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Un año mas... por LirinSanzo

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Tashikun-sama era un anciano humilde y con un corazón bondadoso, uno de los pocos monjes que adoraban a los niños, y gustaban de verlos sonreír. Se podría decir que ese hombre llamado Koumyou fue uno de los mejores amigos que en el Templo Kinzan se pudo tener, y Tashikun-sama era el monje mas apegado a Koumyou, era el mas apegado a el, claro, después de Kouryuu. Mas sin embargo; al morir Koumyou el pequeño de cabello rubio quedo en el desamparo, no podía dejarlo así.
Y ahora, ver a ese pequeño chiquillo de cabello castaño y enormes ojos dorados correr por todos lados causando destrozos le recordaban aquellos momentos en que Koumyou corría tras el pequeño Kouryuu.

-¡Tashikun! –grito una voz desde la entrada de una de las capillas del Templo.

Los profundos ojos azules del monje se volvieron a los de Góku, que al parecer venia corriendo hasta ese lugar.
-Son Góku... ¿necesitas algo? –pregunto este amablemente.
El niño tardo unos instantes en controlar la respiración y su rostro estaba completamente ruborizado. El no soportaba el frío, lo detestaba tanto como le temía a la nieve.
Pero era Navidad. Y Genjo merecía tener un regalo.
-Navidad... Regalo... Sanzo... cigarros al pueblo.... –Esas palabras fueron las que el sacerdote confundido logro entender de la voz agitada del niño, y una vez que ensambló todas las palabras comprendió lo que trataba de decir.
Tashikun-sama sonrió abiertamente mientras se encaminaba hacia un saco negro que se hallaba en una mesa dentro de la capilla. De ella saco un puñado de monedas.
-Me supongo que como quieres que sea sorpresa Genjo-Sama no se enterará así que, toma estas monedas, el pueblo tiene una pequeña tienda donde venden los cigarrillos que ese condenado Monje fuma... No es que lo apruebe pero ya no tiene remedio... –refunfuño Tashikun mientras sonreía divertido. –Debes cuidar ese dinero, es una buena cantidad con la que tal ves puedas comprarle algo mas a Genjo. Ay muchas tiendas donde escoger. ¿Me supongo que sabes donde se encuentra el pueblo? –
Ante esta pregunta Góku negó con la cabeza rápidamente. No fuera que nunca había bajado al pueblo, pero simplemente el camino era impreciso, había tantas veredas que te enviaban a lugares extraños y otros sin camino alguno. Genjo muchas veces le había prohibido bajar al pueblo a Góku.
-Bueno eso tiene arreglo, veras Góku ay un solo camino que te lleva al pueblo, y el mismo te trae de regreso. Lo reconocerás fácilmente, porque es la única vereda donde los árboles están adornados con artículos de navidad... no batallaras mucho. Y ahora ve antes de que se haga mas tarde, y recuerda, debes regresar antes del atardecer o Genjo-Sama se va a preocupar muchísimo. –

Góku sonrió agradecido y se despidió de Tashikun-Sama con una cordial reverencia que Genjo antes le había enseñado, antes de partir se dirigió hacia la habitación de Sanzo y cogió una suave túnica que utilizaba para el tiempo de muchísimo frío. Dio una ultima mirada a todo el lugar, el joven rubio no se encontraba cerca, pero no debería tardar en llegar, Genjo Sanzo pocas veces salía de su habitación, y mucho menos cuando los días estaban tan grises.
Minutos después, el niño se encaminaba directo al pueblo.
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Genjo Sanzo observaba las luminarias que adornaban las capillas del templo de Kinzan, el frio calaba hasta la misma alma, pero a el le agradaba encontrarse en esa capilla. Su habitación era simple, muchas veces interrumpida por ese Saru escandaloso que solía entrar y salir del cuarto. Pero en ese sagrado lugar las personas le creerían rezando, orando u meditando y no seria molestado en mucho tiempo.
Pero no solo ahí se encontraba por huir del bullicio.
Hacía 7 años. Para muchos, muchísimo tiempo, para el, como si hubiese ocurrido ayer. Recordaba su ultima navidad en la que fue feliz, el nunca fue un niño como todos los demás, no recibía juguetes extraños ni presumía de poder contar con amigos para jugar. Pero el simple echo de pasar esa temporada al lado de su maestro era el mejor regalo que podía presumir...

