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ENCUENTRO ACCIDENTADO. por Whisperyuki

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Notas del capitulo:

Buen día.

El título del nuevo capitulo se debe a lo que estamos dispuestos ha hacer por alguien, espero no les decepcione.

 

 

Ron, sentado en la acera frente al lujoso hotel Golyam Bûlgariya,  sostenía sus piernas contra su pecho, tratando vanamente de mantener el calor de su cuerpo bajo la tenaz lluvia nocturna.

 Vio un taxi acercarse a la entrada del hotel, así que estiró su cuello lo más posible, tratando de ver quien se apeaba del vehículo. Grande fue su decepción cuando una pareja bajó y entró apresurada al reconfortante vestíbulo.   

Dios ¿Por qué era malditamente impulsivo? ¿Por qué no simplemente había esperado el retorno de Viktor a Inglaterra para hablar con él? No, tenía que solucionar las cosas ahora, o sí no se volvería loco, amén de acobardarse y eso no quería.

 Juntó sus poquísimos ahorros, esos que podían determinar si podía tomar el bus, comer o de  plano pagar la colegiatura del mes, y los gastó en un boleto de avión clase turista para Bulgaria. La cara de Harry (el único enterado de su aventura) cuando le pidió dinero prestado para otros pequeños gastos fue todo un poema.

¿En serio pensó que sería fácil? Ron golpeó su frente contra sus rodillas en un gesto de total frustración por sus circunstancias, hundiéndose más en su lugar.

 Del viaje en avión, pues, fue todo lo bueno que podía ser su segundo viaje en el aire, ya más preparado psicológicamente para eso. Aunque no pudo evitar agradecer a lo que estuviera cuidándolo por llegar sano y salvo a tierra. Pero nada más llegar a documentar sus pertenecías en la aduana, tuvo problemas con el agente aduanero por el idioma. En serio ¿Por qué todo el mundo creía que saber inglés te salva el trasero en cualquier parte del mundo? Nada más falso. Entre sus discusiones en un muy precario inglés, por explicar los motivos y tiempo de su estadía, y esperar a que apareciera su bolso con sus tres cambios de ropa,  estuvo cerca de cuatro horas en el aeropuerto.

El taxista, que había pagado para llevarlo directamente del aeropuerto al hotel donde Viktor, no dejaba de mandarle vistazos curiosamente groseros a través del espejo retrovisor. Al llegar a la ubicación del mismo, no le quedó  duda del porqué de la incredulidad del chofer al llevar al que era un pobre turista inglés. Debió pensar que lo llevaba a trabajar, o se había vuelto loco o era uno de esos excéntricos ricos.

 El edificio era simplemente lujoso. Amplios jardines llenos de rosas de las más fragantes variedades, la fachada a estilo  neoclásico llena de hermosas luces favorecedoras quitaban el aliento. El vestíbulo de piso de mármol blanco lleno de objetos suntuosos le puso nervioso nada más entrar.

 Sí le desagrado a los empleados su presencia discordante en el lugar no lo supo, eran bastante buenos ocultando sus emociones al principio. Cuando preguntó por su Viktor, no quisieron darle información alguna, viéndolo la recepcionista con creciente desconfianza. Cuando la chica, con una tirante sonrisa pregunto si se hospedaría y dijo que no,  prácticamente la amabilidad se había evaporado; ni siquiera le dieron otra opción como él esperarlo o algo así. Fue conducido,  por orden de la recepcionista, a la calle por un tipo todo musculoso que le sujetaba del hombro de su chamarra, como temiendo ensuciarse.

Así, hizo lo único que se le ocurrió, se plantó fuera del  hotel a esperar. Ya llevaba un día completo acampando en la acera del frente, negándose rotundamente a abandonar su posición, a pesar de las repetidas visitas de los miembros de seguridad del hotel, que le convidaban amablemente (entiéndase el sarcasmo) a que se fuera porque “estaba incomodando a los clientes”. Pero él, testarudo como solo podía serlo, se negaba rotundamente a abandonar el lugar. Ni siquiera se había alejado de allí para comer o dormir, no quería irse y no enterarse de la llegada de Viktor. Aunque ¿Y si ya no estaba allí? ¿Qué  iba a hacer? ¿Le alcanzaría el tiempo antes de tener que regresar a Inglaterra para buscarlo?

