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Single Lady por YukaKyo

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Single Lady

 

Debes de saber que,  Fullmetal Alchemist, El alquimista de Acero, Hagane no Renkinjutsushi (鋼の錬金術師) o también Hagaren (ハガレン),  es © de Hiromu Arakawa, Square Enix, MBS, ANX, Bones.

Y que yo soy YukaKyo la creadora de este escrito y el © es de mi Propia Autoría. Y este fic por el momento es Exclusivo para Amor Yaoi

Con la pareja Roy x Ed.  Oh! Y por si no se habían dado cuenta en el sumary, habrá, male pregnancy, ósea chico embarazado, ash!

También que No pretendo obtener nada a cambio, solamente unos pocos comentarios gentiles de los lectores que me sigan. Así que mucho menos espero retribución alguna de la  LIE (Ley de Intercambios Equivalentes)

Y como ultimo, que este fic esta basado en la grandiosa historia La Nueva Alianza de la fantástica Midhiel, y es su humilde adaptación.

 

 oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

"Únicamente para ti... con todo mi desprecio"

 

oo-o-oo-o-oo-o-o-o-oo-o-oo

 

8.- Reminiscencia

 

Terminó por acomodarse la camisa, dejándola desfajada y levemente frunció el ceño al notar que le quedaba mas grande de lo que recordaba. Seguramente había vuelto a adelgazar. Knox volvería a reprenderlo severamente de nuevo. Olvidándose de ello por un momento el príncipe Edward, se encamino a su diván favorito, el blanco cuero que lo cubría invitaba expresamente a echarse sobre el mismo, pero a diferencia de muchas veces atrás, tan solo lo utilizó como si de un vil sillón se tratarse.

 

En la pequeña mesita a un lado suyo, se encontraba una pila de carpetas que esa mañana muy temprano le habían hecho llegar. Simplemente habían aparecido sobre la mesa como si por arte de magia se tratara. Justo igual como habían ido aparar a su habitación los archivos del batallón alquímico.

 

 

Edward se relajó en el diván haciendo que los dos primeros botones de su camisa se abrieran solos. Sus cabellos rubios, sujetos en una simple coleta alta se agitaron levemente y su mirada dorada cansada, observaba con poco interés las carpetas amarillas repletas de hojas blancas y algunas cuantas de color.

 

Y solo después de ver brevemente el contenido de las carpetas, se pudo asegurar que no  habría ninguna nota como la anterior, que le hiciera saber que el rey sabía de todo el contenido y que se lo había ocultado. Una misiva mandada, nada más y nada menos que por el general superior Bradley.

 

Sabia de sobra que muy pocos, le tenían aprecio en el castillo y que podía recibir mejor cobijo en las calles mas pobres de Amestris donde la gente lo apreciaba y valoraba casi con idolatría. Lo que no le cuadraba era que justamente aquellas personas que lo soportaban tan poco hubiesen puesto su nombre de inmediato y sin pensarlo, cuando la idea del batallón alquímico era tan solo un simbólico pensamiento.

 

Leyó dos o tres hojas impersonales y frías que le agradecían el haber aceptado ser miembro del ejército. A diferencia de las cartas de bienvenida que le habían mandado antes, en esta brillaban por su ausencia las frases camufladas donde implícitamente se le hiciera saber el poco agrado que el rey y la corte tenia para que su persona, realizara lo correspondiente al batallón alquímico. Edward miró entonces receloso todo aquello jugando con la punta de su mocasín en el suelo.

 

¿Para que realmente lo habían escogido a él para algo como aquello?

 

Sería tal vez por sus renombradas experiencias en las diversas ramas de la alquimia.

 

O tal vez por que deseaban quedar bien con la alianza, atribuyéndole derechos y obligaciones al príncipe que bien se las hubiesen dado a alguien mas experimentando, si ese fuese el caso.

 

Aunque si hacia un poco de memoria, el único que había aceptado gustoso el tenerlo en sus filas y mas aun como su soberano, era el mismísimo Bradley.

 

[Flash Back]

 

- Es un verdadero placer y honor el que haya decidido unirse a nosotros - musito gustoso King Bradley, mas de improviso su semblante se endureció 

 

- Aunque en este momento y por su visita con fines meramente explicativos, es tratado como el príncipe de la nación que es, pero para la siguiente visita, debe de saber que si aun no es nombrado bajo el titulo militar que deberá de poseer, será tratado como un civil cualquiera que podrá recorrer estos mismos pasillos con un permiso especial. -

 

Edward asintió a aquello entendiéndolo, después de todo era lo justo, para una nación que poseía el ejercito mas libre y autónomo como Amestris. El único que tomaba las últimas decisiones era su Fluher que convenientemente también era el rey.

 

- Sus títulos nobiliarios no serán usados aquí, simplemente serás Edward Elric y el grado marcial que se le asigne deberá respetarlo- Bradley lo miro concienzudamente de pies a cabeza - De igual manera deberá portar un uniforme militar. -

 

Edward miro como le tendía la mano y decidió estrecharla aceptando todo aquello y lo anterior que habían conversado en la oficina del general. Ya no había nada mas que alegar, ni sobre su visita ni mucho menos sobre el batallón alquímico que él comandaría. Ahora solo le quedaba comenzar a preparar todo lo conducente para la prueba y elección del primer escuadrón de alquimistas que seleccionaría.

 

- Aunque no se si se hagan uniformes en una talla tan pequeña - siseo pensativo Bradley arqueando sus cejas mirando aun incrédulo la estatura del príncipe de Amestris.

 

Y es que realmente era tan... bajito.

 

A Edward le exploto una vena en la frente y estuvo a punto de soltar toda una sarta de insultos y reclamos contra el general. Después de todo, nadie se había metido con su estatura desde que había llegado a Amestris. Y el que nadie supiera que era un tabú algún apunte sobre su estatura, eso no les dejaba exentos de sufrir su furia con toda su fuerza. Apenas y había abierto la boca cuando la puerta de la oficina de Bradley fue abierta precipitadamente.

 

Roy Mustang estaba ahí, en el umbral y por lo visto había encontrado las hojas que Bradley le había mandado aquella misma mañana, puesto que las llevaba arrugadas y maltratadas en una de sus manos. Lo vio achicar los ojos al notar que aun tenia sujeta la mano del general entre la suya y como si la misma le quemara fue el mismo Bradley quien terminó el contacto.

 

- ¡Oh! Es un placer que nos visite como siempre señor - aseveró brindándole un saludo marcial que el Fluher Roy correspondió de inmediato.

 

- Como hemos terminado esta reunión, me retiro - musitó Edward, serio sin presentarle sus respetos a su rey y señor como acostumbraba hacerlo. Bradley miro aquello mas no dijo nada. Las reglas y protocolo real, no eran de su incumbencia, mucho menos cuando estas no lo incluían a él directamente.

 

- Fue todo un gusto el conocerlo Coronel Elric - Edward recibió también el saludo marcial, aunque a diferencia de Roy titubeo algunos segundos antes de corresponderle al hombre del parche.

 

Por el rabillo de uno de sus ojos dorados, Edward pudo notar la cara de fastidio que le había brindado el rey a su persona. A Roy no le había agradado aquello, eso era más que obvio por la cara que había puesto al escuchar a Bradley. Siendo coronel en la milicia, tendría que soportar de su presencia ahora también en el cuartel y durante las juntas que tuviese y fuesen convocados por él el Fluher.  Aunque eso era lo que Edward menos deseaba.

