-Tengo hambre.
-No creo que llevemos ni una hora y ya te quejas.
-Miku, tengo hambre.
-Ya, camina, ya que según tú faltan quince días para llegar y quiero llegar pronto.
-Me muero de hambre, no me ignores.
-Vamos ¡camina ya!
-Quiero comer.
-¿Quién fue que averió la van?
-Pero no fue mi culpa.
-A no si no.- le dijo sarcásticamente aun caminando.
-Pero yo llevo la mochila, yo me canso más. Y ayer no comí nada en la noche porque le di mi once a cierto rubio con vestido.
-Si sigues así no llegaremos nunca.
Era cierta hora de la mañana de un precioso día en una de las carreteras en dirección a Hokkaido. Una dupla de jóvenes estaban caminando rodeados de nieve. Para evitar un accidente iban por el sendero de la nieve, al lado de la carretera pero lo suficientemente lejos para no ser distinguidos por alguien si viajaba en automóvil, aunque no pasaba ningún tipo de vehículo pero aun así preferían parecer siluetas a la distancia, además que, según el joven que cargaba la mochila, su acompañante parecía más una mujer a esa distancia.
-¿Te había dicho que te ves sexy con ese vestido todo mojado?
-Aun así no podrás comer.
-¡No lo dije por eso! ¿Por qué piensas así?
-Por nada en particular, sólo que… tenemos poca comida para el viaje.
-¿Ah? ¿Por qué dices eso?
-Entonces cuando lleguemos, por último a una casucha, ahí vemos como administramos la comida para no morir de hambre, literalmente.
-¿Qué te tomaste que maduraste tan rápido?
-¿Acaso piensas que no puedo ser maduro?
-No.- Miku lo miró indignado.- ¿Qué? Te estoy siendo sincero.
-¿Ni siquiera por estar en caso de emergencia?
-Ya te dije que te estoy siendo sincero.
Por toda respuesta, Miku se deprimió, ¿Cómo era posible que lo vieran como alguien inmaduro e infantil que jamás nota el peso de, por último, las ocasiones de emergencia?
-Lo que sí me impresiona, es que despertaras antes que yo.
-Takuya, si te tienen amenazado de muerte es como difícil conciliar el sueño.
-Pero aun así, aunque duermes poco, con toda… no sé, las sensaciones que provoca esta situación, uno pensaría que dormirías más.
-No sabes cómo le hiciste un bien al mundo no siendo psicólogo.
-Al igual como tú le hiciste un bien a la humanidad no siendo asistente social.- eso lo dijo por la nula capacidad de Miku de ser un apoyo en minutos de crisis, sean cual sea, y de empatía.- o cualquier cosa que sea ayudar y orientar a gente que necesita apoyo.
-¿Sabías que te odio?
-No, no tenía idea. Yo pensaba que me amabas. Entonces si me odias, creo que podría volver a Tokio…
-¿Qué?- le preguntó con sus ojos bien abiertos y algo vidriosos ¿Takuya lo dejaría? ¿No estaba con él en esta situación por apoyo?
-No te pongas así, no lo decía en serio.
-Por favor, no bromees con eso.- le dijo seriamente, como nunca. Ese semblante lo asustó.
-Ok, no lo volveré a hacer.
Así caminaron en un silencio algo incómodo, el cual se rompió cuando vieron que llegaban a un bosque blanco.
-¡Genial!- dijeron los dos a la vez, aunque el vocal chilló con emoción y el guitarrista sólo lo exclamó feliz. Al notar que hablaron al mismo tiempo rieron.
-Que bueno haber encontrado un bosque, así tendremo…- pero no pudo terminar.
-¡Es hermoso este bosque! ¡Qué genial haberlo encontrado!- Miku, encantado, corrió hacia el bosque para internarse en él.
-¡Oye! ¡No corras!- le gritó para no perderlo de vista persiguiéndolo.- y según él es maduro, si mira tú.
Miku corría y corría hasta que llegó a un punto donde se detuvo mientras giraba para ver la blanca copa de los árboles. Hace mucho tiempo que no veía un bosque nevado, desde que era un niño pequeño y eso le traía muchos recuerdos lindos.
Cuando Takuya lo alcanzó se lanzó sobre él, aplastándolo.
-Hey, me aplastas. No me gusta.
-¿Y qué tal si soy uno de esos enfermos?- le dijo muy serio mientras salía de encima suyo.
-¿Ah?
