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Noche eterna por Musaga

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Notas del capitulo:

*Prince of tennis no me pertenece*

Este capítulo incluye escenas no aptas para menores de edad.

Capítulo II

“¿Sabes que no diré que siento lo mismo verdad?- susurra en el oido del muchacho –No nací para enamorarme, no se como se hace ni como se siente… pero cuando sepa como se siente, diré que estoy enamorado de ti…”

Los sentimientos diferidos así como los pensamientos vagos de Atobe y Jiroh eran cuestionados en la sala principal de aquella tétrica mansión. La escolta del líder dialogaba a espaldas del poderoso Keigo sobre las circunstancias aparentemente adversas que estaba por enfrentar en aquella noche.  Todos coincidían en algo, la actitud indiferente de Atobe no parecía  por completo sincera, también era cierto que desconocían el motivo de aquella alteración, no se atrevían a asegurar que se tratara por la inminente futura muerte de Akutagawa, o quizás por simple sorpresa, era un misterio desenmarañar el interior del muchacho, era casi tan volátil como el universo mismo.

Una joven de rostro pálido entró a la estancia y dejó dos charolas repletas de frutas, Kikumaru agradeció la atención de la muchacha, acto seguido se abalanzo sobre sus adoradas fresas ¡como le gustaban! Eran un manjar digno de los dioses, tal vez él no era una deidad celestial pero si era un demonio gobernante de la obscuridad junto con su temido hermano; era algo complejo de aceptar que Eiji fuese un ser obscuro con rostro de ángel, era difícil de entender hasta para Fuji quien tampoco podía jactarse de ser visualmente agresivo… bueno al menos mientras no se transformaba.

Gakuto miró como su rival acróbata consumía sin cesar el delicioso fruto de capa roja y escamosa, decidido a comer también, de un elegante empujón mando algunos centímetros lejos al pelirrojo, la mirada ártica fundió con desaprobación la presencia de Mukahi

-¿Qué creen que este pasando?- rompió las pláticas ajenas con su espontánea interrogante.

-Gusto al cuerpo, Mukahi, gusto al cuerpo- sonrió frívolo el castaño.

-Jaja seguramente, Atobe mostraba muchas ganas de mancillarlo hasta quedar exhausto-

-Eso es díficil, alguien de nuestro estirpe nunca queda satisfecho- sentenció con molestia Gakuto.

-Si, es una sed inagotable… - susurró Oshitari abrazando por detrás al de hebras cerezas, hablando pausadamente debajo de su lóbulo.

-Basta Yushi- se quejó hipócritamente el menor –aunque parece que muchos disfrutan de esa sed insaciable- dirigió su vista al lugar donde reposaba un amplio piano de color negro, justo en ese momento Fuji tomaba a Kikumaru de la parte trasera de sus muslos, para en un impulso sujetarlo de los glúteos y ayudarle a subirse a la corteza del piano; una vez sentado sobre aquel fino instrumento atrajo a Syusuke hacía si, envolviendo la cintura del castaño con sus piernas para de un momento a otro sujetarlo con mayor fuerza ahora por el cuello, tomando con lentitud los delgados y pálidos labios del mayor.

-Ese par no pierde el tiempo- comentó con mueca de sorpresa el ex capitán de Seigaku.

-¿Asi eran en el Club de Tennis?- el tono de Oshitari resultaba divertido.

-Ahh, si –suspiro Tezuka – pero tuve que ponerles un alto, eso de entrar y encontrándolos haciendo su numerito día tras día ya resultaba algo molesto, además tenían suerte que fuera yo quien los encontrara y no alguien más- llevó su mano a la altura de su barbilla, pasando en repetidas ocasiones su pulgar y dedo indice sobre su piel.

-¿Y quién dice que nadie más nos vio aparte de ti, Tezuka?- rió Syusuke, logrando la risa del resto.

-Pobre Kaidoh, seguro que desde aquella vez no nos pudo volver a ver igual- reflexionó Kikumaru.

