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Del dicho al hecho hay un trecho. por Winamark

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Notas del capitulo: Disclaimer; El autor del manga "Naruto" es Masashi Kishimoto y la adaptación en el anime es realizada por Hayato Date. Con ello quiero decir que nada relacionado a la serie y manga "Naruto" me pertenece, salvo el fanfic y posibles originales.

No hay intención de lucro alguno.

Capítulo I.



El niño pequeño corría detrás del cachorrito que le había regalado tío Kiba hacía una semana. Hasta entonces no había podido salir a los jardines porque había estado enfermo con un fuerte resfriado y no se le había permitido abandonar el interior de la casa, ni siquiera para ir al parvulario. Pero ahora se encontraba mucho mejor, el día era soleado y, por fin podía jugar a fuera con su nuevo amigo, ya que su papá le había dado permiso, claro, con ciertas condiciones.

- Señorito Seimei no corra tanto se va a fatigar y podría tener una recaída – dijo una mujer de ojos verdes que seguía al niño -. Haga el favor de entrar, es hora de que meriende.

- ¡No quiero entrar! – dijo el niño que se puso a correr más rápido en dirección al laberinto de setos, lugar que tenía terminantemente prohibido ir sólo. Pero antes de que pudiera llegar, fue alzado en brazos de alguien.

- ¿Cómo habíamos quedado jovencito? Nada de correr, nada de ir al laberinto y nada de desobedecer a Yuriko. Son tres simples órdenes y tú no has cumplido ninguna, ya sabes que significa esto, ¿verdad? – dijo el hombre que sostenía al pequeño en brazos y se dirigía al interior de la casa con una mirada un poco severa.

- Lo siento, lo siento. No lo haré más, déjame jugar un poquito más con Sumi, por favor papá – se disculpaba el pequeño y miraba con ojos llorosos al hombre de ojos azules que le sostenía en brazos.

- También puedes jugar a dentro con el cachorro – dijo su papá.

- Yo quiero jugar afuera. Estoy cansado de estar encerrado – gimoteó el niño pelinegro y de grandes ojos negros -. Prometo que me portaré bien.

El adulto parecía ablandarse un poco ante la mirada del pequeño. Suspiró y volvió a dejar al niño en el suelo.

- Gracias papá – dijo el menor y se puso a jugar con el perrito.

- Señor Naruto, no esperaba que regresara tan pronto – dijo la mujer.

- ¿Señor? – se extraño el hombre joven rubio. Yuriko y él se conocían desde hacía años, siempre por el nombre de pila, salvo cuando estaban en presencia del señor de la casa -. Ha vuelto de la oficina, ¿verdad? – la joven de cabellos castaños asintió con la cabeza.

El rubio alzó la vista hacía el primer piso de la mansión, con su mirada buscó un balcón en concreto, que le resultó más fácil de lo que esperaba, pues había un signo que lo distinguía de los demás. Allí estaba. Apoyado en la balaustrada, saludando con el brazo enérgicamente y seguramente con esa sonrisa de “niño bueno”, cuando en realidad no era ninguna de las dos cosas, ni niño, ni buena persona, sino un viejo demonio. Ese cabrón sin escrúpulos pensó el rubio, la furia que había conseguido calmar durante el trayecto a casa desde el despacho de Shikamaru, quien le había informado de las últimas acciones de ese hombre que había golpeado nuevamente al Grupo Konoha.

- Por favor, cuida de Seimei – pidió Naruto, al tiempo que entraba en la casa a paso tranquilo y lento, cuando lo que realmente lo que quería era correr, subir las escaleras de dos en dos y romper le los dientes al de cabellos negros.

- Papá, no te quedas a jugar conmigo – gritó el niño al ver como se iba el adulto. Se dispuso a seguirlo, pero fue detenido por Yuriko.

- Debería seguir jugando señorito. No moleste al señor Naruto ahora, tiene asuntos que atender – dijo la mujer en un tono frió al tiempo que apretaba fuertemente el brazo del niño y su miraba se perdía en el lugar en el que hacía poco un hombre había estado apoyado.

- Yuriko, me haces daño – se quejó Seimei.

