

¿Qué demonios pasaba?

 

¿Por qué nadie hablaba claro en ese maldito lugar?

 

Fue entonces que uno de los soldados le dio la razón acercándose a ellos.

 

- ¡Hirieron al Rey! - Musitó para luego gritar - ¡HIRIERON AL REY! - atrayendo la atención de las enfermeras y doctores de todos lados.

 

Y cuando volvió su rostro hacia Roy, solo pudo ser testigo de cómo el pelinegro, caía sin fuerzas de rodillas al suelo para quedar tendido boca abajo en el mismo. Fue un leve temblor que empezó en uno de sus labios y que terminó recorriéndole todo el cuerpo, lo que el rubio sintió cuando la rojiza sangre que manaba de la espalda del rey mancho aun más la chaqueta azul del mismo y ahora empezaba a hacer una charca alrededor de su cuerpo.

 

- Rápido ¡Muévanse! no podemos dejar que el rey muera - oyó que alguien decía, pero él no podía despegar su mirada de aquella sangre.

 

No es que la bala no le hubiese pegado sino mas bien, Roy se había interpuesto entre la misma y Edward recibiéndola completamente él.

 

- ¡Maldita sea! El pulso es demasiado bajo -

 

Roy se estaba muriendo, frente a sus ojos, se estaba muriendo.

 

El rubio negó fuertemente mientras sus ojos empezaban a humedecerse.

 

Aquello no podía estar pasando, simplemente no podía estar pasando.

 

† "•" †

 

Pocas eran las veces que había estado cerca del cuartel central, desde que Maes la había conocido en contadas ocasiones le platicaba de su trabajo en la milicia. En más de un momento le había prometido traerla a aquel lugar, pero por una u otra situación el día jamás había llegado y de hecho ahora no se encontraba ahí por gusto de Maes, sino más bien por petición suya, pues deseaba visitar a Edward en sus primeros días de trabajo.

 

Maes había tenido que solicitar un permiso especial para que dos civiles entraran sin problema alguno y no tuvo tantas dificultades para lograrlo, después de todo solo hizo falta una firma de Roy y aquello estaba listo. Glaciel sonrió, Edward se llevaría una grata sorpresa al verlas ahí y Elysia estaba mas que emocionada caminando tomada de la mano de su padre dando uno que otro brinquito mientras avanzaban.

 

Bajo el brazo la canasta se movió ligeramente y despidió el dulzón aroma del pay de manzana que llevaba en la misma. Ya se estaba imaginando la cara de satisfacción que el rubio tendría cuando se la tendiera en las manos y haciéndosele agua la boca, la cortaría enseguida llevándose a los labios un trozo grande del mismo.

 

Y si el tiempo les apremiaba, Edward terminaría dándoles un pequeño recorrido por el cuartel completo, con Maes, definitivamente revoloteado a un lado de ellos, la cámara en manos y sacando cuantas fotografías se pudieran. Después de todo ya se había preparado cargando la misma y una considerable cantidad de rollos de película se encontraban escondidos en sus bolsillos.

 

Glaciel sonrió y los ojos caramelo de Maes brillaron complacidos cuando uno de los guardias que custodiaban la entrada del cuartel, le brindo un saludo militar al reconocerlo y les abrió la puerta, pero antes de que pudiesen entrar siquiera, el galope desbocado de un jinete les hizo detenerse en seco. Había aparecido de una de las salidas de cuartel que precisamente estaba destinada para los vehículos militares.

 

- El rey - Los tres giraron el rostro al escuchar aquella frase. Notó entonces a un joven soldado que montado en un caballo pardo galopaba a toda prisa en dirección al castillo mientras se desgarraba la garganta gritando - EL REY -

 

Detrás de él y solo demorado por algunos segundos un carro militar salio también.

 

Y todo un sequito de militares les siguió, en una caravana que celosamente empuñaban sus armas y protegían al carro que había salido. El general notó entonces la bandera y el emblema real de Amestris, ese que se utilizaba solo cuando el rey paseaba por las calles y el excesivo despliegue de guardias no le dio buena espina en lo absoluto.

