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Más que Amigos por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Saga ha recibido una llamada que parece cambiar el rumbo de las cosas, mientras Shaka ha decidido dormir con su acompañante. ¿Qué les espera en la mañana siguiente?
La mañana había llegado y Aioria estaba con un evidente problema para levantarse de la cama. Lo que en un principio le pareció tierno y sensual, en ese instante le estaba agobiando y fastidiando. ¿Pero que se esperaba? Acostumbrado a levantarse e ir directo al baño a descargar líquido se encontró que su acompañante de cama lo tenía anclado y sin posibilidad de levantarse. Al mínimo movimiento, el rubio refunfuñaba y prácticamente lo postraba a la cama con todo su peso. Y si, ¡ya las ganas no las aguantaba!

Pensó en muchas cosas distintas intentando despejar todo pensamiento donde humedad, gota, agua cayendo y cualquier símil se le acercara. Y es que, ¡dioses! Tenía media hora intentando ponerse de pie y había sido imposible. Shaka se le anclaba sin misericordia y había empezado a sopesar la posibilidad de darle un empujón digno de cualquier jugador de lucha libre. ¿Pero qué clases de consecuencias podrían traer eso? La primera y principal, provocar en el hindú una aversión por su compañía. No, no era una opción. Aioria se obligaba a ser todo un hombre y controlar su vejiga hasta que el rubio compañero lo dejara ir de su abrazo asfixiante.

Graciosamente, mientras pensaba en un lugar desértico donde no había ni medio rastro de agua; Shaka empezó a moverse, liberándolo de su abrazo un segundo que aprovechó para salir de la cama y correr al baño a atender tan primaria necesidad. Sintió la gloría literalmente cuando por fin pudo soltar el dique y ya con ánimos renovados y cero mal humor, se bañó y salió con una bermuda azul para ver cómo estaba su compañero. La vista fue delictiva.

Shaka medio dormido, medio despierto, tanteaba el lado derecho como si buscara algo. Aún con ojos cerrados se movía hacía la derecha del colchón, tanteando hasta encontrar la mesita de noche, y siguiendo palpando como si buscara un objeto especifico. Lo vio bufar, entrecerrando sus cejas doradas con algo de molestia y sin abrir los ojos, visiblemente más dormido que despierto. Tal parecía que el asunto le estaba molestando. ¿Es que acaso era frustración? El griego dejó escapar una risilla cuando vio que el rostro de la molestia pasó a la sorpresa al atrapar entre sus manos la lamparilla.

Y es que Shaka estaba totalmente desubicado en el tiempo y espacio, como si no hubiese dormido bien durante años y que por fin había tenido el calor de un humano al dormir, sin necesidad de sexo y sin una almohada de por medio como estaba acostumbrado. Se sentó en la cama dejando caer su cabello que cubrió de inmediato su rostro, resintiendo un poco el haberse levantado de golpe, y tratando de recordar que fue lo que pasó en la noche anterior. Medio abrió los ojos y se encontró sin el jean, lo cual lo hizo palidecer. ¡Pero no sentía haber tenido sexo la noche anterior! Aún así, encontrarse con su bóxer y camiseta tampoco eran indicios de haberla pasado sólo viendo película. ¿Qué fue lo que ocurrió? De inmediato el rubio abrió los ojos como platos y al escuchar la risa del acompañante pasó su mirada hacía él, viéndolo recién bañado, con una toalla corta rodeando su cuello y una bermuda azul hasta las rodillas.

--Buenos días, Shaka--le saludó cordialmente, acercándose mientras colocaba la toalla en una silla cercana. El rubio lo miraba aún tratando de ordenar la información en memoria.

--Buenos días…--balbuceó aún desubicado. ¿Qué tanto había pasado en la noche? ¿Y dónde estaba su móvil? Precisamente eso era lo que buscaba para ver la hora.

--No te preocupes, ¡no paso nada!--levantó las dos manos para hacerse ver como inocente y sin culpas. Shaka lo miró enarcando una ceja y si, sabía que no había pasado nada, de otra forma sentiría cierta incomodidad y no era el caso. Siquiera se sentía con humedad.

--¿Dónde está mi móvil?--el castaño se acercó a su mesa para tomar las pertenencias del rubio, el pantalón, correa y chaqueta, para hacerse la entregar. El rubio tomó todo entre sus piernas, revisando su teléfono y notando decenas de llamadas de Saga y unas llamadas de número desconocido--. Lamento que la noche no haya terminado como esperabas--se disculpo, consciente que no era a dormir lo que pretendía hacer. Aioria sonrío efusivamente.

