Capitulo 1: Sorpresas de un Reencuentro
Se encontraba en un pequeño parque en el cual solía pasear cuando necesitaba pensar las cosas. No sabía cuánto tiempo había pasado desde su muerte hasta que volvió ahí, sólo unos minutos antes estaba junto a Hero, el jefe de los ángeles guardianes, quien le explicaba los procedimientos que tenía que hacer para llegar ahí. Luego le dijo que cruzara la misma puerta por la que entró, él lo hizo y se encontró en ese lugar. Sabía que estaba en la tierra de nuevo, pero lo que no entendía era qué tenía que hacer ahora.
Tomando una decisión, comenzó a caminar dándose cuenta que la gente no se percataba de su presencia, lo cual era razonable teniendo en cuenta que estaba muerto y era una especie de “ángel guardián”, lo que lo llevo a pensar irremediablemente en la persona a la cual debía hacer feliz. En serio, de entre todas las personas del mundo ¿tenía que ser justo él? Ahora se arrepentía de haber aceptado tan pronto, podía soportar el infierno pero no tener que ayudar a la persona que más odiaba. Encima, había que agregar que ni siquiera sabía dónde se encontraba ese niño de los dados. Tratando de dejar de pensar en él, se encaminó a un callejón bastante oscuro, a pesar de ser aún de día.
El rubio iba metido en sus pensamientos cuando escuchó un sonido extraño. Esperó unos segundos para ver si se repetía pero, al notar que no se oía nada, emprendió la caminata otra vez. Después de unos minutos volvió a escuchar lo mismo. Esta vez logró identificar lo que era: un grito, parecía que alguien estaba en problemas —lo cual no era raro, ese tipo de lugares eran muy peligrosos—. Apresuró la marcha para ir hacia donde seguro estaba el problema. Al llegar vio algo que ya tenía en mente: dos hombres bastantes grandes y corpulentos estaban agarrando a lo que parecía ser un niño. Mihael no sabía cómo actuar, si bien lo correcto era ayudar, no creía que podría… él estaba muerto, era un espíritu así que ni siquiera lograrían verlo. Decidió quedarse a ver qué planeaban hacer, si la situación se ponía grave, actuaría.
—Belleza, ¿qué haces aquí sin tu perrito faldero? ¿Acaso te cambió por otro? —preguntó el que parecía ser el mayor mientras lo tomaba de los brazos rudamente para ver si lograba sacarle alguna expresión de la cara.
—Sí, es raro que ese tipo no esté contigo, pero es mejor para nosotros… Hace días que queríamos atraparte, es una lástima que no puedas vernos. Veamos si por lo menos podemos sacarte alguna expresión de esa hermosa carita —dijo el otro, acostando a su presa en el suelo para automáticamente ponerse encima de él.
—Lo que quieren hacer es ilógico y tonto, aprovecharse de alguien para saciar su lujuria es algo estúpido —contestó el niño, sin mostrar el más mínimo rastro de miedo.
—¿Ah, sí? Pues veamos qué piensas una vez juguemos contigo, aunque estoy seguro de que lo disfrutarás —comentó el primero, apretando un cuchillo dispuesto a cortar la piel bien blanca del chico.
Mihael pensó que era tiempo de hacer algo antes de que lastimaran a quien sea que estaba ahí, sentía que debía hacer algo y, corriendo hacia donde estaban los tipos, le dio una patada al que lo sostenía haciendo que el hombre cayera al lado del joven. Mello, al ver que podía golpearlos, se dio vuelta para enfrentar al otro.
—¿Quién anda ahí? —interrogó el susodicho, mirando a todos lados tratando de divisar a quien golpeó a su compañero.
—Interesante, puedo tocarlos pero ellos no pueden verme, perfecto, eso ayudará —manifestó el rubio, sonriendo prepotentemente para seguido clavarle un buen puñetazo en la cara al hombre, haciendo que se tropezara y se alejara unos cuantos pasos.
—¿Qué pasa? ¿Por qué no veo a nadie? ¡Muéstrate, sabandija! —exigió descolocado el sujeto, tocándose la cara por la cual ya corría sangre.
—Lástima. Aunque quisieras, no puedes verme —respondió Mihael logrando asustar al otro, quien no podía ver pero sí escuchar a su contrincante.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó, acercándose a su camarada y ayudándole a pararse para largarse lo más pronto posible.
—Simple, que se vayan y no vuelvan a tocar a este niño, debería darles vergüenza atacar a un menor —declaró el “ángel” cruzándose de brazos.
—Ok, ya nos vamos, sólo no nos lastimes… lo que sea que eres —dijo el hombre y, como ya tenía previsto, salió corriendo de ahí junto al otro.
—Par de gallinas —expresó él dándose la vuelta para ver a la persona que había salvado. Frente a él un joven de cabellos blancos lo “miraba” sin poder creer no sólo el hecho de que veía si no a quién veía.
—¿Mello? —preguntó, asombrado. El chico traía un conjunto blanco que bien podía pasar como un pijama.
