Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Single Lady por YukaKyo

[Reviews - 653]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Single Lady

 

 

Debes de saber que, Fullmetal Alchemist O El Alquimista De Acero  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

 

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y él © es de mi Propia Autoría.

 

Con la pareja ロイエド

 

También que quiero que recuerden la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes) Yo escribo y a cambio ustedes comentan.

 

Dedico este capítulo del fic a: Todos aquellos que han estado esperando impacientemente por el regreso de esta historia.

 

Y como último mas no por ello menos importante, deben de saber que este fic nació y es una adaptación gracias a la increíble historia La Nueva Alianza de la gran autora Midhiel.

 

† “•” †   † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” † 

 

 

Extra: Mini Glosario para este capítulo.

 

Wan-sui-Yeh: Titulo con el que también se le conocía a los emperadores mientras estaban vivos. El significado es  “El Señor de los Diez Mil Años”

Huángdì: Traducción china de emperador.

 

 

† “•” †   † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” † 

 

 

 

 

 

Single Lady

 

 

 

† “•” †   † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” †  † “•” † 

 

 

Capítulo 26.- La Revelación de las Mentiras

 

Apenas y habían abierto la puerta del auto en que viajaba y él sin esperar absolutamente nada, había salido a toda prisa levantando polvo seco rojizo con cada uno de sus zapateos. Los soldados que lo acompañaron tuvieron que ingeniárselas para alcanzarlo sin mostrar tanta desesperación en ello y a duras penas uno de ellos lo logró acercarse hasta la puerta que estaba custodiada detrás de la misma y que solo tenía acceso mediante una contraseña común para el reino de Amestris, pero secreta únicamente para su reducido círculo.

 

King Bradley entró abriendo la puerta por completo con sus propias manos aún y cuando esta solo estaba entreabierta como una lajita y la poca iluminación detrás de esta le lastimaron los ojos mas no se dio tiempo a demostrárselo a las demás personas que habían cortado su conversación animada que hasta hacía pocos momentos atrás estaban sosteniendo.

 

La sonrisa en los labios del hombre rubio se borró y con la misma indiferencia con la que Bradley lo observaba hablo a los presentes.

 

— Déjennos solos —

 

— Pero Majestad — habló uno de los presentes con voz alarmada más la mano que casi se puso en frente de su cara acallándolo le hizo saber que no escucharía motivo alguno que este tuviera, tragando saliva el hombre asintió haciendo una señal con la cabeza despachando a los demás en la sala — Se hará como usted ordene su alteza —

 

Brindándole una reverencia al blondo, el hombre se dispuso a abandonar la habitación junto con los solados que habían entrado ahí con Bradley y solo hasta que el último de ellos salió de la habitación este cerró la puerta dándoles la privacidad que deseaban. Pero eso si, tras la misma aguardaban los guardias de ambos hombres por si acaso alguna eventualidad se presentaba.

 

Fieles sirvientes siempre dispuestos a proteger a su amo.

 

Ofreciéndole un lugar en la mesa y muy cerca de él, el rubio espero que el recién llegado tomara asiento pero contrario al lugar que le había ofrecido el hombre del parche arrastró una de las sillas para quedar sentado frente a frente encarándole retadoramente. Aquello le hizo elevar una ceja confundido más trató de permanecer lo más sereno posible aun con la desconfianza latente en sus entrañas.

 

— Y bien King Bradley ¿A qué se debe esta inesperada reunión? —

 

— Me parece más que innecesario darte los detalles Hoenheim — ni el tono de voz y mucho menos su porte irrespetuoso y falto de la etiqueta que debía mostrar ante él por ser rey le agrado al regente de Rizembul, mas no dijo nada y dejó que el hombre continuara hablando un poco más — Tu más que nadie sabe muy bien lo que ha pasado en Amestris —

 

La acusación era directa, pero él simplemente decidió hacerse el desentendido.

 

— Fue algo lamentable lo que sucedió con su rey y Rizembul está dispuesto a ayudar en lo que…—

 

— ¡Amestris es una nación fuerte! — soltó Bradley interrumpiéndolo de golpe — Gracias a su gente sus reyes son fuertes y ciertamente aunque lo que paso fue algo grave, no quiere decir que se les logrará amedrentar — la mirada seria de Bradley se volvió fría hasta el grado de enviar una sensación incomoda por la espalda del rey de Rizembul.

