- ¡Ya voy Shima!
Reita se depedía de su buen amigo "Shima" esa tarde justo antes de dirigirse hacia su puesto de trabajo.
Sacó de su bolsillo un pequeño lazo de tela blanco que él usaba para cubrir su nariz y lo ató con precisión haciendo un nudo que escondío bajo su cabello rubio. Despúes de asegurarse que dicha atadura estaba bien sujeta hecho una última mirada a su reflejo en aquel espejo.
Salío de su apartamento ya listo para ir a la panadería en la que trabajaba. A Reita, a decir verdad, nunca le gustaron mucho los dulces, pero en esa panadería había descubierto un gusto algo especial hacia las galletas caseras, no muy dulces, tampoco amargas.
Muchas veces Shima su amigo había comparado la personalidad de Reita con el sabor de esas galletas que a éste tanto le gustaban. Es que el rubio no era una persona expresiva, pero tampoco retraída del todo, era bastante extrovertido cuando se lo proponía.
Reita miró la hora en el reloj digital de su celular, justo para comprobar que aún tenía algo de tiempo para detenerse en un restaurante de comida rápida y ordenar un combo para llevar.
Así fue que sus pies lo condujeron hasta aquel puesto de comida rápida en el que siempre había una importante cantidad de gente desesperada esperando en las filas que se extendían hasta las puertas de dicho local.
Pero no ese día, sería suerte o simplemente la hora, pero ese día no había una aglomeración de personas nerviosas esperando por su pedido. Sin pensarlo Reita se colocó en la fila a esperar ser atendido.
Reita no era una de esas personas que se sienten tocadas con los problemas ajenos a él ¿pero como no prestar atención a semejante escena? y no sentir compación por aquel pequeño muchacho que era reprochado por su jefe.
A travéz de los jóvenes que corrían con apuro, Reita pudo ver a la personita mas desdichada que él nunca creyó conocer. Un jovencito de contextura pequeña y cabellos castaños lacios se explicaba con dificultad frente a su jefe.
Reita se arrimó un poco más hacia el mostrador para poder ver a aquel jovencito quién sostenía su mano derecha mientras lloraba sin consuelo. Reita pensó que su jefe, que lucía poco amable, le habría despedido.
Fue entonces que algo le sorprendío, aquel jóven tenía en su mano un pequeño corte, sería algo más que un rasguño pero no así para aquel jóven quién lloraba histérico como si le hubiésen apuñalado en su mano.
Reita no comprendío pero era su turno, ordenó casi sin pensar en sus palabras y mientras esperaba por su pedido, siguío observando aquella escena, el jóven disistío de contrariar a su jefe y camino hasta su puesto, donde ordenaba los pedidos.
Parecía realmente procupado por su herida, no conseguía despegar su mirada angustiada de ese pequeño corte que con una bandita sanaría en pocos días, su expresíon era atormentada, incluso sus ojos seguían humedecidos.
El jóven que le atendío le entregó el pedido que tomo en sus manos con cierta dificultad ya que aún mantenía su mirada sobre aquella pobre personita, pagó con curiosidad pero se retiró del lugar.
Reita se sentó en una de las bancas del parque próximo a ese restaurante de comida rápida a comer su almuerzo, en verdad le agradaba la comida de ese local, era barata y bastante buena ¿es todo lo que podemos pedir verdad?.
Minutos despúes tiró la bolsa en un contendor de residuos y emprendío marcha hacia su trabajo, caminaba como buen jóven distraído por la muchedumbre cuando sin querer chocó de frente con una pequeña persona, un niño pensó.
Muy para su sorpresa cuando bajo la mirada hacia el pavimento y se encontró con aquel pobre jóven del restaurante, Reita lo vío en el suelo algo abrumado por la caída por lo que decidío ayudarlo a acomodarse.
- lo lamento.. - dijo Reita extendiendo su mano para así poder ayudar a ese pequeño jóven, pero no obtuvo una respuesta sino que él muchacho abrío sus ojos aterrado en direccíon a su mano derecha donde tenía aquel corte.