 

El rubio molesto tanto por aquello, como por ver como Roy había dejado de contemplarlo para dirigir de mala gana sus ojos a Bradley, salio de la habitación dejando a aquellos dos hombres solos. Pero su tranquilidad empezaba a mermarse cuando notó como el rey le seguía algunos pasos alejado de su persona.

 

No lo quería cerca, mucho menos en esos momentos.

 

El rey había intercambiado algunas frases con él, pero no las recordaba, al igual que tampoco recordaba lo que había dicho. Lo único que había querido hacer era alejarse y cuanto antes mejor. 

 

Pero cuando Roy le había dicho que había querido venir con él desde un principio, sin encontrar el momento adecuado para hacerlo. Edward había estallado. No entendía el porque el rey trataba por todos los medios justificar su rechazo hacia él o bien demostrarle un poco de simpatía que ambos sabían, nunca se había dado entre ambos y si en algún momento la misma había surgido, esta solo se debía a la obligación que el rey con él tenia y no por gusto propio.

 

Harto Edward de la manera más grosera y cortante que pudo y lo ignoro casi por completo hasta cuando llegaron a la salida principal repleta de soldados y demás curiosos. Solo ahí se había dignado a mirarle para luego brindarle una reverencia breve y seca anunciándole al monarca su partida.

 

Casi lo había logrado cuando la voz fría del rey lo había llamado por su nombre, haciendo que se detuviera. Después de eso lo único que vio fue un brillo plateado arrojado al cielo por el mismo rey, que cayó pesadamente sobre sus palmas abiertas.

 

Era su reloj de alquimista estatal. El mismo que Bradley le había asegurado había llegado con el del propio Roy ya varios días atrás. Supo que de mala gana Roy ante todos lo había nombrado alquimista estatal frente a todos los curiosos y sus ojos azules tan fríos le hicieron saber lo poco importante que le era el que ahora también, fuese uno de sus camaradas.

 

[Fin del Flash Back]

 

Con una mano en su mejilla izquierda y con la mirada perdida el rubio resoplo pesadamente. Roy no lo quería en su vida, eso incluía el futuro y el presente mismo, tanto en el castillo como en el ejército.

 

¡Lástima por el rey!

 

Tendría que soportarlo el tiempo que fuese necesario, aunque no lo quisiese.

 

Edward tenía obligaciones que cumplir como su consorte y más aun como príncipe de Amestris y que decir de su propio pueblo natal y si a eso le agregaban el cúmulo de deberes que también compartía junto al rey por la Alianza, no le quedaba más remedio que aguantarlo.

 

Edward suspiró inclinando todo su cuerpo por el diván estirándose para poder tomar entre sus manos los numerosos archivos que debía leer, no le quedaba más que empezar de una vez con todo aquello.

† "•" †

 

En algún momento se había desatado la coleta, lo sabia por los numerosos bucles no muy bien hechos por el constante movimiento de sus dedos que continuaban aun enroscándose en sus cabellos. Era una vieja costumbre que había adquirido ya hacia tiempo y que surgía inconcientemente cada que se concentraba excesivamente en el estudio de algún documento.

 

Ahora debía de añadirle un nuevo desorden más. Pues había terminado sentado en el piso en el extremo contrario de su habitación y mas aun del diván donde había comenzado a hojear los documentos oficiales que Bradley le había hecho llegar.

 

El sumario del batallón alquímico.

 

En algunas cosas había estado completamente de acuerdo, pero otras mas no le agradaron en absoluto y las había subrayado ya encerrándolas con un brillante círculo rojizo alrededor. En su próxima visita, cuando fuese su primer día en el cuartel como Coronel, las discutiría con Bradley y haría hasta lo imposible por cambiar todo aquello que para su punto de vista, estaba más que fuera de  lugar.

 

Oyó un fuerte carraspeo y luego una tos inevitable por haber forzado la garganta a algo como aquello. Levanto sus ojos dorados de los papeles que aun ojeaba para encontrarse a Shezka frente a él aun intentando componerse por lo ocurrido. Ed casi sudo una gota, no la había escuchado llegar y mucho menos hablarle varias veces como seguramente lo había hecho. Bueno eso no podía agregarlo a su lista de manías. Después de todo una concentración excesiva e intensa había surgido siempre que algo llamaba su atención de sobremanera.

 

- Shezka ¿Te encuentras ya bien? - la castaña asintió suavemente mientras sonreía graciosamente.

 

- El jefe Bradley me ha dicho que necesitas un uniforme nuevo - Musito Shezka componiendo sus ropas. Ed la miro un tanto extrañado, mas sin embargo asintió fervientemente.

 

- Ya recuerdo, el general había mencionado algo de un uniforme - la chica volvió a sonreírle.

 

- Entonces en ese caso, debemos ir al pueblo. Ahí ya nos están esperando para tomarte las medidas necesarias para empezar con la hechura de tu uniforme -

 

Ed se levanto del suelo y paso sus manos por sus cabellos rebeldes dispuesto a trenzarlo ¿ Ir al pueblo para que le hicieran la ropa? Aquello era extraño.

 

- ¿Por qué en el pueblo? Tenia entendido que en el ejército hay costureros en el que bien pueden encargarse de todo aquello -

 

- Sí, pero también debes de saber que no estamos en temporada de reclutamiento y esos costureros que tanto mencionas, son simples sastres traídos del pueblo cada vez que son requeridos. No son reclutas ni forman parte de la milicia, por lo cual no pueden quedarse dentro de las instalaciones del ejército sin ser convocados -

 

- Entiendo - Edward tomo su clásico abrigo rojo de un perchero y se lo paso por los hombros - Pero supongo que los modistos que tenemos en palacio pueden encargarse del uniforme ¿No? - Edward vio como la castaña negaba suavemente

 

- Los costureros de la milicia son los únicos que pueden hacerte el uniforme - Shezka aquello lo sabia bien, pues ya había pasado por aquello cuando también apenas había entrado a la milicia - Los costureros reales no tienen los patrones ni los materiales para el diseño -

 

¿Ni aunque se tratara del mismo príncipe a quien fuesen a vestir? Que mas daba, no podía objetar algo como aquello.

 

- Bueno... Pues entonces vayamos de una vez -

 

Salieron despacio de la habitación y recorrieron casi en silencio los pasillos del castillo. Alternando su avance correspondiendo alguna que otra reverencia, de los vasallos que se topaban en el camino y el último corredor que daba hacia el pueblo pasaba justamente por los verdes jardines que rodeaban por completo el castillo de Amestris.

 

Edward giró el rostro hacia los jardines y notó entonces todo un sequito de sirvientes que llevaban de un lado para otro pequeñas y delicadas cajas. Miró extrañado todo aquello y no pudo evitar que sus pasos se dirigieran hacia ellos.

 

Con un movimiento de cabeza, correspondió la callada reverencia del sirviente y se echo de rodillas al suelo para poder contemplar mejor aquello, Shezka lo imito y sonrío al mismo tiempo que ella lanzaba una exclamación fascinada.

 

- ¡Pero que hermosas son estas flores! -

 

Edward río entonces correspondiendo a las palabras de la castaña levantando una de las pequeñas flores aun enterrada en un pequeño trocisco de tierra húmeda manchándose de barro los dedos. Su mano libre de barro toco entonces los finos y sencillos pétalos que le mojaron los mismos aun con su rocío. La fresca fragancia le lleno los sentidos y supo entonces que aquella flor en delante sería su favorita.

