William iba caminando por los grandes pasillos blancos de la Biblioteca Shinigami. Estaba todo demasiado tranquilo. Mejor eso a tener a Grell pegado todo el día hablando sobre "Sebas-chan"...Llegaba a desesperar, la verdad. Alzó la vista hacia una estantería, en cuya parte alta faltaban tres Cinematic Record. Sacó una pequeña libreta donde anotaba los libros extraídos y sus correspondientes lectores y fechas de devolución. Undertaker. Plazo...Hacía dos semanas. Y eso que prometió entregarlos en fecha. Y aquel despistado sepulturero era un Shinigami de Alto Rango...Dios, lo que había que ver, se decía dirigiéndose hacia la recepción a por su guadaña.
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-Es una pena, verdaderamente... Creo que esta vez no le daré la información.
-¡Undertaker!
-¿Sí, Conde?
-Se encargará...
-No, ha perdido su gran oportunidad de hacerme reír, venga otro día.-dijo empujando al niño y al mayordomo. Sonriendo, les cerró la puerta en las narices. Girándose, fue a la trastienda a preparar una "taza" de té. Siempre que necesitaba información, Ciel Phantomhive acudía a él, y siempre recurría a su mayordomo para hacerle reír. La próxima vez, que se ganase la información. Se puso a rebuscar por los estantes llenos de frascos, huesos y tarros de formol hasta encontrar la urna de las galletas. Cargando con una pequeña bandeja con la urna y el té, salió a la tienda y se sentó en un ataúd. Bebiendo té, se puso a leer un Cinematic Record.
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¿Undertaker echando a sus clientes? Eso era nuevo. Bueno, e momento él ya tenía algo que hacer.
-¡Sebas-chan!-gritó echandose encima del mayordomo, que se giró sorprendido y le esquivó, haciendo que comiese suelo. Ciel miró al pelirrojo enarcando una ceja y echó a andar calle abajo.
-Vamos, Sebastian.
-Yes, my Lord. Lo siento Grell, otra vez será.-dijo siguiendo al niño.
-¡Sebas-chan! ¡Vuelve!-fue a perseguirle pero se pisó el abrigo y estuvo a punto de caer de nuevo. Recuperando el equilibrio, fulminó a Ciel con la vista.
-Siempre tan ruidoso.
-¡Will!-chilló dándose la vuelta.-¡Chotto! Me has asustado, ¿sabes?
-Deja de armar tanto alboroto.-le cortó ajustándose las gafas.
-¿Qué haces aquí?
-Venir a por unos Cinematic Record...-dijo entrando a la funeraria y dejando a Grell con la palabra en la boca.
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Pasó otra hoja, totalmente enfrascado en la lectura. Definitivamente, los humanos eran extraños, e interesantes. Cada Cinematic Record que se leía retrataba la vida de algún humano, y nunca había dos iguales. Mordisqueando una galleta, pasó de hoja y continuó leyendo, soltando una risa con algunos puntos. Fue a coger la probeta cuando salió disparada hacia atrás, donde estalló al chocar contra la pared.
Mirando a William entre el flequillo, cerró el libro y lo dejó a un lado.
-Llama por lo menos, ¿neh?
-Vengo a recoger los Cinematic Record.-respondió cerrando la puerta.
-Ya te dije que iría yo a devolverlos... Aún no ha pasado el plazo, ¿verdad?
-Ya han pasado dos semanas.-dijo volviendo a soltar la guadaña, que atravesó el abrigo de Undertaker y le clavó a la pared.-Perdón, un error de cálculo.-añadió recogiendo el arma. Fue a ajustarse las gafas cuando esquivó una urna de cenizas cerrada y dirigida con magistral puntería a su cabeza. Tosiendo por la nuebe de arcilla y ceniza, volvió a activar la guadaña, alcanzando el sombrero y clavándolo a la pared. Se agachó esquivando una calavera y fue a quitar la guadaña, que para su desgracia se había encajado en la pared.
-Jaque mate, Will.-dijo Undertaker riendo y lanzándole otra urna. William se agachó como pudo y, cogiendo el Cinematic Record que reposaba sobre el ataúd, logró darle de lleno en la cabeza. El sepulturero se tambaleó por el golpe y se rascó la cabeza mascullando por lo bajo y mirando mal a William, quien sacaba la guadaña de la pared y ponía el seguro. Volvió a ajustarse las gafas y se agachó a recoger el libro, cosa que Undertaker aprovechó para golpearle con la tapadera de un ataúd.
-Empate, ¿neh?-dijo triunfal mirando al aturdido William.
-¿Quiere dejar de tratar de matarme?
-Has empezado tú, y no me trates de usted.
-...Vale...-respondió yendo a recoger sus caídas gafas. Undertaker se agachó antes que él y las recogió, haciendo que William tantease el aire y mascullase un par de insultos.
El shinigami de mayor rango le quitó un par de mechones del rostro y, limpiándo las gafas con las amplias mangas del abrigo, se las puso tratando de no dejarlo tuerto. Era raro, muy raro, ver a William despeinado. Y él, Undertaker, lo había logrado, se dijo riendo.
-¿Qué te hace tanta gracia?-preguntó tratando de peinarse. Undertaker rió aún más y le revolvió el pelo, recibiendo un golpe, fallido, hacia su cabeza.
Aprovechando que William aún parpadeaba tratando de enfocar la imagen, le dio un leve empujón hacia la pared y le dio un beso en los labios, riendo al separarse y ver la cara de enfado del shinigami, que volvió a tratar de golpearle. Esquivándole, le besó de nuevo, llevando una mano a la nuca de William y apoyando la otra en la pared. William le empujó, quizá un poco a regañadientes y quitándose de nuevo el pelo del rostro. Empujando a Undertaker a un lado, recogió el caído Cinematic Record y cogió los otros dos que reposaban sobre la mesa central.
-La próxima vez, sé puntual con los plazos.-dijo con una mano en el picaporte. Volvió a esquivar otra calavera y se giró dispuesto a dejar a Undertaker clavado a la pared si era necesario.
El susodicho estaba de pié apoyado en una estanteria mirandose las uñas con desinterés, como si no hubiese pasado nada. William soltó un bufido y se dispuso a salir de la tienda de una vez por todas, cuando Undertaker le retuvo con una pequeña risa. Agarrándole por un brazo, dibujó una fina linea de izquierda a derecha en el cuello del shinigami musitando un:
-La próxima vez intentaré cumplir los plazos, Will-chan.-susurró acentuando el diminutivo.
William se soltó, molesto, y salió a la calle, chocando con Grell. Ahora enfadado, le rodeó y echó a nadar calle abajo con los libros bajo el brazo.
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Cuatro semanas después...
William volvía a recorrer los blancos y silenciosos pasillos de la Biblioteca. Entrando en el Ala principal, empezó a recorrer las estanterías comprobando minuciosamente que todos los libros estuviesen ordenados. Sin poder evitarlo, soltó una maldición al ver que volvían a faltar otros cuatro libros.
De nuevo prestados al shinigami sepulturero Undertaker.
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