Capitulo 2: preso en el mundo humano.
Tengo que decir la verdad, al llegar aquí pensé en lo aburrido que este mundo seria, pero ahora, en la posición en la que me encuentro, este mundo me parece más interesante. Si quieren saber donde estoy, pues… en una prisión humana.
Quieren saber como fue que llegue allí, bueno, se los voy a contar.
Flash Back:
En cuanto cruce el portal me vi rodeado de un espeso bosque en el cual corría un pequeño arrollo cristalino, al igual que en los jardines del santuario.
Volví a desplegar mis alas pero una voz en mi interior me dijo que no era buena idea ponerme a volar tan pronto y a la luz del sol; así que volví a plagarlas, comenzando a avanzar por entre los matorrales y siguiendo al pequeño arroyo, ya que Aya me contó que todos los pueblos y todas las grandes ciudades son atravesadas por los ríos, arroyos o lagos.
Al poco tiempo de caminar di con un pequeño pueblo que parecía haber sido atacado… y yo que creía que solo los demonios venían a destruir los poblados, pero al parecer estaba muy equivocado. En cuanto puse un pie en esta, un par de campesinos salieron a mi encuentro y me atacaron si motivo alguno.
-Con que así las tenemos, eh?- sonreí con superioridad ante estos mortales que osaban atacarme. Esquive sus ataques uno por uno y con un solo golpe a cada uno, terminé noqueándolos.
Decidí segur adelante, pero no contaba con un misterioso encapuchado el cual me golpeo por detrás desmayándome.
Fin del flash back.
Bueno, así fue como termine aquí, el misterioso tipo que me golpeo me arrastro hasta aquí, me encadeno y me quito todas mis pertenencias, por lo tanto, estaba incomunicado. Un guardia que me tiro un pedazo de pan, me informo que iban a llevarme al palacio real para que el rey decidiera que hacer con migo. Estaba hambriento y muy, pero muy sediento, y no de agua, mas precisamente de sangre; el estar encerrado bajo el sol me debilitaba cada vez mas, hasta que llego un momento en el cual no aguante mas y termine desmayado nuevamente.
Desperté un rato después (o eso creo yo), me encontraba en un caballo, cargado como un saco de patatas, lo cual me pareció sumamente indignante. Mire la persona que guiaba mi caballo y me di cuenta de que era el encapuchado. Más que enojado, trate de tirarme del caballo, pero estaba atado y con algo sobre mi espalda; aun mas enojado que antes, trate de decirle algo a mi captor, pero no podía gesticular palabra alguna y no sabia el porque, con un poco de esfuerzo quite de mis dedos uno de mis anillos y se lo arroje a la cabeza para que notara mi presencia… y funciono.
-Vaya, al fin despertaste, llevas tres horas dormido.- comento.- Oh, lo olvidaba, te coloque un sello para que no digas ni una sola palabra, no vaya a ser que realices un maleficio.- todo esto lo dijo sin siquiera mirarme, yo solo me encogí de hombros con indiferencia y rodé mis ojos.
Seguimos cabalgando por muchas horas hasta que por fin anocheció y tuvimos que detenernos. Mi captor se desmonto y me saco las cosas de encima, las cuales resultaron ser una tienda de montaña, leños, un par de espadas y un hacha pequeña. El tipo hizo todo el solo, y si mi hubiese pedido ayuda yo no se la hubiera dado; cuando termino, me bajo del caballo y me ato a un árbol; mis energías, aun bajas, no me permitieron hacer nada contra el.
-Pensé que al menos pelearías un poco contra mi, pero al parecer estaba muy equivocado, que decepción.- dijo quitándose al fin la capucha azul noche que cubría su rostro.
A decir verdad, nunca había visto un humano así, tenía mi altura y era unos años mayor que yo, pero a diferencia de mi, su contextura era más delgada, debía ser muy rápido, o al menos más rápido que yo; su piel era pálida y parecía suave, como de porcelana. Sus ojos eran de un azul profundo, su cabello rubio estaba recogido en una coleta por un prendedor con forma de media luna, el era completamente opuesto a mi.
Si tan solo pudiera moverme… entonces se me ocurrió algo. Concentre mis poderes en mover una pequeña varilla cerca de mi y escribí en el suelo que no pretendía hacerle nada.
-Si, como no, no voy a creerte pequeño ladrón.- dijo el.
-“No soy un ladrón, acabo de llegar y ellos me atacaron”- le escribí.
-No importa lo que digas, de todas formas pienso llevarte a la corte real.
Suspire, resignándome a mi destino, o al de ese joven. Si algo me ocurría y no volvía en los cinco días, Selenia haría que llovieran valkirias sobre el mundo humano. No podía dormir, así que decidí preguntarle algo mas, algo que me llamaba mucho la atención.
-“Qué eres? No pareces humano.”
-Eso no es de tu incumbencia.- me contesto con un destello de ira en sus orbes azules.
El se acostó de espaldas a mí, y no hablo más; yo, en cambio, no podía conciliar el sueño, mi mente daba vueltas en torno a mi misterioso captor, no sabia el porque pero no podía sacarlo de allí, cada cosa que pensaba terminaba en el, poco a poco comencé a caer en sueño sumamente extraño.
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