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-¿Genjo-Sama? –
Genjo levanto su mirada a aquella paciente voz frente a el. Sus ojos azules mostraban una gentileza conocida.
-Tashikun-sama... –murmuro Sanzo frunciendo el cejo. –¿ocurrió algo? –
Pero el anciano no hizo mas que observar la capilla tranquilamente. Se sentó al lado de Sanzo, en una fría banca, mirando hacia el frente. Cerró sus ojos y respiro profundo con una ligera sonrisa en sus labios.
-antes de que llegaras a este templo, Koumyou solía venir aquí, muchas veces se quedaba dormido, escondido entre las bancas, nuestro maestro le daba a golpes en la cabeza en esas extrañas ocasiones que lograba alcanzarlo... Y durante las festividades, aquí escondía los regalos de todos los monjes. Era un sinvergüenza.–
Una mueca parecida a una sonrisa se formó en los labios de Genjo, aun mirando hacia el frente, al igual que Tashikun-sama. -Suele recordar a Koumyou-Sama muy seguido ¿cierto? –
-eres Tu Genjo-Sama quien me recuerda mucho a tu maestro. Tu y ese pequeño que corre hacia todos lados en este templo... –dijo Tashikun con melancolía.
Genjo Sanzo solamente quedo callado un instante. Habían pasado ya casi dos horas y la mediodía se aproximaba. Se le había echo muy raro que ese pequeño mono no hubiese llegado replicando el hambre que tenía.
-Lamentablemente Koumyou-Sama no será jamás igualado a nadie, era un divertido y peculiar monje del cual es mejor que llevemos dentro nuestro y no hablemos mas de el. –Genjo hablo con sequedad repentina e esbozó una sonrisa afectada. Sabia que había sido grosero con Tashikun, pero cada palabra que salía después de una conversación acerca de su maestro siempre solía ser ácida, muchas veces sin intención alguna. –Es mejor que vaya a buscar a ese mono, debe ya de estar buscándome para pedir secuestrar la comida... –
Tashikun por respuesta solo tosió un poco y se puso de pie inmediatamente. –Espera Genjo-Sama, la verdad e venido a buscarte aquí por una cosa... –
Genjo frunció el cejo. –¿Una cosa? –
-Si... aahhh.... –Tashikun era pésimo al mentir, pero ¿Buda perdonaría una mentira blanca? Quería creer que si. Y si Genjo se enteraba que el mono no se hallaba en el pueblo se enfurecería, era mejor mantenerlo ocupado. –Te decía, necesito que me ayudes en ciertas cosas, ya sabes, ordenar algunas oraciones para navidad, eres el único monje en este templo que no esta tan ocupado y que tiene una seriedad suficiente para saber agrupar rezos. Se que es mucha molestia pero te estaría eternamente agradecido...-
El joven rubio no dejo de fruncir el ceño, habia algo misterioso en esa petición, pero no tenia el coraje de decirle que no a ese monje que pudiese ser uno de los unicos amables de Kinzan.
-De acuerdo... pero primero debo alimentar al Saru o... –
-Yo me encargare de eso, no te preocupes, además; estaba por ir a buscarle para regalarle unos cuantos dulces que Takira-Houshi trajo del pueblo. –mencionó Tashikun sonriendo para después de explicarle que oraciones había que ordenar dejo a Genjo en la capilla de nuevo.

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Ojala les halla gustado este capitulo, pronto publicare el siguiente ;)

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