 

Ya se encargaría de ir a agradecerle personalmente a la florista por el detalle que, no era necesario, pero si muy bien recibido.

 

Alguien se detuvo a su espalda, seguramente otro de los sirvientes, más no hacia o decía absolutamente nada para llamar su atención. Carraspeó la garganta y entonces le príncipe notó que deseaba decirle algo. Despacio Edward giró su rostro al mismo tiempo que levantaba todo su cuerpo del suelo.

 

- He de presentarme majestad, Soy Alphonse Heidrich el jardinero real - Una enorme sonrisa que mostraba su dentadura blanca adornaba su rostro y sus ojos verdes brillaban amables y sencillos como siempre. Shezka le correspondió el mudo saludo que le brindo Heidrich.

 

Era un buen chico que desde hacia varios meses, la castaña conocía. Aunque se caracterizaba por ser discreto y muy callado, un joven que simplemente pasaba largas horas realizando sus deberes en el castillo, que sencillamente adoraba. Pues el oficio de jardinero en verdad le apasionaba.

 

Sus ojos verdes claros se posaron el la cantidad de cajas repletas de flores y volvió a sonreír amablemente.

 

- No se si pueda cuidar tal cantidad de flores yo solo, pero haré lo posible por hacerlo - Le aseguro al príncipe luego de pasar una de sus manos por sus cortos cabellos rubios claros y por un momento sus cejas se fruncieron confundidas al notar el rostro del monarca fruncido en una mueca de dolor.

 

Edward reprimió un gemido doloroso. Aquel joven era tan idéntico, tan parecido. Era como si él estuviera otra vez ahí.

 

- Al - murmuró Edward al mismo tiempo que su cuerpo entero temblaba y los ojos se le humedecían.

 

Era Al

 

Al

 

Vivo

 

Y ahí, junto a él...

 

Eliminó la corta distancia que los separaba y con los brazos abiertos lo sujeto con fuerza de los antebrazos. Heinrich gimió de dolor al sentir la fuerza con que le retenía de los mismos y quedo helado cuando el príncipe lo estrecho contra su cuerpo en un abrazo apretado.  La humedad fue lo primero que sintió en su camisa blanca y poco después los sollozos.

 

¿Qué era lo que estaba pasando?

 

- ¿Príncipe? - murmuró tratando de alejarlo de él, mas no fue necesario hacerlo, la presión en su cuerpo cedió y ahora Heidrich tuvo que sujetar a Edward para que no cayera de lleno al suelo.

 

Se había desmayado.

 

- ¡EDWARD! - gritó Shezka completamente alarmada.

 

† "•" †

 

- Hoy la verdad no hay mucho que hacer, una que otra visita de nobles sin mucho interés y la lectura de algunos documentos que deberás enviar al parlamento para su discusión, pero en si nada importante -

 

En silencio Maes observó como Roy asentía para luego echar su cuerpo hacia atrás moviendo su silla de cuero con ello. Con paso lento y decidido termino acercándose a la enorme ventana en su oficina. El verde prado de los jardines del castillo brillaba más vivo con cada rayo de luz del sol. Más no fue solo aquello lo que llamo la atención del rey. Sino los lacayos que iban y venían con pequeñas cajas.

 

- Primero entonces, atenderemos las entrevistas y después repasaremos esos documentos que tanto dices -

 

- Esta bien -

 

- ¿Qué es todo eso que esta pasando en los jardines? -

 

- Ah ¡Te has dado cuenta! - Roy giró el rostro y lo miro de una forma en que le hizo entender que era más que obvio - Se las ha enviado como regalo una florista al príncipe Edward. Según dijo la mujer, el príncipe le ayudo a reconstruir su viejo invernadero que había sido casi destruido con las fuertes granizadas del temporal pasado. La alquimia que Edward utilizo lo dejo como nuevo y de regalo, le prometió las primeras flores que nacieran en el mismo. Y ahora cumple con su palabra trayéndoselas al príncipe -

 

- Son demasiadas -

 

- Y muy raras, pero confía plenamente en que los jardineros reales podrán cuidarlas lo suficiente para que no mueran por su traslado - Maes siseó todo aquello acercándose a un lado de su rey, la visión amplia de los jardines fue reflejada en las lentillas de sus discretas gafas - Ahora solo le falta decidir al príncipe donde van a colocarlas -

 

- Ajá- soltó Roy y como si hubiese esperado a aquello la figura del príncipe Edward fue vista por sus ojos de zafiro acercándose a las numerosas cajas de flores que habían dejado juntas en los jardines.

 

Shezka se encontraba una vez más a su lado y se arrodillo junto a él sin importarle que solo llevara la falda de su uniforme y que las medias se le llenaran de pasto, quedando de igual manera que el príncipe Edward, más Roy dejo de observarla para centrar su atención en el príncipe.

 

Tal vez eran los rayos de sol que se reflejaban con excesiva refulgencia sobre sus cabellos dorados, lo que hacían darle ese toque de luz como si fuese él quien brillara y pareció que resplandecía un poco mas cuando una sonrisa tierna y sincera se dibujo en sus carnosos labios sonrosados mientras sus dedos acariciaban los blancos pétalos de la sencilla flor.

 

Estaba maravillado, pues su príncipe era...

 

- Realmente hermoso ¿No lo crees? - Cuestiono Hunges

 

- Ya lo creo - susurró Roy bajito pero con la voz cargada de emoción.

 

Maes giró su rostro hacia el rey arqueando una de sus cejas, mas de inmediato supo que Roy no contemplaba a los jardines y las flores como él lo había hecho. Sus ojos estaban más que clavados sobre el pequeño príncipe que sonreía embelezado admirando su regalo.

 

A sus ojos parecía como si Roy, estuviese mirando a Edward por primera vez, dejando de lado el compromiso forzado que los había unido y su resentimiento hacia la idea de que fuese su esposo impuesto por un tratado. En esos momentos veía a Edward como era, un chico noble, sencillo y hermoso que podía hacerlo feliz incluso mas que la misma Riza.

 

Maes suspiró decepcionado.

 

Era una lastima que no tuviese una cámara en aquel momento. Una foto del príncipe en los jardines y otra del rey contemplando de aquella manera su príncipe, hubiesen sido un grato recuerdo impreso para ser mostrado a muchísimas personas que no hubiesen podido disfrutar de lo que sus propios ojos veían.

 

Refunfuño calladamente mientras hacia un mohín compungido.

 

¡Tendría que conformarse con solo contárselos a todos!

 

¡Pero primero a Glacier y Elysia! Claro esta.

 

Maes volvió su vista entonces a la ventana para ver el momento exacto donde el príncipe se levantaba y miraba a Hiedrich, para después estrecharlo entre sus brazos como si hubiesen pasado excesivo tiempo separados y después. Edward tan solo se desmorono.

 

- ¿Pero que demonios? - Soltó Hunges alarmado y para cuando quiso girarse a donde estaba el rey, el mismo a toda velocidad ya había abandonado la oficina en la que estaban   - ¡Roy! -

 

† "•" †

 

- ¿Qué sucedió? - preguntó el rey al momento que llego a los jardines, 

 

- No lo se, el príncipe tan solo susurró un nombre y luego se desplomo - apenas y pudo terminar de decir aquello la castaña evitando con sus dedos que las gafas se le cayeran  mientras el rubio de cabellos cortos sujetaba a Edward precariamente de los hombros evitando que cayera al suelo.