- ¡Oh, lo siento mucho! – se disculpó inmediatamente Yuriko preocupada por su acción -. ¿Quiere que juguemos a algo cuando yo era pequeña?

El niño sonrió y asintió.

- Estupendo- dijo con una débil sonrisa -. ¡Va a ser muy divertido!

- ¡Sí!- exclamó el niño ilusionado.

Mientras que en el interior el rubio había llegado a su destino, más rápido de lo que quería, pero él siempre era así de impulsivo y subió los escalones de dos en dos, no podía evitarlo. Se detuvo un momento delante de la puerta doble de roble macizo, respiró profundamente un par de veces, debía calmar su ira y su enfado con la persona que estaba dentro del despacho. Con decisión cogió el picaporte y entró sin más preámbulos.

- Buenas tardes, querido Naruto – dijo el hombre de cabello negro que le sonreía de esa forma inocente, con esa sonrisa de niño bueno que tanto odiaba el rubio.

- ¿Por qué lo tenías que hacer? Acaso no fue suficiente con apoderarte del Proyecto 43-AD1 del Gobierno. También tenías que humillarles de ese modo inventando esas mentiras acerca de la malversación de fondos, las estafas, las apropiaciones indebidas y todo lo demás que me dijo Shikamaru – dijo molestó y su tono de voz era más alto de lo normal -. Todo eso son calumnias, en este mundo, un escándalo financiero de este tipo es algo imperdonable, la reputación es lo primero.

- ¿Estás enfadado por esta tontería?. ¿Por qué te preocupas tanto por esas personas? Son unas viles ratas que no merecen ni si quiera tu respeto. El Grupo Konoha es, no, era un nido de víboras que no veían más allá de sus narices, liderados por miembros anclados en el pasado y en perjuicios sin sentido – dijo el hombre al tiempo que se acercaba a Naruto.

- Se te olvida que yo soy parte de Konoha. Aquellos que has dañado son mi familia, mis amigos – chilló el rubio.

- ¿Amigos? ¿Familia? No me hagas reír Naruto, ya tienes veintitrés años, no puedes ser tan inocente en creer en las palabras de los miembros del Consejo de Konoha, después de todo lo que te han hecho – dijo el hombre de cabellos oscuros y largos que cubrían parte de su rostro. Levantó su mano e intento acariciar el rostro del joven.

- No me toques – siseó Naruto, apartando de un manotazo la mano que se acercaba a él, el más mayor resopló abatido.

- Vamos Naruto, no seas así. Ya sabes que odio que estés enfadado conmigo – dijo en tono lastimero. El rubio también odiaba cuando hacía eso -. El Grupo Konoha era malo contigo Naruto, después de todo lo que te hizo, como te trataron y eso que seguían existiendo gracias a tu padre, lo menos que merecías era un poco de respeto y recuperar tu posición.

- ¿Y qué hay de las familias que dependían de Konoha? ¿Qué hay de los puestos de trabajo? La vida ya es suficiente dura como para perder un empleo, así como su hogar.

- Ah, ¿eso? Bueno, los que sean buenos pasarán a formar parte de Akatsuki. Los demás tendrán que espabilarse – dijo sonriendo.

- Pienso levantar el Grupo Konoha, aún no está todo perdido – dijo Naruto seguro.

- No dudo que lo consigas e incluso sería mejor que antes, después de todo eres muy perseverante y eres hijo de tus padres – dijo el pelinegro, sentándose en el sofá de piel y negra y espacioso, palmoteando el sitio vacío a su izquierda para que el rubio hiciera lo mismo -. ¡Ven, tenemos que hablar! – ordenó. El rubio resopló y obedeció, no sin antes maldecir entre dientes.

- Necesitas ayuda y apoyo para conseguirlo – continuó hablando el mayor.

- Los Clanes me darán su apoyo.

- Estás hablando de los mismos clanes que te han ignorado y marginado toda tu vida del Grupo Konoha. Eso es una estupidez. Puede que seas ingenuo, confiado, algo lento en ocasiones, pero nunca has sido un estúpido, salvo en el asunto del nacimiento de Seimei, en ese momento fuiste el estúpido más idiota que he conocido. Renunciar a la Namizake por completo y entregársela a ellos.