-Así es, por tu tonterita podrían haberte pillado y matado aquí mismo. Ni siquiera quería gritar tu nombre, puede que ande alguno por aquí.- paró un momento para darle un golpe en la cabeza.- ¡úsala por favor!- acabó como regaño.
-Auch, me dolió.
-Pues no te dolerá nada si te pilla uno de esos enfermos del W.O.P.E.- escuchar eso deprimió más a Miku. Bajó la cabeza, mientras la angustia y ganas de llorar se apoderaban de su garganta, ojos, pecho, pero sobre todo, de su corazón. Sin querer, dos pequeñas lágrimas mojaron la nieve que estaba a sus pies.
-No hables así… no por favor.
-¿Ah?- Takuya volteó y lo vio sollozando, no había notado en un principio el calibre de sus palabras, la rabia que le causaba la actitud de él lo hacía decir esas cosas.- vamos, perdona si fui muy directo. Pero es la verdad.- en eso lo abrazó fuertemente.- no te quiero perder… no otra vez.- ahí Miku notó que él lo abraza muy fuertemente. Le respondió el abrazo a la vez que sentía pequeñas gotas en tu hombro, Takuya estaba sollozando levemente.
-No me perderás, lo permití una vez… no lo haré de nuevo.
Se quedaron abrazados unos minutos, ni el fuerte frío penetraba esa cálida esfera de amor. Lo único que la rompió fue el pensamiento de incertidumbre de saber que en cualquier parte en cualquier momento y oportunidad podría estar la amenaza que podría derrumbar lo que ellos con tanto esfuerzo han tratado de forzar y de levantar, ese agente externo que tanto temían pudiera romper su promesa.
-Necesitamos hacer un plan de supervivencia.- dijo Takuya separándose de Miku.- tengo algo en mente, ayúdame.
-Suéltalo.
Así entre los dos, pero más que todo Takuya, establecieron las reglas para sobrevivir y un plan de emergencia, y en caso que ese plan no funcione uno “b” para salvar el pellejo.
-No viajamos kilómetros para que todo esto muera. Nosotros lucharemos por nuestro derecho a vivir.
-Tú no estás amenazado.
-Si amenazan a mi mundo no podré vivir…
-Pero no han amenazado a todos.
-Yo no suelo interrumpirte.- le miró feo.
-Eso es una gran mentira.
-Bueno, como decía. Si amenazan a mi mundo no podré vivir, y mi mundo me brinda una parte, un hogar, donde puedo vivir. Y tú eres mi mundo y tu corazón el lugar, el hogar, que me ofreciste para vivir.
-Awww. Qué lindo.- le dijo algo emocionado, eso lo demostraba con sus ojos acuosos por las tiernas palabras de su novio.
-Tú me inspiras.- le sonrió dulcemente.- y también el ser un escritor.- eso borró la sonrisa tonta del otro.
-Ya mataste todo.- le dijo fastidiado.
-Vamos, Haruko, no seas así.- le dijo riendo un poco, lo último lo había agregado intencionalmente.
-Cállate, Yuu.- y dicho eso caminó en sentido hacia el noreste. Takuya lo miró irse.
-Es rápido para captar órdenes.
Una parte del plan fue cambiar las identidades sólo por nombre hasta llegar a un pueblo o algo donde poder esconderse hasta aclarar bien como se llamarían. Haruko es por ahora el nombre de Miku ya que como él se llama “Akiharu” (otoño-primavera) conservaron el “Haru” y le agregaron el “ko” (niña) para hacerlo femenino y así desarrollar su personaje. Para Takuya la historia es… bueno, más bien aburrida, simplemente se rebautizó con el nombre que anhela colocarle a su primer hijo y sería.
Otro punto del plan era caminar algo distantes pero en un mismo rumbo, cosa de no parecer que van juntos en los lugares amplios pero estar lo suficientemente cerca para escuchar si el otro es atacado y poder ir en su ayuda. En caso de estar en lugares con mucha gente, estarían cerca pero no apegados, así si a alguno le pasa algo poder defender al otro y luego escabullirse entre la población.
Lo demás lo planearían con más cuidado en algún refugio, por mientras Takuya recolectaría madera. Esa fue la razón por la que le gustó la idea de encontrar un bosque, por su materia prima y no por la infantilidad de su pareja. Al hacer eso, Takuya daría tiempo a Miku de estar más lejos de él y no levantar sospecha.
Se veía un plan inteligente para los escasos minutos que tuvo para ser fabricado.
Takuya caminó al norte luego de juntar suficiente madera, la mochila de él iba más vacía ya que le cedió la mitad a la mochila de Miku, y así parecer que él era una aventurera chica intrépida que, por alguna razón, usaba un vestido negro encima de jeans.
