Comenzaba a despertar. Abrió sus ojos lentamente hasta ver las cosas más claras. Notó que estaba en un lugar extraño, elegante y muy armonioso. Estaba recostado en una cama grande con sábanas blancas de seda. Se levantó y miró confundido a todas partes. Entonces, la puerta blanca se abrió y dejo pasar la figura delgada de aquel joven.
- Kioma…
- Veo que ya has despertado. Me alegra mucho.
- ¿Qué planeas?
- Nada.
- No me vengas con eso, ¿Por qué me has secuestrado?
- ¿Secuestrado? ¿Yo?
Entrecerró sus ojos y lo miró con rencor. El joven se acercó más.
- ¿Recuerdas lo que te dije la última vez que nos vimos?
- ¿Qué?
- La próxima ves que nos veamos, oficialmente serás mi esposo.
- Debes estar bromeando.
- Kioma Otokimi jamás bromea.
- No seré tu esposo ni en un millón de años.
- La verdad no quería recurrir a esto, pero ya que no me dejas más opción…
Ranma miró con desconfianza a aquel joven. No le agradaba para nada y estaba seguro que lo que pasaría a continuación no le agradaría tampoco.
- Te ofrezco algo que seguro no podrás rechazar. Conozco tu problema con el agua fría, y si aceptas casarte conmigo, te prometo solucionar eso y no solo tú, a todos tus amigos. Créeme, es algo que vale la pena.
No sabía que pensar, pero ante la indecisión de Ranma, Kioma volvió a hablar.
- Si no aceptas, créeme que puedo hacer que todos sus amigos y familia, pasen por un muy incomodo momento, para empezar, revelaré sus secretos al mundo y después are que a cada uno lo rocíen con agua de los estanques encantados.
- ¿Qué? No lo harás.
- Eso depende de ti, mi amor.
No le agradó para nada la forma en que se expreso aquel repulsivo ser.
- Déjame pensarlo.
- Claro, ¿Qué clase de esposo sería si no te doy esa libertad?
Ramna se quedó callado, debía pensar en todo lo que le dijo. El muy maldito lo tenía todo muy bien planeado. Ahora sabía que no tendría escapatoria.
- Maldito… me tiene donde quería. No tengo opción, deberé aceptar casarme con el… aunque no lo quiera, de lo contrario, lastimará a mis amigos.
Inconscientemente, pensó en Ryoga y un nudo se formó en su garganta y las ganas de llorar se apoderaron de el. Su corazón se hacía pedazos.
- Ryoga…
Mientras, el Hibiki comenzaba a despertar. Miró a todas partes y como deseando ver a cierta persona, y al no verla se puso triste. Akane entró junto con una cubeta con agua.
- Ya has despertado, que bueno.
- Ranma…
Dijo apenas sin voz. Akane se puso tensa y miró a otro lado. Volvió a ver al Hibiki solo para decirle lo más horrible que haya querido escuchar.
- Ranma… se lo llevaron… nos dijeron que ahora el se convertirá en el esposo de Kioma y de ahora en adelante vivirán juntos.
- ¿Qué? Eso no lo permitiré, jamás. Primero tendrán rematarme.
- Ryoga, ¿Qué dices?
- Que no pienso permitir que ese infeliz haga completamente miserable la vida de MI Ranma.
Ante lo que había dicho, se puso rojo y Akane que había abierto los ojos a más no poder, se relajó y sonrió maternalmente.
- Lo se. Debes ir por el antes de que sea tarde. Se que lo rescatarás.
- Si.
El chico miró a la peli azulada y Akane miró al pelinegro. Estaban decididos a rescatar al chico que ahora estaba siendo obligado a casarse con alguien a quien no amaba.