--¿Bromeas? ¡La pasé genial! Pesé a mi hermano…--se sentó en la cama, pasando una de sus manos por el flequillo despeinado del rubio, para quitarlo de la cara, ya que unas hebras se le había pegado a la comisura de sus labios--. Me gustas--el rubio lo miró con cierta sorpresa--. Sí, me gustas, y créeme que no perdonó que alguien me deje alborotado.

--Me parece que es algo pronto como para decir eso--respondió apenado, viendo que el teléfono de nuevo dejaba entrar una llamada de Saga, cuando apenas eran las ocho de la mañana. ¡Vaya que estaba de un necio!

--¿Todavía te llama? ¡Estuvo toda la noche llamando!--bufó el hindú con fastidio, cortando deliberadamente la llamada. Ya que estaba allí, no iba a desperdiciar la oportunidad. Aún notaba que era muy precipitado lanzar un me gustas, pero sólo por esa vez quería pensar en sexo sólo por sexo.

--Olvidémonos de eso--y dejó el móvil entre sus piernas--. Me provoca hacer lo que vinimos hacer en primera estancias--y el griego literalmente le brilló las esmeraldas de forma ansiosa.

--¿Listo para abrir los puertos?--se lo llevó sobre él, pasando sus manos por los glúteos mientras el rubio se acomodaba sobre sus piernas.

--Es hora de verificar la compatibilidad del hardware.

Y sí, estaban a punto de establecer comunicación entre dos equipos para comprobar la compatibilidad y establecer una red que permitiera compartir los servicios y recursos de la forma más productiva posible. O a eso se le llamaría de forma tecnológica el hecho de ir a por sexo.

Saga entre tanto ya había perdido la cuenta de cuantas tazas de café se había tomado en su apartamento. Su glorioso hermano de la apabullante preocupación se había quedado dormido a pierna suelta en el mueble, pateando de tanto en tanto mientras llamaba a Mu. Vaya que el tibetano había sabido grabársele a la memoria, pero el mayor no podía siquiera pensar en preocuparse por ello. Le frustraba que Kanon estuviera tranquilo durmiendo mientras él sufre pesando en que sus padres estaban por llegar en la tarde.

Sí… y eso era la emergencia, los padres de los gemelos llamaron para avisarles que su vuelo llegaría a las tres de la tarde y pensaban quedarse en su apartamento por dos semanas…. ¡dos semanas! Y lo peor es que durante esas dos semanas tendría que fingir con Shaka ser la pareja feliz que supuestamente eran porque así sus padres lo creían. En otras circunstancias no le molestaría en nada actuar, pero tomando en cuenta que Shaka pasó la noche con un perfecto desconocido y que lo dejó de lado pese a haberlo ido a buscar, no hacían que la tarea de actuación fuera tan agradable. Molesto al ver que no llegaba, ni respondía sus llamadas y ya eran las nueve de la mañana; él decidió tomar las cosas con sus manos, haciendo el cambio de ropas del closet del hindú, al closet de él, como siempre debían hacer cuando sus padres le daba por quedarse en el apartamento.

¿Y cómo hacer? Si precisamente la excusa que habían puesto para tener un apartamento de dos habitaciones cuando supuestamente dormían en una sola habitación como dos tortolitos enamorados era para tener un cuarto de visita. Y si, sus padres se lo habían tomado muy a pecho y cada vez que les provocaba ver a sus hijitos gemelos simplemente llamaban unas horas antes y decían un: vamos en camino, acomódenos su cuarto de visita. Así que debían limpiar el cuarto de Shaka y luego se molestaría por ver como meterían toda la ropa de Shaka en el closet de Saga, tomando en consideración que había comprado más trajes desde la última vez que sus padres habían estado de visitas. ¡Rayos! ¿Y por qué no avisaban al menos con una semana de anticipación? No, no tenía tiempo de seguirse quejando sino de actuar. Jalando una de las piernas de su gemelo para levantarlo, Saga estaba decidido a arreglar las cosas bajo sus propios medios ¡y cuidado a Shaka se le ocurría protestar!

Mientras tanto en la habitación del castaño menor ya las manos estaban jugando sobre la piel ajena. El león se las arregló para lanzar a su presa sobre el colchón y sin ánimos de dejarla actuar para su propio placer. Ante este hecho, Shaka se sentía un tanto incomodo. No estaba acostumbrado a tener una actitud tan pasiva en medio de la relación. Incluso, Saga le dejaba entera libertad de movimientos cuando se trataba de sexo. Eso, junto a la rapidez con la que Aioria actuaba, más llevado por su pasión, tenían al rubio un tanto contrariado. Simplemente no se estaba sintiendo cómodo, por mucho que intentaba serenarse y dejarse llevar por los besos y mordidas que le dejaba en el cuello.

