Capitulo 4: El reino elfico.
(ADVERTENCIA: El siguiente capitulo esta visto desde el punto de vista de Ardein, y sucede justo unos minutos antes de que Kouren se desmaye.)
No se que esta pasando, ni que son esos gritos que llegan a mis oídos, la vagas palabras que capto pierden sentido; creo que estoy en una pesadilla. Lo ultimo que recuerdo son esos ojos rojos como el fuego mirándome con un odio repentino, el rostro de ese chico que se contraía en una mueca de dolor y sus gigantescas alas golpeando y rasgando mi cuerpo. Siento como la sangre fluye de mi, como mis fuerzas se extinguen poco a poco… las voces de mis amigos parecen susurros lejanos. “Eredet!!...esta…ayudarlo.” eso es lo que escucho, luego unos pasos que se acercan a mi, seguido de otro sonido que no logro identificar… Entonces escucho una voz desconocida… debe ser ese demonio de ojos rojos… “Yo… argh… puedo ayudarlo”… ayudarme? Para qué querría él ayudarme, si fui yo quien lo capturo.
Siento como la ropa se me es removida justo donde se encuentra la herida, unos dedos fríos recorren mi piel y luego de unos segundos algo calido invade mi cuerpo. Lentamente voy recuperando el conocimiento y abro los ojos, solo para ver frente a mí un par de rubíes que se cierran y la sonrisa de alivio que ese demonio esboza.
-Ardein te encuentras bien?- me pregunta Rower preocupado.
-Yo… yo…- no podía hablar, estaba choqueado, yo lo había tratado mal y aun así me salvo la vida.- Por qué?- eso ultimo lo dije en voz alta y tanto Rower como Eredet me miraron, uno sorprendido y el otro con curiosidad.
-Porqué qué Ardein?- me pregunto Eredet arrodillándose junto a mi.- si lo que quieres saber es porque te ayudo ese demonio no puedo responderte, pero…
-Esta muerto?- le interrumpí con otra pregunta.
-No, no lo esta.- dijo Rower mientras se cercioraba de que así fuera.-pero esta muy débil.
Con algo de esfuerzo logre llegar junto a el y lo mire… había visto ya a un par de demonios, y este no se parecía en nada a uno de ellos.
-Lo llevaremos a Ileria,- ordene.- recojan todo y partamos enseguida.
-Piensas llevarlo a nuestro reino?- pregunto Rower incrédulo.- por qué?
-Le debo un favor, y no me gusta deberle nada a nadie.- di por terminada la discusión.
Mientras los chicos recogían todo y preparaban los caballos, y me mantenía al lado del ojicarmin recuperándome; increíblemente, los poderes de ese chico me habían sanado casi por completo. Cuando todo estuvo acomodado, Eredet y Rower subieron al demonio a mi caballo y lo ataron de la misma manera en la que yo lo había hecho, aunque con una ligera modificación, en vez de cargarlo como un saco de patatas, ellos sacaron la montura y lo recostaron boca abajo sobre el lomo del animal, de forma que sus alas parecían ser las del caballo.
Anduvimos alrededor de cinco horas hasta que llegamos a los lindes del bosque donde los de mi raza vivían en paz. Al llegar a la ciudad con el cuerpo de un demonio sobre un caballo, la gente comenzó a vitorearnos por nuestro falso logro, trate de apresurar el paso pero mi hermano mayor, Arodein, salio a mi encuentro.
-Vaya hermanito, llegaste mas rápido de lo que esperaba,- dijo con tono burlón.- Y parece que trajiste un premio.
-No se a que te refieres.- respondí.
-No te hagas el tonto, trajiste a un demonio y…- se acerco al ojicarmin y luego me miro sorprendido.- esta vivo… trajiste a un demonio vivo a nuestro hogar.
-Arod, yo pue…- trate de explicar pero el me callo con una señal, y me indico que lo siguiera, mire a mis compañeros y les indique que se fueran a sus casas.
Rower bajo de su caballo y me entrego las riendas del mío para guiarlo. No esperaba que mi retorno fuera así, se suponía que regresaría con un demonio muerto y una victoria para nuestro reino, pero solo cumplí parte de esto y no como la reina lo había ordenado. Si había traído al demonio, pero este seguía vivo y yo estaba muy malherido.
Mi hermano me llevo hasta el castillo, más precisamente, al salón del trono donde mi madre se encontraba junto a sus consejeros, al llegar ella se levanto y corrió a abrazarme, siempre fui su favorito y espero que eso me ayude en este momento.
-Ardein, me alegra verte hijo, que rápido regresas, acaso ya terminaste tu misión o…
-Ejem… madre,- le interrumpió mi hermano- Ardein tiene algo que mostrarte.
-Mostrarme? Que quieres mostrarme hijo?-me pregunto mi madre mirándome a los ojos.
-Yo…- desvié mi mirada de sus ojos y entonces lo vi, el ojicarmin comenzó a abrir sus ojos, y mi madre lo noto, quedando con la boca abierta al darse cuenta de que el supuesto demonio muerto, estaba vivo, y yo sabia que en cambio, yo seria el muerto.
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