Un tipo enorme con traje guinda, gafas oscuras  y paraguas se le acercó, era otro miembro del cuerpo de seguridad del hotel. Se preparó para otra discusión más sobre dejar el lugar.

-Señor, tiene que irse de este lugar.- Con un mal logrado inglés le habló. Colocándose a su lado, apacible, pero latente.

-No.- Simple y contundente respondió.

-Está molestando a nuestros clientes. Les pone nerviosos su presencia aquí.- Argumentó el hombre. 

-. Solo estoy esperando FUERA de su hotel, ya que MI PRESENCIA no es bien recibida adentro.-Refutó molesto.

-Sí no se va, llamaré a la policía.- amenazó el hombre, irritado.

 

-Hágalo. Total, no estoy haciendo nada malo. Es más, ni siquiera estoy invadiendo la propiedad de su hotel, estoy en la acera del frente, y el dueño de ESTE ESPACIO no se ha quejado.- le retó el pelirrojo.

 

Ron vio un cambio en el empleado ante sus palabras; como sus músculos se tensaban y en un segundo se lanzaba sobre él. El pelirrojo al haberse dado cuenta a tiempo, se lanzó a un lado para evitar la arremetida. Su pierna izquierda, con la cual se había apoyado y no fue  lo suficientemente rápida al retirarse, fue tomada por el uniformado y jalada, desbalanceándolo, haciendo que su codo y antebrazo derecho golpearan el piso, chispeándole la cara y ojos con agua sucia de lluvia, cegándolo.

Esto lo aprovechó el guardia, concentrando todo el peso de su cuerpo en una mano, empujó la espalda alta de Ron, chocando el plexo solar en el suelo, sacándole el aire,  reduciéndolo en el piso. Le aplicó una llave inmovilizándolo, para luego levantarlo fácilmente.

 

La lluvia arreció su fuerza, cayendo ahora como cortina de agua. Ron abría y entrecerraba sus ojos a causa del agua que entraba por sus párpados, tosiendo por el agua sucia que había tragado cuando cayó.

 

-Te crees muy listo.- gruño el hombre en búlgaro.

 

El pelirrojo no entendió, parte por no tener ni puñetera idea que estaba diciendo el idiota, la otra parte porque su atención estaba centrada en un nuevo taxi llegando al hotel lentamente.

 

Un hombre de amplios hombros e imponente figura bajó, y, a pesar de estar de espaldas y ser cubierto rápidamente por un paraguas gracias al portero, Ron le reconoció.

 

Era Viktor.

 

Dio un paso al frente instintivamente, pero un jalón a su brazo apresado le recordó que estaba reducido.

 

No era momento de dudar, no ahora que la persona que esperaba aparecía. Como pudo, Ron le dio un fortísimo codazo en las costillas al hombre, al mismo tiempo que le daba un pisotón en el pie y su cabeza golpeaba su barbilla, provocando que la sujeción que tenía aflojara. Dio un semi giro para rematar con un gran golpe en la  entrepierna del hombre, que por instinto lo soltó.

 

Libre, corrió con todas sus fuerzas al hotel, pasando como viento a un lado del portero, que no pudo evitar su intrusión y llamó a los de seguridad, quienes raudos llegaron para hacerse cargo del problema.

 

Vio a Viktor hablando con la recepcionista,  solo unos metros le separaban de él. Estiró su mano, que hormigueaba ansiosa por sostener al otro hombre.

 

Pero una montaña de carne se lo impidió.

 

Chocó de frente con un guardia, por detrás  fue tacleado por tres miembros del cuerpo de seguridad, visitando el piso por segunda vez en menos de diez minutos, aunque este estaba lejos de parecerse al sucio piso de la acera. Su cabeza rebotó por la fuerza de como cayó provocándole un gran aturdimiento. El aire no podía entrar a sus pulmones por el peso de los cuerpos encima de él. Sus manos rasguñaban el mármol, buscando  donde asirse para salir de bajo de los salvajes que aún estaban encima de su adolorido cuerpo. Desorientado, jaló aire cuando su cabeza pudo emerger de la masa de hombres. Levantó la mirada ya libre ¡No! Viktor estaba a punto de tomar el ascensor, no podía dejar que subiera, sí Viktor subía sería el fin.

 

-¡VIKTOR!

