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Hiemalis: La Cúpula de Hielo por Enigmatek

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Notas del fanfic:

Este fic ya había sido publicado anteriormente. Es de mi pertenencia, no hay plagio. Simplemente lo había descuidado y no había seguido publicando capítulos por más de un año y eso es incumplir en el señalamiento número 13 de esta pagina. Espero que lo disfruten ahora. 
Gundam Wing no me pertenece, es de sus respectivos creadores y dueños. Yo escribo este fanfic sin ánimo de ofender, hacer lucro ni difamación, simplemente es una diversión.    

Notas del capitulo:

 


Una despedida forzada. Un viaje al comienzo de una tormenta. Un personaje que quema la nieve.


 


Elementos que reúnen a los ex –pilotos a reunirse nuevamente, para llegar a una Base perdida en el lugar más frío del mundo. Un lugar donde las experiencias vividas, tendrán otro peso y se disputará más que un corazón.


 

 

Hiemalis

 

La Cúpula de Hielo

 

 

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Acto Primero:

 

Una llama en el frío

 

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Heero guardaba sus cosas en una maleta, Trowa se asomaba por la ventana y Duo estaba sentado en el sillón delante de la cama, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. No quitaba la vista de Heero, señal inequívoca de fastidio. Quatre, por otra parte, estaba sentado en un sillón junto a la ventana y posaba levemente su mano en el pecho, justo encima del corazón. Una sensación de malestar. Sentía una mezcla entre enojo, odio, dolor, desilusión y soledad, todo esto contra puesto a una enorme y aplastante indiferencia que parecía anular todo lo demás. Pero él lo sentía. Sentía muy claramente, aunque leve y sutil, estos sentimientos ocultos por la mascara de indiferencia. Sentimientos que provenían de Heero.

 

  –No puede ser –rompió en silencio, Duo –¡Cuánto tardas! ¡Que no ves que esa pobre gente nos esta esperando! –se paró del sillón y se acercó a Heero que simplemente lo ignoraba. –No te importan, ¿verdad? Sólo vas por que te lo dice Relena. –Heero pereció no oírlo, la ofensa de Duo era grave, Trowa había volteado con el comentario. En realidad, esperaba ver como Duo caía al piso después del golpe que Heero le diera por el comentario. Todos sabían que a Heero la gente le importaba y le importaba mucho, por eso protegió las colonias, por eso continúo su vida militar, por eso luchó. Y Relena… siempre había sido un tema delicado.

 

 Pero no sucedió nada. Heero realmente estaba muy concentrado pensando en otra cosa o ignoraba olímpicamente a Duo. O no era Heero.

 

  Duo se molestó por la indiferencia que demostraba e iba a reclamarle cuando fue interrumpido por Quatre que sabía que por más distraído que Heero estuviera no iba a aguantar mucho tiempo a Duo. –Tranquilo Duo, no ha pasado mucho tiempo, nosotros veníamos listos y él también tiene que llevar sus cosas, ¿verdad? –argumentó firme pero acomedido.

 

  –Si, pero se tarda demasiado –contestó Duo algo desesperado sin quitarle la vista a Heero. –¿Por que no estuviste listo antes?

 

  –Duo –intervino Trowa que intentaba ayudar a tranquilizar a Duo –Relena se acababa de enterar cuando nos hablo, nosotros llegamos antes y Heero venía con ella, ¿cómo iba a estar listo antes?

 

  –Si, pero… –Duo intentaba contrariar la lógica infalible de Trowa

 

  –Además, Relena nos dijo que estaba todo bajo control solo necesitaban ayuda para abrirse paso a la ciudad, si lo piensas no es nada urgente.

 

  –De todas formas… –Duo no quería ceder –… se tarda mucho. –Trowa alzó los ojos al techo.

