-Que fastidio – Fue lo primero que pronunció un muchacho de doce años que se levantaba para ir a su primer día de clases – Papá ¿Cuántas veces no te he dicho que odio esa academia? El vivir encerrado de esa manera no es mí estilo, aparte, también te dije que no quería compartir cuarto, y tu con tus estú…
-“Estúpidas ideas de que mí raro y superdotado hijo tenga una vida social normal al igual que cualquier otro niño de su edad, he decidido no acatar más a sus caprichos de tener un cuarto solo” ¿Eso? – Completa Vincent mientras abotonaba la camisa de su hijo – En vez de estar feliz de que tú padre se preocupa por ti, hay niños huérfanos ¿Sabías?
-¿Qué me importa a mí que hallan mocosos huérfanos? En verdad si me importara, seguramente donaría mi ropa vieja a la iglesia… Papá, llevaré mi Wii a escondidas.
-Sabes que en la academia prohíben los videojuegos.
-Es porque son unos viejos amargados, yo sin mi Wii, o sin mi Xbox me muero.
Si, ese era el Ciel Phantomhive del siglo XXI, hijo de un exitoso hombre, Vincent Phantomhive: Creador del guitar Hero…
Mientras se dirigían en su convertible a la academia donde viviría encerrado hasta el próximo año, pensaba con rabia el hecho de que ahora tendría que compartir su habitación capaz con qué clase de tipo, ojala no fuera un becado, si le hacían compartir cuarto con un becado, lo haría tirarse desde el quinto piso de la academia.
Un adolecente huérfano que había heredado todo el dinero de las empresas de su padre que era el empresario más exitoso, se inscribió a la academia “Si quieres ser un hombre de elite, ve a academias de elite”, Su nombre era Sebastián Michaelis, un muchacho de 17 años, pero no por eso pequeño, se destacaba por su gran estatura, hermosos ojos carmesís y una sexualidad que enloquecía a todas las chicas, simplemente siempre fue el galán en el sentido que lo vieras, perfecto, buen cocinero, un miembro de proporciones impresionantes y su intimidante mirada, con capacidades intelectuales de otro nivel, simplemente era el esposo ideal apenas salieras de la universidad…
-¡¿Por qué tengo que compartir cuarto con un grandote de secundaria?! ¡Tengo doce años! ¡¡El tiene diecisiete!! – Reclamaba Ciel al superior de la academia, este sonríe, si, Ciel Phantomhive era el hijo de uno de los tipos más importantes del país, pero en este caso, ese hombre estaba de acuerdo con el.
-Hijo ¿Tienes miedo? De que ese “grandulón” te intimide ¡Hazte hombre de una buena vez!
-¡¡Soy un hombre!! – Grita Ciel – ¡No tengo ni la más mínima duda de mí masculinidad! ¡¿Pero por eso tengo que compartir cuarto con uno de secundaria?!
-No es un becado – Agrega el director, Lau – Es huérfano, su padre era un exitoso empresario.
-Deberías aprender algo de el – Complementa Vincent – Que te valla bien, y para de ser tan mimado, Rachel, tú madre, me advirtió muchas veces que si seguía consintiéndote de esta manera, esto pasaría, pero yo no le hice caso y ahora tu debes pagar que yo sea un burro – Dijo riendo – Así que debo disciplinarte.
-No se preocupe, en esta academia, la disciplina es lo que mejor se aprende – Asegura Lau – Dejó a su hijo en excelentes manos.
-Tsk… - Musita Ciel con ira mientras Lau le pasa un folleto con los planos de la academia.
-Allí se incluye cuales son sus baños, su habitación y su cama, bienvenido a Destiny Academy.
Ciel sale de la oficina dando un portazo, se topa de frente con un grandulón, Sebastián Michaelis que quería pasar a la oficina de Lau, Ciel se intimida ante ese enorme cuerpo, pero toma su folleto y pasa a llevar a propósito el hombro derecho de Sebastián.
El mayor dio una pequeña risita, aunque el muchacho disimuló muy bien su nerviosismo, también actuó muy bien, aquello le parecía algo realmente cómico y nuevo.
Llega a su cuarto mientras uno de los empleados de la academia cargaba todas sus maletas, la habitación era grande y espaciosa, la tv lcd no estaba tan mal, el problema era el siguiente: Dos camas. Que fastidio.
-Puedes irte – Musita el menor sin el mínimo respeto que se le puede tener a un mayor, saca de su maletín negro su Wii, su guitar Hero y su play station tres.
La puerta se abre sin previo aviso, Ciel no mostró interés alguno en ver quien era el que entraba, seguramente era ese tal Sebastián de secundaria.
-Como hijo del creador del guitar Hero, creo que debes tener canchas de tenis en tú mansión… Entonces ¿Por qué juegas tenis en el Wii?