-Así que las cosas en Seigaku no diferían mucho que en Hyotei, ¿eh?-

-En Hyotei también eso era tema común y corriente, al menos entre Mukahi y yo, y en algunas ocasiones me tocó ver a Keigo devorando a besos al niño rostro de oveja, ahora que lo pienso era culpa de Atobe que Gakuto y yo pensáramos en sexo, digo después de verlo encima de Jiroh casi arrancándole la camisa… de hecho le salvamos su virginidad a ese niño-

-¡Que cosas dices Oshitari! No me hagas imaginar a mi hermano en sus momentos de intimidad-

-¿Por qué no Eiji? No sería tan malo, es más podemos ir a espiar- esa mueca descarada le atormentaba al grado de incitarlo y seguir besándolo como si no hubiera mañana, lo inducía a olvidarse que el resto de la escolta estaba ahí presente… pero no, tampoco era un exhibisionista, así que el pelirrojo optó por dejar de aspirar el sensual aroma que desprendía el cuello de Fuji.

-¿Qué ocurrirá con Jiroh?- las preguntas de Mukahi siempre terminaban interrumpiendo algo, pero llevando la plática a puntos interesantes.

-No hay mucho que pensar Gakuto, la ambición de Atobe es mayor a todo el afecto o deseo que pudiera experimentar por Jiroh, así que las cartas están sobre la mesa más claras que el agua- la fría voz de Tezuka provocó un suspiro indeseado por el menor de los Hyotei.

-¿No han sentido pena por los mortales?- las mirada atónitas de tres de ellos lo analizaron de pies a cabeza como si se tratase de un bicho raro, la única que se mostró melancólica y contrariada fue la del acróbata de cabellos cereza –digo… después de todo están expuestos a entregar su ser a alguien que no lo merece, predestinados a sufrir sin excusa las amargas mieles del amor y sucumbir ante las dagas dulces de un cariño mezquino y egoísta… aunque ante mi vista socarrona y farsante todo ese turbio sentimiento me resulta envidiable, me destruye de algún modo el saber que jamás experimentare algo como eso, algo que me haga sentirme vivo aunque sea por un momento fugaz… aunque fuera rechazado por esa persona, pero finalmente habría amado, la vida habría tenido sentido-

Ese tipo de ideas en Kikumaru era lo único en el mundo que era capaz de desequilibrar el sadismo y la engañosa indiferencia emocional de Fuji, lo contrariaba con toda intensidad la manera tan débil en que Kikumaru sucumbía ante la imaginaria idea de sentir amor, ¡le aterraba esa manera de ser! El pelirrojo era de sumo cuidado, peligroso de la manera más macabra que se pudiera ser, no era alguien violento, despiadado y mucho menos sanguinario, hablando metaforicamente… el peligro de Eiji radicaba en sus gemas árticas y hechizantes, en ese sentimentalismo absurdo y descabellado que surcaba su mente en los instantes menos esperados, era demente pensar que una esencia tan lugubre como la de su endemoniado amante pudiera externar debilidades tan pavorosas.

La mente loca y perversa del pelirrojo lo encendía como ningun otro, su espontánea pasión y creativa seducción lo tenían a su completa merced, contrario a todo lo que el Clan pudiera pensar… pero esas manías emotivas y empalagosas palabras eran más de lo que podía soportar, le hacían pensar que el libidinoso joven no era plenamente satisfecho con lo que tenía, y como consecuencia eso lo dejaba muy mal parado a él como su amante. Pese a todo no dijo nada.

 -¿Lo dices por lo desgraciado que se permitirá ser Atobe con Jiroh?- afirmó con un sutil movimiento de cabeza, pues los labios de Syusuke besando la comisura de sus labios lo distraía un poco de su completa coordinación corporal.

-No estoy seguro de sentir pena por ellos, a decir verdad no estoy seguro de conocer el significado de ese sentimiento, pero lo que si puedo decir que ese sentimiento que tanto despreciamos tiene un alcance y poder inigualable, en definitiva es una desgracia que algunos sólo vengan a vivir una vida donde la suerte del amor no estará de su lado-

-Ese chico Jiroh, ¿quiere mucho a Atobe?- con el rostro intacto sin emoción alguna, la pregunta de Tezuka fue respondida por los dos ex integrantes de Hyotei con diferentes movimientos corporales, ambos daban una respuesta afirmativa.