- ¡Oye tú! No pienso permitir que me llames tonto y mucho menos estúpido, psicópata – gritó Naruto y se dispuso a levantarse cuando el otro le agarró por el brazo y le obligó a sentarse en sus piernas -. ¡Déjame en paz, maldito degenerado! – gritaba al tiempo que intentaba zafarse de los brazos que lo aprisionaban.

- Cálmate Naruto. Si sigues gritando así, Seimei te va a oír y va entrar en el despacho. ¿No querrás darle explicaciones de por qué sus padres están peleando? – ante aquellas palabras el rubio dejó de grita e intentaba liberarse del agarre con menos vehemencia que antes -. ¿De qué estábamos hablando? ¡Ah, sí! Los clanes traidores de Konoha y de mentalidad cerrada, anclados a tradiciones del pasado y perjuicios.

- ¡Suéltame! – ordenó Naruto. El mayor miró a los ojos azules, tan limpios y cristalino, como amaba esos ojos, donde podía leer todas las emociones del rubio.

- De acuerdo, pero siéntate a mi lado, por favor Naruto.

El rubio se levantó y lo que menos quería era sentarse al lado de es persona. Estaba enfadado con él, le había engañado de nuevo, había roto su promesa de no hacer nada contra Konoha. Mentiroso, mentiroso, mentiroso. Su palabra carecía del honor.

- Lo siento. Por favor, siéntate a mi lado – suplicó el moreno. El rubio lo conocía bien para saber que no lo sentía en lo más mínimo, odiaba el Grupo Konoha pero no más que al clan Uchiha, quien controlaba el Grupo desde hacía tiempo, al menos veinte años y despojó de poder algunos clanes, en especial al Seiyu, aunque los demás no estaban mucho mejor.

- Tanto odias a tu familia, a nuestra familia – dijo Naruto sentándose de nuevo en el sofá.

- Ellos no son nuestra familia. Nuestra familia solamente se constituye de tres miembros tú, Seimei y yo. Nadie más, a menos que quieras más hijos, una niña que se pareciera a ti, así tendríamos la parejita – dijo con una sonrisa radiante, una de las pocas veces que Naruto la veía en esos labios finos. Ante el pensamiento de un nuevo miembro el rubio se tensó un poco. El moreno notó la reacción y su sonrisa desapareció, su mirada negra se volvió rojiza.

- Seimei es pequeño. Es pronto para pensar en otro hijo – dijo Naruto.

- Sí tienes razón, esperemos un poco más – dando la razón al rubio.

Durante unos minutos hubo silencio.

- A pesar de todo, yo sigo queriendo a mi familia, aunque tú no las consideres como tal, ellos fueron buenos cuando no tenía a nadie más y me educaron como uno de ellos, les debo respeto y amor, por eso yo...

- ¡Cállate! ¡Ellos nunca te han considerado parte de su familia! ¡Y mucho menos a Seimei! Esos ambiciosos sólo querían lo que tus padres te habían dejado, la Namizake Corp. , la base del Grupo Konoha, la que tiene los contratos con Gobiernos y las multinacionales, la joya del clan Seiyu. Si te hubieran considerado un miembro más de la familia habrías asistido a la Reunión anual.

- Yo he asistido y asisto a esa Reunión, es el primer domingo de marzo en Kyoto – dijo satisfactorio. El pelinegro lo miró con pena, aquello que iba a decirle le iba a dolerle.

- Esa es a la que invitan a los conocidos, a los amigos, a los que quieran. Dime que no te parecía raro ver a tantos políticos, empresarios y miembros de otros clanes, en pocas palabras gente fuera del clan. La auténtica reunión es el siete de mayo y se hace en Tokio, en la casa de Fugaku, caiga el día que caiga, allí se habla de todo lo relacionado con la familia, de los asuntos privados, de lo que se debe hacer por el bien de la familia, etc. ¿A qué ni siquiera estabas ese día en casa? Ni siquiera los criados tienen permitido estar, solo Uchihas.

- Mientes, siempre mientes – dijo enfadado el rubio.