 

- Déjame a mí - susurró Roy deslizando sus dedos por los pequeños hombros de Edward, que cayó con violencia contra su pecho al atraerlo hacia él. El cabello rubio y suelto le cubrió por completo el rostro

 

- Llama a Knox y a Rose de inmediato Shezka -

 

- Sí - contestó la castaña y la oyó poniéndose de acuerdo junto a Heidrich para buscar a aquellos dos.

 

Roy se levantó con el príncipe en sus brazos sorprendiéndose por lo ligero que era y al mismo tiempo pudo sentir contra sus brazos, la delgadez de sus piernas y muslos e incluso las marcadas costillas donde sus dedos se clavaron en sus recovecos. Estaba demasiado delgado, mucho más de lo que había creído.

 

El rey frunció las cejas molesto. Knox no estaba realizando bien su trabajo y podía que Rose estuviese haciendo lo mismo. Edward en lugar de mejorar, empeoraba un poco y cada vez mas. Tendría que hablar con ellos de lo que estaba sucediendo y que por lo visto se les estaba saliendo de las manos.

 

Los pasillos y salas rápidamente quedaban atrás y la última galería que daba hacia las habitaciones del príncipe estaba próxima a ser alcanzada por sus pasos. Con ambas manos ocupadas y sin nadie que lo siguiera tendría que apañárselas solo para abrir la puerta sin molestar demasiado al príncipe en sus brazos.

 

¿Dónde estaban todos los cortesanos y sirvientes cuando en verdad se les necesitaban?

 

Muchísimas veces había sido detenido en innumerables ocasiones cuando recorría esos pasillos, para corresponder a las amables palabras de sus súbditos y las reverencias de la cortes y ahora nadie por ahí se aparecía.

 

- Al - murmuró Edward apagadamente contra su torso haciéndole saber que había regresado su conciencia. Roy bajo la cara mirando al príncipe. Pero los dorados ojos en el pálido rostro del rubio, estaban vacíos y ausentes.

 

- Lo lamento Al - volvió a sollozar el rubio ajeno a su presencia y ausente en un pasado, frente a fantasmas que lo perseguían y que bajo sus propias culpas se negaba a dejar atrás.

 

- Lo lamento - Sollozó fuerte sujetadose con ganas de las ropas del rey.

 

Roy de detuvo entonces en medio del pasillo y lo apretó entre sus brazos, colocando su frente sobre la del rubio, sintiendo su calida piel y el dulce aroma que despedían sus cabellos rubios. Sintió los brazos menudos del príncipe enroscándose en su nuca, para poco después sentir como escondía su rostro justo en la nuez de su cuello.

 

Solo entonces el príncipe se permitió soltar uno a uno berridos fuertes y sin control. Aquel dolor, ese arrepentimiento y las gruesas lágrimas que bajaban por las mejillas del rubio, tan solo pudieron dejarle a Roy un nudo duro y pesado en la garganta.

 

† "•" †

 

Knox había terminado por administrarle al príncipe un fuerte calmante que lo mantendría dormido por lo que restaba la tarde y si así lo quería el resto de la noche. Roy tan solo había movido la cabeza cuando Knox se lo había comunicado y solo hasta que el rubio dormía profundamente bajo las mantas calientitas en su cama abandono su habitación y volvió a la oficina donde el trabajo pendiente aun lo esperaba.

 

Meditabundo entró a la misma y con un gesto ausento por algunos momentos, se concentro como autómata en firmar documentos, sin leerlos previamente. Solo como un reflejo para terminar con la pila de los mismos que en verdad no era ni la cuarta parte de los que solía siempre revisar.

 

Con un suspiro derrotado, dejo la pluma de lado y clavo su mirada azul oscuro sobre el general que en su propio escritorio contribuía a su propia carga de papeleo en completo silencio.

 

- Maes -

 

- ¿Hu? - el general dejo de mirar hacia su escritorio y levanto la vista hacia el rey que, ciertamente no le miraba directamente, pero que lo hacia desde la intimidad que le concedían a sus ojos el estar ocultos bajo los largos mechones de su cabello negro.

 

Maes alzo una ceja ¿En que momento Roy se había desacomodado de aquella forma el cabello renegando del aspecto formal que se cargaba? Viéndolo así le recordaba el antiguo Roy despreocupado y relajado que solo se conformaba y estaba orgulloso de ser el coronel que a su ejército servia.

 

Volver a ser un poquito como en aquellos tiempos no le sentaría nada mal.

 

- Investigaste al príncipe Edward antes de que se uniera a mí ¿No es así? - su voz carente de emoción alguna lo trajo de vuelta al presente.

 

- Exactamente, aunque nunca te intereso nada de lo que pudiera decirte sobre él - acotó Maes como dando por terminada la conversación volviendo a sus papeles. Pero Roy no estaba dispuesto a dejar aquello de lado.

 

Eso había cambiado. Ahora le interesaba saber todo lo concerniente a Edward. Por alguna razón que por ahora le era desconocida. Roy se relamió los labios humedeciéndolos, se le había secado la boca. 

 

- ¿Quién es Al? - preguntó y fue conciente de cómo la faz de Maes se ensombrecía.

 

Lo vio levantarse en silencio de su lugar y caminar hacia donde estaban los archiveros enormes y altísimos en una de las esquinas de la oficina. Busco en su propio apartado de investigaciones y lo vio dudar un segundo antes de abrir el cajón que sabia contenía lo que necesitaba.

 

Al final había sacado de ahí una pesada carpeta de color marrón, dirigiéndose con ella en sus manos hacia el escritorio del rey. Roy instintivamente hizo a un lado los papeles sobre el escritorio, aunque nunca se espero a que Maes decidiera sentarse frente a él y sacar por si mismo varias paginas engrapadas que comenzó a leer para si mismo en su mente

 

Con los segundos corriendo rápidamente en completa afonía en la habitación Mustang comenzó a impacientarse.

 

- Es un poco tarde para que te interese todo esto, pero, supongo que por algo será - Roy por un segundo se quedo pensando en lo anterior dicho por Hunges, mas no le dio tiempo a reconsiderarlo cuando el general le tendió una fotografía y comenzó con el relato.

 

Era un jovencito, tal vez de la misma edad de Edward, sus cabellos más oscuros que los del príncipe y sus ojos tenían un tono plateado llamativo y su rostro redondo le recordó inmediatamente al jardinero que tiempo antes había tratado a Edward. Si Heidrich en lugar de tener el cabello tan claro y los ojos verdes, tuviese las mismas tonalidades de ese chico de la foto, cualquiera diría que era la misma persona.

 

Roy dejo sus pensamientos de lado y se concentro en escuchar a Maes.

 

- Como puedes ver el es Alphonse Elric, el hermano mayor de Edward y quien por derecho era el heredero universal del reino de Rizenbul. Murió cuado Edward tenia tan solo ocho años y lo hizo para salvar a su pequeño hermano de una carreta jalada caballos que se salio de control. Aun estaba vivo cuando los médicos empezaron a tratarlo, pero no pudieron hacer mucho. A las pocas horas murió - Dijo Maes con tono neutro despegando su mirada de los papeles.

 

Roy asintió, ahora creía entender... aunque solo un poco.

 

- La muerte del príncipe heredero dejo marcada a la familia real, pero más al padre. Aun incluso ahora, sigue culpando al príncipe de la muerte de Alphonse, hecho que he decirte que esta de mas pues, absolutamente todos saben que fue un accidente -

 

- Tú mismo lo puedes leer aquí - terminó dejando los papeles al alcance de Mustang.