-Si, de algún modo ese chico es de las pocas personas que valen la pena conocer, ninguno de los que lo conocemos podríamos negar que el daba todo lo que tenía por satisfacer a la medida de sus posibilidades a “su” capitán-  comentó el de cabellos azulados.

-Daba más de lo que podía… ¿qué se sentirá recibir tanto de una persona?- ante tal autocuestionamiento por parte de Mukahi, Kikumaru se preguntó lo mismo de manera interna.

-Mi hermano debería sentirse afortunado-

-Ja, no lo creo Eiji, “Ore-sama” es mucho para cualquiera- se burló Gakuto forzando una reverencia.

-No es tan descabellado Gakuto, si ustedes dicen que ese chico dio tanto a Keigo, a lo mejor y podría…-

-No creo Tezuka, es un hecho que Atobe lo cuidó y valoró como su tesoro más preciado, pero porque sabía que en un futuro le serviría para satisfacer sus deseos y alcanzar su único objetivo en la vida… aunque de una u otra forma los opacos y huraños ojos de Keigo lograron brillar en escasos momentos- la mente de Oshitari dudó por unos instantes.

-¿Entonces podría ser…?- el hermano menor del líder dudó en terminar su pregunta.

-Lo único cierto es que Jiroh pudo hacer “sentir” a Atobe sin necesidad de intimar sexualmente con el, ¿sentir qué? No lo se…-

-¿Amor? Nos será posible enamorarnos-

-¡Que tontería! Nosotros no amamos- esas palabras causaron molestia en Kikumaru que al instante cambió su posición, abandonando el pecho de Fuji para alejarse lo más posible de él, aunque las posesivas manos del castaño le sujetaron con firmeza de la cintura.

-Maldita la hora Fuji…- el cielo escabroso en la mirada de Syusuke se endureció en un amenazante brillo que chocaba contra la encendida furia ártica de Kikumaru.

-Puede ser, pero a veces eres demasiado endeble… ¿en verdad te gustaría volverte tan vulnerable y patético como un mortal?-

-Por supuesto, me gustaría saber que alguien esta dispuesto a morir por mi, saber que soy más que un cuerpo que da y recibe placer-   siseó con repudió sobre los labios del mayor bajándose de un salto del cómodo piano que resplandecía como el poliester.De nueva cuenta se tumbó sobre el diván cruzándose de brazos cual niño caprichoso, aunque aquello era más que un capricho.

Gakuto  no era tonto y sabía mejor que nadie sobre esa “estima” que sentía Eiji por Fuji desde que lo conoció, no era novedad que esos dos se disfrutaban al máximo sexualmente hablando, pero había algo en los chispeantes ojos de Kikumaru que delataban cierta idolatría y engañosa amistad por el castaño.

-Cálmense muchachos, el molesto debería ser Jiroh por estar a punto de morir a manos de su más grande fuente de admiración y tentación-

-Y pensar que Rome y Julieta es una tragedia, jaja ese escritor no conoció al desvalido de Jiroh-

-Pues ni tan desvalido, hacer titubear a Keigo en algo tan importante delata que nuestro líder no fue del todo insensible con él, tanto tu como yo sabemos que Atobe le puso más empeño a esa relación de lo que el mismo imagino, sin darse cuenta se propuso hacerlo feliz… a su engreída manera-

-Ah que calamidad, pues más le vale a Keigo no estar enamorado, porque el amor siempre trae desgracias- un bostezo se escapo de la boca de Mukahi, revelando sus afilados colmillos.

-¡Eres tan voluble! Primero sientes compasión por Jiroh y luego…- Oshitari se vio interrumpido por la bonita voz de Gakuto.

-No siento compasión por él, la sentiría si supiera que el pobre no tuvo elección pero se que de conocer la verdad igual apoyaría a Atobe, es un sentimiento que no estamos capacitados para entender muchachos-

-Unos menos que otros- refunfuño molesto el pelirrojo. Fuji permanencia comiendo algunas uvas, optando por no opinar sobre el tema, ese conversación le estaba causando malestar, lo orillaba a pensar cosas que no deseaba y consideraba inservibles, para colmo le habían traído una riña con su amante, le miró con insistencia recibiendo la esquiva mirada de Kikumaru quien de inmediato se giró sobre el diván y le dio por completo la espalda, el instinto afrodisíaco en Syusuke se alertó y no reparó en recorrer esa esbelta figura de la que tantas veces había tomado posesión y reclamado como suya, le encantaba la ropa delgada y fina al tacto que usaba el acróbata, era fascinante ver como la seda blanca se adhería con erotismo a su espalda.