- Sí, soy un mentiroso y bien sabes que cosas peores, pero a ti nunca te he mentido. Si un caso, he omitido darte la información, pero desde que eras pequeño siempre he sido sincero, por muy cruda que fuera la verdad. ¿Por qué crees que no tenías los mismos profesores privados que Itachi y Sasuke, sobretodo siendo de la misma edad que Sasuke?

- Es que yo necesitaba clases de refuerzo y ellos siempre han sido genios, sobretodo Itachi.

- Incluso en kárate u otra lucha marcial. Las lecciones que Fugaku enseñaba a sus hijos pero a ti no, ni siquiera los movimientos básicos de la familia. Ni siquiera cuando se lo suplicabas. Tuvieron que enseñarte otros, te enseñó gente del clan Seiyu, ese tutor de la cicatriz y ese viejo pervertido. Entonces fue cuando empezaste a aguantar un combate con el engreído de Sasuke, e incluso le ganaste en un campeonato, ¿y qué hizo tu querido tío?

- No quiero hablar de eso. Aquello fue... Se arrepintió enseguida y todo volvió a la normalidad – dijo Naruto, sin ánimo de recordar aquellos momentos, el rechazo que sintió.

- Y no olvidemos como llegó Seimei a este mundo, como la familia se desentendió de ese asunto del pequeño bastardo.

Naruto le golpeó, o al menos lo intentó. Pero como siempre, ese hombre detenía sus movimientos y se encontró inmovilizado, después de todo el pelinegro era considerado un genio incluso por los mismos Uchiha, el candidato perfecto para ser el nuevo líder de la familia y estuvo a punto, pero algo sucedió quedándole negada la posición y el destierro del clan.

Pero a pesar de todo lo que había pasado con la familia, con los Uchiha, no quería oír toda aquella sarta de idioteces acerca de los verdaderos motivos de su incorporación en la familia. A la edad de seis años había sido acogido por la familia de Fugaku Uchiha cuando no tenía más parientes que pudieran hacerse cargo de él, pues sus padres murieron en ese estúpido accidente y él simplemente sobrevivió, el único de los cinco ocupantes del vehículo, tanto el vehículo en el que viajaban como los cuerpos quedaron destrozados, sin embargo él sólo se hizo unas marcas en la cara, los paramédicos no daban crédito a que estuviera vivo y mucho menos ileso.

El tío Fugaku no dudó ni un segundo en acogerle, ya que su padre había sido muy amigo suyo y ambos eran miembros del Grupo Konoha, siendo su padre el Presidente y su tío el Secretario General. Llegó a esa casa señorial en la que había estado alguna veces antes del accidente, la tía Mikoto tenía una sonrisa tan bonita que le recordaba un poco a la de su madre, la expresión seria pero amigable del tío Fugaku, la mirada divertida en los ojos de Itachi y la expresión curiosa de Sasuke, les quiso a los cuatro desde ese momento, ellos iban a ser su nueva familia y lo fueron, eran un poco reservados y serios, a veces tenía la sensación de que le ponían una correa y se sentía asfixiado por tanta formalidad y protocolo, pero les quería, a pesar de todo lo que sucedió durante su convivencia con ellos y el nacimiento de Seimei, obligándolo a casarse con un miembro de los Uchiha con él que se llevaba más de veinte años, aunque no los aparentaba en lo más mínimo.

- Yo creó en el Grupo Konoha, ha funcionado durante más de cincuenta años y ha sido un modelo para otros Grupos que se han formado con posterioridad, algún día dirigiré Konoha – dijo sonriente. Eso lo decía ya en vida de su padre, quería ser como él, aunque su padre lo consiguió con veintiún años, él tenía más años y ni siquiera era miembro del Consejo.

- Me gustará ver eso, si lo consigues en menos de uno, no, mejor dos años, te daré o haré algo que quieras – dijo el pelinegro con una sonrisa ladeada -. Pero si no, tú serás quien tendrá que hacer o dar algo para mí.

- ¿Cualquier cosa?- preguntó feliz el rubio, había algo que deseaba más que nada.

- Pero no me lo digas, tal vez quieras otra cosa en el momento de pedirlo – dijo poniendo un dedo en sus labios -. Y otra cosa más, yo no voy a cesar en mi empeño de aplastar el Grupo Konoha. No me mires así, nadie ha dicho que las cosas vayan a ser fáciles.