—¿Near? —devolvió la pregunta el nombrado, sin poder creer que quien había salvado era nada más y nada menos que a quien tenía que encontrar. Analizó bien al que una vez fue su mayor rival: tenía algo diferente, tal vez su mirada… eso era. Aunque parecía que lo estaba mirando, sus ojos eran dos posos vacíos que no tenían pupila y, si él recordaba, los ojos del peliblanco eran negros—. ¿Qué le pasa a tus ojos?
—Esto… pues no veo —respondió tranquilamente, conservando esa expresión carente de emociones que Mello siempre había odiado.
—¿No ves? Vaya broma si no ves ¿cómo es que sabes quién soy? —preguntó, creyendo que el otro le estaba tomando del pelo.
—Eso me gustaría saber también a mí, yo lo único que veo a mi alrededor es negro pero a ti logro verte claramente —contestó Near, agarrando uno de sus mechones de pelo para enredárselo en su dedo como siempre solía hacer.
—Ajá, no hace falta que digas mentiras. Que yo recuerde tú no eres ciego —reclamó Mello comenzando a enojarse. ¿Cómo es que en tan sólo minutos lograra enfadarlo tanto?
—Es cierto, no lo era… me quedé ciego luego de la batalla con Kira —dijo el menor, acercándose un poco al otro para saber si en verdad estaba ahí—. Además, que yo recuerde, tú estabas muerto.
—Lamento desilusionarte, Near, pero me dieron una segunda oportunidad —comentó el rubio, quedándose en su lugar mientras el otro se acercaba.
—Pero no estás vivo —acotó Near. Era cierto, aunque a simple vista no se notara. El hecho de que esos dos tipos no hayan logrado verlo era prueba suficiente.
—Eso es porque para volver a la vida tengo que cumplir una maldita misión —se quejó el mayor, recordando lo que hacía en ese lugar.
—¿Cuál? —preguntó Near, curioso por saber qué era lo que habían encomendado a su antiguo rival para que tuviera esa cara de tragedia.
—Eso no te incumbe —contestó toscamente, no queriendo revelarle la verdad. Una cosa era que tuviera que ayudarlo y otra era que él lo supiera. El peliblanco simplemente se quedó ahí sin decir nada, sólo mirándole como si quisiera grabar su rostro, hasta que se escuchó el sonido de un celular sonando. Rápidamente, el menor tomó el aparato que estaba en el pantalón de su pijama para atender la llamada.
—¿Hola? —preguntó, mas al escuchar los gritos de la persona del otro lado apartó un poco el celular para no aturdirse y con calma le contestó—: Lamento haberme escapado onii-san, sólo fui a dar un paseo. Enseguida regreso a la casa. Estoy bien y no me sucedió nada. Nos vemos. Trata de calmarte —y colgó.
Mello se sorprendió mucho al oír un tono cariñoso en la forma de hablar del otro. Near nunca había mostrado emoción alguna y ahora se le escuchaba hablándole afectuosamente al que según él era su hermano. Eso, sin saberlo, le removió algo en el estomago.
—Gracias por haberme ayudado, Mello, pero tengo que irme, como te has dado cuenta —dijo Near, yendo a una esquina del callejón para agarrar una vara que se encontraba en el suelo.
“Entonces sí está ciego” pensó Mello, viendo cómo Near estiraba el bastón, ubicándolo delante de él para comenzar a caminar.
—¿Piensas irte así nomás? ¿Y si te pierdes? —preguntó el rubio, queriendo golpearse en la cara por haber sonado preocupado cuando NO lo estaba.
—Me sé el camino de memoria, además, debo regresar antes que se haga de noche y mi hermano se enoje conmigo —declaró el otro.
—Eso no importa, enano, alguien puede hacerte algo y, aunque yo me alegraría de que eso pasara, es mi responsabilidad de ahora en adelante protegerte —manifestó Mello sin darse cuenta de lo que decía.
—¿Responsabilidad? ¿Por qué? ¿Tiene que ver con tu misión? —interrogó el peliblanco, teniendo la sospecha de que el más grande no quería que se enterara de algo esencial.
—No es de tu incumbencia, confórmate con que tengo que cuidarte y punto. Vamos, te acompañaré —expresó Mello yendo hacia el otro, pensando que debía averiguar lo que había pasado en ese tiempo desde lo primordial. Cuánto tiempo había pasado desde su muerte.
—Ok —contestó Near, sin oponerse. Agradecía la presencia del rubio porque así sabía que tenía a alguien que le ayudaría en el camino. Además, aunque no lo mostrara externamente, estaba contento de volver a ver a su rival, a quien había extrañado aunque no lo quisiera admitir. Y ya quería ver su cara cuando se enterara de todo lo que había pasado en su ausencia… anotó mentalmente decírselo con calma, porque desde el momento que llegaran a su casa las sorpresas empezarían, y tenía la ligera sospecha de que Mello no se tomaría nada bien lo que vería.
Continuará…