-Entonces ¿Qué haremos?-

-Nosotros nada, ellos que se arreglen-

-¡Como dices eso Oshitari!-

-Y ¿Por qué no?-

-Todo acto que haga Atobe nos involucra a todos-

-¿Qué quieres hacer? Ir a rogarle que no mate a Jiroh, por favor Mukahi analiza lo que estas diciendo-

-Oshitari si algo sale mal, tendremos problemas con el tirano mayor… ¡no quiero ni pensar! Ese anciano es capaz de descuartizarnos sin remordimiento alguno!- Tezuka le indicó que guardara silencio o hablaría de más, Kikumaru al escuchar eso se estremeció un poco, hasta él le temía a su abuelo, sin embargo aquel escozor se incrementó al sentir unos finos dedos recorrer con ligereza su níveo cuello y jugueteando con aquellos cabellos que crecían en su nuca, fue tal la satisfacción que sintió ante tal contacto que se le antojo dulce y tierno, pero al recordar de quien venía esa idea abandonó su cabeza al instante. A pesar de la indiferencia mostrada por el “neko” Fuji no desistió la caricia.

Tezuka le hizo señas a Oshitari y Gakuto para abandonar esa sala e irse a otra, esos dos tenían cosas por hablar, conociéndolos no era dificil pensar que una reconciliación estaba cerca y francamente no quería ser testigo de sus métodos poco ortodoxos para disculparse. El trio se encaminó a la puerta dejando solos a la llamada “Dream Pair” del tennis.

Por donde quiera que se le viera, el ambiente de esa casa era de incertidumbre completa, aquella noche el máximo líder daría rienda suelta a todo su poderío, esa era la misión original y obligada, sólo que muy pocos conocían el peligro de la probabilidad de que ese plan se viera severamente alterado.  La habitación del inigualable Keigo miraba atenta y en silencio el inexplicable espectáculo de miradas nerviosas e indecisas que se ejecutaban en el lecho de color vino. Ese contacto fisico que tanto necesitaban ambos jóvenes estaba más palpable que cualquier otra cosa física, la masculina anatomía de Atobe cubría en su totalidad la figura estilizada de Jiroh, la cercanía de ambos rostros permitía saborear el cálido y pausado aliento que desprendía cada uno, era el aroma de un sentimiento incomprendido para uno y uno anhelado para otro.

Las lagunas violetas examinaban casi con descaro las avellanas gemas, deseaba poder conocer todo de ese niño que con desmesurado cuidado protegió, quizás con un interés de por medio, pero finalmente lo había hecho, puso empeño en darle placer y armonía a esa larga relación de pareja que compartió con Akutagawa, eso sin duda no era parte de su plan pero ¿qué más daba? Eso le traía calma y satisfacción, un regocijo jamás sentido y que en definitiva no deseaba perder.

Con un movimiento decidido y sin espacio para el temor, acomodó ambas manos en el cincelado rostro pálido del mayor, acariciando con todo el afecto posible ese lunar característico de su ex capitán. Por dentro sentía desfallecer su corazón después de no recibir ni un “te amo” forzado, aunque otra parte de si agradecía con fervor aquel gesto, pero sin duda su motor emocional permanecía estrujado y a un paso del dolor. El miedo corría por su sistema sanguíneo de manera veloz y precisa, en ocasiones percibía quedarse sin respiración ante esa mirada gélida y frívola, perder la razón ante la sonrisa seductora, cruel y perfecta de Atobe, pero nada de eso importaba, tal vez era incorrecto permitir que sus emociones y lujuria tomaran el control de la situación pero cuando hay amor el corazón no conoce de razón y mucho menos concibe distinguir entre lo que es correcto y lo que no. Aún si el miedo comía cada poro de su ser, tenía claro que nada más deseaba en aquel momento que sentir como nunca al “dios” encarnado.

