La mansión arde en llamas… Y mis padres están en el…
Mí familia fue asesinada… Y mi alma también…
Ahora estoy secuestrado… Sólo jaulas encuentro a mí alrededor…
Pero cuando está alguien a mí lado… Es sólo para unirse como perdedor…
Ahora que me han sacado… Puedo verme aquí, acostado…
Me han marcado con un hierro… Mí dignidad fue arrebatada…
Incluso mi hombría me abandona… Simplemente ya… No me queda nada…
Así yacía en las calles de Londres el cuerpo de un niño no mayor de seis años, ropas rotas, sangre en los pantalones, con rastros de golpes e incluso con una marca en su cuerpo… Inconsciente y pequeño, delgado y a la vez tan bello… ¿Quién era el?
Justo por ahí después del trabajo, un hombre casado y muy bien parecido camina por esos barrios, trabaja duro, es bueno en lo que hace y por eso mismo le va tan bien, aunque aún vive en barrios pobres y peligrosos.
En su trayecto encuentra un saco, un saco cualquiera que pudo haber ignorado, si no fuera por el hecho de que había una pequeña mano asomándose desde afuera ¿Un muerto?
No cualquiera tiene las agallas para enfrentarse a una situación así, sin salir huyendo o llamar a la policía antes de abrir el saco.
Debido a la zona en la cual vivía con su esposa con la cual tormentosamente no podían tener hijos, siempre portaba una navaja en caso de emergencia, bueno, este era el momento preciso para usarla.
Toma el saco y lo corta, tratando obviamente de así no lastimas a quien estuviera adentro, si es que aún vivía.
La siguiente escena deja helado a cualquiera…
Era un muchacho hermoso sin superar los seis años, su cabello azul oscuro no brillaba por lo opaco y sucio que estaba, su piel que algún día fue blanca y perfecta, ahora estaba adornada en sangre y heridas de golpes. Sacando al niño del saco, comprueba en sus pantalones manchas de sangre… Seguramente también fue violado…
Aún así, su cuerpo estaba cálido y respiraba, no pudo evitar sentirse triste al tener a un niño tan pequeño y hermoso en aquel estado entre sus brazos, el más que nada deseaba ser padre… Pero… ¿Cómo los padres de este niño pudieron permitir que eso sucediera? Aquello era un delirio…
Se sorprendió al comprobar que sus ojos también tenían un hermoso tono azul, los abrió lentamente, brindándole su calor, acunándolo, como el niño que era.
El niño se aferró a el sin saber quien era, le inspiraba confianza, aquel cuerpo se sentía cálido… Amplio y protector, aunque le rompió el corazón el tener que llamar de igual manera a la policía para que vinieran a hacerse cargo del niño, seguramente fue secuestrado y su familia lo buscaba desesperado. Aunque se sintió triste, pidió a la policía que le informaran del estado del niño.
Al cabo de unos meses, tal y como el pidió, la policía le informó a Sebastián Michaelis que el niño al terminar su tratamiento después de tanto maltrato y comprobar su violación, sería mandado a un orfanato para ser dado en adopción.
-¿Adopción? ¿Y sus padres? – Pregunta el hombre extrañado.
-El muchacho nos informó que su mansión estaba siendo incendiada… Y que recordaba que su nombre era Ciel Phantomhive, gracias a esa información pudimos recopilar los datos de sus padres, ellos fallecieron la tarde que lo secuestraron y no tiene más familiares, por lo que ha sido dado de alta en el hospital y enviado al orfanato.
Al enterarse de este acontecimiento, el y su esposa Rosette decidieron comenzar los tramites para la adopción del menor, lo cual no fue muy difícil, ya que Sebastián al enterarse de que estaba en el orfanato, fue a verlo, y el muchacho apenas lo vio, corrió hacia el y lo abrazó como si lo conociera de toda una vida.
Pudieron notar esa confianza incondicional que percibía el niño en aquel adulto, lo que hizo los trámites más rápidos.
Al pasar algunos años, Ciel ya iba al colegio y tenía completamente claro que aquellos no eran sus padres… El problema eran las noches… Si… Todas… Las noches…
-Papá… - Susurra Ciel, un menor de ya once años, siendo acunado en su cama por su padre adoptivo.
-¿Si, mí pequeño? – Responde acariciando su mejilla.
-Esta noche… Duerme conmigo…
Últimamente siempre pedía eso ¿Qué le estaba pasando?