-Vive tú vida y a mi no me hables – Responde sin siquiera dirigirle la mirada, cuando este apaga la tv, queda atónito ante lo que ve, Sebastián Michaelis era el tipo al que pasó a llevar anteriormente fuera de la oficina del rector – Ho… hola… ¿Tu eres…?
-Si, el tipo que empujaste hace rato – Responde dirigiéndole una linda y asesina sonrisa.
-¿Quieres jugar Wii conmigo?
-Hace rato me dio la impresión de que eras muy valiente – Dice acercándose intimidantemente – Ahora veo que sólo tienes miedo de mi ¿No es así?
-No, no tengo miedo – Responde volviendo a su posición inicial, a pesar de la diferencia en altura y obviamente en fuerza, se mantuvo firme frente a este – Si me golpeas podrían expulsarte.
-Claro, sólo si me acusas – Dice haciendo tronar sus huesos.
-Ya que vamos a compartir cuarto en los próximos diez meses… ¿No deberíamos llevarnos bien?
-No fui yo el que empezó esto de esta forma.
-Comprendo… - Sebastián cambia un poco su semblante.
-Supe que eres un niño prodigio.
-Algo así – Siempre tan modesto.
A la media hora siguiente, ambos se hallaban sentados sobre la cama jugando guitar Hero.
-Deberías comentarle a tú padre que este juego aún tiene muchas fallas.
-Coméntaselo tu – Responde sin prestarle mucha atención, estaba concentrado en su juego.
-Hay una araña subiéndote por la pierna.
-¡¡¿Qué?!! – Grita poniéndose de pie mientras sacudía sus piernas.
-¡¡Gané!! – Exclama Sebastián mientras en el lado derecho de la pantalla salía “Game Over”
-Demonios – Reclama Ciel – Eso fue trampa.
-¿Quién dijo que la vida o los juegos eran justos? – Responde este – Mira, ya es de noche, tomaré la cama de la derecha.
-Yo dejé mis maletas sobre esa cama porque esta junto a la ventana, soy asmático.
-Que lastima, yo fumo – Dice sacando una cajetilla – Parece que nos llevaremos muy bien – Dice Sebastián tomando las maletas del niño y dejándolas sobre la cama de la izquierda – Que tengas buenas noches – Dice este mientras se desnuda.
-¡Hey! ¡Cúbrete! ¿No tienes pudor?
-¿Pudor por qué? ¿Acaso no eres hombre?
-¡Si! – Exclama Ciel – Entonces… Yo también – Comenta finalmente – Si ambos somos hombres no debería darme… Nada… - Se pone pálido mientras observa a Sebastián desnudo – ¿Du… Duermes… Des... Desnudo?
-Si, es más cómodo – Dice este sonriendo con una mirada lujuriosa.
-Pe… Pero… - Ciel comienza a ruborizarse.
-Seguramente me tienes envidia, a lo mejor el tuyo es más chiquitito – Dice este en tono de burla mientras comienza a reír a carcajadas – Bueno, tienes doce años ¿No? Entonces no te preocupes tanto, aún tienes esperanzas de llegar a tenerlo como yo – Dice metiéndose a la cama, Ciel comienza a desnudarse también, demostrando de esa manera que era normal y que no le daba vergüenza, aunque debía admitir que en su vida diaria, jamás vio a un hombre desnudo, menos a una mujer, nada más el frente al espejo si no le daba pudor el observarse, completamente ruborizado sacaba lentamente sus prendas, mientras el mayor no despegaba la vista del niño.
-Deja de mirarme, de por si tu eres raro – Dice dándole la espalda para continuar con su trabajo.
-¿Raro? No le encuentro nada de raro.
-Cállate – Musita poniéndose los botones de la pijama.
-Eres torpe con los botones ¿No es así? – Dice levantándose de la cama y abotonándolos el mismo – Si, eres un niño muy torpe.
Ante tanta cercanía, no puede evitar ruborizarse y temblar, quedando plantado sobre el piso sin poder moverse, aquel atractivo cuerpo desnudo frente a el tan, tan cerca, lo perturbaba y nada más deseaba que terminara con su labor para acostarse, simplemente en su vida nunca se fijó en chicas, nunca se fijo en chicos, vivía estudiando y jugando, disfrutando su vida de lujos y privacidad, pero hasta ahora jamás había sentido aquello, hasta que finalmente Sebastián se metió de nuevo a la cama, dándole la espalda, ya tenía los botones de su pijama puestos, pero seguía estático.
-Duérmete ya para que apagues las luces pronto – Gime Sebastián mientras ocultaba su cabeza bajo la almohada y apagaba la colilla de cigarro.
-S… Si… - Musitó Ciel metiéndose a la cama, simplemente aquello era extraño y lo hacia sentir inmoral, debía abandonar esas sensaciones