Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una taza de Café sin Azúcar por Black_Angel_93

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esto es algo totalmente salido del Universo de Death Note conocido por los fanáticos.

Mikami es u personaje que, sin duda, ha ejercido un gran sentimiento de atracción (calentura XD) en mí, por su misterio, su rol en la serie, pero la gran desilución que nos dejó en el último capítulo me ha obligado a transformar un poco el Universo para procurarle una historia donde yo lo viera no solo más compuesto, sino también más sexy...XD

Es por eso que, resolví unirlo a mi segundo personaje preferido: Yagami Raito, y me ha quedado gustando mucho la idea ¿Y a ustedes? (se que todos prefieren LxR, pero denme una oportunidad ¿Ne? :3)

Espero sea de su agrado...

Notas del capitulo: El fic, en general, está narrado por Mikami. De no ser así, avisaré en las notas :3

Espero sea de su agrado, colegas...
Capítulo 1: Un hombre normal

Despierto, temprano en la mañana, en un movimiento sobresaltado e imprevisto, que como todos los días, me provoca el incesante tintineo del despertador en mi mesilla de noche, golpeando mis tímpanos, casi gritándome, insistente, incontrolable…un solo manotazo, y parece haber entendido quién manda.

Me levanto rápidamente, aunque sin ánimos ni intenciones que lo ameriten. Con la misma rapidez, me encamino al cuarto de baño para sacarme el sueño de encima con un chorro de agua helada, como todos los Jueves, a causa que el cansancio semanal parece pesarme más que otros días en la espalda.

Una rutina tan normal y poco motivadora, que hasta me siento culpable de no haberme quedado en cama. Pero, como bien me dicen mis compañeros, no soy más que un maldito trabajólico, y a pesar de que la rutina es cansadora, no me queda de otra: el deber me llama.

Mi nombre es Mikami Teru. Soy un humano normal (según yo) pero con algunos trastornos (según otros). Un Adulto joven, según mi cédula de identidad, los números son incapaces de mentir. Llevo una vida tan aburrida y normal, pero no puedo quejarme de ella: vivo en un apartamento que solo comparto con el aire que respiro, un empleo que me da para poner pan en la mesa, y además de otros gustos, como ir en las noches de Lunes y Jueves a un gimnasio cerca del edificio donde habito. Además de esto ¿Qué más puedo pedir? No tengo vicios, adicciones, historias interesantes ni muchas cualidades que vayan a hacerme un tipo con un gran círculo social…

Termino de prepararme para salir rumbo a la Fiscalía. Elegí un traje que fuese con mi gusto: algo opaco, un conjunto verde que me ensombrece, y se ajusta a mi talle a la perfección. Me calzo de negro, y termino por ajustar un abrigo sobre mi cuerpo, también negro. Pongo algunas cosas en mi maletín, y dejo que este penda sostenido por mis dedos enroscados en la manilla. Sobre la mesa, reposan mis anteojos: casi los olvido. Y sin ganas de ponérmelos, resuelvo guardarlos en mi bolsillo.

Me voy de casa, habiendo dejado todo en su lugar, ordenado y limpio. Me apresuro a tomar el tren que me llevará lo más cerca de mi lugar de trabajo, y así tal vez alcanzar a tomar mi desayuno en otro lugar que no sea mi silencioso y desesperante departamento. Bajo las escaleras que me llevan a la estación subterránea, y me inunda una sensación tan asquerosa y agobiante que me resigno a respirar unos segundos: El aire está caliente…

Termino de bajar las escaleras, y disimuladamente, respiro por la boca. Prosigo con mi paso rápido hacia la línea de espera para el tren, y casi al alcanzarla, este había llegado. Abrió sus puertas, permitiendo el paso a los pasajeros y a mí…

Me siento en un lugar cercano al extintor, y me acomodo hasta estar a gusto dentro de la indiscutible incomodidad del transportador. Pongo el maletín sobre mis piernas, y las manos a su vez sobre el maletín. Al menos el aire del tren está un poco más frío, dado que el aire acondicionado estaba al máximo. Logro complacer mi vista con un anuncio bastante interesante en la portada del diario que lee el pasajero sentado frente a mi…