Shaka entendía perfectamente que siendo Aioria alguien de su edad, la pasión estaba a flor de piel. Por lo general en los jóvenes, a la hora de tener sexo, estaban más al pendiente de satisfacer sus propias pasiones que las de su compañero. Y lo estaba comprobando, Aioria lejos de estar al pendiente de cuales zonas eran más activas para Shaka, tocaba en otros lados donde no sentía nada. El único lugar que había asestado y por obvias universabilidad, era su intimidad, la cual acariciaba indolente sobre el bóxer.

De nuevo intentó tomar un poco de control, mostrarle al griego que en el sexo había algo más que unos tantos besos, preparar y meter como aparentaba hacer el león que ya le estaba bajando el bóxer. Pero fue imposible, aplastado con el peso de aquel, sólo sintió cuando una mano tomó su hombría, un dedo ya tentaba su intimidad y de repente los labios le asaltaron la boca. Shaka no podía, simplemente no podía seguirle ese ritmo dinámico de su compañero, realmente sintiéndose fuera de papel. ¡Quizás y al final si estaban demasiado rápido! Inevitablemente recordó aquella vez que Saga lo había tomado por primera vez.

No se trataba de algo romántico, no para nada. Ambos estaban estresados por su tema de tesis cuando debían entregar la tercera actualización en dos días y estaban, por demasía, retrasados. Los nervios dislocados de un Saga fastidiado por cosas de trabajos y el proyecto de grado, con un Shaka que se quejaba y estaba al pendiente hasta de la mínima coma, eran los ingredientes de esa velada que ya cansado, Saga había ido a pedir un servicio de pizza a domicilio con una Coca Cola de dos litros, con el cual pasar la noche en vela. Habían comido, estaban reposando, los dos tirados en el suelo del apartamento con borradores de tesis, Saga de nueva cuenta revisándolos por encimas y preguntando si estaría bien así, si no falta algo, que no estaba seguro del proyecto y que siempre había odiados esos informes. Shaka por su parte le decía que estaba tan estresado que no quería ver una maldita hoja de papel en mucho tiempo.

--Conozco una forma de bajar el estrés--le ofreció el mayor con una mirada de reojo. Shaka de inmediato se sonrojó, volteando el rostro a un lado, sin ánimos de verse interesado.

--¿Hay algo que no resuelvas con sexo, Saga?

--No hablaba de sexo, aunque esa es una muy efectiva--aclaró, reincorporándose.

--¿Ah no? ¿Entonces de que hablabas?

--Bailar--en ese punto fue Shaka quien se reincorporó para verlo con cara de: “¿en este momento se te ocurre bailar?” Si, hasta el sexo tenía mejor justificación que un baile--. Nunca has bailado con alguien, pero te la pasas bailando con una maquina, ¿no te interesaría saber lo que es bueno?

--¿Bailas?--y lo preguntó subiendo una ceja curioso. Saga carraspeó un tanto, antes de rascarse la cabeza.

--Admito que nací con dos pies izquierdos pero, hago el intento.

--Bien, no parece mala idea.

Y así hicieron. Saga consiguió algunos CDs de Salsa y Merengue para reproducir, y Shaka se recogía la larga melena en una cola alta. Ya no había gomantina, ni lentes gruesos, sólo quedaban los aparatos dentales que le quitarían en unos meses. Los años no habían pasado en vano, el cuerpo de Shaka había madurado aún más, y en ese sugerente pantalón deportivo gris de tela sintética se notaba los glúteos tan bien formado por las largas jornadas en esa maquinita del demonio. Sonriéndose con la vista delictiva de su compañero desde la espalda hasta los glúteos, subió sus ojos cuando el rubio volteó ya listos para empezar con la terapia anti estrés. Fueron casi una hora bailando, Shaka riéndose de las veces que Saga perdía el ritmo, y ayudándole al mismo tiempo a mejorar sus habilidades rítmicas en la pista, usando su cuerpo y enseñándole algunos nuevos pasos. Para Shaka, Saga aprendía rápidamente y lo que le faltaba era práctica y para Saga, el rubio se movía demasiado bien como para sólo haber practicado con la maquinita aquella.

De esa forma, mientras bailaban una salsa romántica, Shaka decidió darle felicitaciones a su alumno de baile.

--Ya no tienes dos pies izquierdos--le susurró cerca del oído, con su cabeza pegada al amplio hombro del mayor. Saga seguía siendo el mayor, el de mayor contextura y de alguna forma, se sentía protegido cuando estaba así, recostado sobre él.