 

Maes se había ausentado unas cuantas horas del cuartel y por lo visto durante su ausencia algo había sucedido.

 

¿Qué era lo que había pasado?

 

Ni siquiera había acabado de terminar aquella pregunta en su cabeza cuando otro convoy muy armado detrás de los otros salió. Aquello ya no le gusto en lo absoluto. Estaba seguro de que...

 

Algo le había pasado a Roy?

 

- ¿Qué esta sucediendo? - preguntó Maes volviéndose hacia los soldados y solo uno de ellos contesto con rapidez.

 

- El Fluher fue atacado dentro del cuartel central, fue herido de muerte y va rumbo al hospital - soltó sin suavidad alguna el cabo, tan solo repitiendo lo mismo que le habían dicho a él.

 

- ¡Oh dios mío Roy! - soltó la mujer, cubriéndose la boca con una de sus manos azorada por la noticia, mientras la pequeña niña se asía a sus faldas. Maes se giró hacia ellas e hizo todo por calmarlas.

 

Él estaba igual o más sorprendido y a la vez consternado.

 

¿Cómo era que había sucedido aquello?

 

La escolta del rey siempre estaba mas que preparada para una eventualidad como aquella y mas aun Roy jamás se descuidaba a tal grado, si los soldados fallaban él podía protegerse mas que bien solo.

 

Aquello no le cuadraba en lo absoluto.

 

- Esperen aquí -

 

Acariciando por última vez la mejilla de su esposa y despeinando los encrespados cabellos de su pequeña, se despidió de ellas. Primero tenia que enterarse de lo que había pasado con las detalle para luego alcanzar a Roy. Si un ataque de esa naturaleza se había presentado, mas le valía estar preparado para otro más ahora que el rey, simplemente estaba fuera de combate.

 

Glaciel lo observó mientras entraba a las instalaciones y se obligo a dejar de verlo cuando los tirones en su falda se hicieron más fuertes. Terminó quedando en cuclillas para quedar a la misma altura que su hija y le dolió el verla con los ojos tremendamente acuosos por la noticia.

 

- Mamá - gimoteó la niña echando los bracitos en el cuello de su madre mientras escondía el rostro en el cuello de la misma.

 

- Tranquila Elysia - susurró acariciando su pequeña espalda con suavidad intentando tranquilizarla.

 

- ¿Tio Roy se va a morir? - la pregunta de la niña la detuvo en seco y que un pequeño temblor y una lagrima se le escaparon y aun con todo y el nudo apretado que se le había formado en la garganta, trató por todos los medios de que la voz no se le quebrara.

 

- Claro que no Elysia, vivirá, tu tío Roy va a recuperarse - le aseguró a la pequeña que hizo mas apretado su agarre mientras asentía.

 

Tenia que hacerlo, Roy tenía que ponerse bien, por su bien y por el del propio Edward.

 

† "•" †

 

Rose miró nerviosa una vez mas al rubio sentado a un lado de ella. No habían pasado ni siquiera algunos cuantos segundos desde la ultima vez que lo mirara, de hecho aun seguía con el rostro hundido en sus manos echando hacia delante mientras descansaba sus codos en las rodillas y no emitía sonido alguno.

 

La mujer emitió un suspiro callado mientras desviaba su mirada otra vez hacia la pequeña recepción del hospital que ahora se encontraba más que abarrotado de militares, cortesanos y uno que otro curioso que se había enterado de la situación del rey.

 

Ella tenía poco de haber llegado, de hecho, había salido sin pensar del castillo cuando a todo galope entrando en los jardines reales, un soldado a caballo se presento mientras gritaba por ayuda hasta llegar a las pesadas puertas de la entrada del castillo. De un salto bajo de sus animal y alarmando a todos empezó a dar instrucciones rápidas y precisas, era una lastima que se hubiera quedado a fuera frente a las pesadas rejas que protegían la inmensa propiedad que encerraba delimitando el castillo de la ciudad por las interminables bardas que las circundaban.