 

Leer lo demás, ahora seria decisión de Roy.

 

† "•" †

 

Había dejado todo inconcluso y pospuesto para otro día. No había podido concentrarse en lo absoluto después de haberse leído todo el informe de Maes Hunges sobre Edward Elric. Ahora comprendía muchas cosas y había montones mas que deseaba el mismo príncipe explicara con mas detalle.

 

Tal vez... cuando despertara.

 

La habitación estaba a oscuras o casi, la única luz tenue y casi agónica, era la que irradiaba una pequeña y solitaria velita. Aromática por cierto, que seguramente había sido puesta por Rose para calmar el sueño del príncipe y ciertamente aunque llevaba poco tiempo en aquella habitación, empezaba a relajarle a él también.

 

Camino lento por la habitación, como precaución por la falta de visibilidad pero más para evitar hacer demasiado ruido. No deseaba despertar a Edward. Había gastado muchas de sus fuerzas y ánimos aquel día y un profundo descanso, estaba demás el decir, que era obvio que lo necesitaba, urgentemente.

 

Terminó sentado a la orilla de la cama y por largos minutos tan solo observo el rostro relajado del rubio tenuemente iluminado por la luz de la vela. Su piel trigueña brillaba un poco más dorada y llamativa. Sus dedos fríos habían cobrado vida propia y en una mansa caricia pasaron de sus cabellos rubios a sus calidas mejillas delineando la suave piel.

 

Los labios no se salvaron de aquello y se regocijo al sentir la tersa comisura de los mismos. Sin saber porque, se inclino hacia el príncipe tratando de no aplastarlo con su peso y le regalo un fino beso sobre sus labios cerrados. Se retiro suavemente mientras se relamía los propios.

 

Estaban dulces y condimentados levemente con canela. Sonrío volviéndose a acercar al rubio.

 

- Supongo que no nos hará daño el que me quede contigo un ratito y nada más ¿No? - murmuró bajito depositando otro sutil beso en sus cabellos.

 

Roy suspiró calladamente mientras subía su cuerpo a la cama, sin importarle descalzarse primero. Después de todo dentro de poco debía de regresar a sus habitaciones para dormir unas cuantas horas antes del amanecer próximo. Se recostó al lado del rubio y se acomodo a un lado de su pequeño cuerpo, mientras pasaba sus fuertes brazos por la fina cintura, entrelazando sus dedos en una de las manos del rubio. Volvió a suspirar el pelinegro, antes de ocultar su rostro en el cuello del príncipe intentando descansar un poco el también.

 

Después de todo solo se quedaría un poquito, tal vez casi nada ahí.

 

† "•" †

 

El sol le había dado contra la cara y el tibio calor de sus rayos comenzaba a hacerle cosquillas. Se removió levemente entre las sabanas despeinando más, si aquello era posible, sus cabellos oscuros mientras ocultaba su rostro contra las almohadas.

 

¿Qué no podía hacerle un favor el sol de vez en cuando y salir un poco mas tarde?

 

Roy se enrosco un poco entre las colchas para relajarse en el mullido colchón. Cuando viniera Maes a aporrearle la puerta para que se despertara, ya vería como le haría para quitarse el sueño tan pesado que sentía.

 

Suspiró entre su ovillo calientito, jamás había estado así de cómodo antes en su cama. Más abrió los ojos de golpe. Una figurita se había apretado más contra él. Parpadeo varias veces mientras un sudor frío empezaba a humedecerle la nuca. Levanto las colchas que lo cubrían, casi con pánico.

 

Ah... tan solo se trataba de Edward.

 

Roy soltó un soplido calmado. Tan solo era su consorte y nada más. Aunque en ese mismo instante, volvió a fruncir las cejas nuevamente y un poco mas contrariado.

 

¿Qué era lo que hacia Edward en su habita...

 

Roy alzo entonces el rostro recorriendo con su mirada azul oscura la alcoba. Aquella no era su pieza si mas bien la del príncipe y entonces recordó lo que había pasado el día anterior y mas aun los últimos minutos antes de que el sueño le hubiese vencido.

 

Casi se deslizo otra vez entre las sabanas y atrajo un poco más al príncipe a él, con el brazo que concienzudamente durante todo ese tiempo, estuvo enroscado en la pequeña cintura del rubio y se quedo así, sintiendo la tibia calidez y el dulce aroma de Edward.

 

Era agradable, realmente muy agradable. 

 

Y frunció entonces el entrecejo molesto. Tenia que levantarse aunque no lo quisiera. Ya que si no lo hacia y no se presentaba cuanto antes en su oficina, Maes seguramente haría un escándalo por todo el castillo convocando a quien estuviera cerca para buscarlo.

 

Y seguramente, al príncipe Edward no le gustaría formar parte de todo aquello.

 

Despacito y como pudo se movió lo mas lento posible para no despertar al rubio y fue toda una proeza hacerlo, estando su brazo aplastado bajo el cuerpo de Edward. Incomodo por la sensación de hormigueo en su brazo se levanto de la cama. Volvió sus ojos al rubio y sonrío inconcientemente al verlo enroscarse y aferrarse con fuerza a su almohada y cuando menos lo había pensado una de sus manos casi habían acariciado sus largos cabellos rubios. Retracto su brazo dejándolo casi asido a un costado suyo.

 

¡No podía tocar a Edward!

 

Corría el riesgo de despertarlo si lo tocaba, por mas leve que fuera su roce. Debía dejarlo descansar un poco más. Después de todo Edward había sufrido un fuerte desgaste emocional anteriormente.

 

Se giró y empezó a andar hacia la puerta, Roy negó varias veces con la cabeza al darse cuenta de algo. Se había quedado dormido ahí con el rubio incluso con los zapatos puestos. Negó silenciosamente mientras se acomodaba un poco sus rebeldes cabellos oscuros y se dirigía hacia la salida de la habitación. Tenía que darse prisa, Era tarde, demasiado tarde y el horario de su agenda real estaba muy apretado ese día.

 

† "•" †

 

El rechinido de la puerta que daba entrada a su habitación al cerrarse, le hizo regresar a la conciencia.

 

Había dormido suficiente, más bien demasiado. Edward se estiro sobre la cama y disfruto cuando todos sus músculos se tensaron y quedo de palmas abiertas sobre el colchón mirando de forma despreocupada hacia las enormes ventanas que dejaban entrar al sol a sus anchas.

 

No recordaba mucho de lo que había pasado, seguramente se había desmayado de nuevo y alguien lo había traído a su habitación. Lo único de lo que estaba conciente era que había perdido por completo el control. Edward parpadeo de improviso, lo había sentido, la tibia calidez en las mantas a un lado suyo. Sus dedos lo sintieron y su corazón latió con fuerza creyendo en una mera posibilidad, mientras sus dedos seguían delineando el contorno sobre sus sabanas. Alguien había estado ahí, recostado junto a él hasta hacía poco tiempo atrás.

 

Tal vez... Roy

 

Nah

 

¡Imposible!

 

Edward sacudió la cabeza, estaba de más pesar algo como aquello. El rey nunca se tomaría algo de tiempo a su lado, por su propio gusto. Mucho menos para cuidar de él. Seguramente Rose o Shezka lo habían estado vigilando y seguramente se había quedado alguna de ellas sentada sobre su cama a un lado suyo.