 

— Ellos son fuertes y ¡Nuestra Alianza también!— la pupila oscura del militar se tiñó de rabia —  Pero no lograremos tener la victoria si se siguen cometiendo errores tan infantiles como estos. — Hoenheim correspondió la mirada de igual manera.

 

— Su plan fue ingenioso pero estúpido, demasiado desesperado y simplemente inútil — el rencor y el enojo no se hizo esperar en la voz de Bradley — Además ineficaz para inculpar a William — La mención de aquel nombre hizo que de inmediato los ojos del rubio se achicaran. Queriendo provocar más a Hoenheim, el pelinegro dirigió sus palabras hacia ese lado.

 

— Sabemos muy bien que aunque todos estamos en esto por muto acuerdo, William no es del agrado de la mayoría — el hombre rubio bufó ante aquello molesto y el del parche continuó— ¡Pero pese a quien le pese es el dirigente de esta alianza y será nuestro futuro rey! — la gélida mirada de ambos monarcas era intimidante

 

— Avanzaremos conforme lo hemos planeado sin ningún otro plan sorpresa como el pasado — Se quedaron en completo silencio solo observándose con rencor y fue solo hasta que Hoenheim parpadeó cuando King prosiguió.

 

— Otro error como este y nos costara todo lo que hemos logrado hasta ahora. Hoenheim cuida bien a tus compañeros y jala con fuerza sus correas para que no haya ningún otro plan estúpido como este — Bradley cerró los ojos y se mojó los labios resecos con la lengua — La benevolencia de nuestro rey es infinita pues ¡Acuroya se ha salvado por ahora! —

 

El hombre no dijo más y Hoenheim se permitió desviar la vista pensativo, observando fijamente los anillos de piedras preciosas en sus dedos. King Bardley le observó de forma suspicaz, en cierta forma le parecía extraño que el hombre no despotricara en contra suya con las acusaciones más que directas que le había dado. No le daba buena espina aquella actitud serena y complaciente que el rey de Rizembul mostraba. Algo más se traía entre manos y tendría que estar muy atento a cada uno de sus movimientos en delante, era más que obvio que terminaría traicionando su acuerdo.

 

La mirada fría de Bradley brillo con saña y dibujó una sonrisa burlona en sus labios acrecentándose ante la falta de atención del rubio. Hoenheim lo había molestado con tanta fuerza que la ira que sentía le obligó a acordar una reunión como esa, aun sin el consentimiento de las demás naciones pero él no sería el único al que iba a consumir la bilis de la segura reprimenda que sin ninguna duda tendrían e iba a hacerlo enfadar sin ninguna duda con lo siguiente que diría.

 

— Hoenheim, deberías de poner más atención en tus piezas de este juego, pues una de ellas y tal vez la más importante, están moviéndose en el tablero sin tu consentimiento —Relajándose por primera vez en la silla Bradley cruzó los brazos sobre su pecho mirando con falsa lastima al rey con su único ojo negro.

 

Un secreto como aquel que estaba a punto de contar y aunque el mismo había estado más que bien guardado entre las paredes del castillo, había logrado llegar hasta él sin preguntarlo siquiera y aunque los soberanos de su reino aun no decidían cuando iban a hacer público su pequeño secreto, no creía que fuese a molestarles el que se lo hiciera saber al regente de Rizenbul y padre el príncipe consorte de Amestris.

 

El militar disfrutó del rostro extrañado del rubio y decidió en el último momento dejarle con la duda. Esperaba que el rey fuese lo suficientemente inteligente para sospechar a que se refería, aunque si no lo hacía tal vez y tuviese que ayudarle un poco antes de marcharse. Se levantó despacio arrojando suavemente la silla para atrás y con satisfacción se dejó seguir por la mirada rubia del rey mientras echaba a andar hacia la puerta por donde había entrado y solo se detuvo cuando la puerta casi se había cerrado tras su espalda. Con la sonrisa más sínica que poseía soltó con voz jocosa. 

 

— ¡En hora buena rey de Rizenbul! ¡Pronto será abuelo! — ni siquiera se dio el gusto de mirar la expresión de horror en el rostro de Hoenmeim, pues casi a la par de decir aquello cerró la puerta tras de él. 

 

La mirada de oro del regente de Rizenbul miro la puerta unos breves segundos antes de bajar el rostro a la mesa. Con una excesiva calma tomo la copa tan fina frente a él y la llevó a sus labios disfrutando el rojizo líquido que le lleno la boca. Pero el sabor del vino que debía ser tan dulce como la más madura de las frutas, estaba asquerosamente amargo.   