Pronto el momento pasivo fue cayendo derrotado ante la creciente potencia de un beso demandante, el intercambio de miradas había cesado y en su lugar fueron los labios quienes tomaron partida del juego, sin fin de veces se habían besado inventando mil y un nuevas formas de sentir placer, la humedad de ambas bocas creaba un intercambio impetuoso de sabores, uno amargo y caliente como lo es el licor y otro dulce y empalagoso como el que deja un chicle de mora, un beso brioso y por demás apasionado trayendo consigo el uso de traviesos dedos colándose  entre los botones pequeños y complicados de la camisa del menor, con poca paciencia y obvia exasperación termino forzando la prenda y arrancando los odiosos obstáculos que le impedían continuar con su deleitable labor, el castaño sonrió con picardía y diversión ante lo  tenso y primerizo que se mostraba el aristócrata.

Una imprevista vibración le recorrió fugaz y fuerte al sentir la baja temperatura de los dedos ajenos recorrer si pudor su jovial y torneado abdomen, era la muestra más eficaz de lo que significaba aquella unión, uno era hielo y el otro fuego, uno día y el otro noche, uno era amor y el otro… simplemente era quien recibía ese amor. Resultaba irónico sentirse desfallecer e incómodamente acalorado ante los dedos glaciales que tomaban posesión de su torso y pecho, más perturbado se encontró cuando la nevada mano de Keigo buscó la suya entrelazando sus dedos, uniendo aún mas el poco casto encuentro físico que estaban por cometer.

En la poca claridad que le quedaba a su casi inservible mente intentó descifrar por que buscó hacer contacto con la mano de tez canela, actuaba con seguridad en cada uno de sus movimientos, desde tomar con fuerza y exceso de pasión la nuca de Jiroh hasta besar con ternura y candoroso anhelo los delgados labios del muchacho para después entrelazar con inocente espontaneidad sus dedos con los de su acompañante, le sintió sobresaltarse ante ese simple gesto, provocándole curiosidad de conocer cada reacción de su rostro, cegado por ese morbo de contemplar la agitada expresión facial del menor, abandonó su boca para  recorrer con avaricia el pecho y estomago del muchacho, dándole principal atención a ese ombligo simpático que adornaba unos ejercitados abdominales.

Pronto sus caricias causaron el efecto deseado en la faz de Akutagawa quien permanecía con los ojos cerrados y su boca levemente abierta, soltando suaves suspiros que quedaban atrapados entre las cuatro paredes de la habitación, sus pómulos parecían concentrar una gran cantidad de sangre en ellos, tornándolos bochornosos y adorables ante la mirada fascinada del mayor. Sintió devorar sin aviso la inocente figura del muchacho, le miraba tan angelical e inexperto que se volvía más tentador con cada respiro, su  instintos sexuales quedaban al descubierto ante cada roce que Atobe le regalaba asi que sin más, ambos buscaron hacer contacto de nueva cuenta entre sus labios, la ceja incrédula del de cabellos gris se arqueo producto de la diversión que mantenía su dueño, pues mientras el buscaba intensificar el beso, Jiroh luchaba por volverlo largo, pausado y meloso, tal vez le daría algo de gusto al niñato aunque sus ganas de tomarlo eran casi obvias.

Desde que conoció a Jiroh más allá de esa capa de dormilón sin oficio ni beneficio encontró en él a su más ferviente adulador, a esa persona que no conoce de egoísmo pero que de sobra sabe como compartir su alegría, en un principio le parecían irritantes todos esos arranques de  chiquillo  bobo del joven que en esos momentos se revolvía de placer bajo su cuerpo; poco a poco esa chispa de curiosidad por ese niño fue convirtiéndose en una llama de atracción al ver  esos rasgos afilarse, esa misma llama parecía una intensa fogata imposible de apagar con un simple beso, culpa de ello tenía la madurez física que estaba adquiriendo el cuerpo de Akutagawa… el punto es que a pesar de que ese muchacho mostraba una infantil sonrisa y un despreocupado sentido de la vida así como irresponsabilidad, también poseía un coquetería innata y endemoniadamente seductora, eso había embrujado al demonio del Clan, esa ingenua y cálida pasión que envolvía la inofensiva figura de Jiroh.