--Y ya sabes lo que es bailar con un humano--comentó el mayor sobre su cuello, dejando una huella de su aliento caliente.

--Ya no estoy tan estresado y creo saber de qué manera presentar mejor el capitulo tres.

--Justo estaba pensando en las conclusiones para el proyecto. Como que si nos hacía falta parar--se rieron a lo bajo ambos, siguiendo el ritmo de la música, abrazados y sin mirar el otro.

De improvisto, un dedo de Saga consiguió algo en la espalda del hindú, tocando un punto especifico entre dos platillos de su columna y que envió corrientes nerviosas en la piel del rubio. Shaka mordió sus labios, impresionados con esa sensación de placer que le produjo un leve presionar de la yema de ese dedo sobre la piel. El dedo ahora subió hasta detrás de su nuca, acariciando suavemente, provocando que abandonara la cabeza hacia atrás, agitándose por contactos que no aparentaba ser sexuales, mucho menos cuando la otra mano se alojó fue en la cintura, apretando de una forma que sintió cortocircuitos en sus sistemas de defensa. Los ojos azules lo buscaron azorado, buscando entender las intenciones de su amigo y al verse reflejado en la brillantez de las dos esmeraldas que lo observaban con deseos. Tembló, antes de ser apresado por aquellos labios y desarmado con toques en zonas que él desconocía podía enviar tanto placer.

Para cuando se dio cuenta estaban en el mueble, desnudándose con besos, mientras Saga seguía una inspección exhaustiva, pellizcando, presionando, acariciando o apretando, buscando nuevos lugares, nuevos puntos de placer que pusieran al joven de cabellos dorados a punto de ebullición. Los labios no abandonaban los otros, sólo las manos investigaban y al conseguir de respuesta un espasmo y un gemido; le sonreía, orgulloso de encontrar una nueva vulnerabilidad en el sistema.

--Testeo…--recordó que le dijo con esa sensualidad que sólo el griego sabía imprimir a su voz--, cuales son los puntos de vulnerabilidad en tu sistema, Shaka… Tienes muchos--se sonrió al tocar la parte trasera de su rodilla derecha y sentir el brinco que el rubio realizó victima de la corriente nerviosa--. Aquí hay otro…

--Saga…

--Tenía tiempo buscando la oportunidad de decírtelo. Sé que eres virgen--y allí las mejillas, que ya estaban rojas, aumentaron el tono carmín--. Si estás con otro de tu edad, muy probablemente no lo disfrutes la primera vez, te lo digo por experiencia. Aunque ya yo a los diecisietes dejé de ser virgen.

--¿Me dices quedado?--le recriminó con los zafiros desbordados, inmerso en una clase de hechizo al que ya no quería escapar.

--No, comprendo que tu forma de ser no es la de entregarte con cualquiera. Que necesitas confianza para poder mostrarte vulnerable. Justo como te tengo ahora. Llegar a este punto a un desconocido sé que no lo hubieras hecho--Shaka iba a objetar algo pero fue callado con un leve besos en sus labios--. Déjame ser el primero… prometo que no la olvidaras--plegó su frente en la del menor, mirándole fijamente los ojos, buscando el permiso.

--Es trampa pedírmelo teniéndome ya así…--gimió al sentir las dos manos ya internándose en sus muslos--. Tengo miedo…--aceptó, todo ese campo le era desconocido y odiaba ciertamente sentirse tan desubicado. Pero con Saga no podía fingir mucho y si, se sentía en confianza de admitir que había algo que no sabía pero estaba deseoso de aprender.

--Lo sé… estás temblando.

--Apúrate entonces… hay trabajo que hacer…

--No. No Shaka--lo besó de nuevo, más profundo, más entregado--. El sexo no es besar unos minutos, preparar y meter… es todo un arte. Me tomaré mi tiempo. Aprovecha que aún tengo la cabeza sobre mi cuello, porque cuando no es así no hay pero que valga.

Sí, Shaka recordó aquella vez que por casi una hora lo estuvo delirando como nunca pensó, sintiendo cosas que nunca esperó experimentar. Si bien, usando sus manos había alcanzado ciertas cuotas del orgasmo, eso que pasó aquella noche superó toda expectativa. Había revitalizado cada hebra de su cabello, cada poro de su piel, le había inyectado una vida y no, no fue traumático como tantas veces había escuchado. Tampoco fue sólo sexo… también lo comprendió justo en ese momento que ya el nuevo acompañante buscaba espacio a un segundo dedo, tan rápido que no le dejaba conseguir el ritmo para actuar. Si bien no era con una relación de por medio, hubo complicidad, seguridad y confianza. Saga estaba en la libertad de hacerle sentir el cielo con sus manos, cuidándolo al mismo tiempo y mostrándole en cierta forma, el sentimiento que ya se había gestado, le había confesado y se vio obligado a enterrar; mientras Shaka estaba en confianza para decirle cuando sentía que era muy rápido, o cuando deseaba más, declarar derrota cuando tocaba una zona que simplemente lo enloquecía, confiado de no ser señalado ni burlado, y enfrentado a un sentimiento que el mismo se negaba admitir para ese tiempo.