 

Se levantó con violencia de la silla, arrojando esta hacia atrás con fuerza en el suelo y la copa que hasta segundos antes sostuviese en su mano había terminado hecha trizas después de haberla azotado en la pared.  

 

— ¡Maldita sea! — 

† “•” †

 

La habitación se encontraba completamente iluminada gracias a los cálidos rayos dorados que entraban por las cortinas abiertas y aunque los mismos cayeran tan tenues sobre las sabanas habían terminado siendo molestos. Fue un quejidito lastimero el que se escuchó, un pequeño murmullo infantil al que se le sumo otro uniéndose al descontento del primero.

 

La luz termino por darles completamente en sus caritas y definitivamente no eran unos pequeños que gustaran de ser interrumpidos en sus sueños. El menor de los dos fue el que soltó el primer berreo zafando sus manitas de la colcha que los cubría y fue uno de sus fuertes manazos lo que hicieron que el mayor llorara con fuerza también dejando atrás sus incomodos pucheros.  

 

Las mejillas comenzaron a sonrojarse, las caritas se mancharon de lágrimas y la fuerza de su llanto podía despertar al pueblo entero. Un par de bebés inquietos y muy molestos que ya incluso habían hecho todo un desastre en la cama que descansaban. Mas su llanto empezó a calmarse hasta quedar como sutiles suspiros cuando una sombra familiar se detuvo frente a ellos y se sentó en la cama donde estaban. Las caricias de unas manos suaves y dulces que les limpiaron las caritas y los acurrucaron bien entre las sabanas nuevamente y que confortaron los pequeños hipitos finales del llanto. Dedos delicados que acariciaron el fino y rubio cabello sobre sus infantiles cabecitas serenándolos hasta lograr adormilarlos de nuevo. 

 

Edward sonrió mirando con ternura a sus pequeños tesoros. Había llegado a aquel lugar sin esperanzas de nada y aun y cuando la vida le había traído un sinfín de sufrimientos ahora le recompensaba con la más inextinguible felicidad nunca antes conocida. Sonrió relajando sus hombros mientras acariciaba con amor a sus dos pequeños gemelos.

 

La vida era buena.

 

Había empezado a tararear una suave canción de cuna arrullando a sus infantes se relajó hasta dejar su espalda contra el respaldo de la cama y se había atrevido a cerrar los ojos completamente relajado mientras continuaba con aquella calmada nana. Más de repente la puerta fue abierta de un fuerte golpe que incluso destruyó sus bisagras.

 

Su primer impulso fue proteger a sus pequeños pero no había contado con las numerosas manos que le sujetaron como garras impidiéndole moverse por más que se revolviera contra sus captores.  El llanto de sus pequeños no se hizo esperar y aunque había volteado el rostro para ver a los malditos que los habían capturado más el fuerte tirón de sus cabellos obligándolo a volver el rostro le impidió si quiera verlos.

 

Los había insultado, les había dicho más de mil groserías pero era como si le gritará a las paredes. Nadie le escuchaba, pero si lo agredían apretando las el agarre sobre su cuerpo y jalando sus mechones  impidiendo cualquier movimiento de su cuello.

 

Era imposible no saber quién eran aquellos, el uniforme lo conocía más que bien y la brillante salamandra roja brillaba en sus ropajes con cada uno de sus movimientos. Era la propia guardia del rey era quien lo mantenía cautivo. Las burlas y las risas contra él y sus pequeños que hasta segundos atrás habían sido intensas disminuyeron dejando escucharse solo los berridos de sus pequeños y el puñado de hombres que no le dejaba ver más allá de sus cuerpos empezó a enfilarse dejándole una brecha para observar.

 

Ahí estaba él observando el trabajo bien realizado que le había encomendado a su guardia.

 

Con empujones violentos que casi le hicieron caer, fue llevado hasta su presencia al igual que sus niños que no paraban de llorar sujetos en brazos ajenos y en sus ojos dorados el desconcierto no se hizo esperar al ver el semblante sereno e indiferente del pelinegro. Las ropas opulentas y fina joyería se notaba regia sobre su macizo cuerpo y la corona de brillantes y rubíes, el indiscutible artilugio que lo reconocía como el único y verdadero regente de Amestris se alzaba orgullosa sobre su cabeza.