Le extasiaba sentir como las palmas dudosas del joven se paseaban por su espalda griega, sintiendo la fina seda de su carisma camisa,  mordió  su cuello sin intensión de lastimarlo, sólo lo suficiente para incitarlo a hacer más y no sólo limitar las caricias por encima de su camisa, el castaño comprendió el mensaje y con una iniciativa torpe emprendió la tarea de desabotonar la ahora innecesaria prenda; ese húmedo andar que vagaba por su cuello le estaba ocasionando perderse en un ardiente deseo incontrolable, deseo que sólo cedería irónicamente con una mayor intensidad corporal que les diera ese agradable pero insoportable calor.

Cuando el ultimo botón fue doblegado, Atobe se despojo algo presuroso de esa prenda, haciendo lo mismo con la revuelta camisa de Jiroh, ahora si el contacto se volvía más privado y menos sutil, la piel bronceada del menor friccionando con la suya le producía espasmos plácidos trayendo consigo audibles muestras de debilidad por parte de Keigo, quien en contra de su voluntad dejó escapar un suspiro ronco y vergonzoso, la sonrisa deslumbrante de Akutagawa se tornó encantadora al escuchar el melodioso sonido de la satisfacción que su acompañante estaba experimentando, teniendo el conocimiento pleno que su idea de abrazar el cuello del mayor había intensificado el contacto entre ambos torsos, dejando expuesta la estrechez de su cintura, misma que no tardo en ser envuelta por el varonil brazo del líder.

Ese placer jamás experimentado le hacía olvidar por completo la situación trágica que le venía encima, porque eso era, una tragedia inmerecida y más en aquel momento en que su Atobe le estaba quemando la piel a base de abrasadores besos, tórridos abrazos y bulliciosas caricias… pero todo ese torrencial de sensaciones también le dejaban marcado de manera cruel que sería la primera y última vez que eso sucedería, una maraña de pánico y dolor lo atormentaba cuando lograba un momento de lucidez entre cada húmedo beso, entre cada posesivo abrazo y entre cada “te deseo” que se estrellaba contra su oído. Al saber el final que se les venía encima casi podía jurar que el sol se volvía frío y opaco, al igual que su enardecido corazón que con tanta locura amaba al hombre que ahora se entretenía despojándolo de sus pantalones. Tal vez para muchos la actitud engreída y arrogante de Atobe resultaba fría y egoísta, pero la verdad es que ese muchacho poseía una calidez interna que el mismo Keigo desconocía, pero eso no importaba, mientras el joven emperador fuera su fuente de luz y calor en su mundo de en sueño.

Casi lo tenía a su completa merced, sólo la ropa interior creaba un pequeño infortunio a la hora de seguir con su completo ritual, su cuerpo exigía continuar y no dar prorroga a una conducta complaciente  o tierna con el menor, deseaba satisfacer su lujuria de una buena vez, ¡que importaba si lo partía del dolor!... bueno eso dictaba su lado inhumano y animal, así de impulsivos estaban resultando sus instintos sexuales, pero la verdad es que quería darle algo de consideración  y trato delicado a ese joven que lo daba todo por él ¿compasión? Podía ser, pero era la primera vez que lo sentía; a decir verdad pocas veces sentía y esas pocas ocasiones habían sido por culpa de Jiroh.

Siguió con su dedicada labor, degustando esa tez que por tanto tiempo le permaneció intocable y lejos de su alcance ¡cuantas veces deseo sentirla!, ahora que la tenia a su disposición no perdió tiempo en morder y saborear la suavidad y tersa textura que se derretía ante su simple toque, era como una barra de chocolate expuesta al sofocante calor de un horno… ¡maldiciones que se estaba volviendo adicto a Jiroh!... dependiente a él; entonces la realidad que permanecía en su cabeza algo borrosa, en ese momento se volvió legible y perfectamente clara, ya no podía imaginar sus noches sin él, dependería incontables veces de su calor… peor aún, dependería de él toda la vida, por deseo o lujuria, pero finalmente dependería.

