Todos habían regresado a casa, los padres de Akane y de Ranma, se preocuparon al ver a Ryoga inconsciente y a Ranma muy serio. Todos se preguntaban lo que ocurría.
Esa noche, Ryoga estuvo al cuidado de Ranma. El pelinegro no lo dejaba ni un segundo, procurando de que nada le pasara a su amigo. La noche se hiso más pesada, ya era la madrugada. El cansancio iba venciendo al chico. Finalmente ya no pudo resitirlo más y cayó bajo el encando de Morféo.
El sueño de el chico no era nada tranquilo.Se encontraba en una especie de ceremonia religiosa, un casamiento. pero... el estaba justo en el altar, tomado de la mano de alguien a quien no le podía ver el rostro, aquel sujeto vestía un traje color gris oscuro, y él, vestia un ¿vestido de novia? si, era un vestido, junto a el estaba una fuente con agua, un adorno muy curioso y decoratívo, se acercó y vio que sus cabellos eran negros, pero... ¿Qué demonios ocurría? su cuerpo era el de una chica, si, parecía la chica pelirroja pero con el cabello negro.
En las filas de los testígo, había un montón de gente a quien ni conocía, no había nadie a quien el reconociera, todos era extraños, pero lo veían con tanto cariño y familiarismo, no lograba entender nada, todo era como un mundo donde nada tenía sentido, parecía estar en la dimensión desconocida.
Ranma no parecía ser el único con un mal sueño, Hibiki parecía tener un sueño igual o peor que el de Saotome.
Ryuga se encontraba en una boda, era la de su amigo, pero el estaba tomado de la mano de aquel desagradable sujeto, la ira lo carcomía, tenía unos deseos infinítos de asesinarlo enfrente de toda esa gente y arrancarle la mano con la que tocaba al pelinegro. El chico Saotome, parecía llevar un vestido ajustado y hermoso, con encajes en el pecho, las mangas y la perte baja del vestido, era... ¿Una chica? si, era mujer, pero sus cabellos, eran negros, no lo entendía, parecía ser la versión femenína del chico.
Todo era confúso, no lograba entender nada de lo que pasaba. Su sueño era extraño, pero apesar de eso, no soportaba la idea de que su amigo y rival, Ranma Saotome, se casara con aquel infelíz canalla, no lo permitirí.
El sol le daba en el rostro, despertó con algo de dificultad, aún le dolía la cabeza debido al golpe recibido por aquel sujeto. Sintió algo cálido a su lado, con algo de curiosidad miró y para su gran sorpresa era él, Ranma, junto a el, abrazado.
Su rostro era sereno, parecía un ángel con esa expresión tan dócil, sus facciones parecían afinarse, dandole ese toque femenino pero sin ser tan exagerado. Era encantador, dulce y hermoso.
Se sonrojó al descubrír lo que sus pensamientos le decían, estaba diciendo cosas raras, pero no pudo evitar pensar que todo lo que había pensado era verdad, para su enojo, aquel sujeto le estaba dando la razón al pensar que el chico de cabello trensado era un encanto.
Ranma se abrazó aún más al cuerpo del otro, en un acto inconsciente. Ryoga no pudo pensar en lo adorable que lucía el otro pelinegro. Su corazón latía de manera descontrolada, su rostro se sonrojó y su pecho ardía, sentía algo cálido en su pecho.
Se acercó al joven dormido, sus rostros empezaron a casi rozarse, los labios se pegaban y finalmente... un beso, le dio un dulce y casto beso, se alejó y contempló el rostro del chico. Era hermos, adorable, su piel suave y sus labios muy cálidos. En verdad no dejaría que aquel sujeto se lo llevara, no lo amaba, eso era seguro, solo estaba encaprichado con Ranma, y aunque en verdad estuviera enamorado del Saotoeme, él no lo amaba, no lo podía obligar a casarse con el.
Ranma despertó, vió que Ryoga ya estaba despierto, se incorporó y se talló los ojos.
- ¿Estás bien?
- Si, gracias.
- No es nada.
Ambos bajaron a desayunar, Ryoga no podía evitar ver de reojo al otro pelinegro cada dos por tres. Akane notó algo distinto en el ambiente, miró a Ranma, estaba preocupado, lo notaba por que ni siquiera se peleó con su padre por robarle comida o por que en viejo Japossai dijera cosas tontas acerca de Ranma como mujer, notó tambien ciertas reacciones por parte de su otro amigo pelinegro.
Todo era tan raro, una atmosfera pesada se podía respirar en el ambiente, algo que no dejaba a nadie tranquilo. En la cabeza de Ryoga, había tantos pensamientos, todos en torno a Ranma y a ese tipo que no le agradaba ni un mínimo.