Capítulo 3: Despertar
Shuichi despertó confundido, dando un bostezo, al oír el jaleo que había en el palacio.
- ¿Qué demonios pasa?
Preguntó el pelirrosa que estaba completamente sólo sentándose en la cama.
***
Lo que pasaba, y nuestro adorable pelirrosa no sabía, era que Fujisaki había despertado y había corrido al palacio a dar la voz de alarma. Ahora mismo lo estaba atendiendo un doctor, mientras Yuki organizaba una expedición para ir en busca de su hermana, su alumno y su mayordomo.
Fujisaki suspiró y recordó a aquel extraño hombre de aproximadamente metro setenta y cinco, cabello negro y ojos café, que se había llevado a Mika en su caballo.
No sabía por qué extrañamente no se lo podía sacar de la cabeza.
***
Y mientras en el palacio se daba la alerta y se organizaba una expedición para salir en busca de los secuestrados, los jinetes masones con sus presas, ya iban muy lejos en sus incansables monturas.
Cuando decidieron acampar para pasar la noche, ya estaba bien oscura, y aún faltaban dos días para llegar al campamento. Decidieron pasar sin hacer fuego y dejaron a sus presas tirados sobre unas mantas en el suelo.
Los tres masones se pusieron de acuerdo y K decidió hacer la primera guardia; mientras, tanto Ryuichi como Sakano se envolvían en sus abrigos y se disponían a descansar un poco.
Pero definitivamente descansaron poco, no habían pasado ni dos horas cuando una histérica Mika despertó dando tales gritos que despertó a sus dos compañeros (Hiro y Tohma) y seguramente a todos los animales del bosque.
Ryuichi y Sakano saltaron despertándose de inmediato y a tiempo, porque K estaba tan molesto por los gritos que estaba a punto de golpearla para dejarla inconsciente de nuevo y callarla.
Sakano se hizo cargo corriendo de inmediato hacia la mujer y poniéndole una navaja en el cuello; como por arte de magia, la asustada mujer se calló, mientras los otros dos hombres forcejeaban con sus ataduras tratando desesperados de ayudarla.
- Déjenla.
Gritó Tohma.
- Suéltenla.
Gritó a su vez Hiroshi.
- Yo que ustedes me callo o les irá peor.
Les advirtió Ryuichi con voz fría, sosteniéndolos para que dejaran de forcejear con las cuerdas, pues sólo estaban consiguiendo lastimarse a sí mismos. K asintió de acuerdo con lo dicho por Ryuichi.
Tohma calló mirando preocupado a Mika, mientras Hiro también callaba pero él miraba con rabia a los tres masones.
- Ahora oigan bien, saben que su lindo jefe tiene algo de nosotros - Dijo Sakano. - A Shindou.
- Y lo queremos de vuelta - Dijo Ryuichi.
- Por lo que necesitamos a la linda señorita Mika. Nada les pasará. Haremos un trato, los intercambiaremos y ya está. Pero si se ponen muy pesados... - La sonrisa maliciosa de K lo decía todo.
- Puede que sólo lleguemos a intercambiar tres cadáveres. - Completó Sakano lo que el rubio no había terminado de decir.
Hiro, Tohma y Mika se miraron, tragando saliva.
- Ahora van a estarse tranquilitos, que mañana nos espera una larga cabalgata y queremos descansar un rato.
Les advirtió K. Mika fue la primera en asentir, la siguió Tohma y por último un renuente Hiro.
- Dales algo de comer, Ryuichi.
Le pidió Sakano a su compañero mientras retiraba la navaja del cuello de la joven que se quedó quieta y callada, sin armar más escándalo.
***
Shuichi no lo pudo evitar y rompió a reír.
- Oh, ríndete, Yuki, no los encontrarás. - Se burló - Cuando ellos crean el momento preciso, serán ellos quienes te encuentren a ti.
- Dime ¿dónde se ocultan?
Le ordenó Yuki molesto. Shuichi negó con una sonrisa maliciosa.
- No, eso no sería divertido. - Se burló, y luego lo miró serio pero malicioso - Debiste de hacerme caso, Yuki, te dije que mis masones no se quedarían de brazos cruzados, esto te lo buscaste tú solito.
Yuki miró con rabia al impertinente pelirrosa y le cruzó el rostro de una bofetada. Shuichi lo miró directo a los ojos sin dejarse intimidar.
- Si algo le pasa a Mika, a Tohma o a Hiro, tú serás el que más lo lamentará.
Le aseguró Yuki furioso.
- Y si algo me pasa a mí, tus queridos Mika, Tohma e Hiroshi, serán los que peor lo pasarán.
Fue la fría réplica del pelirrosa que sin amilanarse.
***
Tohma, desde la montura de Ryuichi, y Hiro, desde la montura de K, intercambiaron una mirada preocupada mientras arribaban al fin al reino oculto de los masones y las amazonas.
Mika dormía, pero Hiro y Tohma tenían un mal presentimiento y no por su señora, sino por ellos mismos y los dos jinetes masones que los habían secuestrado.
Esos días de cabalgata no les habían hecho nada, pero ahora que habían llegado a ese reino secreto, tanto Hiro como Tohma sospechaban que las cosas iban a cambiar. Y que lo que esos dos pretendían hacerles a ellos, no diferenciaba mucho de lo que su señor le había hecho al masón pelirrosa.
Y cuánta razón tenían sin saberlo los dos.
Continuará...
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