 

Aquello si que era mas posible. Después de todo minutos antes, había escuchado claramente como se cerraba la puerta de sus habitaciones y era mas que lógico que Shezka o Rose por ahí hubieran salido. Eran las únicas que entraban y salían de su habitación silenciosamente y sin despertarlo cuando dormía. Porque de haber sido alguno de los demás sirvientes, estaría ahí postrado frente a su cama insistiendo que se levantara.

 

Roy no podía haber estado ahí, simplemente no podía.

 

Sacándose de la cabeza aquello, de un salto salio de la cama y se acomodo sus pijamas arrugadas mientras se acercaba a la ventana. No era muy tarde, pero ciertamente ya estaba empezado el día. En unos momentos Rose entraría con su desayuno y Shezka con su agenda y mas le valía a él estar vestido apropiadamente para empezar con su rutina.

 

Desvío su vista hacia los jardines y no se sorprendió de encontrar al jardinero rubio trabajando ya en los capullos y brotes que el día anterior le habían mandado como regalo. Por largos minutos se le quedo viendo estudiándolo y suspiro con calma.

 

No era Al, pero como se le parecía.

 

[Flash Back]

 

Cuando las miradas de los demás se posaban sobre su persona tan solo podía percibir en los mismos cariño, respeto o ternura. Miradas y sonrisas típicas que podían brindarse a un niño de escasos ocho años recién cumplidos. Pero aquellos ojos dorados tan idénticos a los suyos cada que lo veían, brillaban llenos de odio y desprecio.

 

- Jamás - musitó fuertemente enfadado Hoenheim dándole concienzudamente la espalda y empezó a caminar dejando zanjado aquel asunto. Nunca más ante su presencia se hablaría de ello.

 

Edward no seria alquimista, jamás.

 

- Pero padre - Ed volvió a hablar, debía de insistir si quería lograr algo de aquello.

 

- He dicho que jamás te enseñare alquimia - bramó Hohenheim girando su rostro colérico,  el niño por instinto dio un paso hacia atrás con temor- Ya tengo un discípulo y será al único que tenga - 

 

Ed frunció el entrecejo. ¡No era justo! ¡él también era su hijo! Y como Al, debía de enseñarle también los conocimientos de alquimia que Hoenheim, estaba dispuesto a pasar a la siguiente generación de la familia real de alquimistas.

 

Lo único malo era que, Edward no estaba incluido en los planes.

 

- Además, nunca le llegaras ni a los talones a Alphonse - siseó acido el monarca clavando su mirada dorada dañina sobre el niño.

 

- ¡Basta padre! -

 

Hohenheim  sonrío había llegado su amado hijo ¡Ah! Aquel que había gritado no era otro mas que su Alphonse.

 

Rubio y de ojos plateados, pero a diferencia de el pequeño Edward, Alphonse no tenia ni una pizca de parecido con Hohenheim, su rostro amable y redondo tenia todos los rasgos de Trisha. Le sonrío a su hijo mayor y notó como el mas pequeño giraba hacia él y echaba a andar a toda prisa, hasta aferrarse a una de sus piernas escondiéndose tras la figura de su hermano mayor, que por cierto miraba con malos ojos a su padre.

 

Hohenheim solo se encogió de hombros.

 

- Como sea- soltó Hohenheim y volvió a girarse, mas esta vez no hubo nadie que lo detuviera.

 

Al lo miro alejarse mientras suspiraba frustrado.

 

¿Por qué se comportaba así su padre con su pequeño hermano?

 

Era un excelente padre, cariñoso comprensivo y noble pero tan solo para él. Tampoco había entendió porque siempre trataba de aquella manera a Edward. Más de una vez se lo había preguntado a su madre pero esta tan solo sonreía tristemente y negaba con la cabeza. Oyó un sollozo y dejo de pensar en aquello.

 

Edward seguía ahí, sujeto fuertemente a su pierna que había usado como barrera para protegerse de su padre. Una de sus manitas tallaba el ojo que ya había soltado una lágrima y hacia todo un gran esfuerzo por contener los pucheros y los gemiditos llorosos se le escapaban de vez.

 

Lo retiro suavemente de él y termino arrodillado a frente al niño y casi se cayó hacia atrás cuando este lo abrazo de golpe colgándose de su cuello. Con una de sus manos le propino un abrazo mientras que con la otra lo reconforto dándole ligeras palmaditas en la espalda.

 

- Ya paso Ed - el pequeño niño no termino por echarse a llorar, sino al contrario asintió y con sus manitas se limpio una solitaria lágrima que no había podido evitar.

 

Su mamá se lo había dicho unos días atrás, ya era un niño grande y los niños grandes no lloraban. O bueno, solo un poquito y en contadas ocasiones. Pero esta no era una de esas ocasiones.

 

- ¿Qué fue lo que paso Ed? -

 

Oyó que su hermano mayor le preguntaba y abrió sus ojos encontrándose su mirada plateada comprensiva sobre él. Paso su antebrazo por su nariz limpiándosela. Al en lugar de reprenderle tan solo le miro divertido.

 

- Yo quería que él me enseñara alquimia -

 

- ¿Alquimia? -

 

- Sí, quiero que me enseñe alquimia, como te la enseño a ti -

 

- ¿Quieres ser alquimista? - le pregunto Al pasando una de sus manos por el cabello rubio y corto que poseía.

 

- Sí - afirmo con determinación el pequeño rubio.

 

Alphonse parpadeo varias veces. Ahora quería ser alquimista, cuando hacia tan solo unos días deseaba con todas sus fuerzas ser veterinario para curar el solo a su mascota. Ahora se preguntaba ¿Qué querría ser la próxima semana?

 

- Pero papá no quiere enseñarme, dice que no seré un buen alquimista como tu hermano - el rubio mayor vio como giraba su pequeño rostro dolido a un lado. Tan solo pudo reír ante aquello haciendo que con esto Edward lo mirara confundido.

 

- Vamos Ed, claro que serás un gran alquimista - soltó Alphonse, después de todo aquello era lo mas obvio.

 

Su padre era un gran alquimista, el mejor de todos.

 

- ¿En serio? - preguntó ilusionado Edward casi saltando de gusto.

 

- Sí, eres mi hermano. Además seré yo quien te ayudare a serlo - dijo Al señalándose a si mismo con autosuficiencia - Ya veras serás un gran alquimista Ed -

 

- ¿Tan bueno como tú hermano? - era notable la duda del pequeño, aunque, para gusto de Al, innecesaria.

 

- Mejor - Siseó y correspondió tiernamente a la enorme sonrisa que ahora adornaba el rostro del pequeño niño levanto también una de sus manos y con energía la restregó despeinando los cabellos rubios un poco mas largos de su pequeño hermano. - Mucho mejor Ed -

 

[Fin de Flash Back]

 

Aquello había pasado unas horas antes de que... Al...

 

Una lágrima a la que se le sumó dos más y terminaron cayendo a sus pijamas humedeciéndolas. Casi habían pasado diez años de aquello, pero a él le parecía que había sucedido ayer. Los recuerdos estaban tan vividos y las emociones tan latentes que le daban la impresión de suceder una y otra vez. Atormentándolo nuevamente.

 

Tocaron tres veces a la puerta y aquello hizo que el príncipe se secara rápidamente, con los dorsos de sus manos los ojos. Volvieron a insistir y Ed se volteo hacia donde provenían los golpes levantando una ceja. Rose y Shezka solo avisaban y entraban. Tal vez y se tratara de algún paje.