En contra de la preferencia de Atobe, el castaño se giró quedando encima de aquel máximo jerarca que cumplía la mayoría de edad, ahora la percepción de las cosas se volvía diferente, con el pudor hecho añicos y la tierna pasión a flor de piel, la almendrada mirada consiguió un brillo sin igual, ardía con la intensidad propia del astro rey, contemplaba el cuerpo perfecto que le servía de asiento, recargo sus manos sobre los pectorales atléticos de su amante permitiéndose observar ese rostro simétrico y arduamente detallado, prestó mayor atención a la mueca socarrona que adornaba el sensual tono carmesí de los labios que con idolatría le gustaba besar, se preguntó si un ser como Keigo tenía nacionalidad… de ser así casi podía jurar que era griego, era la versión física y real de la perfección anatómica que tanto pregonaron los de esa cultura.

Su cintura fue capturada en un acto demandante por parte de Keigo quien le dedicaba la más hechizante de sus miradas, le gustaba esa sensación de sentirse reclamado como trofeo por parte de alguien que podía tener lo que quisiera, pero sobre todas esas cosas y personas, Atobe Keigo lo había elegido a él, sólo a él. Esos pensamientos lo hacían recordar todas esa acciones en que pudo ser fiel testigo de lo celoso  que podía ser el gran “Ore-sama”, se sentía superior cada que la mirada violeta centellaba llena de furia cuando alguien intentaba acercarse a él con malas intenciones, lo enloquecían esos abrazos posesivos que Atobe le brindaba aferrándose a su cintura con brusquedad y la manera indecente en que  a veces solía comportarse ante la presencia de algún iluso que tuviera la ridícula intensión de abordar a Jiroh.

Lo que para ellos transcurría con desesperante calma, para la escolta del líder todo se volvía algo complejo y estresante, algo innecesario pero abrumadoramente amenazante. Habían abandonado la elegante sala para darles privacidad a sus bipolares compañeros, Fuji y Eiji eran caso aparte, ese par eran la pareja más escandalosa graciosa, por llamarla de alguna manera, podían dar un show de seducción o bien uno de cómo mandar al demonio a tu pareja en el momento que desearas y al poco rato verlos en situaciones verdaderamente empalagosas pidiéndose disculpas… estaban algo dementes, pero dentro de esa demencia estaba al lado humano de Kikumaru, ese lado vulnerable del pelirrojo que de paso arrasaba con el sádico de Syusuke.

-Más vale que esos dos arreglen sus asuntos rápido, puede ser que los necesitemos-

-Tranquilo Gakuto, a menos que se trate de una emergencia entonces si entraremos y los sacaremos a rastras si es necesario-

-Si tu lo dices Yuushi, aunque creo que Kikumaru debería saber la verdad, igual que Atobe-

-¡Hoy menos que nunca Mukahi!-

-Tezka ellos merecen saber quien mato a sus padres-

-Si de por si Atobe se esta volviendo loco por culpa de sus propias idioteces, eso sólo incrementaría su insanidad mental, y entonces si esta noche se volvería apocalíptica y con la suerte en nuestra contra, seguro todos terminamos bien muertos-

-¿Mas?- preguntó con burla Tezuka, recibiendo la reprobación de Gakuto.

-Piensenlo muchachos además después de todo es nuestro deber proteger a la señorita Atobe y como tal debemos responder a su confianza-

-Jajaja hoy estas muy tarado-

-No juegues Yuushi, pero creo que si Atobe se entera de la verdad… eso puede ser factor para tomar decisiones importantes-

- Además va siendo tiempo que el viejo ese pierda su entorno intocable-

-¿Tu también Tezuka?- Oshitari miró confundido al estoico ex líder del Seigaku.

-No me mires así, no sólo es apoyar una rebelión a favor de Atobe y Kikumaru por ese pasado que desconocen, también va inlcuido mi interés propio-

-Ja, ¿quién diría que esta noche se pondría tan interesante?- Yuushi acomodó sus lentes en un gesto encantador.

