Capítulo 4 > 23 veces no es suficiente ¿Verdad?
El agua cubrió de súbito su rostro, su cuello, parte de su pecho; aquella fría agua y estremecedora agua. Abrió los ojos de par en par por instinto, pataleando y moviendo las manos y los brazos de forma desesperada, sintiéndose completamente enfermo. Se ahogaba ¿Por el agua? Imposible. No podía respirar, ni ver a causa de la vista nublada que se tiene al despertar. Cerró sus verdes ojos con fuerza y abrió la boca cuanto pudo, dejando entrar el vital oxígeno que hasta ahora le hacía tanta falta.
Pudo vislumbrar una rubia cabellera, él sentado a los pies de la cama sosteniendo en su mano izquierda un vaso de vidrio, observando divertido al canino.
El pelirrojo por fin pudo recobrar el aliento- y sus inhibiciones- y se quitó de la nariz los pedazos de papel que le impedían respirar normalmente.
- Estás enfermo.- Bufó el ojiverde.
¿Por qué tenía que tratarle de esa manera tan… tan enferma?
Siempre soportando bromas así de crueles y malas y enfermas (estaba seguro) no conseguiría vivir mucho.
El mayor no pareció contentarse y se alejó de la cama.
- Ya no te ves para nada enfermo.- Comentó una vez se hubo sentado en el sofá frente a la televisión.
- Tú si.
El rubio giró los ojos y luego encendió la TV.
- ¿Y tu trabajo?
- ¿Qué? ¿Eres Halle acaso?- Se quejó el rubio mientras hacía zaping.
Halle… Ahora lo recordaba.
- Aún es sábado ¿Sabes? Lo que me recuerda…- Dijo el ojiazul volteándose hacia el pelirrojo.- Me importa una mierda si te vuelves a enfermar o te da fiebre o no puedes cagar.- Habló severo, recordando el día anterior, cuando el canino se desmayó en casa de la rubia.- Mañana te bañas y si no…- Se tomó unos pocos segundos para decidir.- Te baño yo.
Lo sabía. Desgraciadamente, sabía que Mello era capaz de meterse a la ducha con él para asegurarse que se bañara. Así de enfermo maniaco era. A pesar de que sólo fuera un capricho de su casera… Oh, ahí estaba de nuevo. Halle.
Ahora estaba en un… ¿Cómo podía llamarle? ¿Aprieto? ¿Abismo ignorante? ¿Dilema moral, de amistad, de amo a perro, de idiota a curioso?
Pero nada pedía con intentarlo. Sólo una vez. Además, él jamás se lo había prohibido.
- Mello…
- Sin peros, Matt.- ¡Escuhame maldito imbécil!
Ah, mierda, esto sería difícil.
- Halle, Ella…
- Que no, Matt.- ¿Y ahora qué?
¿Cómo romper un hielo tan frío y sólido como el del rubio?
Bueno, ya no había otro remedio; ni para su enfermedad ni para su propio problema.
- ¿Quién es Halle realmente?
La habitación quedó ausente en palabras, mientras el zumbido de la televisión- en un canal no habilitado- retumbaba en las esquinas y en sus oídos.
- ¿No te lo había dicho ya…?
- No es verdad.- Interrumpió el otro.- Me he enterado de algo.
El rubio le miró por el costado, ocultando sus ojos con el flequillo, y permaneció en silencio, atento a las palabras del can.
- ¿Y?- Inquirió el pelirrojo.
Entonces ¿Sería Mello tan enfermo para confirmar la relación entre él y la perra, o tan enfermo para continuar mintiéndole?
Gah, demonios, otra vez estaba dramatizando. Ni siquiera tenía una razón para exigir una respuesta, ni empezar un interrogatorio, pero algo- posiblemente su boca- actuaba por sí solo.
- Así que la perra de Halle al fin cumplió su cometido.- Murmuró más para si mismo.- Debo admitir que se tardo más de lo que pensé con eso de “Si se queda tiene que saberlo” y “Todos aquí están enterados menos él”… Bien, si tanto te interesa, si; es cierto.
Oh…
- Pero tú dijiste…- Enfermo ¡Enfermo, Enfermo!
- ¿Lo de que tenía sexo con ella?- Repugnante bicho enfermo.
Por una extraña, maloliente y pegajosa sensación, el pelirrojo se sintió en incomodilandia.
- ¿Por qué no vas y le preguntas?- Resopló volteándose nuevamente a la televisión.- a ver si sales vivo.- ENFERMO
- ¿Sabías que estás enfermo?
- Por favor, Matt. Todos en este edificio.
Bajó de la cama y se dirigió a la mesa para desayunar.
Esta plática, la indecencia enferma de su amo, y su estómago lo estaban matando. Y, sinceramente, ya prefería no saber una mierda más de su enfermo amo, ni de su enferma perra, ni de su enfermo hermano, ni de la enfermedad contagiosa de ése enfermo lugar en el que todos algún día morirían enfermos.
¿Y bien? ¿Qué había para desayunar?