- ¡Oh Díos mío! no..no ¡ayuda! - gritó el jóven histérico al encontrar su mano apoyada sobre la acera, Reita no lo entendío pensó que quería espantarlo por pensar, talvez que quisiera robarle.
- ¿te lastimaste? - preguntó Reita procupado al ver a aquel pequeño ser humano sumido en tanto dolor que no tenía una razón de ser, pero más a su sorpresa cuando el jóven sacó de su mochila una botella de alcohol y la aplicaba sobre su corte.
- ¡Se infectará! como soy tan descuidado - el jóven hablaba solo sin siquiera reparar en la presencia del chico con bandita que intentaba ayudarlo, éste por su parte lo miraba desentendido.
- ¿Necesitas ayuda? - preguntó el chico rubio inclinándose un poco sobre el pequeño muchacho, éste lo miró, talvez por primera vez desde su repentino encuentro, Reita se sorprendío al ver el rostro de niño de aquel jóven.
- No soy estúpido - le respondío con rudeza, Reita se avergonzó de si mismo poníendose de pie apenado, se despidío del muchacho y emprendío su camino por la muchedumbre hasta que una mano lo detuvo.
Miró sobre su hombro y se encontró con aquel pequeño muchacho un poco agitado por la corrida, sonrío y se giró para poder mirarlo mientras éste buscaba las palabras correctas para disculparse con el rubio.
- lo siento.. - dijo rápidamente haciendo poco entendible su disculpá.
- descuida, ¿curaste tu herida?..- Preguntó Reita mirándo al pequeño muchacho quién respiraba pausadamente para evitar hiperventilarse.
- no, se me infectará y tendrán que darme puntos .. - respondío bajando la cabeza, Reita sólo río amigablemente, esa personita entonces lo miró con los ojos humedecidos hasta que le gritó.
- ¡soy hipocondríaco!..- la expresíon de Reita cambío bastante, no sabía que significaba esa palabra.
- disculpa pero.. ¿que es hipocondríaco? - preguntó el rubio realmente avergonzádo de su ignorancia.
- Una persona que se cree estar enferma todo el tiempo..- respondío el pequeño muchacho entre sollozos, Reita se sorprendío hasta que su ceño se frunció, ¿¡una persona que vive creyendo estar enferma?!, eso era realmente tonto tanto que Reita se compadecío de ese muchacho.
No podía llegar hasta tal punto esa conversación sin conocerse más, por lo que Reita invitó al pequeño muchacho a beber un café en donde pondría distraerse conversando, en realidad, Reita estaba interesado por ese jovencito desdichado.
Él muchacho se extraño de la invitación del desconocido bandita, pero entonces aceptó, puesto que esa era una oportunidad para que sus pensamientos terrórificos le dejáran en paz.
Así fue como juntos aunque manteniendo cierta distancia caminaron en silencio a travéz de la muchedumbre, a veces Reita miraba hacia atrás para asegurarse de que el pequeño muchacho seguía caminando junto a él.
Escabulléndose entre las personas, el jóven se acercaba a Reita, pronto llegarón a un café bastante concurrido, se ubicaron en una mesa y ordenaron.
Esa tarde Reita descubrió una personita encantadora pero atormentada, horriblemente atormentada por todas esas trágicas enfermedades que decía poder contraer. Reita escuchaba con atención y sonreía.
- ¿nos presentámos verdad?..- preguntó el pequeño muchacho mientras escondía su rostro de niño detrás de la taza de café.
- nope .. mi nombre es Akira Suzuki aunque me dicen Reita - dijo bebiendo su café.
- encantado, soy Takanori Matsumoto y me dicen Ruki - sonrío avergonzado mientras se limpiaba la boca con una servilleta.
Esa tarde en la puerta del cafe Reita intercambío números con Ruki así se despidío de él. Viéndolo perderse de vista con una sonrisa.