 

El desconcierto pasó a la ira y este al rencor ¿Cómo podía estar tan campante y sereno cuando le estaban haciendo todo aquello a él y a sus hijos? ¿Por qué Roy no reaccionaba? Estaban lastimando a su propia familia. Un nuevo jalón en sus cabellos le hizo volver a hora el rostro a un lado del rey donde su senescal Hughes Maes desenrollaba un papel finamente enrollado y sellado por el concejo del rey.

 

— Edward Elric Príncipe Consorte de Amestris ahora simplemente Principe de Rizenbul, haz sido encontrado culpable — Ante cada palabra que decía a Edward se le secaba un poco más la boca y sus ojos se desorbitaban incrédulos.

 

— Haz traicionado a la corona, al pueblo de Amestris y a tu mismo Rey — Todo lo que estaba leyendo aquel hombre no podía ser verdad

 

— Y los traidores lo pagan con el castigo más grande que su solo solemnidad puede decretar— el hombre volvió a doblar los papeles y miró al rey igual de expectante que todos los reunidos en esa ahora, pequeña habitación.

 

El silencio era abrasador y los cientos de ojos que le observaban esperaban el justo castigo para un desleal como aquel ¿Cómo se había atrevido a traicionar la amabilidad y la gentileza de su majestad? Tenía que ser aplicado un castigo ejemplar y si no era así su misma gente se encargaría de hacerle pagar el daño hecho a su rey.

 

Pero fue la misma voz de su magnífica excelencia la que les hizo dejar de un lado sus pensamientos y casi gritaron de júbilo al escuchar la sentencia de propia boca de su soberano. Tendrían una ejecución pública, justamente igual a la que había sido condenado el antiguo mezquino rey de aquellas tierras y entonces vitorearon los guardias y los que estaban ahí con toda la fuerza de sus pulmones la real sentencia.

 

— ¡La guillotina para el traidor y sus bastardos! —

 

¡No podía ser cierto!

 

— No, no, no —

 

Edward trato de alejarse de todos ellos mas no había forma alguna de escapar de las manos que le sujetaban. Alguien le había escupido en la cara y otro más lo había golpeado en el estómago sacándole completamente el aire, pero lo que le había sacado las lágrimas era el llanto de sus pequeños que ahora lloraban aún más fuerte y que sin que tuviesen culpa alguna correrían con su misma suerte.

 

— ¡NOOOOOO! —

 

Roy Mustang se despertó de golpe irguiéndose hasta quedar sentado en la cama, su pecho bajaba y subía con violencia mientras intentaba por todos los medios de atrapar aire aun y con la boca abierta. Una fría capa de sudor le cubría y la crueldad de la vivencia de aquella pesadilla continuaba erizándole los bellos de la piel y de vez en cuando le asaltaba un temblor lleno de miedo.

 

Aun sin calmarse miró con rapidez la habitación en donde estaba encontrándosela igual a como la recordaba. Pronto amanecería y en el castillo comenzaban a escucharse los primeros ruidos de un nuevo día. Volviéndose sobre la cama casi gimió tranquilo al encontrar al rubio a su lado hecho un ovillo cerca de su propia almohada. Volvió a recostarse con cuidado tratando de no molestarlo y se sintió más tranquilo cuando el rubio busco instintivamente su calor acurrucándose más contra él.

 

Había tenido innumerables pesadillas antes, horribles pesadillas entremezcladas incluso con sus propias vivencias de la pasada y cruel guerra, pero ninguna le había trastocado como esta última que involucraba a su príncipe e incluso a los que parecían ser sus futuros hijos aun no nacidos.  Había sido horrible y más aún verse a sí mismo tan frio y distante tomando una decisión de lo más inhumana en contra de la persona a la que más amaba.

 

Roy respiró despacio intentando tranquilizarse, de nada le servía estar tan nervioso por una simple pesadilla. Los sueños eran engañosos la mayoría de las veces y aquel no podía ser la excepción. Aquello tenía que ser sin duda alguna producto de su excesivo trabajo y estrés. Tomaría algunos días libres para descansar y seguiría el consejo de su Ed. Empezaría a relegar más obligaciones, después de todo tenía a su servicio a personas más que calificadas para responder a sus necesidades.

 

Pasando sus brazos por el pequeño y aun menudo cuerpo de Edward, Roy volvió a relajarse en la cama. Intentaría dormir un poco más, antes de que tuviese que integrarse a las actividades diarias de ese nuevo día.

 

Ya no debía de preocuparse en lo absoluto.

 

Después de todo aquel tan solo había sido un mal sueño.

 

Solamente eso.

