Alguien especial
Toda la vida no la pasamos pensando, soñando con aquel que sea el poseedor de nuestro corazón, de pequeños imaginamos a aquella persona idealizándola.
"No importa lo que pase, tú siempre serás la persona más importante para mi…"
Formándola a nuestras preferencias, soñando con el futuro que nos forjaremos a su lado.
"No importa, ¿Verdad?, todo estará bien, nos volveremos a encontrar, ¡seguro! No importa"
Esperando por ella con ansiedad, y cuando finalmente la encontramos. Pensamos que nada volvería a ser igual si de marchara
Por aquella que por ti la vida daría, con quien piensas que a su lado los inviernos serán menos crudos y los veranos más calurosos, ese ser por el que día a día despiertas y levantas una plegaria en su nombre.
Y es verdad, después… ya nada vuelve a ser igual…
Los tiempos eran difíciles, los días demasiado sombríos
Demasiado fuerte…
Demasiado difícil respirar…
Improbable soportarlo…
Su nariz se impregno con tan característico olor, metálico y salino, teñido de carmín el campo pronto se encontró, en un contraste entre verde vida y rojo muerte. No supo en que momento Napoleón comenzó a diezmar sus tropas ni siquiera reparo cuando Francis se acercaba decididamente hasta él.
Su mirada se había fijado en aquella colina más allá de los cuerpos ensangrentados, del dolor y la desesperación, del fuego cruzado y de los potentes cañones, aquella loma en donde el largo brazo de la guerra no alcanzaba aquella su epifanía personal.
Sentado en medio de un campo de flores blancas, unas prendas verdes y una sonrisa soñadora podían distinguirse, la afilada hoja paso tan cerca de su cuello que un centímetro más y le hubieran degollado, pero el sonido de los metales al chocar y de las explosiones se había desaparecido en el tiempo.
Aquel que el destino le concedía antes del final, lo sabia su cuerpo moría, su gente se disolvía, olvidando su nombre, su cuerpo y su patria, muriendo en pos de un bien mayor: Se gente, sacrificándose así mismo a su amor, aquel puro y eterno que jamás pudo ser.
Solo quería, tenia que poder, no pedía nada mas, esturaba su mano todo lo que su anatomía le permitía, sus ropas estaban desgarradas y sus blancas pieles sangraban al sentir como los territorios pasaba a formar parte de otras naciones, surgiendo vida de su muerte, solo tenia que llegar junto a él, con él…
La ilusión del pequeño italiano se tornaba borrosa, al ir mermando su visión, poniendo lo ultimo de su decisión y su voluntad en poder alcanzar una vez ultima a Veneciano, arrepintiéndose de tanto, deseando aun más, pidiendo solo una mirada una sonrisa.
Su corazón fue atravesado en medio de aquel campo, la hoja que puso fin a su vida para siempre llevaba empuñadura francesa.
Y sus ojos se abrieron dejándole en claro que no podría cumplirle la inocente promesa de amor
- No importa lo que pase – su cuerpo callo en la tierra –Tú siempre… Italia…
En territorios austriacos sintió como el viento susurraba su nombre, envolviéndole en aquella paz tan atemorizante antes de la tormenta, el balde de agua que entre sus manos sostenía callo precipitadamente al suelo, mojando sus pies y salpicando sus ropas, y por primera vez desde que el Sacro se había marchado, la sonrisa en su rostro se borro.
- Siempre te estaré esperando
Pronto las lágrimas cubrieron su rosto bañando sus almendrados iris, no necesitaba confirmación él ya lo sabía: Nunca le volvería a ver…
FIN