 

  Se oyó abrir una puerta, todos voltearon, Heero había aprovechado la discusión y ahora salía de la habitación, Trowa fue el primero en reaccionar y salió caminando tranquilamente detrás de Heero. Duo y Quatre se miraron un segundo y salieron corrieron para alcanzarlos dando un portazo.

 

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Relena estaba en el salón principal esperándolos. Cuando llegaron les informó sobre el avión que los llevaría a Moscú; los estaba esperando en el aeropuerto privado del Palacio. Luego los condujo a dicho lugar. Cuando llegaron vieron el avión que los llevaría: un pequeño yet de lujo para diez personas cuando mucho.

 

  –Sus cosas están dentro, llegaran en 5 horas al aeropuerto, luego una nave de la base los llevará hasta ella. Los están esperando. Adiós. –Les informó cuando subían al avión. De repente, Duo se dio la vuelta. –Oiga señorita Relena, ¿qué pasa con Wufei?, ¿no va a venir? –preguntó.

 

  –Bueno, Duo –contestó ella. –…l está allá.

 

  –¿Qué?, ¿Y no nos esperó? –refunfuño Duo.

 

  –¿Cómo es que se enteró antes que nosotros? –preguntó Quatre algo desconcertado.

 

  –En realidad, él fue quien me avisó lo sucedido, hace seis meses que se encuentra allá. –Todos se dieron la vuelta y se vieron sorprendidos por lo que Relena había dicho.

 

  –¿Qué está haciendo en Rusia? –preguntó Trowa.

 

  –En realidad… miren, será mejor que él se los explique personalmente. Si no se dan prisa no llegaran a tiempo al refugio, se ha informado que se acerca una tormenta –dijo Relena en tono vehemente y con algo de titubeo se dirigieron al interior del avión.

 

 Todos subieron excepto Heero. Se quedó al pie de las escaleras, luego volteó un poco para ver a Relena que estaba a corta distancia. –Adiós, Relena –dijo, esperando una respuesta, Relena lo miraba triste pero nada más, luego se dio la vuelta.

 

  –… Heero –le llamó Relena acercándose un poco. Heero se dio la vuelta. Relena no sabía que decir –… no quiero que me mal interpretes…

 

  –Vas a decir que no me alejas de ti, que no me haces a un lado –replicó fríamente, Heero.

 

  –Heero, se que no me crees, pero no es por eso. Yo te amo. Pero, tú tienes que darte cuenta de… algo… y yo quiero que tú seas feliz.

 

  –No parece. Ni que me ames ni que quieras que sea feliz, sólo me haces a un lado.

 

  –No, Heero, no. En serio, no en eso… –Relena quería decirle la verdad, pero él no lo aceptaría, sería demasiado sorpresivo, lo mejor era que él se diera cuenta a su tiempo. –Estoy segura de que me entenderás, que lo entenderás cuando estés allá… –Heero la miraba fríamente, más frío de lo común. –Te lo prometo.

 

  Heero sacó aire por la nariz buscando paciencia. –Sólo espero que tengas razón... por tú bien... Adiós. –Y subió al avión, después de su velada amenaza.

 

  Relena observó el despegue. Luego cuando el avión no se veía a lo lejos, dijo muy bajo para si misma. –Espero que lo entiendas, que te des cuenta, no por mi… por ti. Sino los tres sufriremos mucho. –Tenía ganas de llorar, pero lo había hecho bastante y ahora no tenía lagrimas, así sólo apareció una triste sonrisa en sus labios. “Quiero que seas feliz Heero, aunque no sea yo quien lo haga.” Pensó.

 

  –Relena. –Una voz la volvió a la realidad. Era Miliardo, su hermano.

 

  –Si, voy… –se dio la vuelta esperando que todo saliera bien. Ella no quitaba a Heero de su vida, ella era la que salía de la suya, para no molestarlo más.

 

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El avión despegó sin complicaciones, el vuelo iba a la mitad cuando Quatre se acercó a Heero.