Por ello con sus manos trató de detener los besos de Aioria, buscar una manera de salir en el paquete donde se había metido. ¡No había compatibilidad! Simple y llanamente eso. No era que su compañero fuera malo, sino que no existía la confianza que necesitaba para entregarse. Debía parar, porque sentía que no lo disfrutaba y sería hipócrita hacerle pensar a su compañero lo contrario.

--¿Qué sucede Shaka?--preguntó el león al sentir que su pareja buscaba despegarse--. ¿Estás impaciente?

--Vas muy rápido--comentó el rubio sin mirarlo a los ojos. Como mirarlo si mientras este lo besaba él estaba recordando a Saga y comparándolo con él. ¡Esa reprogramación no sería tan sencilla como llegó a pensar!

--Es que te deseo…--le susurró volviéndolo a estampar contra el colchón. ¿Pero qué parte de “vas muy rápido” Aioria no entendió? Shaka no sabía ya que hacer, empezaba a sentirse desesperado. No quería ser grosero pero aquello no le estaba gustando. Posiblemente al no estar a tono, ya sin baile, ni bebiditas de más, el proceso de acoplamiento no se estaba dando como quisiere.

Empezó a buscar con su mirada al teléfono celular que aún estaba en la cama y que en ese momento de nuevo estaba brillando indicando otra llamada entrante. Escuchar en ese momento la voz de Saga no era lo más sano, él lo admitía, sería hacer más verídico esos recuerdos de reconocer que con Saga fue su primera vez y casi todas las consecutivas, excepto dos o tres resbalones por allí con alcohol de más. Pero necesitaba cortar el “idílico” momento a como diera lugar. O quizás, aprovechar para hacer un cambio de posiciones y ser él quien tomara las riendas del encuentro. Si, le iba a enseñar cómo es que se debían hacer las cosas y quizás esa llamada sería la clave para amenizar el momento. Haría que contestaba y luego cortaría la llamada y fingiría hablar.

Decidido con su nuevo plan para establecer comunicación entre ambos cuerpos. Shaka de inmediato aplicó palanca para alejarse algo del cuerpo del acompañante y buscó estirar su mano para alcanzar el móvil.

--Déjame contestar--pidió más como un orden que como una petición, provocando que el griego se hiciera a un lado a regañadientes, excitado de simplemente ya tener al dorado compañero medio desnudo.

--¿Tan importante es?--refunfuñó molesto por la interrupción, mientras Shaka se llevaba el aparato al oído, ya curioso al ver que no era el número de Saga el que le marcaba. La cara de Shaka que pasó del rojo vivo a blanco pálido le dio indicios de que si era importante.

En el apartamento, entre tanto, Kanon estaba cansado de mover de un lado a otro toda la ropa de Shaka, que no tenía poca, vale acotar. La iban dejando en el colchón de la cama del mayor, mientras Saga le explicaba su loca idea de todavía hacer el teatro de que era pareja de Shaka en vez de admitir que todo fue un vil montaje.

--¿Te has puesto a pensar que Shaka no llegué hoy?--preguntó el gemelo menor viendo los libros que estaban en el librero del rubio, mientras Saga sacaba las botas para llevársela a su habitación.

--Tiene que venir. ¡El dijo que vendría hoy!--exclamaba el mayor sin ánimos de pensar en tan terrible escenario.

--¿Y si llega después que lleguen los viejos?

--¡Les inventó cualquier cosa!

--Deberías decir la verdad de una vez. Shaka estaba con otro y capaz que pasó una súper noche mientras lo esperabas con taza de cafés.

--No me lo recuerdes…

Y claro, recordárselo era aumentar la ya migraña que tenía el pobre griego. Sin deseos de hacerle más malestar a su hermano sobretodo reconociendo que este provocaba que su humor se ennegreciera, decidió ver que había por allí de entretenido. Y allí vio, un librillo escondido entre otros y forrado con papel azul. Si de por si los géminis eran curiosos, Kanon vino con la cuota triple de esa característica y veía porque ese libro en especifico estaba forrado. Conocía a Shaka lo suficiente como para saber que no era de hacer una acción si esta no tuviera una justificación válida.