 

*****************************************

 

 

Viktor llegó al hotel, completamente agotado después de su viaje de retorno de Vratsa en tren. Lo único que deseaba era llegar a su habitación, darse un baño caliente, pedir una cena con servicio al cuarto y luego dormir como tronco. Y, sí Morfeo era benévolo con él, soñar con  su pelirrojo minino y su futuro juntos.

En la recepción, la encargada le recibió con profunda cortesía, dándole los recados que tenía para él. Por el rabillo del ojo vio un revuelo que había a medio vestíbulo. Cuatro hombres de seguridad reduciendo a alguien, no le dio importancia, pero pobre de la persona  que estaba bajo todos esos músculos.

Iba a tomar el elevador después de escuchar pacientemente a la recepcionista. Un pie estaba ya dentro del cubículo cuando lo escuchó.

-¡Viktor!

¡Esa era la voz de Ron! ¡No podía ser verdad! Giró rápidamente, recorriendo de regreso la distancia al vestíbulo, donde se detuvo, mirando alrededor buscando la fuente del grito. La idea cruzó tan veloz por su mente que lo mareó. Quedó completamente horrorizado cuando miro al piso y confirmó que era real: Ron estaba bajo los guardias. Su rojo cabello estaba desparramado sobre el blanco mármol, inmóvil y sin oponer resistencia alguna.

Los guardias se levantaron, al igual que Ron que era sostenido por dos hombres. Los guardias hablaban rápidamente, dando instrucciones, lo que pudo entender era que llamarían a la policía.

No lo permitiría, no mientras él estuviera allí.

-¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Déjenlo libre!- Amagó tirarse contra de uno de los tipos, siendo sostenido por la recepcionista que rauda se había acercado al verlo de regreso.

-Tranquilícese señor, ellos están haciendo su trabajo. Este hombre  es un acosador. – La mujer le susurró, como si guardara un secreto –Había preguntado por usted ayer, pero fue echado del hotel. Por su seguridad, apártese.

-¡¿Acosador?!- La ira iba recorriendo todo su cuerpo. Prácticamente arrebató a Ron de las manos de los guardias, que lo miraban con incredulidad y temor al ver su furia - ¡Él es mi pareja! – Ladró sosteniendo a Ron, acunando su rostro en la palma de su mano. Vio todo rojo al notar el  líquido carmesí que brotaba del labio, corriendo hasta su barbilla.

-Ron, Ron ¿Qué ha pasado?- Preguntó dulcemente al inglés.

-No me dejaban entrar…- Ronald apenas respondió, estaba aturdido por la falta de oxígeno y los golpes que había recibido al ser reducido-…no querían que hablara contigo.

Prejuiciosos ¿Solo porque Ron no vestía ropa cara lo trataban así? Era ridículo, pero tan real, aunque eso no le daba consuelo y sí aumentaba su furia-¡Quítense!- Debía atender a Ron. Lo colocaría en su recamara, debía llamar a un doctor, debía…

-Pero señor…- La chica se atrevió a interponerse, impidiéndole el paso.

-¡Sí quiere que su cabeza quede en su lugar se quitara AHORA!

-¿Qué ocurre aquí?- Por fin, el gerente del hotel apareció, alertado por uno de empleado.

Viktor gruño, explicándole el comportamiento de su personal. El pobre gerente solo se encogía ante cada palabra que salía de su boca. Completamente humillado por el proceder de sus empleados, ofreció disculpas y se puso completamente a sus órdenes. El temor a una demanda era inmenso para tener que arrastrarse así, pensó Viktor dirigiéndose, por fin, a su habitación.

En el elevador, el silencio era sepulcral. Dentro de sí, Viktor no pudo evitar sentirse en deja vú, sosteniendo el cuerpo Ronald. Ron por el contrario, no podía siquiera hablar, sintiéndose confortado a través del calor que traspasaba del cuerpo del moreno a través de su ropa mojada.

 La habitación era ostentosa, llena de artículos decorativos finos, tapetes persas y una cama tamaño queen size con ropa de cama de lino crudo.

 Viktor carraspeó nervioso, soltando a Ron con pesar al traspasar la  puerta-¿Quieres que llame a un doctor?- cerró la puerta. Su mano rascaba tras su nuca, nervioso.

Ron, parado en medio del cuarto, negó en silencio. No era para tanto, aunque si le dolía un poco la cabeza.

-Será mejor que tomes un baño caliente o te resfriaras- sugirió Viktor, viendo a Ron a detalle.  – ¿Ese es todo tu equipaje?- Refiriéndose a la mochila mojada el pelirrojo traía colgada de lado.

