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Destiny Warriors. por joel blade

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Notas del fanfic:

Todos los personajes, exepto Seishin y los otros guardianes y demas personas de Zen, no me pertenecen, todos ellos son de Koei... si furan mio habria un videojuego yaoi muy bueno... bien, comenzemos.

Notas del capitulo: Es coto, pero espero que les agrade.

Como dije antes, esto pertenece a Koei exepto los de Zen.
Parecía ser otro tranquilo día en el reino de Zen. Los pájaros cantaban, la gente hacia sus quehaceres felizmente y nadie parecía tener problemas o dificultades…Todos… menos el principal guardián del reino, Seishin Kurai, quien por desgracia debía lidiar con los mil y un caprichos de la princesa Raziel.
Ahora mismo se encontraba caminando, por no decir corriendo, hacia el salón real para recibir quien sabe qué orden ridícula de es condenada princesa. Iba tan concentrado en prepararse para no perder la paciencia frente a ella, que al doblar la esquina del pasillo, choco de lleno con Kitsune, su hermano mayor, enviándolos a ambos al suelo. A Seishin le resulto extraño el hecho de que el mayor hubiese terminado también en el suelo, ya que Tsune tenía la fama de ser muy ágil y fácilmente podría haber evitado caerse. Pero lo que más le extraño a Sei, fue que el otro parecía muy preocupado por algo.
El peli naranja miraba a todos lados, como si alguien lo estuviese siguiendo. Soltando un suspiro aliviado se levanto del suelo y le tendió la mano a Sei, quien seguía en el suelo.
-¿Ocurre algo Tsune?- pregunto el menor una vez parado.
-Puesss…-el mayor se dio la vuelta escondiendo su rostro entre las manos.
-Vamos Hermano, sabes que puedes decirme lo que sea.-dijo Seishin poniendo una mano en el hombro del zorrito.- ¿Acaso alguien te ha estado molestando?
-No, es que…
¡¡¡CRASHH!!!
-¡¿Pero qué demonios?! – exclamo Seishin exasperado. El ruido provenía del salón real.
-Sera mejor que vayas.- le aconsejo Kitsune.
-Seh…
El guardián reanudo su marcha y entro en el salón donde la princesa se encontraba siendo perseguida por Daiden, el segundo guardián del reino; al parecer el rubio trataba de calmar a la furiosa chica que arrojaba todo lo que se hallaba a su paso. La escena delante de sus ojos era completamente vergonzosa y por demás ridícula.
-¡¿Qué demonios ocurre aquí?! – grito Seishin desde la puerta.
Inmediatamente, la princesa soltó el jarrón y corrió a colgarse del cuello del pobre pelinegro, tirándolos a ambos al piso.
-¡Ho Sei! ¡Te extrañe tanto!- dijo la chica mientras lo abrazaba con fuerza.- ¿Dónde te habías metido?
-Princesa, por favor compórtese- se oyó la suave voz de Daiden.
Daiden Ishei era el consejero ceremonial del reino; muchos decían (y dicen) que parece un ángel. Su piel blanca y suave como la porcelana, sus ojos dorados resplandecían con inocencia y ternura y una sonrisa adornaba su rostro a cada momento.
-No te pongas celoso Daiden, sabes que también te amo, pero no como a Seishin.-replico la princesa burlonamente.
Raziel, la hija de la reina Riala (que en paz descanse) y del rey Rokudame (que se pudra en el infierno), era la encargada de gobernar el reino hasta que su hermano menor, Kidoname, fuese mayor y pudiese asumir sus labores reales.
-Ya es suficiente.- dijo Seishin levantándose y soltando el amarre de la joven. –Soy uno de los guardianes y sabe muy bien que el contacto físico con el actual emperador esta prohibido.
-SI, pero…
-Nada de peros, ahora ¿para qué me llamo?
-Ho, cierto… un grupo de personas dicen que vieron algo extraño en el claro cerca de la muralla Kai, dicen que podría ser un portal.
-Y… ¿supongo que quiere que vaya a revisar y descubra lo que hay del otro lado?
-Así es. No quiero seguir escuchando las quejas de esos aldeanos.
-Pues lamento informarle que ese es su trabajo y la razón por la cual sigue en el trono. Ahora, si me disculpa, partiré inmediatamente.
Diciendo esto, el guardián dio media vuelta y salió por la puerta, cerrándola de un portazo.
Cerca del anochecer, Seishin llego al sitio mencionado por los pueblerinos. Al principio, creyó que tal vez se habría equivocado de lugar, pero no era así. Exactamente donde le dijeron, giraba un aro de energía desconocida para el guardián. Decidido a investigar que era, o quien lo había conjurado, se aproximo con paso firme y cauteloso.
Definitivamente esa energía no pertenecía a ninguno de los otros guardianes. Era completamente diferente a cualquier energía que existía en Zen. Intrigado, Seishin decidió a explorar el otro lado del portal. ¿A dónde podría llevarlo? Esa era l pregunta que rondaba una y otra vez en su cabeza. Acerco su mano al aro de luz y lo atravesó con ella.
Frio… Agua y un frio que calaba hasta los huesos… eso era lo primero que el guardián pudo sentir del otro lado. Tal vez allí era invierno y estaba nevando.