El trayecto se me fue rápidamente, soñando despierto, mirando por la ventana, o descansando los ojos por unos pocos segundos. Finalmente, el tren se detiene en la estación donde yo debo dejarlo. Me levanto, tomo mi maletín, y me alejo con el mismo paso de antes hacia el exterior de la agobiante que me envuelve en la estación. Salgo a la luz de la ciudad, a ocas cuadras del Café donde suelo frecuentar a tomar algo antes de ingresar a la Fiscalía…

Cruzo un par de calles, concentrado en los pocos metros que me separan de una mesa vacía en la parte exterior del Café, paso a paso, más cerca…
Ya solo me falta una cuadra. Paso al lado de un negocio pequeño, y sentí (metafóricamente) mis tímpanos sangrar ante tan estrepitoso ruido que se liberaba desde su interior, tuerzo la boca, y con la mano libre, tapo mi oído, hasta haberme alejado del molesto ruido…¡Alivio!

Ya había llegado a la mesa libre del café, junto bajo la enorme sombra de un árbol bastante común en Japón, pero cuyo nombre ignoro, desgraciadamente…Me desojo de mi abrigo negro, colgándolo en el espaldar sin que toque el suelo, luego, me sitúo en un asiento pegado al ventanal que da hacia el interior del local, y espero que el mesero, a pocos metros de mi, haga cuenta de mi presencia…se ve que le tomará un tiempo: atiende a una señora que parece estar pidiendo bastante de comer…

Mientras espero, me dispongo a leer un libro que guardo en mi maletín. Un compañero de trabajo me lo ha recomendado, y hace un tiempo lo llevo leyendo antes de ir a dormir. En conjunto extraigo el libro de mi maletín, hago que mi mano se deslice hasta el bolsillo de mi abrigo hasta alcanzar mis lentes. Los acomodo, hasta que los soportes de la nariz y las orejas estén fijos en su posición. Abro en la página que quedé a noche anterior, y comienzo mi lectura, silenciosamente, deleitándome con las prosas escritas por la autora…

Siento que alguien me rodea por los hombros, habiendo ya tomado posición en la silla que estaba a mi lado…
-¿Tan sola, preciosa? ¿Te parece si te invito algo?- me siento asqueado…
-Creo que está equivocado, señor…no soy mujer- digo fríamente, aunque sonriendo, quitándome los anteojos, y mostrando que evidentemente se había equivocado, posiblemente porque mis lentes de lectura suelen hacerme ver bastante femenino en algunas ocasiones…El hombre se aleja notoriamente sonrojado, no dejando de reiterar sus disculpas, en tanto sus torpes pasos lo alejan de la mesa donde esperaba que me atendieran…retomo mi lectura

-Señor…¿Qué desea?- me dice el mesero, interrumpiendo mi lectura. Yo me quito los anteojos, y guardo el libro en mi maletín, nuevamente
-Una taza de café pequeña, nada más…- digo –Sin azúcar-
-¿Algo más?-
-Nada más-
-Pronto le traeré su pedido- Bien, bien…mientras esperaré, aunque quizás no lea, dado que se que demoran muy poco en su servicio. A cambio, me entretengo viendo como un niño devoraba una enorme ración de pastel a unas mesas de mí, embarrando la crema en sus manos, y posteriormente introduciéndolas en su boca, aunque también dando una generosa parte a sus mejillas, su cabello y la ropa. Su madre le reprende, y el niño a cambio bufa, ignorándola, y siguiendo con su comida…Es el ocio ¿Qué más quieren que haga? ¿Ponerme a contar autos? ¿Ver si de casualidad, pasa un escarabajo rojo en la calle de en frente? Me entretiene más el niñito…

Dentro del local, hay una atadura de gritos y reclamos que llama mi atención
-Es tu pedido, debes ir a entregarlo tú mismo…-
-¡Hagamos un cambio, Raito, y mientras yo limpio este desastre que Matsuda ha dejado en la cocina, tú entrega el pedido por mí ¿Quieres?!-
-Es más fácil limpiar la cocina que interactuar con el cliente ¿Por eso quieres el cambio?-
-¡No, Raito, no me discutas, ahora, solo ve y entrega el maldito pedido! Además, te ayudará a interactuar más con los clientes, ya que te la pasas en la cocina…es casi un favor-
-Bueno, si insistes…- hay una breve pausa…
-¡Ah, Raito! Aprovechando que pasas cerca del mesón, cambia de canción ¿Si? ¿Gracias!-
-¿Y por qué no tú..?-
-¡Es porque vas de paso! ¡Cambia la canción, que Mozart ya nos está aburriendo!-…me sonrío
-Bien, bien…pero pondré algo de mi gusto…-