Miku iba tarareando una canción tratando de poner un tono de voz agudo, debía acostumbrarse a tener ese tono y no su tono natural. Iba haciendo eso por dos cosas: una, para acostumbrase; dos, para tranquilizarse. Se sentía indefenso al andar sin Takuya sabiendo que por cualquier lado podría haber alguien del W.O.P.E. dispuesto a atacarlo. Pero se tranquilizaba sabiendo que si gritaba en caso de emergencia, un palo, una piedra o una patada voladora de parte de su novio aparecería sin dudar para defenderlo.
-No me pasará nada, todo estará bien. Llegaremos a Hokkaido sanos y salvos.
Pero de pronto vio rodar una pequeña esfera negra cerca de él. Intrigado la siguió con la mirada hasta que se detuvo, se acercó para ver que era.
-¿Ah?
En ese momento, la esfera explotó, liberando una nube de bruma negra. Miku se cubrió el rostro a la vez que tosía por el humo, pero en ese momento alguien lo inmovilizó. En cosa de segundos su cuerpo fue aprisionado contra otro que bruscamente colocó su codo en su propia garganta, dificultándole la escasa respiración que podía haber al estar rodeado de humo, y para impedir que escapara, su atacante le dobló y sujetó el brazo izquierdo por atrás de la espalda, sujetando también parte del brazo derecho.
-¿Pensaste que sería muy fácil escapar?- no conocía esa voz. Era una siniestra capaz de causar escalofríos en cualquiera, en especial si era cerca del oído.
-¿D-de qué, cof cof, h-habla?- dijo con dificultad con su nueva voz trabajada.
-Es muy buena tu actuación, pero no es suficiente para engañar al W.O.P.E., Akiharu Tsukiyama.- eso lo dejó helado.
¿Tanto esfuerzo… para que acabara en ese momento? No podía ver quien lo tenía preso y apenas podía respirar, por lo que no podía gritarle a Takuya que estaba en problemas.
-Podrías haberte quedado en Tokio y haber acotado las indicaciones de la carta ¿Ves que es inútil escapar del destino? Estés aquí o en Estados Unidos te encontraríamos. (n/a: como para estados unidos, el otro lado del mundo es China… ¿Por qué para Japón el otro lado del mundo no sería EE.UU?)
Miku trataba de zafarse pero al hacer eso el sujeto le apretó fuertemente el brazo, haciendo que soltara un quejido de dolor.
-Es inútil, hasta aquí llegaste.- en ese minuto sintió algo metálico y frío sobre su sien, era una pistola.
Los nervios y la angustia lo invadieron. No quería, no quería morir así. Su cuerpo entero temblaba por el miedo a la vez que gruesas lágrimas bordeaban sus mejillas ¿Qué haría? ¿Cómo se salvaría?
-¿Alguna palabra.- presionó más la sien con el arma.- antes de morir?
-No.
-Enton…
-No tengo palabras… pero si...
-¿Ah?
-Esto.
Rápidamente, usando el codo derecho, que estaba atrapado pero más libre que el izquierdo, golpeó con fuerza el estómago de su atacante y antes de que éste apretara el gatillo luego de dejar de apresarlo por el dolor, liberando un poco más su brazo izquierdo, le afirmó el brazo que sostenía el arma, forcejando para quitársela.
El atacante reaccionó ante la última acción de su víctima, tratando de apresarlo nuevamente.
Era el minuto para poner en práctica el plan de Takuya.
-¡Blanco!- gritó muy fuerte Miku al aire, sin desviar su atención de su atacante.
Ya a esa altura, no había bruma negra.
El atacante era más robusto que Miku, por lo que la lucha por sobrevivir era más difícil para él. De pronto Miku hizo algo mal que su atacante aprovechó para lanzarlo al suelo. Sostuvo el arma decididamente.
-¿Querías morir con gloria? Deja decirte que sólo morirás como el perro asqueroso que eres. Dile adiós a tu mugrienta vida.
Miku miró con miedo el arma ¿Por qué aun el plan no tenía efecto? Cerró los ojos esperando el impacto…
Pero una inesperada piedra golpeó precisa y fuertemente el lado izquierdo del atacante, quien sólo soltó un quejido de dolor a la vez que se llevaba su mano izquierda a esa zona. Estaba sangrando. Sin embargo, eso no fue todo.
Con una rápida maniobra Takuya le quitó el arma al atacante y de una patada lo mandó al suelo. Con decisión sostenía el arma con ambas manos, aunque éstas temblaran.