Aun mas intrigado, entro completamente por el portal, cerrando los ojos y abriéndolos nuevamente cuando sintió la nieve cayendo sobre su rostro.
-“Increíble”.- fue lo único que pudo pensar apenas vio el imponente castillo que se alzaba frente a él.- Nunca había visto una edificación como esta.- Susurro mirando a su alrededor. Los pasos de dos personas acercándose lo alerto, y escondiéndose detrás de unos arbustos, vio como dos soldados pasaban sin notar su presencia.-“Que personas más extrañas”.
Ambos hambres llevaban el cabello atado en una coleta y su color era simple, castaño claro y oscuro. En zen, la gente tenía el cabello de diferentes colores, pero muy rara vez era de ese color. Y sus armaduras era bastante extrañas, una roja con detalles en dorado, y la otra blanca con detalles en verde y dorado.
-“En todos los soldados usan los mismos colores en sus uniformes.”
Lentamente, los dos guerreros se acercaron al lugar donde Seishin se encontraba. Respirando muy lentamente, el joven trato de alejarse, pero el crujido de una rama alerto a los otros dos.
-¿Qué fue eso? –Pregunto el de blanco y verde apuntando su lanza hacia donde Seishin se encontraba.
-No lo sé, vamos a revisar. –Sugirió el otro acercándose más.
Preso del pánico, Seishin salió de su escondite, pasando entre los dos sorprendidos guerreros y corriendo hacia el castillo.
-¡Oye detente! –Grito uno de ellos, pero Sei no se dio vuelta para saber quien había sido. Maldecía una y otra vez el no haber traído con él sus garras.
-¡Maldición!- susurro cuando llego a un callejón sin salida. Miro hacia arriba y vio una saliente de la cual agarrarse de un salto.
Tomando impulso en la pared contraria, logro llegar y sujetarse del borde y con algo de esfuerzo termino de subir. Escondido, oyó como los dos perseguidores pasaban de largo y examino su alrededor nuevamente. Al parecer había terminado el balcón de la habitación de alguien.
En puntas de pie, por si alguien se encontraba allí, camino hacia la puerta, pero un ruido le hizo detener sus pisadas.
-N-no…- murmuro alguien lastimeramente.
Picado por la curiosidad y maldiciéndose a sí mismo por ello, se aproximo a la cama donde alguien parecía tener una pesadilla. Cautelosamente se sentó en el borde y corrió un poco la manta, descubriendo el rostro más bello que hubiese visto en toda su vida.
Era un chico de entre dieciséis o diecisiete años, con cabello castaño y corto, de piel bronceada y labios finos. Pero su rostro mostraba que no estaba teniendo un buen sueño y eso preocupo al guardián.
-De-déjenme… no…- el chico se removió bajo las sabanas.
Sintiendo una inmensa ternura de la cual no se creía capaz de sentir, Seishin le acaricio las mejillas y el cabello como hacía con Kitsune cuando se encontraba en la misma situación. Poco a poco el chico comenzó a calmarse y a despertar. Seishin, quien se había puesto a tararear una suave melodía, había cerrado sus ojos, por lo cual no podía ver al chico que lo miraba adormecido.
Rápidamente, el chico se dio cuenta de que era un desconocido y se sentó en la cama, alejándose de la mano que acariciaba su cabello.
Al sentir el movimiento, Seishin abrió sus ojos, conectando sus orbes plateadas con las miel del otro. Aun mas embelesado con el rostro del joven Sei estiro su mano, tratando de volver a acariciar esa suave piel bronceada. Entonces vio como el chico estiraba su mano para alcanzar unas espadas del otro lado de la cama.
-Espera, -Dijo Seishin tomando su mano.- No voy a hacerte daño, puedes estar tranquilo.
-¿Quién eres?- Susurro el chico con voz aun más dulce e inocente que la de Daiden.-¿Qué haces en mi habitación?
-Mi nombre es…- Trato de decir, pero un golpe en la puerta le interrumpió.
-¡Lu Xun! ¡Ven rápido! Lord Sun Jian quiere vernos a todos en el gran salón.
-Por favor, no les digas que estoy aquí.- Pidió el guardián.
-¡Lu Xun, date prisa!- volvieron a gritar.
-No le diré nada, si me juras que cuando regrese seguirás aquí, aun tengo unas cuantas preguntas para ti.- dijo el chico levantándose y dirigiéndose a la puerta dijo:- Dame un segunde Ling Tong, enseguida salgo.
Rápidamente se cambio por unas ropas que parecían de seda y salió cerrando la puerta tras de sí. Seishin alcanzo a oír al otro preguntándole porque había tardado tanto, a lo que Lu Xun le respondió que se había qué no lo había oído.
Suspirando profundamente, Seishin se tiro sobre la cama del Lu Xun. Olía muy bien. Abrazando la almohada donde el chico descansaba antes, se fue quedando dormido.
Continuara…
Notas finales: Bueno, seguro que la parte de seishin cuando ve a lu xun les parecioa de los mas cursi, pero tiene que ser como "amor a primera vista".

Se aceptan cualquier tipo de sujerencias.

BYE J.B.

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