 

  –¿Puedo sentarme? –Preguntó tímidamente, señalando el asiento enfrente de él. Heero se había sentado en el último de los pequeños grupos de cuatro sillones del avión, con su portátil y solo.

 

  Heero lo miró un segundo y luego asintió una sola vez con la cabeza, militarmente.

 

Quatre sonrió un poco con su característico encanto y se sentó.

 

  –Habla. –Le ordenó, Heero. Por la contestación (sabía era normal, pero todavía le desconcertaba la frialdad) Quatre, con la sonrisa algo descompuesta, empezó.

 

  –Bien... quería hablar contigo... –Heero lo miraba con su acostumbrada indiferencia, pero parecía decir un “¿no me digas?” sarcastico, Quatre empezó a sudar.- Eso es obvio, ¿verdad?... eh, bueno, lo que te quería decir es que he notado que algo… te molesta o te inquieta.

 

  –¿Por qué lo dices? –Contestó Heero, con frialdad, pero de buena manera, lo que sorprendió un poco a Quatre.- Bueno, como sabes, tengo la capacidad de sentir lo que los demás sienten y note en ti esa sensación, muy tenue, pero inconfundible.- Heero lo miró sin señales de interés.

 

  –¿Por que te preocupa? –preguntó.

 

  –No es normal que sienta algo que venga de ti y menos que sea ese tipo de sensaciones –dijo Quatre, explicándole.- Bueno, en pocas palabras quería saber si... estás bien.

 

  –¿Por que no lo estaría?- Heero mantenía el rostro indiferente, pero Quatre veía como continuaba la plática en lugar de cortarle de tajo. Algo no andaba bien.

 

  –El que haya sentido algo, para mi es más que suficiente –contestó, Quatre.

 

  –¿Qué sentiste?

 

  –¿Cómo decirlo? Lo que sentí. Por favor, no te molestes. Lo que sentí fue lo que se siente cuando uno está...-Quatre se tardaba en decirlo y estaba incomodo y la mirada que le dirigía Heero no lo ayudaba –...triste. –Soltó Quatre, pero sin alzar la voz.

 

  Heero le miró fijamente pero no había tanta frialdad en su mirada. Pasaron unos eternos segundo en la misma posición, Quatre estaba algo tenso, lo único que lo mantenía ahí era la sorpresa de que Heero no hubiera reaccionado duro u osco y la curiosidad por saber la razón de su pasivo comportamiento. Fue entonces cuando Heero tomó aire y se acerco un poco a Quatre, acortando la distancia que los separaba por culpa de la mesa de descanso, como para decirle algo confidencial. Quatre estaba más que sorprendido y a la vez algo emocionado, Heero le diría algo importante, por que Heero no era la clase de personas que hiciera bromas de ese tipo (no hacía un tipo broma, simplemente no las hacía) o que hiciera algo sin un claro propósito en mente. Y ese movimiento no podía tener otro propósito.

 

  Quatre empezó a dar marcha acelerada analizando todo como si fuera una computadora. Le sorprendía el comportamiento de  Heero y trataba de sacar el motivo de este, pues sabía que por mucho que hiciera, Heero no lo ayudaría en gran cosa. Entonces, como de la nada, le surgió una idea: Relena. Heero se sentía así por Relena. Eso tenía que ser, aun así algo no estaba bien. El sentimiento de Heero era algo relativamente suave, no como el despecho que sentía venir otros con el mismo problema. Fueran quienes fueran.

 

 Quizá era por que se trataba del soldado prefecto que no sentía nada, pero aun así Quatre no estaba seguro. No creía que realmente fuera por eso. En realidad, pensaba que Heero no le tomaba tanta importancia a Relena. Pero de cualquier forma el comportamiento de Heero no era normal, él antiguo soldado ni siquiera le hubiese permitido sentarse cerca de él.

 

 Quizá Heero no era el frío soldado y estaba cambiando. Ahora, Quatre permanecía impaciente por lo que Heero le diría. Entonces el avión tuvo una fuerte turbulencia.