- Sabes que eres un cabrón – dijo Naruto al apartar el dedo de su boca.

- Sí, pero este cabrón te quiere mucho, así que te daré un margen de seis meses sin que Akutsuki haga movimientos.

- Eso lo dices porque el Grupo está bien jodido gracias a ti.

El mayor se limitó a reír.

- Sí, y por eso pienso celebrarlo aquí, una cena con los demás miembros de Akatsuki y después podemos salir hacer una visita a cada uno de los miembros del Consejo- dijo el pelinegro.

- Eres retorcido – masculló Naruto, antes de coger el móvil que sonaba y una proyección holográfica apareciera -. Hola, Kiba. Gracias amigo por el cachorro, Seimei está muy feliz.

- ¡Sintoniza la tele ahora mismo en el canal de noticias nacionales! – le dijo el joven de cabellos castaños y que parecía molestó.

Naruto le hizo caso y pidió al AIH que pusiera el canal tres, apareciendo una proyección en uno de los cuadros del amplio despacho. Vio que se trataba de una rueda de prensa, enseguida reconoció al Director del Grupo Konoha quien estaba hablando. Hacía un par de meses que no veía a su tío Fugaku su expresión era muy seria y dura, nunca le había visto. Prestó toda su atención a lo que estaba diciendo o lo que le quedaba por decir.

-... Hemos sido engañados y utilizados, confiamos en él, pero su mala administración y gestión nos han llevado a esta situación tan terrible y deshonrosa para el Grupo Konoha – decía Fugaku.

- Esto no me gusta – dijo el pelinegro al lado de Naruto.

-... enseguida que hemos tenido conocimiento de ello, se ha puesto a disposición de las autoridades toda la documentación y pruebas, para que el responsable responda de los delitos e infracciones que ha cometido contra el Grupo, así como en contra de varios de nuestros clientes, a los cuales rogamos que nos perdonen. Pero yo también tengo parte de culpa, ya que para mí es un hijo y me duele lo que ha sucedido, me siento responsable por sus acciones. Me siento tan avergonzado Naruto Uzumaki, te dimos nuestra confianza y te nombramos Administrador único de Konoha y durante estos cuatro años nos has mentido,...

- De qué diablos está hablando – se preguntó el rubio sorprendido -. Sí yo apenas tengo nada. Hace cuatro años les entregué las pocas acciones que me dejaron mis padres de la Namizake Corp.

- Tienes copia de lo que firmaste – preguntó el pelinegro.

- No, tío Fugaku se lo quedó todo –contestó Naruto.

- Eh, tú, Uchiha. ¿Son ciertos los rumores? – preguntó la imagen de Kiba al pelinegro.

- Vigila con quien hablas Inuzuka – su tono de voz era muy despectivo -. No tenía pruebas contundentes, pero sabía que eran ciertos. Me parece que han escogido su cabeza de turco – explicó el de ojos rojizos.

A partir de ese momento Naruto no escuchó ni una palabra más, ni siquiera al moreno cuando le preguntaba si había firmado algo más en estos últimos años, cuestiones que el no podía ni sabía que responder. Ni tampoco oyó cuando Kiba dijo que iba para su casa con Shikamaru, a lo que el pelinegro objetó enseguida, comenzando una discusión subida de tono. El rubio parecía inmerso en otro mundo, ignorando su alrededor. Simplemente ordenó al AIH desconectar la pantalla y perdeirle que llamase a la residencia principal de los Uchiha en Tokyo, proyectándose en cuestión de segundos una holografía de cuerpo entero de un hombre canoso y porte distinguido, vestido completamente de negro y que tenía el emblema de un pai-pai rojo y blanco en las solapas de la chaqueta.

- Residencia de los Uchiha, en que puedo ayudarle – reconoció enseguida al viejo Fujimoto, el mayordomo de la casa desde hacía más de treinta años.

- Hola, Fujimoto. Soy yo, Naruto, ¿cómo van las cosas por allí? – dijo Naruto como siempre, con su tono feliz en la voz y sonriendo, tan característica en él. Tenía la habilidad de no mostrar su dolor, tanto físico como emocional, tras una amplia sonrisa.