 

Un mal sueño

 

† “•” †

 

Si bien era cierto que el Fluher podía hacer cuanto quisiera en el ejército, había ciertos mandatos que podían ser revocados por su segundo al mando. Aunque era relativamente pocos, si acaso algunos casos administrativos o poco relevantes y este sin ninguna duda lo era. 

 

Tomando entre sus manos el fajo de papeles del sobre manila que estaban en su escritorio, devoró con una rapidez inusitada las letras oscuras impresas en las blancas hojas e imperceptiblemente movió su grueso bigote cuando una sonrisa ladina se dibujó en sus labios. No iba a firmar aquella solicitud que su superior jerárquico le había mandado. De hecho iba a revocarlo de inmediato. La teniente Hawkey no sería dada de baja, sino todo lo contrario. Sus ojos de despegaron de aquellos papeles cuando tres golpes en su puerta se escucharon y calmadamente dio la orden para que pasara. 

 

Su único ojo brillo complacido cuando la mujer de quien hablaban esos papeles entró, tan seria y rígida como siempre quien por primera vez mostraba un pequeño brillo de indignación poco guardada en sus rojizos ojos. Había pensado que tendría que hacer que se presentara ahí por la fuerza, pero la mujer tenía la suficiente dignidad para no hacer un escándalo con todo aquello y la suficiente cabeza fría para acatar una orden con el debido código castrense  que la ocasión exigía.

 

Ella sabía más que bien para que había sido mandada llamar, pero estaba seguro que no se imaginaba siquiera lo que iba a pasar dentro de poco y que era todo lo contrario a los planes de su Fluher. 

 

En un pesado silencio y más firme que antes, la mujer esperaba las indicaciones de Bradley. Su mirada empezaba a tornarse fría y sus delgados labios que hasta momentos atrás no demostraban nada comenzaban a torcerse en una mueca llena de rabia. No para aquel hombre por su puesto, pero si para aquellos dos que bien sabía habían mandado cesarla alejándola de lo que representaba su vida. Aquello hizo sonreír a King de satisfacción y trastocó a la mujer quien ahora sí que le miraba con malos ojos creyendo que incluso se burlaba de las malas cartas que le había brindado su suerte. 

 

— Teniente Riza Hawkey — el temblor de impotencia que la había asaltado al ver al hombre abrir la boca se había esfumado en el mismísimo momento de escuchar aquello. Riza se había sorprendido que la llamase aun así, cuando ya había sido degradada a nada en lo militar más con aplomo logro no demostrar asombro alguno manteniéndose serena.

 

— Es una verdadera lástima que el ejército tenga que perder a un miembro tan valioso — el rostro de la mujer se desvió molesto y apretó los puños con fuerza a cada lado de su cuerpo. Por un momento y había llegado a pensar que no la destituiría de su cargo, que tal vez Roy le había brindado una oportunidad más, al menos conservando aun su puesto, mas era en vano haberse hecho falsas ilusiones.

 

— Y yo no estoy de acuerdo con ello — Bradley cerró el ojo por un momento privándose de ver las acciones de la rubia y solo hasta que lo creyó conveniente volvió a abrirlo — Una mujer tan valiosa no debe ser cesada por tonterías — Riza abrió la boca dispuesta a contestar aquello más el hombre continuó. 

 

— ¿Qué es lo que diría si le propongo permanecer en el ejército a cambio de fidelidad y obediencia únicamente hacia mí persona? — 

 

La mujer le miró secamente recorriendo al hombre con la mirada lentamente como si lo estudiara. Su escrutinio siguió por unos momentos más y aquello incomodo al hombre. Era más que obvio que no iba a aceptar unírsele, aunque aquello le conviniera. Si ella lograba ser lo más complaciente y discreta, al final de todo aquello la dejaría hacer lo que quisiera con el rubio al que odiaba. Iba a necesitar incentivarla un poco para que aceptara.

 

Mas no fue necesario que abriera la boca, Riza había tomado ya su decisión. 

 

— ¿Qué es lo que debo de hacer? — Bradley no pudo sonreír más que complacido. 

 

Una mujer despechada era peligrosa y aquella que tenía frente a él lo era mucho muchísimo más.  

† “•” †

 

Él siempre se había distinguido por jamás seguir el protocolo real y el Huángdì siempre había visto con malos ojos el que nunca estuviese vestido correctamente para cada ocasión que se le presentaba ¡Justo como ahora! Su ropa era más que humilde y aunque la misma era decorosa no era la apropiada de vestir para un príncipe. Los oscuros ojos de su padre le miraban con censura mientras avanzaba por el amplio salón hasta detenerse en el lugar que le pertenecía, muy cerca del trono pero a la misma altura que los consejeros del emperador.  