 

  Un golpe seco se escucho en el grupo de sillones de atrás de Quatre. Heero y él se asomaron al pasillo. La cabeza de Trowa se asomaba más adelante.

 

–¡¿Qué?! –Duo se había caído del sillón en el que venía dormido y ahora estaba tirado en el piso boca abajo con medio cuerpo en el pasillo y medio debajo de la mesa de descanso.– Auhh –despertándose del todo, se sobaba una ceja. Había recibido un buen golpe.

 

–Baka –dijo Heero. Duo lo escuchó y lo miró con el ceño fruncido.

 

–Al menos yo estaba en algo más interesante que tú con tu chatarra electrónica –replicó Duo mientras se seguía sobando, luego más bajo dijo: –Además de aburrido, criticón.

 

  Quatre, olvidando que estaba cerca de Heero, no pudo soportar la gracia que le causo el comentario y empezó a reír. Trowa sonreía por lo mismo. Heero se molestó. –Pero no soy tan idiota como para quedarme dormido cuando estamos en misión. –Contestó fríamente Heero y sin saber porque realmente.

 

  Quatre se sorprendió al ver que Heero le había contestado, pero no pudo hacer nada más porque Duo se había parado e iba a enfrentársele. Heero lo miraba impávido. Otra pequeña turbulencia se presentó, pero no pareció afectar a nadie.

 

 –Por sino lo has notado Heero ya no somos soldados y ESTO NO ES UNA MISI”N.- Heero no hizo nada ante la sonora aclaración de Duo, pero su mirada se hacía amenazadora poco a poco. Sin embargo Quatre sintió algo. Algo que venía de Heero. Se sorprendió al darse cuenta de lo que era; esa sensación cuando a uno le divierte algo, cuando uno se siente bien de estar en un lugar o con alguien. Sentía alegría. –Así que deja esa maldita maquina que tienes ahí y empieza a ser más sociable. No ves que a donde vamos, vamos a estar nosotros soportándote, por que la verdad no creo que nadie ande queriendo hacer amistad contigo y dudo que entre todas tus habilidades hables ruso...

 

Heero había dejado de prestarle atención a lo que decía Duo, y empezaba a molestarle el incesante parloteo. –Duo.

 

–…y por lo menos tendrás que hablarle al interprete, y la verdad no creo que con tu carácter…

 

–Duo.

 

–…te aguanté, por que, sabes tienes un carac...

 

–DUO –Heero alzó la voz.

 

Duo se cayó de golpe. A Heero le gustaba que Duo se enojara con solo llamarlo “baka”, le divertía y le alegraba que Duo se le acercara a discutirle, pero cuando empezaba a divagar perdía el chiste. –Cállate.

 

Duo iba a reclamarle, pero fue interrumpido por el copiloto. Este les pidió que por favor se sentaran en sus lugares y se pusiera el cinturón, estaban por llegar pero, el clima amenazaba tormenta y no sería un aterrizaje fácil. Duo regresó a su lugar con resignación. Quatre también lo hizo, perdiendo así una estupenda oportunidad de conocer algo más de Heero.

 

Quatre se sentó en su lugar frente a Trowa que tenía el cinturón puesto y los brazos cruzados. Lo miraba.

 

–Así que no te dijo nada –dijo.

 

–Pues no. –Quatre lo miró, meditando si decirle o no. Después se decidió, ¿que le podía negar a Trowa? –Parecía que iba a decirme algo, pero no pudo.

 

–Me di cuenta. –Dijo Trowa condescendiente, al ver a Quatre algo preocupado añadió. –Ya tendrás oportunidad de intentarlo de nuevo –su estoica expresión no había cambiado pero el tono en que lo dijo, era muy consolador para Quatre.

 

–Si –contestó este y le dedicó una encantadora sonrisa. Trowa volvía a ser estoico pero Quatre sabía que era sólo aparentar.