-¡Quédate ahí en el suelo o te mato!
Miku estaba atónito, no se esperaba que su pareja hiciera esa entrada triunfal… casi cinematográfica.
-¡Qué te quedes ahí, infeliz!- le gritó porque el sujeto trató de levantarse.
-¿Acaso te sientes con poder.- decía la nueva víctima con sarcasmo.- por tener una simple arma?
-Miku, atrás mío.- le dijo con decisión. Miku se levantó rápidamente y se colocó al lado de él, atrás de su brazo izquierdo, ya que Takuya tenía ese brazo estirado, inclinado levemente hacia atrás, para proteger a su novio.
-Me dan asco ustedes. Hay miles del W.O.P.E. aquí… ya sabemos que están acá. No podrán luchar contra su destino, ustedes malditas plagas asquerosas inmundas, no saben el bien que le harían a la humanidad con su extinción.
-¡Si sigues te mato!
-¿Crees que te tengo miedo? Si no seré yo quien los mate, otro lo hará. Y yo veré desde el cielo con placer como mueren tal cual rata inmunda que son.
-¡Cállate mierda!
-Mírate, aun no me disparas. Eres puro blablablá.- en eso se levanta en un movimiento inesperado para lanzarse contra Takuya y así quitarle el arma para matarlo, pero por reflejo Takuya disparó. La bala atravesó la frente del atacante, quien cayó muerto instantáneamente con los ojos cerrados en la nieve, la que se tiñó de rojo intenso.
Miku cerró los ojos y se dio media vuelta, asustado. El disparo no sonó, pues la pistola tenía un silenciador.
Takuya miró al atacante muerto atónito. Sus manos temblaban sin poder creer lo que había hecho. Tenía sensaciones encontradas. Por un lado sabía que tendría que matarlo para poder salvar a Miku y a él mismo, pero a la vez no quería hacerlo, que fuera un miserable extremista no le quitaba su condición de humanidad y no por eso él tenía el derecho de andar matando a extremistas como se le diera la real gana. Había atentado contra uno de los mandamientos de Dios.
-T-Takuya… ¿Q-qué hiciste?- tampoco podía creerlo.
-T-tenía que hacerlo… si no lo hacía…
-¡¿Pero matarlo?!
-¿Acaso querías que lo invitara a tomarse un té con nosotros? Él nos iba a matar.
-¡Pero tú no eres como él!
-¡Ya! Sí querías morir me lo habrías dicho en Tokio, así no me habría pegado este viaje por nada y mi integridad física estaría segura.- le dijo molesto mientras guardaba la pistola en el pantalón, luego de bloquearla.
Miku quedó perplejo ante esas palabras tan duras, palabras que lo lastimaron. Le hacían sentir un estorbo, una molestia. No pudo evitar bajar la mirada.
-¿Quieres dejar de estar parado sin hacer nada y ayudarme a esconderlo?- le dijo un tiempo después luego de sacar todas las balas que cargaba.
-¿Así que soy una molestia para ti? ¡Entonces ándate! ¡Ándate como te fuiste a Inglaterra!- le gritó a la vez que lloraba. Takuya lo miró triste.
-Hey, hey ya… no llores.- en eso lo abrazó pero Miku ponía resistencia.- Akiharu estoy tratando de cuidarte, perdona que sea duro pero me da rabia que todo me lo critiques ¿Acaso crees que yo quería matarlo? Lo hice por tu seguridad, todo esto que hago lo hago por ti. Por favor, valóralo y ayúdame a sobrellevar esto. Estamos en una guerra contra el odio, nosotros estamos del lado del amor. Coopera o terminaremos fuera del campo de batalla al igual que este tipo. Te prometo que no volveré a hacerlo a no ser que estés en peligro. Porque… sin ti… yo… me muero.- le confesó al final mientras lo abrazaba fuertemente.
Miku quedó estático al escuchar eso ¿Cómo podía ser tan como estaba siendo con la persona que más amaba que era capaz de entregar su propia vida por salvarlo? Le respondió el abrazo con mucha fuerza y cariño.
En ese ambiente de incertidumbre y protección a la vez, se dieron un corto beso, pero cargado de amor y calidez.
-¿Me ayudas a tapar esta basura?- le preguntó, pero Miku ya estaba en el suelo tapando a su atacante con nieve.- ese es el estilo, Haruko.- le dijo para agacharse y así tapar el otro lado del cadáver.
Cuando terminaron, siguieron su camino, separados, como decía el plan.
Pero con sus corazones más juntos que nunca.