Curioso, esperó que su hermano se fuera con las botas a su cuarto, para deslizar el librillo de su espacio y abrirlo curioso. Primero lo hojeó por encima, sin entender una pizca de que se trataba. Había esperado algún tratado de vida sexual, quizás un libro de nuevas posiciones, pero no, ni un solo mísero dibujo. ¿Entonces porque Shaka buscaría esconderlo? Sintiéndose decepcionado al no conseguir porno encubierto, estuvo a punto de dejarlo en su sitio antes de que su mente se preguntara finalmente el: ¿Entonces por qué lo esconde? Abrió entonces buscando la primera página y encontrando la razón.
¡Claro! ¡Era más peligroso que el porno! Una sonrisa maliciosa gobernó los labios de la marina. Ciertamente aprovecharía sus nuevos conocimientos sobre debilidades rubianas.

Y en el apartamento de los castaños las cosas no eran muy distintas. Casi corriendo, Shaka se cambió y vistió sólo farfullando un: lo siento a un Aioria que no entendía porque de repente se tenía que ir tan apresuradamente. En la cocina ya Aioros preparaba desayuno para ambos y no comprendió cuando Shaka salió de la habitación, vestido y apurado atándose el cabello con su hermano con la sábana amarrada en la cadera y visiblemente confundido.

--¿Pero qué paso? ¿Es algo grave? ¿Algo les pasó a tus padres?

--¡Es difícil de explicar!

--Bueno pero… al menos déjame tu teléfono--rogó el león que no pensaba perderse la oportunidad de probar compatibilidad en otra oportunidad. Shaka prefería dejar las cosas hasta ese punto.

--No tengo bolígrafo en mano para…--y Aioros le había puesto frente a sus narices un bolígrafo que sacó mágicamente de quien sabe dónde. El rubio frunció su ceño, maldiciendo los ancestros de todos los griegos de la tierra. ¿Es que no podían hacérselo más sencillo?--. Gracias--dijo entre dientes pensando en si crearse un número falso o no. Finalmente convino en no ser tan asquerosamente rata--. Te dejaré mi facebook. Me agregas y hablamos.

Con el bolígrafo en mano, tomó la palma derecha del león y le escribió su seudónimo con maestría, dejando el bolígrafo entres sus dedos y terminando con un: “Hasta luego”. Cerró la puerta y lo único que dejó atrás fue a un Aioria en las nubes, acelerado al sentir el deslizar de la punta del bolígrafo en esa zona que sin saberlo Shaka, era sumamente erógena para él.

--¿Qué tal te fue?--preguntó el mayor, sonriendo al verlo fuera de órbita.

--Creo que me he enamorado.

Y mientras romeo suspiraba por su recién descubierta Julieta, Shaka corría por los escalones azorado. ¡Vendrían los padres de Saga! ¿Sería posible tan mala suerte? Aunque le salvó de una mala sesión de sexo obligado. La llamada lo había descolocado de todas las formas posibles, al escuchar la voz de la dulce señora Iris Kana, madre de los gemelos, lo llamara para avisarle que se había adelantado el viaje y llegaría a la una de la tarde al aeropuerto. Si se había adelantado significaba que ya habían llamado avisando que llegarían más tarde. ¡Mierda! ¡Por eso eran las llamadas de Saga! Hasta desilusionado se sentía al darse cuenta que ese montonal de llamadas no era por un interés más personal sino para seguir el maldito teatro que por desgracia, él seguiría solo porque los señores le agradaban mucho.

Iris Kana y Leandro Kana, los padres de tan extravagantes griegos, vivían en una comunidad más campestre desde que su marido fuera jubilado de la milicia de Grecia. Al principio conocer los gustos de sus hijos fue una patada para el hígado del antiguo militar. Tuvo que soportar lo de Kanon, aunque él mismo admitía que ese era el gemelo que se cayó de la cuna y no le dio tanta importancia más que las siempre advertencia de usar preservativos y cuidarse del sida. Pero aceptar lo de Saga no era bajo ninguna circunstancias una opción. Tenían la esperanzas de estar llenos de nietos y eso era lo que Saga le había explicado aquella vez que accedió hacerse pasar por su pareja. Teniendo una pareja fija se evitaba las advertencias sobre Sida y demás y si esa pareja se los ganaba, sus padres aceptarían de mejor manera el hecho de no poder darle nietos.