 

 Ellos estaban juntos desde que terminó la guerra, les había llevado tiempo darse cuenta de la correspondencia del uno por el otro, pero después de su mutua declaración los dos estaban muy felices de tenerse, disfrutaban cada día juntos y no temían por lo que pensaran los demás (después de los que habían vivido en la guerra, realmente nada les preocupaba mucho). Pero, aun así, no sabían como decírselo a sus amigos, (si, incluso a Heero lo consideraban su amigo) no sabían como reaccionarían y aunque Trowa decía que no le importaba la reacción, Quatre sabía que le importaba tanto como a él. Finalmente, a ellos y a los otros tres ex –pilotos, los unía ese hecho. Habían vivido la guerra como ningún otro soldado, ellos habían sido los pilotos de unos poderosos Gundams, había algo entre ellos que no podía deshacerse.

 

Quatre lo llamaba amistad y Trowa lo llamaba compañerismo, pero cualquiera que fuese, estaba claro que ahí estaba. Lo cual, parecía complicar las cosas, cuando se quiere cuidar y mantener una amistad saludable. Sin herir ni perturbar.

 

Lo que pronto descubrían, es que hay más que “eso” entre algunos de ellos. Algo que esta “misión” sacara a flote y que tendrán que aprender a vivir con él. Quizá aprendan más de la vida de lo que creen…

 

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El cielo amenazaba. Las oscuras nubes no eran halagadoras e incluso parecía que al asomarse por las ventanas se verían las poderosas ráfagas de aire abalanzarse sobre el avión.

 

 El descenso fue complicado, el avión se estremecía como pocas veces habían experimentado, casi una hoja de papel. Aun sin saber como aterrizaron dificultosamente en la pisa, el viento hacía que el avión se desviara con mucha facilidad, los alerones se movían estrepitosamente y el avión entero se inclinaba hacía atrás y hacía delante y a pesar de eso el aterrizaje casi fue perfecto, con excepción de un rebote al tocar el suelo. Con todo, el avión no podía moverse con facilidad en el suelo y andaba muy despacio. Sin embargo, nada de esto hizo alterarse a ninguno de los ex-pilotos, ¡como si las experiencias de la guerra no fueran suficientes!

 

  El avión entró en el hangar guiado por las luces que agitaban desde el suelo los técnicos. Una vez dentro el movimiento cesó, los ex-pilotos bajaron con su poco equipaje. Quatre quiso darle sus felicitaciones al piloto por admirable aterrizaje en tan difíciles condiciones.

 

 –¡CAPITÁN, CAPITÁN! –gritó por encima del ruido de los motores y el espantoso viento que entraba furioso al hangar. –CAPITÁN D…JEME FELICITAR... FELICIRTARLA POR...- Se paró en seco. Mientras hablaba el Capitán había salido de la cabina. Era una mujer y se había quitado el casco; que sorpresa.- ¿MAYOR SALLY? ¿QU… HACE AQUÍ?

 

 –LOS HE TRAIDO A USTEDES, QUATRE, A MI TAMBIEN ME DA GUSTO VERTE –le dijo con una sonrisa, alzando la voz sobre el ruido. –ENTREMOS AL AEROPUERTO. –Y un sorprendido Quatre la siguió. Bajando por las escalerillas de desenso. Quatre vió a sus compañeros adentrarse en el aeropuerto por una puerta que daba al hangar con sus maletas en mano. Heero iba a la cabeza, el viento se azotaba sobre el saco negro que traía al igual que en el de Duo, que le seguía, con su abundante cabellera dándole algunos problemas al moverse ostentosamente; Trowa iba detrás de los dos. Antes de entrar, este último se dio la vuelta para esperar a Quatre y casi al mismo tiempo que volteaba, su inexpresiva cara mostró algo de sorpresa. Veía a la Mayor Sally caminando delante de Quatre.