 

- Adelante - murmuró lo suficientemente fuerte para que afuera de su habitación le escuchasen.

 

Edward sonrío de forma cansada al reconocer al general Hunges en el umbral de su puerta, seguramente el rey, requería de su presencia. Bien, había que ver que quería.

 

† "•" †

 

Aquel tipo de reuniones del consejo del rey, acostumbraba ser tomada justamente en la sala del trono, donde había más espacio y mayor acústica a comparación de su encerrada oficina. Pero por esa vez el rey no había podido hacer más que trasladar la reunión a su oficina. Había aun demasiado trabajo pendiente que debía ser terminado cuanto antes y que una pequeña junta que no llevaría mas de media hora en realizarse, le quitaría por lo menos una  hora entera o tal vez mas, si seguía el protocolo real al pie de la letra.

 

No había atendido a las quejas por el cambio de sitio y de inmediato habían pasado a los pormenores por revisarse.

 

Pero contrario a lo que creía seria una corta junta, en aquel momento la misma se había estancado en una votación demasiado pareja, donde ninguna de las dos posturas presentadas quedaba plenamente de acuerdo para tomar una decisión en concreto. Edward que estaba sentado a un lado de él, distraído miraba hacia otro lado.

 

Roy lo miraba de reojo, sabia que estaba ahí por mera obligación y no por gusto. Maes lo había llevado para que presenciara todo aquello, pero estaba mas que claro que deseaba estar en cualquier otro lugar que ahí encerrado oyendo una discusión que no tenia momento en cual acabar.

 

El pelinegro debía de aceptar que aquel pensamiento, incluso podía aplicarse para si mismo.

 

Después de un breve momento en donde había cambiado su atención a la junta, volvió su rostro hacia el rubio y lo encontró mirando hacia donde él había estado mirando también,  pero podía ver claramente un cambio drástico en la mirada de Edward. Sus ojos que brillaban como oro liquido, se habían opacado haciendo notorio que algo andaba mal.

 

Y aquello solo le hizo levantar su mano inconcientemente y rozar tan despacio y leve una de las mejillas del rubio

 

- ¿Ocurre algo? -

 

La caricia casi imperceptible de aquella mano fría lo tomo de sorpresa, tanta que Ed no tuvo tiempo de poner esa barrera de hostilidad entre que se había encargado en levantar en aquellos días. Había parpadeado varias veces, para luego nervioso negar suavemente con la cabeza, cerciorándose antes de que nadie los viera.

 

- No pasa nada - asevero una vez que vio que nadie reparaba en ellos y se permitió sonreír

 

Edward le sonreía.

 

Con una sonrisa que no era sonrisa; y que claramente le hacia saber que el rubio estaba en otro sitio. Más lejos que cerca de él.

 

Una sonrisa vacía

 

Y Roy se encontró odiando la sensación que eso le provocaba. Dejo de mirar al príncipe y este volvió a concentrarse en otra cosa aun con su gesto ausente. Roy cerró los ojos un momento pensativo. 

 

Tal vez aquella actitud del rubio se debiera a lo ocurrido al día anterior y no había tenido tiempo de saberlo con exactitud, pues sus deberes reales habían consumido la totalidad de las horas de aquella mañana. Dejando que se vieran solo hasta ese momento y particularmente cerca, pero distanciados el uno del otro e imposibilitados para hablar libremente y con privacidad. Probablemente necesitaría hacerse un espacito en su agenda del día para dedicarse aunque fuera un poco al príncipe Edward.

 

"No deberías de echarnos la culpa de todo, tú también deberías de ponerle atención de vez en cuando al menos"

 

Roy sonrío imperceptiblemente recordando aquella frase que le había soltado una Rose realmente molesta la noche anterior, cuando había despotricado la mayor parte de su impotencia y temor por el estado de Edward a Knox y Rose.

 

Realmente tenía mucho sentido todo aquello, pensó el rey. Estaba al corriente y llevaba todo al pie de la letra a excepción a lo concerniente con Edward.  Ya era hora que le pusiera algo de atención, después de todo era su esposo y debía de darle su lugar como tal.

 

Empezaría con algo sencillo, una pequeña plática tal vez, donde pudiera saber más del rubio de sus propios labios y contarle todo lo que pudiese contarle de él mismo. Una platica amena que acontecería en el tiempo justo del café, después de la comida. Algo que fuese sencillo, pero agradable para el príncipe.

 

Un pequeño banquete únicamente para ellos dos, en el comedor real, en alguna de sus habitaciones o en la misma cocina del castillo. Cualquier lugar donde pudiesen hablar tranquilos y sin molestias.

 

Después de todo no creía que el príncipe se negara a concederle una comida.

 

- Edward - musito fuerte pero solo lo necesario para que el rubio lo oyese y agradeció enormemente que casi de inmediato Ed girara su rostro hacia su persona - Me gustaría pedirte que...

 

No alcanzo a decir nada mas, el repentino bullicio que empezó a escucharse en la oficina llamo la atención de los monarcas. Al parecer alguien había entrado sin permiso alguno y mas aun seguido por un numeroso régimen de guardias del castillo. Pasó como pudo por entre toda la gente y llego hasta el príncipe inclinándose respetuosamente ante él.

 

- Príncipe Edward Elric -

 

Aquello lo había dicho una voz femenina, notó Roy, tras lo que parecía una pesada mascara. Un sencillo pero llamativo diseño había sido dibujado en la superficie blanca de la misma. Dos fuertes sombras rojas que iban desde las cejas hasta un cuarto de mejilla y una gruesa línea oscura que atravesaba de quijada a quijada debajo de la nariz cuadrada y profunda. Demasiado masculina, al igual que la armadura resistente y cómoda que resaltaban sus ropajes holgados y oscuros y escondían a todos, sus suaves y redondeadas formas de mujer.

 

- ¡Alto! - grito casi de inmediato el príncipe, levantándose de su asiento, cuando los guardias habían llegado hacia la recién llegada y le apuntaban con sus armas dispuestos a matarle al menor movimiento que hiciera - Déjenle, le conozco y no hay razón apuntarle con sus armas. No es enemigo nuestro -

 

Los guardias miraron entonces al rey de forma dudosa y aceptaron escuetamente la firme orden que les dio el mismo con solo mover su cabeza. De la misma forma ordenada en que había llegado se retiraron de la oficina.

 

- Lan Fan - le llamó el rubio y la chica levanto lentamente su cuerpo.

 

- Príncipe Edward - discretamente introdujo una de sus mano entre sus ropas y extrajo un pequeño sobre ocre que tendió al rubio una vez que estuvo a la suficiente distancia para hacerlo  - He sido enviada para traerle esto de parte del representante de nuestras tierras -

 

Edward lo tomo entre sus manos y asintió levemente.

 

- No es necesaria respuesta alguna - musitó la chica y dando otra reverencia volvió a marcharse tan rápido y silenciosamente que daba la impresión de no haber estado ahí en ningún momento.

 

Roy miró a Edward de forma fría y distante, mientras este sostenía de forma calida el sobre entre sus manos, lo vio darle vuelta y notó al mismo tiempo que el príncipe, que en el papel estaba escrito el nombre de quien se la había enviado. Los ojos dorados del rubio se iluminaron y sonrió complacido.

 

- Ling -

 

Roy giró el rostro hacia otro lado. Incapaz de soportar la oleada de ira por la reacción del rubio. A él lo había tratado de forma fría y distante, mas sin embargo el solo recuerdo del príncipe de Xing cambiaba la actitud de Edward a una tan cálida y acogedora que empezaba a aborrecer de sobremanera.