 

El emperador miró a su hijo una vez más mientras suspiraba calladamente. Ling había madurado lo suficiente en el poco tiempo que había pasado desde su llegada de Amestris. Tomando su lugar como príncipe heredero de la dinastía e interesándose en las cuestiones del reino como nunca antes lo había hecho y era justo lo que se esperaba de su digno descendiente. Pues aunque nunca se lo hubiese dicho ni hecho sentir. Ling Yao era su favorito entre los cincuenta y cinco hijos que hasta esos momentos tenía.

 

Mei Chang había sido hasta algunos meses antes su única opción para heredar el mando de su dinastía y aunque su excesiva juventud fuese su único impedimento para ser su heredera, ese pequeño defecto casi desaparecía contra su inteligencia y la astucia afilada que poseía. Pero ahora no tenía que preocuparse más por ello, Ling caminaba ya por el buen camino y estaba seguro que de su mano y siguiendo los acertados concejos y sugerencias de Mei llevarían a su pueblo hacía un próspero futuro.

 

El concilio pasó con relativa rapidez y habían sido pocas las veces que fue participe directo en aquella reunión. Ling estaba lo suficientemente preparado para la misma y colmaba con eficiencia cualquier petición o brindaba una opción y respuesta para los problemas y necesidades que surgían. El Huángdì sonrío con autosuficiencia y orgullo. Su confianza estaba más que bien depositada en ese hijo suyo.

 

Ling había vuelto con toda la intención de ser su digno heredero después de haber realizado lo que había sido su último gran viaje a Amestris y no volvería a hacer ninguno amenos fuera que tuviese que ausentarse por cuestiones diplomáticas que no pudiesen ser realizado por alguno de sus múltiples emisarios.

 

Fue la última locura que deseó hacer su hijo y que él le había permitido. Se había marchado de su reino con la intención de volver teniendo como suyo al prometido del rey Mustang. Pero había vuelto de aquellas tierras con los brazos vacíos y con la necesidad de creerse digno sucesor de su imperio y aunque el emperador ya tenía todo preparado para iniciar una guerra con aquel reino, respetaría la decisión de su hijo de no iniciar ningún movimiento en contra aun y cuando su orgullo estuviese más que destrozado.

 

¡Era una verdadera lástima!

 

Edward sin ninguna duda le había parecía el perfecto candidato a esposo para su hijo y la guerra contra Amestris que durante años había deseado, no iba a ser realizada al menos en corto plazo. Hubiese sido sin ninguna duda un bonito regalo de bodas aquel reino para Ling y Edward.

 

Con un suspiro cansado y harto ya de tanta palabrería a su alrededor, el emperador Wan-sui-Yeh se levantó de su sitio haciendo que los demás le imitaran y cortaran de golpe cualquier discusión que tuviesen. Con ojos serenos pero críticos los observó a todos y en el momento que creyó oportuno dijo:

 

— La reunión de este día ha terminado —

 

Uno a uno, los integrantes de aquel concejo abandonaron la enorme habitación dejándolo solo con Ling e incluso se preparaba ya para marcharse cuando de pronto la puerta volvió a abrirse, dándoles paso a los generales del ejército del propio Xing. Wan-sui-Yeh notó el semblante extrañado del príncipe heredero y la repentina incomodidad de sus hombres al tenerlo presente. Aquella iba a ser una reunión exclusiva y hasta cierto punto de extrema confidencialidad. Cuando estos hicieron el intento de volver por donde habían entrado el emperador se los impidió.

 

— Ling tiene la suficiente confianza y poder ante ustedes para enterarse de nuestros menesteres —

 

Los hombres miraron al Huángdì con incredulidad más de inmediato se recompusieron brindándole una profunda reverencia que después repitieron ante el príncipe Ling. Colocándose en el lugar que a cada uno le correspondía y respetando el del príncipe que era su nuevo integrante, comenzaron a dar punto por punto los pormenores más importantes de la milicia.

 

La garganta de Ling se secó y la mandíbula comenzó a tensársele. Aquello de lo que hablaban, no era más que los planes de la Alianza que habían formado los reinos para unirse a Amestris. Pero la misma tenía otra cara, una que realmente nunca sería mostrada, al menos no hasta que la revuelta estuviese completamente preparada. Además nadie le había contado todo lo que había ocurrido en Amestris desde la última vez que estuvo en aquel país.