Cuando fueron a aquel lugar los ojos verdes esmeraldas del antiguo militar no tuvieron reparo de examinar el extraño espécimen de origen hindú. Le hizo preguntas de historia, geografía y demás cátedras, e incluso, le hizo cantar el himno completo de Grecia para comprobar que fuera un verdadero patriota. Afortunadamente Shaka estaba muy al tanto del país donde residía y era un ávido lector, por lo cual pasar las pruebas del padre no le fue tan difícil. Sólo una semana necesitó para robarse el corazón de ambos, ya con varios años sobre la cincuentena; y quienes lo declararon parte de su familia oficial. Extrañaba sinceramente las galletas de chocolate que cocinaba la señora Iris y le enseñó a hacer porque eran las favoritas de su hijo junto con las partidas titánicas de ajedrez con el Señor Leandro donde nunca se sabía quién ganaría. Desde esa oportunidad el teatro persistía y en ese momento debía usar sus habilidades histriónicas de nuevo, fingir que anda feliz con Saga cuando casi le entregaba su cuerpo a otro mientras que el griego ya tenía, además, otra pareja.

¿Y por qué no pensaba en simplemente echarle el carro a su queridísimo amigo? Simplemente si algo tenía Shaka era honor, al menos que no fuera por las buenas, no dejaría por allí a Saga con semejante problema y menos lastimando a los dos señores en el proceso. Así que tomó el taxi de regreso a su apartamento para acomodar el cuarto suyo y hacerlo pasar de visitas, moviendo todas sus pertenencias al cuarto de Saga y esperar que no se encontrara de mal humor… lo cual, era muy poco probable. Resoplando con fastidio cerró sus ojos pensando en que estuvo a punto de cometer una locura por mero despecho. Aioria no era malo, eso estaba meditando en ese momento, quizás sólo deban hacer que las cosas vayan menos rápidos, que Aioria ganara su confianza… si, quizás sólo era cuestión de tiempo.

Entre tanto ya en el apartamento la cama de Saga estaba llena de todas las pertenencias del rubio y sin tener una mínima idea de dónde empezar a ordenar. Azorado sentía que la cabeza le explotaría y eso aumentaba cuando veía la sonrisita boba que tenía Kanon diciéndole: “ciego”. ¿Pero qué mierda le pasaba? De pasó con esa cara de tener el mejor plan habido en el planeta, Kanon sólo lograba exasperar el ya de por si mal humor del griego mayor. Obstinado optó por ir a darse un baño olvidándose por un momento de que Milo lo cortó, Shaka se acostó con otro, sus padres estaban por llegar y Kanon parecía estar más feliz con su ex… ¡su ex! Ahora es que se ponía a pensar que pasaría si Mu le cuenta a Shaka que estuvo a punto de meterse en un trío y terminó haciéndosela a Kanon. ¡¡Horror!! ¿Podía ponerse peor? Terminó dándose leve golpecitos con la cerámica del baño, mientras el agua le caía encima de la cabeza, claramente contrariado. ¡La migraña no la aguantaba!

Y Kanon se sentía dueño de la fórmula secreta para armar una bomba nuclear sin uranio. Vaya que Shaka debía estar desesperado como para haber comprado ese libro tan gracioso. Es que aprovechando que su hermano estaba bañándose, se dedicó a leer el test y a reírse a carcajada imaginándose las respuestas del rubio. ¡Pero qué ridículo sonaba todo! El griego pensaba aprovechar muy bien semejante dato y vender de forma apropiada su silencio sumarial. A Shaka le costara mucho el mantener la boca del marinero callada. Sólo imaginarlo ya le hacía pensar en la posibilidad de probar lo que ya su hermano había probado y totalmente voluntario --con amenaza de por medio pero eso no importaba--

En ese momento el sonido de la llave entrar a la puerta le dio indicios al gemelo menor de que ya el otro dueño de la casa había llegado. Saga seguía en el baño, así que era el ahora o nunca establecer un negocio bilateral que significaran regalías y beneficios para ambos involucrados. Se sonrió maliciosamente cuando vio entrar a Shaka, algo despeinado, con la misma ropa del día anterior y un tanto agitado. Se acercó con el libro en mano, notando que Shaka había ido de inmediato a su habitación y estaba verificando que toda la ropa haya sido movida.

--¡Apenas en la mañana recibí la llamada de tu madre!--comentaba al aire, viendo que todo estuviera en orden en el ahora cuarto de huésped. Fue a buscar sus libros, notando que aún Saga no la había movido y el griego se le acercaba maliciosamente, sintiendo el olor de un perfume de hombres que no le pertenecía a Shaka. Debía ser del otro. Vaya, a Saga se le iba a bajar las defensas cuando lo detectara.