Ronald asintió en silencio, cohibido por las circunstancias; esta no era la forma que había planeado reencontrarse.

-Toma lo que necesites del baño- Con un movimiento de su cabeza, Viktor señalo la puerta del baño. Innecesario decirlo dos veces. Raudo el pelirrojo desapareció en el baño. El agua corriendo se escuchó poco después.

Viktor se sentó en el borde de la cama, sus antebrazos descansaban a mitad de sus piernas, preguntándose cómo actuar. Sin encontrar una respuesta que lo satisficiera transcurrieron los minutos.

Suaves pasos amortiguados por la alfombra captaron su atención. Ron reaparecía a escena cubierto por una bata de baño negra, una suave voluta  de vapor escapaba de sus cabellos húmedos. Se veía cansado, demacrado y unos semicírculos oscuros estaban dibujados bajo sus ojos. Sin invitación alguna, se sentó a un lado de Viktor, separado ligeramente. Aspiró profundo. Un suave dedo tocó  su herida en el labio, así que respingó por el gentil tacto.

-Ya dejó de sangrar, eso es bueno.-Puntualizó el moreno.

Algo se activó en Ron. Acortó la distancia que separaba los labios de ambos en un suave beso. Viktor por inercia estiró sus brazos y atrapó la cintura de Ron, arrastrando el lechoso cuerpo contra suya.

El pelirrojo se apartó brevemente del beso, sus ojos azules se centraron en los oscuros de Viktor -No me importa que fue de tu pasado y que hiciste. No tenía derecho a decirte todas esas cosas...yo…yo me equivoqué. No debí pedirte confianza cuando yo no te daba la mía. Mi inseguridad siempre me juega malas pasadas. ¿Sabes? Nunca he podido entender que te atrae de mí. Qué te des cuenta que  soy poca cosa y te marches me da miedo. -Suficiente  audacia por parte de Ron con la declaración, se puso completamente colorado por ella.

El búlgaro abrió sus ojos cual platos, aguándose estos. Descansó su frente en el hombro de Ron, un sollozo brotó de su garganta. –No te merezco.

 -¡No digas eso!-Ron abrazó a Viktor por los hombros.

-No, Ron. Es el hecho de que tienes razón, no confié en ti. Te oculte parte de mi vida porque temía que te alejaras.

-Viktor…

-Cuando era niño, bueno, no solo entonces; mis padres, no son muy buenos que digamos, siempre fríos y ocupados en sus asuntos.-Viktor comenzó a relatar –Por pura casualidad comencé a jugar rugby. Solo fue curiosidad al principio, pero resulté muy bueno en ello. Al fin mis padres comenzaron a ponerme atención,  pero me presionaban demasiado, solo el abuelo me trataba como lo que era, un niño. Me orientaba y me quería incondicionalmente. Cuando era adolescente el murió y  comencé a perder el piso. Mis padres seguían igual, siempre presionándome y yo quería su aprobación desesperadamente, pero nada los complacía. Así comencé a buscar la aprobación de otras personas, que me “adoraban” y estas no siempre fueron buenas compañías. Comencé a usar drogas por presión y luego por gusto.

Ron jadeó, pero siguió escuchando.

-Cuando iba a la universidad conocí a Dimitar y a Matei, ellos estaban también en el equipo, nos volvimos amigos. Éramos brillantes, teníamos un futuro prometedor como futuros jugadores. Matei me presentó una chica, Stara, empecé a salir con ella sentimentalmente, a pesar de que sabía que Dimitar estaba interesado en ella, pero no nos importó. Como consecuencia de esa relación ella también empezó a consumir, al igual que Dimitar y Matei. En el equipo no se enteraban porque hacíamos trampa en los exámenes antidoping. Ya era “feliz”.

De pronto, la burbuja de mi supuesta felicidad se rompió. La Universidad por una acusación de doping examinó todas las pertenencias de los atletas. En los casilleros de los tres encontraron las drogas y fuimos expulsados del equipo y comenzaron un proceso  judicial. Poco después, una noche Dimitar y Matei me confrontaron, peleamos a golpes. El teléfono de Matei sonó. Le decían  que se habían llevado a  Stara ­al hospital. Corrí a mi auto, ellos dos se subieron sin preguntar y yo no dije nada, solo me importaba llegar. Volqué por el exceso de velocidad. Cuando desperté en el hospital me enteré que Stara murió ­de una sobredosis y que en el accidente las piernas de Dimitar quedaron prensadas y no sabían qué iba a pasar.