 

Era justamente hasta ahora que se estaba enterando de todo lo sucedido. Edward seguramente la había pasado realmente mal después de aquel atentado contra el mismísimo rey de Amestris. Yao tuvo que contener sus ganas de salir corriendo para llamar a Lan Fan y mandarla de inmediato a aquellas tierras para que trajera más noticias y comprobara por ella misma todo aquello de lo que se había enterado.

 

Debía calmarse, no podía ser tan imprudente, le había prometido a Ed no entrometerse directamente en la vida del rubio mas no por ello permitiría que algo malo le sucediera. Ahora debía de concentrarse y tranquilizarse, tenía que terminar de presenciar aquella reunión y enterarse de todo lo que pudiera de aquella fraudulenta “alianza”.

 

— El intento de asesinato del rey Mustang no fue más que una idea precipitada al fracaso y la misma no interfiere de ninguna forma en los planes originales de la alianza — Huángdì asintió a las palabras del general que hablaba permitiéndole con ello el continuar — La derrota del rey será evidente pues cada uno de los planes de las demás naciones están avanzado justo como ha sido planeado — uno más de los generales tomo la palabra entonces.

 

— El rey de Rizenbul se complace en informar que el príncipe Edward ha hecho un excelente trabajo hasta el momento en tener completamente a su merced al rey de Amestris, completando ya casi en su totalidad el proyecto del escuadrón alquímico y en poco tiempo más la creación final de lo que será el primer y único ejercito inmortal — el hombre sonrió — Un ejército indestructible que derrocara en un pestañear de ojos a la indefensa armada de Amestris — Wan-sui-Yeh asintió ignorando por completo la cara de asombro en incredulidad de Ling quien le observaba insistentemente de forma acusadora.

 

— Si todo sigue como hasta ahora en unos cuantos meses más se dará inicio al levantamiento para arrancar del trono a Roy Mustang y conquistar las tierras de Amestris —

Con el semblante sereno y la cabeza fría el emperador miró de nueva cuenta a sus hombres sentados ante él en aquel círculo perfecto a su alrededor.

 

 — ¿Hay algún otro asunto por discutir? —

 

— Ninguna de relevancia su majestad emperador —

 

— Entonces seguiremos con nuestra postura como lo hemos hecho hasta el día de hoy — uno de los siervos que tomaba nota de todo lo dicho, saco una nueva hoja blanca donde comenzó a escribir con una inusitada rapidez lo dicho por su señor — Xing no interferirá, ni formará parte de esta nueva guerra más sin en cambio, si llegasen a invadir o amedrentar a uno solo de los nuestros se armara un movimiento de conquista sobre Amestris o cualquier otro país involucrado —

 

Los hombres elogiaron las sabias palabras de su Wan-sui-Yeh y poco después abandonaron la sala dejando en la única compañía de Ling Yao a su emperador. La tención era palpable en el ambiente y al fastidiarse el Huángdì de que su hijo no pronunciara palabra alguna y solo le observara de mala gana se dispuso a marcharse más antes de llegar tan siquiera a la puerta la voz grave de Ling Yao lo detuvo.

 

— Estabas enterado de todo esto desde un principio y a mi tan solo me comentaste la misma mentira que había pregonado por todos los países y los pueblos — Ling guardó silencio de pronto.

 

Si lo que había oído era verdad significaba que todos estaban envueltos en una gran mentira que solo escondía una guerra civil más y podía que incluso hubiese traidores en la misma Amestris que estaban facilitando de igual manera el desarrollo de sus planes. Dejándose caer en la silla el príncipe miro desolado sus manos. Incluso podía que Edward estuviese enterado desde el principio, solo así podía justificar su insistencia a quedarse en un lugar como aquel donde todos le aborrecían.

 

¿Qué tanto podía significar para el rubio dejarse pisotear e insultar por las personas de aquel reino si después les haría pagar con dolor y sangre todo lo que les hubiese hecho?

 

Era por eso que lo había rechazado con tanta vehemencia el futuro de Rizenbul y otros pueblos más estaban en sus manos, no había ningún sentimiento que le uniera con el Rey Mustang y aunque hubiese dicho que no deseaba que la sangre fuese derramada por su causa Ed solo se preocupaba de que el numeroso y fuerte ejercito de Xing no tratara por ningún motivo de ir en contra de Amestris, el país que Rizenbul y los demás deseaban obtener con aquella alianza.