El mayordomo lo miró fijamente, incluso al rubio le pareció que estaba sorprendido de hablar con él.

- Todo va muy bien, Sr. Uzumaki – es la primera vez que le llama por su apellido cuando está a solas con él -. El otro día la Sra. Uchiha me comentó que les vio, a usted y a su hijo en la exposición del Sr. Sai y que el pequeño había crecido mucho – sí, es cierto que vio a la tía Mikoto hace una semana.

- Fujimoto, ¿está mi tío o mi tía en casa? – preguntó sabiendo de antemano que no se encontraban allí, sabía que tía Mikoto estaría acompañando a su marido, siempre al lado del tío Fugaku, la mujer siempre ha apoyado a su marido en todo, ¿por qué iba a ser distinto ahora?

- No, señor. Salieron los tres salieron juntos de casa esta mañana y aún no han regresado – dijo el mayordomo con algo de tristeza -. El Sr. Sasuke también les acompañaba. Tenían algo que hacer en familia, me informaron hace dos días de ello. Esperaba que antes le visitaran.

- ¡Sasuke ha regresado! – exclamó sorprendido.

Pero para el pelinegro no paso desapercibida toda esa información El mayordomo le estaba informando de todo, como que aquello había sido planeado con antelación y los Uchiha habían elegido su cabeza de turco y, por lo visto, al fiel Fujimoto no le había gustado nada como había sido llevado todo.

- El Sr. Itachi seguramente se pondrá en contacto con usted, lamento no poder ser de ayuda Naruto, no pude hacer nada – dijo el mayordomo, cuyos ojos se entristecieron por un momento.

El rubio sonrió mucho y carraspeó un poco. Ese anciano le conocía bien, después de todo no había convivido con él más de trece años, él se molestó un poco en conocerle, no como el resto de sirvientes que eran incluso más fríos que sus señores, al menos aquellos que aguantaran las exigencias de los señores.

- No te preocupes. Puedes darle un mensaje a la familia por favor – dijo Naruto.

- Por supuesto Sr. Uzumaki.

- Simplemente diles que seré Director del Grupo Konoha y no pienso retractarme, no pienso rendirme ante nada ni ante nadie, porque este es mi camino y yo escojo mi camino – dijo Naruto seguro de sí mismo. El anciano dejó ver en su habitual inexpresivo rostro el reflejo de la sorpresa, para luego sonreír.

- Se lo comunicaré enseguida que regresen. ¿Algo más?

- No. Sólo quiero que sepas que tienes mi eterna gratitud por todo lo que hiciste por mí en el pasado, gracias por permitir que Iruka fuera mi tutor y no decir nada. Fujimoto sé que ya no nos veremos en mucho tiempo, o tal vez nunca, pero si un día necesitas de mi ayuda no dudes en pedírmela. Adiós y muchas gracias – dijo Naruto haciendo una inclinación solemne.

- Gracias por su amabilidad. Ha sido un honor conocerle, espero que todo le vaya muy bien – agradeció el anciano, haciendo una inclinación también. La imagen desapareció.

En ese momento Naruto tiró todo lo que había sobre el escritorio, sin importar lo que fuera o lo caro que costara, y empezó a golpearlo con furia, al tiempo que maldecía. El pelinegro, quien seguía sentado en el sofá se limitó a observarlo, lo mejor que podía hacer era dejar al rubio desahogarse, intervenir sólo empeoraría las cosas, así como su presencia en la habitación, por lo que, sigilosamente, se levantó de su confortable asiento y salió de la habitación, de esta manera su esposo podría gritar, llorar,... y sobretodo reconocer que los Uchiha no son su familia, ni que lo han sido nunca.

Una vez en el pasillo, el pelinegro marcó el teléfono que sabía de memoria, pero no apareció holograma alguno.

- Todo debe seguir como hasta ahora. El clan Uchiha, así como el grupo Konoha serán destruidos – dijo el pelinegro -. Otra cosa, envíame a un abogado especialista en materia penal y tributaria, ajeno a nuestra sociedad, mi marido necesita uno – y cortó la comunicación -. Supongo que no tardarán mucho en venir a detenerte mi querido Naruto, no te preocupes yo me encargaré de todo.



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