 

En los pasillos que daban a los corredores del castillo, donde ella se había encontrado no podía escuchar lo que el soldado decía, pero no fue necesario esperar mucho para saber la noticia que como pólvora se expandió por todos los rincones del castillo. Ella fue de las primeras en salir, pensando únicamente en la salud de Roy y por su puesto en lo mal que la estaría pasando el joven príncipe y ciertamente no se había equivocado.

 

Había levantado una mano para pasarla por la espalda del rubio para confórtalo un poco, mas se había detenido de hacerlo dudosa en el viento, pero al final lo hizo, sintiendo al joven rubio tensarse con aquello. Mas se había dejado hacer y Rose tuvo que morderse el labio cuando Edward simplemente tembló antes de enterrar sus dedos en los flequillos rubios en un claro gesto impotente de frustración.

 

Cuando una bata blanca se detuvo frente a ellos, el rubio se levanto de golpe, llamando la atención de los presentes.

 

Rápidamente fue informado de que el doctor Knox quería hablar inmediatamente con él en el quirófano donde estaban atendiendo al rey y el joven medico delante de él ni siquiera había terminado de decir aquello, cuando el rubio en un arranque impulsivo, había salido disparado corriendo por los pasillos silenciosos de aquel hospital.

 

- ¡Príncipe! - gritó Rose al verlo hacer aquello, pero solo fue conciente de la ráfaga de cabello rubio y ropas azules que paso al lado de ella a toda velocidad corriendo. Se levantó entonces e importándole poco si necesitaban su presencia se fue detrás del joven rubio también.

 

Edward corría tan rápido como sus piernas se lo permitían e incluso un poco mas. Los pasillos quedaron atrás, las escaleras y las puertas. Estaba seguro que golpeo a varias personas mientras corría y no se había detenido en ninguna ocasión para disculparse o sobarse los golpes, ya lo haría después. Ahora debía de concentrarse en llegar a como diese lugar a donde él estaba.

 

Tuvo que empujar a varios enfermeros, antes de quedar frente al quirófano y estuvo apunto de entrar al mismo, antes de ser detenido por el mismo medico que le había mandado llamar que salía por la puerta cerrada frente al rubio.

 

Knox el medico militar rodó sus ojos al notar al impulsivo rubio que ahora se encontraba frente a él y que por poco había chocado contra el mismo. La joven bicolor que siempre le acompañaba llego poco después pero había sabido guardar su distancia y ahora simplemente en silencio les observaba a ambos.

 

- ¿Qué sucede? - demandó el rubio haciéndose notar otra vez.

 

- No podemos contener las hemorragias que tiene - informo sacándose los guantes plásticos - Y estamos haciendo continuas transfusiones de sangre para compensar toda la que esta perdiendo - el rubio tragó saliva.

 

- Necesita ser operado de urgencia, ya ha perdido mucha sangre - Knox miró intensamente al rubio - Pero las venas que están destruidas son excesivamente difíciles de cerrar -

 

El rubio ladeo la cabeza dándose una idea, tal vez se trataran de pequeñas ramificaciones venosas que no podían ser cerradas con facilidad por aguja e hilo.

 

- Tratare de curarlo - soltó el príncipe con el ceño fruncido y notablemente preocupado,

 

- ¿Qué es lo que propone entonces príncipe? - preguntó Knox notablemente ofuscado clavando su intensa mirada oscura, sobre la dorada del rubio.

 

- Se algo de Rentan Jutsu-

 

Podía hacerlo, aunque supiera tan solo lo básico y no fuese tan bueno en esa rama de la alquimia como Izumi Curtis.

 

Tenía que intentarlo de lo contrario, el Roy moriría.

 

- Entendido - dijó el médico y entonces empezó a girar instrucciones a su personal. El príncipe se giró entonces buscando de inmediato a su fiel dama de compañía. Encontró a la bicolor casi frente a él, con las manos cubriendo su boca intentando acallar los gemidos de angustia al escuchar el estado tan crítico del rey Mustang.