 

  Sally sonrió ante Trowa cuando paso por la puerta. Detrás, como un reflejo más expresivo de su cara sorprendida, Quatre, y seguidos de una decena de hombres con cajas y maletas que habían sacado del avión. Cuando se cerró la puerta, Trowa y Quatre pudieron seguir a Sally que iba por el final del pasillo dando alcance a Heero y Duo, aparentemente no se habían dado cuenta de su presencia. Habían llegado al fondo cuando se dieron vuelta y Duo casi se estrella con Sally.

 

 –¡Sally! –exclamó.

 

 –Hola Duo, Heero –los saludó y se dirigió a una puerta, los hombres la siguieron. El viento rezumbaba tras las paredes.

 

 –¿Qué haces aquí? –preguntó Heero, no sin algo de sorpresa

 

 –Un encargo… –contestó Sally, mientras sacaba una tarjetilla del pantalón de su uniforme –y un favor. –Los miró sonriendo, después introdujo la tarjetilla en una ranura que había un lado de puerta, se encendió una luz verde y esta se abrió.

 

 –¿Favor? –preguntó Trowa, alcanzándolos.

 

 –Hay pocos pilotos en el Reino de Cing que quieran pilotear un yet de iba por vuelta a Rusia con este clima, Relena me lo pidió como un favor –contestaba Sally mientras entraba al enorme elevador y los hombres la seguían.

 

  Todos los hombre habían entrado y ellos seguían ahí parados. –¿Vienen? –les preguntó Sally, el primero en reaccionar (como siempre) fue Heero, los demás lo siguieron.

 

  El elevador bajaba y todos iban un poco apretados, Sally sonría como diciendo “yo se algo que ustedes no”, Heero la miraba –¿Por qué estas aquí? –dijo sin tomar importancia a la anterior explicación.

 

 –Ya les he dicho, por un favor y un encargo. El favor son ustedes y el encargo es este –dijo ella señalando las cajas y maletas. El elevador llegó a su destino.

 

 –¿Para quien es el encargo? –cuestionó Heero mientras salían del elevador a un enorme hangar cerrado que sólo cubría a una nave menuda y moderna. Los hombres de Sally se dirigieron sin titubeos a los almacenes de la nave. Sally verificaba el embarco y Heero y los demás la seguían.

 

 –No es “para”, es “de” Wufei. Algunas cajas con víveres o para eso creo que son las verduras, el resto son otras cosas, entre ellas, ropa, libros, instrumentos variados y una que otra cosa que no se bien que es, pero supongo son refacciones para algo.

 

 –¿Para qué quiere esas cosas? –preguntó Duo.

 

 –Yo que se, eso se lo preguntaran ustedes. En un principio me pareció exagerada la cantidad de víveres que me solicitó, pero ahora veo que no.

 

 –¿Por qué lo dices? –preguntó Quatre.

 

 –¿No viste la tormenta de allá afuera? Y eso que sólo es el preludio, espera que este en su media y podrás catalogarla como peligro de extinción.

 

 –Qué exagerada eres, Sally.

 

 –¿Tu crees, Trowa? Yo no soy quien lo dice, la gente que vive en la cúpula, lo dice. Y ellos viven todos los años la misma tormenta, a veces más tranquila, a veces más fuerte.

 

 –¡¿Y nosotros vamos ahí?! –exclamó Duo.

 

 –Yo no fui la que decidió hacerlo. –Todas las cargas estaban listas. –Bien, es todo. ¿Suben?- Y sin esperar respuesta subió por las escaleras que acababan de colocarle a la entrada de la nave.- Mmm... que extraño, no esta el piloto –dijo desde adentro cuando estaban subiendo. Heero estaba algo irritado, por las sorpresas antes y durante el viaje.

 

 –¿Qué clase de piloto deja su puesto en una situación así? –dijo sin medir cautela, una vez dentro del compartimiento de pasajeros, que solo tenía cuatro asientos equipados.