Al poco rato, una canción conocida se lleva la atención de mi sentido del audio. Y desde el interior del local, emerge un muchacho, con rumbo hacia mi mesa…
-Su pedido, señor…- me dice con voz sutil…me siento halagado
-Muchas gracias- digo, sin dejar de observarlo

Era un joven bastante bien parecido. Estimaba que su edad no lo tendría más allá de la Universidad, o quizás hasta de los últimos años de secundaria. El pelo castaño, alto, esbelto, y unas facciones bastante bien definidas. Muy varonil. El uniforme de su trabajo le sentaba como anillo al dedo: camisa blanca, pantalón negro, una corbata roja en el cuello. Encima, el delantal para evitar mancharse, de color negro, y con el rebaje superior lo bastante profundo para lucir la corbata.
Pareció sentirse incomodado con mi mirada
-Eh…señor…- insistió, arqueando una ceja –Su pedido-
-Si, muchas gracias, muchacho…-
-¿No va a tomarlo?-
-Si…-
-Entonces…hágalo- señaló la taza en frente de mí, sobre el tablón de la mesa
-Lo haré…-
-¿Eh?- lo seguí mirando, fijamente…-¡Ya entiendo!- tomó la taza -¡Nuevamente tomaste mal el pedido…!- gritó hacia adentro del local, posiblemente al mesero que anteriormente me atendió
-¡No, no…!- le detuve –Está bien-
-¿Entonces…? ¿Por qué me mira tanto? Si quiere cambiarlo, sólo dígamelo, o pida algo más y lo cargaré a su cuenta…-
-No es eso…-
-¿Quería que viniera el mesero anterior? Si quiere, le llamo…-
-No, no es por eso…-
-¿Entonces?- me miró nervioso. No sabía que se intimidaría tanto
-No es nada- asentí, tomando la taza de café por el asa, y llevándola a mi boca, luego, consulté -¿Cómo se llama la canción que pusiste?
-Eh...What Lies Beneath, de Breaking Benjamin...-
-Te queda bien el tema, buena elección- volví a sorber mi café
-Pues…buen provecho…- se dio media vuelta, y camino al recinto, escuché que susurró: -Demente…- sólo me sonreí, algo avergonzado por haberlo asustado sin querer…

Extrañamente, y a pesar de la falta de azúcar, sentí en mi boca un sabor tan dulce, invadiéndome, entibiando mi cuerpo. El café que suelo tomar no es así, trato de convencerme. O quizás, la situación anterior me ha hecho cambiar el sabor de las cosas…¿Pero por qué a dulce?
Bien…admito que me encanta filosofar de cosas estúpidas por mero ocio, hasta confundirme (o confundir a quien me escucha) pero pensar esto es algo estúpido. Me apresuro a beber mi café, pido la cuenta (me atiende el mismo mesero de antes), pago, dejo un par de monedas de propina, y me voy. Poco me falta para alcanzar el edificio de Fiscalía, pero un sentimiento bastante peculiar invade mi mente, y ni siquiera logro centrarme en el camino que recorro…

Sólo reposa en mis pensamientos aquella graciosa y atrayente ilustración del muchacho que sin querer había puesto nervioso. Me hacía gracia recordarlo, Quizás, por un tiempo, y mientras siguiera frecuentado al mismo Café, sería una anécdota que me gustaría recordar para endulzar no solo mi café, sino también mi rutina…¿Les parece que estoy yendo por un mal camino? ¡Culpen al psicólogo, que no supo hacer nada útil conmigo! Yo mientras seguiré riendo para mis adentros…
Notas finales: ¿Les gustó? ¿O mejor me corto los brazos :D?
Dejen views, en cualquiera de los dos casos...¡Son gratis! Y a mi me harán muy feliz :3

Nos leemos, colegas

¡Sayo! Nya~

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).