 

- Rose, ve al castillo y trae todas mis cosas y disponlas a la mano - le pidió lo mas claro que pudo, pero la joven no prestaba atención a lo que sucedía, sin poder perder mas el tiempo tratando de explicarle que todo estaría bien, no tuvo mas remedio que gritarle- ROSE-

 

- Sí - dijo la mujer, antes de girarse a toda prisa y alejarse para dirigirse a las habitaciones del príncipe.

† "•" †

 

- ¡Mierda! - soltó luego de tragar la saliva que se le había aglomerado en la boca tras el golpe y entono sus ojos coléricos sobre el hombre que aun contra la pared lo tenia apresado fuertemente del cuello de la camisa entre sus dedos.

 

- ¡Maldita sea! ¿Qué fue lo que hiciste William? - oyó que le preguntaba con rabia apenas contenida - ¿Qué acaso no puedes controlar tu maldita envidia? Estas echando a perder nuestros planes -

 

- ¿De que demonios hablas Bradley? - realmente batalló para quitárselo de encima y cuando lo hizo, compuso lo que pudo sus ropas arrugadas.

 

- Fingir que eres inocente no te queda - siseó para luego señalarlo con el dedo soezmente - ¡Mandaste asesinar al rey! -

 

- ¿Qué? - Preguntó extrañado arqueando las cejas ante lo que había escuchado - ¡Yo no he hecho nada de eso! -

 

- ¡Deja de mentir maldita sea! - gritó esta vez mas fuerte acallando al peli verde - Y tu Solaris, tu único trabajo es vigilarlo y cerrar su maldita boca ¿Por qué no lo hiciste como se debía? -

 

La mujer lo miró de mala gana frunciendo sus labios oscuros, mientras sentía como las manos regordetas de su hermano se aferraban a sus ropas mientras escondía su voluminosa figura precariamente tras ella.

 

- Eso es justo lo que hago -

 

- ¿Lo haces? - gruñó dejando al joven, para acercarse rápidamente a ella en un parpadeo, Glutonny gimió de terror y la mujer parpadeo incrédula al casi tenerlo a escasos milímetros de su rostro observándola con un solo ojo brillante - ¡Lo haces! -

 

- Entonces puedes decirme ¿Cómo maldita sea los soldados escucharon su discreta platica con lujo de detalles? -

 

La mujer palideció y Bradley supo que lo que habían dicho aquellos militares había sido completamente cierto. Maldijo calladamente mientras se volvía al joven que los observaba con gesto despreocupado, como si aquello en realidad no le interesara en lo mas mínimo. Una nueva ola de ira se formo en su estomago y por mas de un momento deseo no estar al servicio de aquel niño malcriado que tenia por jefe.

 

Respiro lentamente tratando de calmarse, lográndolo en verdad muy y apenas.

 

- Por culpa de la lengua suelta de Envy, ya hay varios que sospechan de él como responsable de este atentado, más aun el perro fiel del rey y aunque he logrado aplacarlo no será por mucho tiempo. -

 

La mujer asintió, tendría ahora que ingeniárselas para contener a Envy cuando volviera a hablar de más o bien, deshacerse ella misma de aquellos que escucharan, podía hacer eso incluso con los que ya lo habían hecho. Gluttony podía encargarse de matarlos uno a uno y ella solo tendría que preocuparse de desaparecer los escasos huesos que su hermano dejara. Podía que incluso algunos los matara con sus propias manos como antes.

 

Sonrío maligna, por su puesto que iba a hacerlo, necesitaba sentir una vez mas la sangre caliente y resbalosa salpicando sus manos y su cuerpo una vez más.

 

Bradley la observó en silencio imaginándose correctamente lo que la joven haría y no la detendría en ello. Aquel par era realmente eficiente en cuanto deshacerse de estorbos se trataba. Solo esperaba que los eliminaran correctamente y sin crear más sospechas de las necesarias.

 

- ¿Y esta realmente muerto? - oyó que el peliverde preguntaba interesado y volvió el rostro fastidiado de oírle.