-¿Interesante? ¡Pero que dices! ¿Le llamas interesante a la posibilidad de ser despellejados vivos por ese anciano? ¡Ni hablar! A mi no me parece para nada interesante- Gakuto sacudió con fuerza su cabeza negando violentamente de un lado a otro.

-Jaja no exageres, nuestro linaje le impide hacerlo- el de cabellos azulados respondió con desinterés al chiquillo que se quejaba amargamente.

-¿Exagerar? ¡Ese cadáver no tuvo ni la menor pizca de remordimiento al matar a su propio hijo! ¿Por qué habría de no masacrarnos sólo por nuestro linaje?-

-¡Gakuto! Cierra la boca, alguien podría oírte- la voz severa de Tezuka bajo los encendidos ánimos del acróbata de Hyotei – en todo caso, nosotros no en balde somos lo más selecto en la guardia nocturna, bien podemos hacerle frente-

-Eso si, ya quisiera ver al odioso abuelo de Keigo tratando de siquiera ponerme un dedo encima-

-¿Lo ves Mukahi? La situación no es tan mala como parece- Oshitari besó por reflejo la mejilla del menor.

-Aunque no debemos olvidar que su abuelo no es el máximo líder por nada-

-Mmm…. Cierto, de acuerdo mejor llamenme cobarde, yo no le haré frente a ese tipo-  los labios cereza de Gakuto  se fruncieron en un puchero.

-¿Y eres escolta?- preguntó con sarcasmo evidente el genio de Hyotei.

-¡Claro! Sólo bromeaba, además debo de demostrarle a Kikumaru quien es el más veloz y ágil en este Clan- guiñó altanería incluida.

-Ahora que lo dices, ¿cómo irán las cosas con Eiji y Fuji?

Pese a que entre aquel grupo se formaba un ambiente de bromas, indirectas, sarcasmos y comentarios irónicos, existía entre ellos un lazo invisible de fraternidad desconocida.

Fuji seguía concentrado en su labor de disminuir el enfado de Kikumaru, llevaba más tiempo del que invertía normalmente, eso sólo quería decir que se le venía encima una verdadera penuría para conseguir las disculpas del explosivo pelirrojo. Ese era uno de sus principales problemas con el muchacho, ese comportamiento tan humano que en ocaciones tenía, lo convertían en un joven terco e inmensamente pasional cuando se trataba de defender sus ideales. No había duda, si Kikumaru fuera humano sería casi un clon del propio Jiroh

Jiroh… todo estaba por terminar, el climax de todo el ritual estaba por consumirse, esa noche era mágica y perfectamente cruel, sexy y dolorosa, pero por encima de todo románticamente obscura.

Continuará…

 

Notas finales:

Primeramente se preguntarán:

¿Por qué rayos tarde tanto en actualizar? mmm es una triste respuesta. Verán el fic como tal ya estaba terminado, sin embargo mi lap esta en casa de una amiga que salió del país por cuestiones academicas. El caso es que yo tenía dos opciones, esperar hasta el proximo año en que ella regresa o bien volver hacer el fic.

Opté por la segunda opción.

¿Qué no el fic era un two-shot? Asi es, lo era. Debido al acontecimiento anterior no pude mantener las mismas ideas del original y parte de la historia sufrió cambios, los cuales espero no sean negativos.

Lo que si es seguro es que no pasa de los cinco capítulos. Quise comentarles todo esto para seguir mateniendo ese lazo de confianza entre ustedes y yo; en fin espero la historia sea de su agrado y ya lo saben, cualquier duda sugerencia por favor comentenmela.

Respecto al lemon, ah soy malisima haciendolos jaja, bueno más bien siento que me falta la fluidez necesaria para darle un sentido espontaneo y que no raye en lo vulgar. Es por eso el origen de mi medio lemon de este capítulo -por que evidentemente la escena quedó a la mitad, y eso que ya llevo dos hojas de word en mi super lemon ja-.

De nuevo me extendí, disculpen que hable mucho jojo, hasta luego y gracias por su lectura

P.D. Para quienes conoscan el opening de Kuroshitsuji y Monochrome factor, digamos que el fic esta muy influenciado por ambos temas, así que si desean esuchar ambas canciones, estaría genial, besos.


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