 

Edward, él…

 

— Edward fue capaz de engañarme — susurró el pelinegro para si tratando con ello de terminar de convencerse. Tan ajeno como lo estaba a todo no se dio cuenta de que su padre se acercó a él y mucho menos como termino sentado casi a un lado suyo.

 

— Él tampoco sabe nada de esto — aquellas palabras trajeron los ojos oscuros del joven heredero sobre el emperador — Únicamente está enterado de lo mismo que tú y muchas otras personas más que ingenuamente han creído en los torcidos planes de las naciones avaras —

 

— Pero lo mires de donde lo mires cada acción que él toma o paso que da solamente ayuda a lograr uno a uno los planes de la alianza todo sin que él lo sepa y termina conectado a la traición en más de una manera por todo ello — el hombre se relajó y Ling observo con incredulidad la tranquilidad con la que paseaba sus dedos una y otra vez por su larga barba lacia.

 

— Al final el único que quedara como culpable será Edward Elric —

 

— ¡No puede ser verdad! El rey Hohenmeim no puede estar de acuerdo con esto — Ling busco en los ojos de su padre una comprensión  aquello más la mirada seria del mismo le revelaba que incluso el mismo padre de Edward había planeado todo aquello aun y cuando sus deseos egoístas recayeran solo en su heredero  — ¿Cómo su propio padre lo puede condenar así? —

 

— Si la codicia y la avaricia en un padre es capaz de hacerle olvidar el amor que siente por sus propios hijos tan solo para lograr sus deseos, un padre que jamás ha querido a su vástago es capaz de todo por obtener lo que quiere y Ling tú mejor que nadie sabe que el príncipe Edward quien es el único hijo del rey de Rizenbul es odiado por su padre hasta el grado de desear su perdición entera.—

 

— Roy Mustang es un hombre benevolente y justo pero terriblemente implacable y duro con aquellos que le traicionan o dañan al pueblo que tanto quiere. No va a tentarse el corazón cuando estalle todo esto y descubra que su verdadero y único enemigo se ha sentado siempre a su izquierda en el trono. Solo hay un futuro para Edward y ese será su…—

 

— ¡No voy a dejar que eso suceda! — Respondió Ling cortando las palabras de aquel hombre — En este mismo momento partiré a Amestris y todos sabrán de mi boca lo que se proponen a hacer, no dejare que inculpen a Edward ¡Él no ha hecho nada para merecer un castigo así! —

 

— ¡NO IRAS A NINGUNA PARTE! — gritó el emperador y por primera vez el joven príncipe sintió lo que era el verdadero miedo. Jamás había visto a ese hombre fuera de sus casillas justo como ahora. Su porte había sido siempre serio y nunca demostraba alteración alguna en su educado comportamiento

 

— El futuro de Edward Elric fue escrito en el mismo momento en que decidió quedarse con ese rey y te rechazó a ti. Xing entero estaba puesto a sus pies si te elegía e iba a defenderlo de quien se atreviese a ponerle un dedo encima, pero ahora está completamente solo y su destino no es algo que deseo que comparta el más amado de mis hijos —

 

— No serás arrastrado junto a él Ling — terminó con voz fuerte que no daba pie a replica alguna y aunque el príncipe deseo volver a hablar el emperador lo cayó con lo último que dijo.

 

— Y si decides desobedecerme y marchas a Amestris sin mi consentimiento, olvida que tienes un lugar a donde volver. No serás reconocido más como mi sucesor, ni como príncipe y mucho menos como mi hijo. Mas no solo tú sufrirás las consecuencias de tus actos — La boca de Ling empezó a temblar con impotencia ante lo que escuchaba. — La familia Yao será condenada al igual que tú, exiliada a la desolación y en el mejor de los casos su muerte —

 

Apretando los puños con fuerza el joven desvió la mirada mientras crujía los dientes lleno de rabia. Su padre acababa de atarlo a él y condenaba a familia a un destino cruel si flaqueaba aunque fuese por solo un momento. Era injusto, realmente injusto

 

¡Y simplemente no podía ser posible todo aquello!

 

 

† “•” †

TBC…

 

 

Notas finales:

Muchisimas gracias a todos por leer el capitulo! Como se los habia prometido por facebook! aqui esta actualizacion como regalo de navidad para todos mis lectores!!!!

 

FELIZ DIA A TODOS !!!!

 

Nos leemos en la proxima actualizacion de cualquiera de mis historias :D 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).