 

- ¡Resale a dios por que no sea así! - terminó el hombre del parche diciendo aquello como una clara advertencia.

† "•" †

 

La piel del rey se encontraba más pálida de lo normal y su rostro lucia demacrado y dolorido. Cuando Knox pasó una gasa por la herida en el costado izquierdo del rey, Edward pudo ver la carne alrededor de la herida quemada. Comprendiendo entonces que, el mismo rey se había cauterizado la herida que por lo visto había sido más grande aun y que con ello había evitado morir inmediatamente y pero no por ello desangrarse como ahora lo hacia.

 

No se había dado cuenta en que momento de la revuelta lo había hecho, pero había tratado de salvarse la vida de aquella manera desesperada. Aunque tan solo había atrasado por algún tiempo lo que para esos momentos, le parecía inevitable. Pues solo la superficie externa estaba cauterizada y no así los vasos internos que estaban destruidos y manaban, más y más sangre.

 

Dando los últimos toques al círculo de transmutación en el que había sido recostado Roy, Ed miró por un segundo a Knox que esperaba con un bisturí en la mano su señal para abrir de un solo tajo la herida. En cuanto lo hiciera, él activaría el circulo y si era necesario pondría toda su energía vital como intercambio equivalente, para que las estructuras celulíticas de su cuerpo, se restauraran con mayor rapidez a la transmutación normal, en el rentan jutsu médico que emplearía.

 

Soltó un suspiro angustiado y sintió como se le humedecían los ojos al volverlo a ver. Sus cabellos casi resplandecían ante lo pálido de su piel. Negó suavemente con la cabeza. La sola idea de perderlo, le había hecho estrujársele violentamente el corazón.

 

Roy no podía morir, no iba a morir.

 

Mucho menos si Roy no sabía que estaba esperando a su hijo.

 

Con aquel ultimo pensamiento volvió sus ojos a Knox y movió su cabeza indicándole al medico que era hora. Un corte limpio se hizo y la sangre mano en cantidad, tan solo tuvo que palmear justo en el momento en que Knox salio del alcance del circulo y la luz azul plateada brillo deshaciendo el circulo y envolviendo en cuerpo de Roy.

 

El rubio se obligó a seguir mirando, aun y cuando el resplandor fuese tan molesto para la vista. Siguiendo una a una las fases de la realización de aquella alquimia, cuidando el perfecto equilibro que debía ser conservado para que aquello funcionara. Edward apretó los dientes.

 

Iba a salvarlo, haría hasta lo imposible para hacerlo.

 

† "•" †

 

TBC...

Notas finales:

 

 

N de la Yuka: Hola! Como dije las actualizaciones regulares volvieron! Que gusto ^^  espero y les haya agradado el capitulo!

 

Quiero enviarles un saludo a todos mis queridos los lectores de México! Un abrazo de oso para mi lectora de España! Un beso para mis lectores de Argentina! Abrazos apretados para Los lectores de Chile! Todos mis recuerdos para mi lectora de Republica Dominicana! Muchas sonrisas para quien me lee desde Brasil! Muchos besitos para mi lectora de Costa Rica! Una reverencia para las lectoras de Peru!  Un beso enorme para mis lectoras de EUA! Un saludo efusivo para mi lectora de Colombia!

 

Era por eso que quería saber de donde eran!

Pues deseaba mandarles todo mi cariño hasta donde estaban!

Al fin lo supe y espero les haya llegado todo este empalagoso amor *U*

 

Y Muchísimas gracias a todos aquellos lectores anónimos que aun siguen mis actualizaciones, por ende no se sus nombres, pero les agradezco de corazón el que estén ahí al pendiente C:

 

Ahora si me despido y los veré de nuevo en la próxima actualización ^^

 

P.D.: En estos momentos estoy contestando sus mensajitos. Puede que me tarde un poquito en responder todos los anteriores reviews (que fueron un montón ^O^), pero lo haré! Así que no se desesperen si aun falta el suyo, pronto estará listo. Muchísimas gracias por todos sus comentarios, les adoro por ello *o*

 

Gracias por leer ;)


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