Kankurou volvía a hacer su aparición frente al moreno, bloqueando el paso hacia el “pet cematary”, siempre con su rostro desfigurado y esos shorts negros y desgastados.
- Lo siento, lo siento tanto, pero la barrera no debe ser traspasada dos veces, no puedes – ahí estaba esa voz de ultratumba, resonando como eco por todos los alrededores.
- ¡¡Con mi sensei no funciono, pero con Gaara será diferente, por que el acaba de morir hace unas horas!! – Lee llevaba el cuerpo inerte del pelirrojo en brazos, envuelto en una sabana blanca machada de barro, sangre y hojas de pino, los pies desnudos se le miraban fuera, la cabeza le tambaleaba como badajo de campana debajo de la sucia manta – Es demencial lo se, pero si el vuelve, si tengo una oportunidad mas para protegerle…-sus labios se curvearon con exageración, nervioso, pero al fin y al cabo "feliz" -
Lee atravesó a Kankurou como si nada, su rostro demostraba una pequeña pero agónica sonrisa, un alma errante no podría detenerle después de todo, el volvería a ver a su pelirrojo a como diera lugar, el error lo cometería dos veces, es imposible guardar el poder cuando se tiene la facilidad para probarlo, enterrar su cuerpo en “En el cementerio de mascotas” era la solución.
Kankurou se giro para mirarle, pero sin dar paso alguno.
- ¡¡Lee, no lo hagas, por favor!! – pero Lee no le escucho - ¡¡por favor!! ¡¡¡Nooooooo!!! – un grito desgarrador se desvaneció en el aire, al final almas van y vienen, termino por desaparecer, no pudo ayudarle y ya era tiempo de regresar.
- No te preocupes Gaara, todo saldrá bien - se detuvo un instante, mirando la casa en llamas detras de el, fijo sus orbes tambaleantes de nuevo en esa sabana blanca, apegandolo un poco mas a su pecho, el cuerpo del pelirrjo comenzaba a sentirse pesado y mucho mas tieso.
Cada quien cosecha lo que siembra y lo cuida.
El moreno seguía caminando, sin mirar atrás, camino tambaléate con el cuerpo de su pareja en brazos, por el camino de hierbas secas, alineado por rocas pequeñas, hacia el nuevo comienzo, una vez mas Gaara tendría vida.
Lee estaba loco…completamente loco.
El reloj toco las doce, repiqueteando con su sonido ecoidal, avisando que la hora estaba cerca, Lee se encontraba sentado en el suelo enlodado de su cocina, jugando cartas, apilándolas unas con otras en intentos fallidos por crear castillos, justamente cuando el tintineo ceso, oyó abrirse la puerta trasera.
. - Lo que es tuyo regresa a ti – eso pensó Rock Lee.
No alzo la mirada, solo se quedo observando las cartas mientras se acercaban aquellos pasos, crujientes y lentos. Lee coloco la mano en el mazo de cartas.
Los pasos se detuvieron secos detrás de el, una mano helada se poso en su hombro, la voz de Gaara se escucho cascada.
- Amor mió – dijo.
El corazón del hombre es un camino pedregoso, tiende a cambiar.
Esa fue la ultima véz que se escucho hablar de Rock Lee y Sabaku no Gaara.
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