 

  -Uno que rrevisa su nave parra que a los imbeciles que viajan en ella no se les tenga que buscarr los pedazos esparrcidos por todo el círrculo polarr. –Habló una voz igual de dura que la de Heero con acento ronroneante, pero con toda la inquina marcada. Un joven de cabello rojo como el fuego sugeto en una llamarada cayéndole hasta la cintura, ojos ámbar brillantes, de poderosa y penetrante mirada, como dos pequeños soles resplandeciendo en unas cavidades abiertas en el hielo. Una boca fina y seria pero expresiva, de facciones tan definidas y estéticas que parecían estar viendo una obra de Miguel Ángel con vida emergiendo de una pequeña compuerta en el fondo del piso de la nave.

 

 Cuando salió por completo, camino directamente hacia el japonés y se le paro enfrente. Era poco más alto que Heero y no se veía mucho mayor que ellos, pero algo hacía ver en su dura figura, una energía más intimidante que la de Heero. Sin embargo, por las miradas asesinas que se dirigían era difícil saber quien caería muerto primero…

 

 Todos estaban estáticos, hasta Duo se había quedado mudo de la impresión por la osadía de aquel joven, Heero de seguro lo mataría, cuando menos.

 

  –¡Saker, que sorpresa! –Exclamó Sally al notar la tención.

 

  –Mayorr, –el joven de cabello rojo asintió militarmente a forma de saludo. –Serrá mejor que baje, despegarré en cuanto mis pasajeros estén en sus asientos. –Habló sin quitar la vista de Heero.

 

  –Entiendo. –Sally salió de la nave, pero antes dijo. –Por favor, cuídate mucho y envíale mis saludos a Wufei, adiós chicos, los dejo en buenas manos. –Y salió sin mayor preocupación.

 

  –¿Son los ex-pilotos? Los hacia más grrandes. –Dijo el chico pelirrojo. –¿Vas a dejarrme pasar o quierres verme la carra todo el día?. –A Duo por poco se le salían los ojos y su boca estaba abierta, bueno poco más que la del resto del grupo. Heero era una pantera apunto de saltar sobre su presa… –No tengo tiempo parra esto. –Dijo el joven y paso por el costado de Heero tan rápidamente que nadie se dio cuenta cuando estaba sentado en la cabina y pedía permiso a la torre de controles para despegar.

 

 El hangar estaba desierto y la escalera por la que habían subido ya no estaba. La puerta de la nave se cerraba detrás de ellos.

 

  –¡Siéntense! –ordenó el joven pelirrojo desde la cabina.

 

  El techo del hangar empezaba a abrirse, las ráfagas de tormenta golpearon a la nave y la estremecieron, lo que hizo reaccionar a sus estáticos tripulantes y ocupar sus lugares de inmediato.

 

   Duo tenía la boca abierta con una expresión de “no lo puedo creer” y parecía querer riese pero la impresión no lo dejaba. Trowa estaba muy serio y Quatre muy preocupado. Heero… se ocultaba tras la oscuridad tétrica de sus facciones en donde resplandecían dos rojas luminiscencias de furia mirando fijamente la nuca de cierto piloto.

 

 

  Las cosas en Rusia, a pesar de lo creíble, están empezando a arder... 

 

 

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Notas finales:

 

 

¿Qué tal, eh?

 

Este capítulo esta algo aburrido, pero les aseguro que se pondrá mejor ^_^ Les ruego me tengan paciencia.

 

También quiero saber que le pareció, ¿corto, largo, descriptivo, tedioso, divertido, fantástico, merezco el premio noble? XD. Que exagerada… 

 

Bueno de cualquier forma, quiero saber su opinión, ya sean tomatazos y flores XD, nada más eso sí, que no sean virus por que los regreso XD (no es amenaza, no más advierto)

 

Bueno siendo todo, me despido.

 

 

 

¡SEAN FELICES!

 

Enigmatek

 


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