--Nos llamó anoche, ya pasamos todo al cuarto de Saga.

--Mierda, ¡justo tuvo que ser hoy!--reclamaba el menor, buscando algo en especifico.

--Sí, si claro. ¿La pasaste bien con los rulos quemados?--preguntó enganchándosele en el hombro. Shaka lo miró de reojo con molestia.

--¿Qué te pasa, griego?--Kanon se sonrió beatíficamente--. ¿De cuando acá te interesa mi vida sentimental?

--Mmmm, es que si ya te fue bien con él, no creo que necesites esto…--y el librito forrado azul se meció frente a los zafiros desorbitados, sujetado apenas por una esquina por el griego, que lo movía como si se tratara de un péndulo. La cara de Shaka pasó del color natural a rojo para luego mutar a un blanco de pánico.

¡¡MIL MALDICIONES!! Shaka sintió que la tierra se le había abierto bajo sus pies y estaba cayendo a una dimensión desconocida. Las palabras no le salían. ¿Y ahora como haría? ¿Saga ya lo había visto? No, estaba seguro que si Kanon fue quien lo encontró, que debió ser así, no se lo habría mostrado a Saga. Lo conocía tan bien como para entender que sería victima en ese momento de una terrible extorción digna de las películas de mafia italiana. Tragó grueso, imaginándose las mil y un penuria que le esperaba a partir de ese momento. ¡Maldita la hora que decidió dejarse engañar por la mercadotecnia!

Un dedo recorrió desde la nuca hasta la base de sus caderas, causándole un respingo indeseado mientras el menor crujía sus dientes y cerraba sus parpados violentamente a causa de la más sublime indignación. ¡Estar en manos de Kanon era el peor Karma! ¿Ese era su castigo por haber salido a buscar aventuritas afuera mientras pensaba en el griego en cuestión?

--No pensé que estuvieras tan desesperado…--le siseó en el oído mordiéndole juguetonamente el lóbulo--. El gran Shaka, buscando ayuda en libritos de estos…--“Maldita sea mi suerte” se dijo el hindú con el ardor en el estomago--. Tranquilo… no diré nada… aún…

--Si aún tienes algo llamado piedad en tu corazón, devuélveme el libro.

--¿Piedad? ¿Ese no era el nombre de la protagonista de ese culebrón que pasaba a las nueve hace tres años?--jugueteó gracioso, dejándole un marcado chupón en el cuello. Shaka se encrespó por completo--. Yo no conozco piedad… ahora, dejé una marquita para que la hagas pasar por el otro--los ojos de Shaka se abrieron desmesuradamente

--¿Qué?--exclamó al verlo salir de la habitación, con el librillo en manos. El griego volteó con ojos que escupían fuego.

--Qué te ayudaré en la tarea de darle celos a mi hermano sólo porque me gusta molestarlo--Los labios del menor se quedaron tiesos sin saber que decir. ¿Debía agradecer al cielo o pensar en escribir su testamento?--. Claro, debes estar dispuesto a abrir tu canal para este barco cuando lo necesite.

¡¡MALDITA SEA!! Sabía que no podía cantar aleluya. ¡No que no! ¡Kanon jamás hacía favores gratis! El griego salió riéndose con visible suficiencia, dejando al rubio alborotado, rojo de la ira y la vergüenza, recordando todas las malas palabras en su idioma natal. ¿Pero quién se creía ese griego? ¿Quien se creía todos los malditos griegos? Tras que uno le cuenta en chistes consistencias de actividades humanas, el otro se lo estaba comiendo como si fuera un vil perro caliente, ahora con los que conviven uno lo busca sólo para seguir siendo coartada y ¡el otro lo extorsiona!

Respiró profundo… es que no, nadie se burlaba de Shaka. Los ojos azules de Shaka se inyectaron de un brillo malévolo. Si pensaba ser parte pasiva de la venganza de Mu, ahora era que se iba a meter de lleno. Kanon no se daría cuenta ni quien lo atropello. ¡¡Y claro que le daría celos a Saga!! Lo haría celar hasta que la migraña lo llevara a la UCI víctima de un derrame cerebral. ¡Se dejaría de llamar Shaka si no lo hacía!

Les esperaba dos duras, dinámicas y divertidas semanas con sus suegros de mentira, su amante de mentira, su cuñado de mentira y preparando lo que sería la caída de todos los griegos en cuestión que se paseara frente a él. Si, Shaka aprovecharía esas dos semanas muy bien…
Notas finales: Gracias por sus comentarios, sus animos y bueno, a ver si sigo de buen humor para actualizar de nuevo ^^

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