† "•" †

 

Entró rápidamente a su habitación sin fijarse incluso si había cerrado la puerta. Se detuvo en medio de la misma y volvió a desdoblar la carta, aunque esta vez más despacio y de forma suave a comparación con la desesperación con lo que lo había hecho por los pasillos, donde la había leído rápido y de forma impaciente.

 

Ahora la repasaba despacio, disfrutando de letra por letra y sonrío de forma mas abierta al leerlo de nuevo.

 

No solo Ling vendría de visita a Amestris ¡También su maestra Izumi! Estaba deseoso por verla después de tanto tiempo. No se había presentado a su boda, aunque conociéndola, seguramente le saldría con alguno de sus extraños dichos justificando su ausencia. Después de todo como ella decía cada vez que alguien iba a casarse. "Un pavo en el horno era mas importante y beneficioso que ver a otro jovencito tirándose al matadero"

 

Esperaba que le dijese aquello. Edward soltó una risilla jocosa absorta en el pequeño momento efusivo de ese día. Ignorando por todos los medios que, una mirada azul oscura le observaba de mala gana desde el umbral de la puerta que había dejado abierta.

 

Roy cruzó los brazos y se recargo contra la misma después de haberla cerrado. El rubio después de haber recibido aquel sobre y solo hasta que la extraña mensajera se había retirado. Se había disculpado secamente y salió abandonando la reunión a la que había sido solícitamente invitado por el propio consejo real.

 

Era cierto que nadie había reprochado la actitud del principe. Pero el rey si que podía recriminarle por ello. No le había gustado en lo absoluto. La forma en que se había alejado de él sin mirarlo.  Hablándole por encima del hombro, como si no le importase si le oía o no.

 

Y verlo mas que feliz por algo que no venia de él, tan solo estaba haciendo que la inquietud e irritación que lo habían a seguirlo hasta su habitación se incrementara excesivamente en tan pocos segundos tan solo viéndolo así.

 

- ¡Oh! ¡Veo que estas tan emocionado príncipe! - soltó de la forma mas altanera posible, alejándose de donde estaba recargado, caminando hacia el rubio sin despegar un solo segundo su mirada de él.

 

Aquellas palabras tan solo alertaron automáticamente al rubio que se giro y no dejándose intimidar por el pelinegro, alzo la barbilla desafiante y lo miro ceñudo. Esta vez si había habido tiempo suficiente para reponerse de la sorpresa y levantar una a una sus defensas contra el rey.

 

- ¡Claro que lo estoy! ¿Por qué no habría de estarlo? - aquello detuvo en seco a Roy, no muy lejos pero tampoco cerca del príncipe - Después de todo es Ling quien vendrá a Amestris - el rostro del rey se oscureció y una mueca de visible desagrado adorno el mismo.

 

- Puedes olvidarte de la visita del príncipe de Xing - siseó Roy con sorna haciendo énfasis a su desprecio al hacerle notar de donde era el príncipe que vendría - …l no es bien recibido en mi reino -

 

Primeramente Edward había abandonado toda mueca contra Roy y se había quedado desencajado mirando al rey sin comprender. Pero solo fue durante una fracción de segundo que rápidamente paso. Tensando su mandíbula y sus cejas mientras apretaba sus puños.

 

- Pues cuanto lo siento - al término de decir aquello sonrío con desprecio al rey  - Pero Ling vendrá y será recibido con la amabilidad y hospitalidad que se merece -

 

Esta vez fue el turno para Roy de irritarse de sobremanera. La rabia y la humillación estaban empezando a hacer estragos en su persona. …l no era un hombre que se rindiera a la cólera o perdiera los estri­bos. Pero bien era cierto que desde que ese rubio había llego a su vida. Muchísimas cosas dentro de él estaban cambiando y no le gustaba para nada ya el como se sentía.

 

- ¿Se te olvida que el REY DE AMESTRIS SOY YO? Y justamente, SOY YO, quien decide quien es bien recibido y quien no - aquello casi lo ladró, pero la fuerza de sus palabras no intimido en lo absoluto al príncipe.

 

- Y te recuerdo que YO SOY EL PRÍNCIPE CONSORTE DE AMESTRIS y al igual que TÚ, tengo los mismos derechos y obligaciones para decidir quien PUEDE VENIR y QUIEN NO -

 

"Jamás quisiste ser reconocido como tal y ahora solo te autoproclamas"

 

Roy lo miró de hito en hito arqueando sus cejas y admirando sus pupilas doradas brillantes y se obligo a retirar la mirada. Edward sin embargo, no estaba dispuesto a dejar aquella conversación así nada más.

 

- Y uno de mis derechos es que me visiten MIS AMISTADES -

 

"Tu amante, querrás decir"

 

Roy negó con la cabeza después de pensar aquello. No le gustó el rumbo de sus pensamientos. Roy juntó las cejas mientras giraba su cuerpo esta vez dándole la espalda al rubio; no sabía qué emoción dominaba en la mezcla de incomprensión e ira que burbujeaba en su interior y antes de que pudiera atreverse a hacer o decir alguna estupidez, opto por dejar zanjada de una vez aquella conversación.

 

- Haz lo que se te pegue la gana -

 

- ESO ES JUSTAMENTE LO QUE HAR… - le gritó Ed ácidamente manteniendo su barbilla alzada aun en un claro gesto de desafió. Roy lo miro por última vez de forma impasible antes de retirarse. Cerrando de un fuerte portazo la rustica puerta dejando al rubio solo.

 

Y solo así Ed pudo soltar el fuerte nudo de incomodada que estaba preso en su pecho. Una fuerte exhalación salió de sus labios y término recargado de palmas abiertas contra una mesita que esta cercana a él, mientras apretaba fuertemente sus ojos cerrados. Estaba costándole continuar de aquella manera. El estar continuamente a la defensiva de forma agria, dolía.

 

Mas cuando Roy no aguantaba mas sus comentarios y terminaba hiriéndole concienzudamente con cada palabra que decía y le dolía también el tratarlo de la misma manera tan fría y despectivamente como Roy lo hacia.

 

Nunca había habido amor desde el principio entre ellos.

 

Pero el odio que empezaban a plantarse entre ellos, era mas difícil de soportar que su amor no correspondido.

 

Solo esperaba tener la fuerza suficiente para soportarlo.

 

Para soportar el tiempo que durara, aquel matrimonio

 

† "•" †

 

 "Yo esta vida no elegí, ella me eligió a mí"

 

N de la Yuka: Uff! Este ha sido el capitulo mas largo que he escrito hasta el momento. Casi cuatro veces mas de lo que siempre escribo! Espero que sea un poco mas que suficiente para cumplir con la LIE por los días que me he atrasado y mas aun por los 17 revis que me han regalado!

 

Así que espero que todas las que lean este nuevo capitulo, de igual forma cumplan con la LIE!

 

Sino!

 

Que se las lleve la puerta! xD

 

Las veré dentro de 10 días el 03 de Enero!

 

Una cosita mas! Felices fiestas a todos y que pasen una muy bonita Navidad, noche buena, día de inocentes y año nuevo! Besos, abrazos y bendiciones para todos!

 

 

Byeeeeeeee

 

 

 

Notas finales:

Ash! durante dias no me pude conectar a esta pagina y ahora casi media hora despues pude subirlo! Definitivamente Amor Yaoi me odia xD

Byeeee


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