-¿Por qué, pequeño? Desde hace un tiempo que estás bastante extraño… ¿Te hicieron algo en el colegio?
-No… Es que siempre… Tengo pesadillas…
Al escuchar esto, se fue del cuarto a informarle a su esposa que esa noche la pasaría en el cuarto del menor, a lo cual volvió con su pijama puesta y se acostó junto a el.
-Ahora si, mí campeón… - Lo abraza mientras este se acurruca en su pecho, abrazándolo también – Ahora que estamos más tranquilos, dime… ¿Qué pesadillas tienes?
-Me veo en una jaula… Como hace cinco años atrás… Últimamente esas pesadillas son mas frecuentes que antes… Puedo ver… Al maldito que me maltrató… Y a los que me hicieron esta marca… Aunque portaban mascaras… Papi yo… Puedo… Sentir…
-No sigas, pequeño… - Dice este acariciando sus suaves cabellos – Sólo te atormentas… Trata de olvidar ese pasado tan triste y cruel…
-Papi yo lo intento… Pero es que no puedo… - Sebastián levanta el rostro del niño, conectando de esta manera sus miradas, provocando un insistente e incómodo sonrojo por parte del más joven.
-Ciel… Rosette y yo estamos aquí para ti, para lo que necesites… Jamás te dejaremos solo ni permitiremos que algo así te vuelva a pasar… Ella y yo te amamos…
-Papá… - Musita volviendo a hundir su cabeza entre los pijamas del hombre, intentando de esta manera dormir.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.Flash Back.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Estaba en esa jaula, llevaba días allí sin comer, solo en esa habitación de ceremonia, hasta que alguien llegó a acompañarlo, era un niño un poco mayor que el, al cual desnudaron y metieron a otra jaula cercana.
-¿Quién eres? – Pregunta Ciel sonriendo, al fin tenía compañía.
-¿Cómo puedes sonreír? – Responde el otro muchacho abrazando sus piernas con vergüenza al estar desnudo - ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Unos días… No sé cuántos… - Ciel sonríe – Mis papás seguramente vendrán pronto por mí, así que los estoy esperando.
-¿Eso crees, no? – Responde el amargado, cuando su conversación es interrumpida por el líder de los tipos de túnica.
-Vine a darte la bienvenida, pequeño niño – Dice acercándose al muchacho recién llegado, sacándolo de su jaula.
-¡Espera, enfermo! ¡No me toques de esa manera! – El muchacho de quince años se indigna al notar como ese hombre comenzaba a acariciar su cuerpo, Ciel se agarraba a la jaula impactado, queriendo salir y ayudar a su nuevo amigo.
-¡Señor! ¡Déjelo ir! – Grita Ciel, cuando el hombre toma del brazo bruscamente al muchacho y se lo lleva a otro lado, aún así, sin poder verlo, pudo escuchar sus llantos y gritos de dolor… Después de eso… El nunca más volvió…
Siguieron pasando los días y no sabía nada de el, aunque el olor a descomposición lo tenía mareado, llevaba casi una semana sólo a pan y a agua.
El momento más feliz de su triste estadía, fue cuando lo liberaron de su jaula, el niño sonrió y abrazó al tipo que lo sacó.
-Gracias, gracias ¿Vinieron ya mis padres a buscarme, verdad? – El tipo no hizo más que reír a carcajadas y tomó del brazo al niño, llevándolo a una habitación con un olor putrefacto, al encender unas velas pudo ver el cadáver del muchacho en descomposición, el… Era su amigo - ¿Lo mataron? E… Esta muerto… Señor… - Emite Ciel aún trabado y con el rostro pálido, acercándose al cadáver, cuando es detenido, quitan con brutalidad sus ropas, tirándolas al suelo - ¿Señor…? – Pronuncia el menor algo extrañado ante la brutalidad de aquel individuo, que no hizo más que volver a soltar una maliciosa risa y tirar al niño al suelo.
Una vez en el suelo sus caderas son levantadas con violencia, y sin ningún tipo de preparación, es penetrado.
Aquel grito de dolor que el menor emitió sería algo que jamás olvidaría en su vida, cuando en sus cortos seis años fue maltratado de aquella manera.
Pudo verse después con una manta roja, rodeado por tipos que lo apresaban para hacerle la marca sublime de la bestia…
Cuando al despertar, se ve arrollado por unos cálidos y suaves brazos… Aquel era… Sebastián…
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.Fin Flash Back.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-