Me convertí en un paria. Mis padres me dieron la espalda. No tenía a nadie y a nada que perder, así que me mudé, cambie de universidad, comencé a trabajar y a tomar terapia, allí conocí a Bojan, era voluntario y nos volvimos amigos. Compartimos intereses y decidimos mudarnos a Inglaterra por aventura, pero sobre todo para olvidar.- Viktor tomó los costados de Ron, separándolo y confrontándolo- Es tu decisión dejarme o no al saber esto, Ron.

Sus mejillas fueron pellizcadas y jaladas con fuerza –Caradura ¿Crees que me endeudaría con Harry, tomaría un avión, cruzaría media Europa, me quedaría afuera de tu hotel arriesgándome a que me llevaran arrestado solo para ver tu carota para decirte vete al diablo? Estoy aquí porque no pude esperar para darnos una oportunidad.-Ron, tenía fruncida su frente, pero su mirada desmentía el gesto molesto, llenos de entendimiento y amor.

Ahora fue Viktor quien arremetió contra los labios de Ron, una semana había pasado lejos de esos labios y había parecido  toda una eternidad. La boca de Ron se abrió como una flor, dándole libre acceso a su interior que fue recorrido por la lengua del búlgaro, degustando el sabor a menta impregnado a causa de la pasta dental. Un suave quejido escapó de Ron cuando Viktor tomó la nuca del pelirrojo, ladeándola y mordisqueó juguetonamente su labio inferior, lastimando la herida.

-Lo lamento-se disculpó Viktor, acariciando la nuca de Ron.

-No importa- Ron bostezó. El cansancio le estaba pasando factura. Involuntariamente sus ojos se cerraban y abrían, dándole una apariencia totalmente tierna.

-Descansa- Viktor Deshizo el nudo de la bata de Ron, halándola suavemente, dejándolo desnudo. Su hombría respingó ansiosa ante semejante escena, pero no era capaz de presionar a Ron para tener relaciones en el estado que se encontraba, además  él también estaba exhausto. Ambos necesitaban descansar, y para él, el que Ronald estuviera allí era más que suficiente.

Jaló las sabanas, luego recostó a Ron, quien no oponía ninguna resistencia, al contrario, se mostraba dócil y se dejaba manejar.

-¿No vendrás?-preguntó Ron mientras Viktor lo arropaba.

-Pronto. Necesito asearme. No tardare.

Ron asintió, mientras aferraba la sabana, comenzando a caer de sueño.

Tal como dijo, el búlgaro dejó a Ron acostado para ir al baño y ducharse tardando nada. Salió solo cubriéndose con una toalla atada en su cintura. Vio a Ron dormido de lado, tan tranquilo que casi se sintió culpable cuando se deslizó desnudo bajo las sabanas y se recostó tras él.

-¿Ron?- Llamó Viktor muy bajo, tanteando si estaba completamente dormido.

-¿Mmm…?- Respondió Ron muy adormilado.

-¿Quieres saber porque me enamoré de ti?

-Mmmjjjj- afirmativo.

-Porque el día en que te conocí, vi en tus ojos el mar en el que deseaba ahogarme.

Al no obtener respuesta, supuso que Ron  estaba profundamente dormido. Le abrazo y se dispuso a dormir. El pelirrojo se dio la vuelta, acurrucándose apretadamente contra su pecho. Él le abrazo con fuertemente, acomodó su rostro, quedando su nariz a la altura del cabello de Ron, hecho que aprovecho para aspirar el aroma del pelirrojo.

-Viktor- Al parecer, Ron no estaba tan dormido como creía. Su aliento chocaba contra su pecho, produciéndole cosquillas- Te amo.

-Y yo a ti.

Ambos se dejaron envolver en la calma que les producía la presencia del otro, quedándose dormidos al poco tiempo sin decir nada más, no era necesario.

Sin duda, eso era amor.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí ¡En el proximo cap lemmon! Estoy emocionada, sera la primera vez en que Ron toma la iniciativa wiiiiii.

No dire más, espero que se cuiden y nos vemos.

Un beso y abrazo para tod@s.

PD. Si quieren hacer feliz ha esta humilde escritora (y que necesita que alguien la mime) porfis, manden un rev con su opinión.

Byee.


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