La noche era fría, un viento helado recorre un cuerpo empapado totalmente. Su mirada era de una mezcla de ira, frustración y tristeza. El sol salió, radiante y herrmoso, la tormenta que había provocado una terrible perdida, ahora parecía ocultarse, al salber su gran crimen. La tripulació empezó a salir aún adormilados, los primeros rayos del sol los había despertado. La èliroja, llamada Nami, sentía una extraña sensación en el pecho, como si aalgo terrible hubiese ocurrido.
Todos los chicos, miraron de un lado a otro, notando la ausencia de cierto pelinegro ruidoso y alegre. Todos miraron dudosos al espadachín, lo observarón de arriba a bajo. Con una mirada, todos supieron que algo muy malo le había pasado a su inquieto capitan. El rubio cocinero, arrojando su cigarro recien encendido, se dirigió molesto a donde el peliverde.
-¡Tú, grandísimo imbecil!, ¿Cómo dejaste que pasara?, deviste protegerlo.
-Sanji, calmate. Así no logrremos nada.
-Pero... Nami-san.
La mirada de todos era de gran pesar. Pobre de ellos, que no sabían que su capitan seguía aún on vida. Entre muros de piedra, frío como una tumba y donde la luz era escas, debido a que eran de unas cuantas velas, casi a punto de estinguirse.
Una gota de agua, proveniente del techo, cayó directo al rostro del desmayado joven. Abrió lentamente sus ojos, logrando divisar los objetos a su alrededor. Supo inmediatamente que estaba en un lugar desconocido, como un calabozo. Penso, que posiblemente los de la marina, lo encontraron y lo capturaron, pero de ser así, ¿por qué no estaba encadenado o algo?
Trató de levantarse, se dió cuenta de que estaba en una cómoda cama, las sábanas de fina seda blanca, eran cálidas. En la entrada de la puerta, un hombre apareció. El chico se sintió intimidado ante la mirada de aquel hombre de gran presencia.
-¿Quién eres?
-Veo que ya has despertado, niño.
-No soy un niño, y no me has respondido a mí pregunta.
-Ya sabes mi nombre, ¿quizas ya no te acuerdas?
-A ¿si?
-Creo que no importa, en cuanto te sientas mejor te iras.
-Pero... no se donde estoy.
-No te preocupes, seguro vendrán por ti muy pronto.
-¿Cómo lo sabes?
-Por así lo se, no preguntes más.
El chico trató de buscar entre sus memorias, quizas algo le haría recordar el nombre de aquel extraño sujeto. Entonces, como un rayo golpandolo, su nomre le llegó a la memosia.
-Zhetis...
-Ya lo recordaste.
-Si, ¿ese es tu nombre?
-Si, lo es.
-El mío es...
-No me lo digas, creeme, es mejor así, despues te podrías arrepentir.
-pero..
-Dejalo así.
-Esta bien.
El chico, se puso un poco deprimido, levantó la mirada y no pdo evitar ver los ojos de aquel sujeto. Azules tan intensos, como un profundo lago, esos ojos, tan fascinantes y hermosos, lo habían hechizado. El hombre se percato de ello y apartó la mirada, con un tono de voz alto que denotaba molestia.
-No me mires a los ojos, no deviste hacerlo.
-Pero, tienes unos ojos muy bonitos.
-No, no lo sabes, mejor calla.
Así, el ojiazul, acultandose entre los cabellos, decide irse lo más rápido posible del lugar.
-No debió ver mis ojos, no... ahora las cosas pueden salirse de mi control, solo espero que se recupere pronto y se vaya.
Mientras, un barco sin capita, se acercaba a las costas de una hermosa playa,ahí, tratarían de abastecerse para continuar su recorrido.
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