Capitulo 2: Lujuriosa decisión
Sebastian no dejaba de observar a Ciel sin duda aquel niño era lo mas hermoso que había visto en toda su vida, aquellos pensamientos fueron interrumpido por la melodiosa vos del menor, quien al ver como aquel sujeto lo miraba decidió romper el silencio.
-Disculpa pero podrías salir de mi habitación necesito vestirme-Le pidió mientras sus mejillas se teñían de carmesí al ver en la situación que estaba.
-Eh…si claro te veré abajo-Diciendo eso se marcho del lugar no sin antes regalarle una de sus maravillosas sonrisas a Ciel el cual se sorprendió por ello.
El ojiazul camino hacia el armario del cual saco algunas prendas de vestir, pero sin darse cuenta los recuerdos de lo que paso en el baño volvieron a su mente haciendo que este se sorprendiera; sin darla importancia decidió seguir con su tarea se vistió correctamente y bajo hacia el salón en el que seguramente estaría su padre.
Mientras tanto en aquel lugar de encontraban los dos hombres platicando entretenidamente, Sebastian pensó en que aun no era tiempo de decirle al conde la forma en la que podría pagar su deuda deseaba estar seguro de lo que aria. La plática fue interrumpida por la voz de un niño a la cual los mayores se giraron para observar al recién llegado.
-Buenos días padre-Saludo el joven con respeto
-Muy buenos días hijo me alegra que ayas despertado-Contesto Vincent a su pequeño hijo
Ciel tomo asiento al lado de su padre, para luego dirigir su mirada hacia cierto ojirojo que lo miraba sin la más mínima vergüenza con aquel acto el muchacho bajo la cabeza por alguna razón ese hombre llamado Sebastian le producía un nerviosismo que no lograba entender.
-Bueno aprovechando que ustedes dos se encuentran aquí Sebastian quiero presentarte a mi hijo Ciel-El conde mientras hablaba coloco una mano sobre la pequeña cabeza de Ciel
-Oh…pues Ciel y yo nos conocimos hace un momento-Sonrió Sebastian mientras recordaba la situación
-Pero que bien entonces podrías quedarte con Ciel el resto del día debido a que tengo una reunión muy importante.
-Por supuesto que no hay problema así él y yo nos podremos conocer ¿verdad Ciel?-Coloco una sonrisa pervertida en su rostro mientras miraba al menor.
-Si-Fue su simple respuesta, con un toque de nerviosismo en su voz.
En ese momento Phantomhive miro al reloj que estaba en una de las paredes del lugar y comprendió que ya era hora de partir
-Muy bien si me disculpan debo retirarme volveré en la noche-Diciendo esto se dirigió hacia Ciel y le dio un beso en su pequeña frente para luego despedirse de Sebastian y posteriormente se retiro del lugar dejándolos a los primeros completamente solos.
El moreno una vez que pudo ver que el conde ya no se encontraba decidió tomar la iniciativa de la plática pero todo fue interrumpido cuando el menor se levanto de su lugar y camino hacia la salida
-Estare en el jardín-
-De acuerdo-Contesto Sebastian un poco enfadado por lo que sucedió
El tiempo comenzó a pasar mientras el pequeño conde Phantomhive se encontraba sentado en la rama de un gran árbol del jardín, Sebastian estaba en su habitación meditado lo que debía hacer, sin pensarlo salio de su recinto y se dirigió al jardín, al llegar al lugar busco con la mirada al niño pero no lo encontró, hasta que un ruido lo hizo mirar hacia la parte de arriba de un gran árbol y allí lo encontró sentado en una rama mientras el viento hacia que su cabello se moviera de una forma hermosa ante los ojos de moreno, quien no dudo en llamarlo.
-Ciel puedes bajar de allí-Grito mientras miraba al peliazul el cual al escuchar su vos miro hacia abajo.
-Eh…si ya voy-En ese momento Ciel se sorprendí de quien lo llamaba no deseaba bajar pero debía hacerlo. Desgraciadamente, en un descuido no se percato que una parte de la rama en la que se encontraba estaba mojada y tenia musgo lo cual hacia que estuviera muy resbalosa, cuando quiso sujetarse para impedir su caída ya era tarde su mano no logro sostenerse y callo desde lo alto del árbol, el niño cerro sus ojos esperando una caída que nunca llego; al abrirlos de nuevo sus ojos zafiros se toparon con los rubíes de Sebastian, aquel hombre en el momento en que lo vio caer no dudo en correr para evitar que se hiciera daño.
-Se…Sebastian me has ayudado, gracias-Articulo con dificultad Ciel
-No fue nada hice lo que cualquiera hubiera hecho-El ojirojo retiro su mirada de los hermosos ojos de Ciel para posarla sobre sus rojos labios, aquellos que lo llevaban a cometer tal vez una locura, sin dudarlo comenzó a acercar sus labios a los del menor el cual no quitaba su mirada del hombre aquel beso estaba demasiado cerca cuando alguien interrumpió aquello en ese momento los dos se separaron y Sebastian bajo a Ciel ya que este se encontraba aun en sus brazos, una joven de cabellera roja y gafas se acerco a ellos.
-Joven amo ¿Se encuentra bien?, Escuché el estruendo desde la cocina-Pregunto la miope haciendo una reverencia, algo nerviosa, por la presencia del mayor.
-Si Mailene puedes retírate, gracias por la molestia-Le contesto seriamente a lo cual la joven obedeció y se retiro del lugar
Pasaron unos largos minutos y Ciel se retiro del lugar sin decir ninguna palabra se encontraba muy confundido con lo que había pasado y necesitaba pensar en muchas cosas, mientras Sebastian se marcho a su habitación.
Las horas pasaron y por fin el padre de Ciel había regresado, los 3 se dirigieron al comedor y cenaron tranquilamente el conde Phantomhive hablaba de su reciente reunión y comunicaba lo que había sucedido y así paso el tiempo, llego la hora y todos se dirigieron a sus respectivas habitación para descansar había sido un día muy largo para todos.
El de ojos rojos, ya con el pijama puesto, no podía parar de pensar en lo ocurrido esta tarde. Habían estado a ton solo milímetros de besarse, si no hubiera sido por esa sirvienta…
Tomó su cabeza entre sus manos, y largó un suave suspiro. Últimamente, se veía demasiado atraído hacia aquél pequeño niño de ojos azules. Eso era raro en el, porque a pesar de ser bastante activo sexualmente, nunca había deseado con tanto furor el cuerpo de un niño. Una parte de su mente le decía que estaba mal, pero el realmente estaba obsesionado con Ciel Phantomhive. Apenas se conocían hace un par de días, y ya lo deseaba sexualmente. Si creyera en el amor, diría que era “amor a primera vista”, pero eso no era lo suyo.
Se acostó dispuesto a dormir, todavía muy intranquilo. Pero minutos después el cansancio le ganó y calló finalmente en los brazos del Morfeo.
Sueño de Sebastian:
Caminaba por los pasillos de la mansión Phantomhive. Sus pies parecían llevar un recorrido fijo que el no conocía. Finalmente, guiado por impulsos, llegó hasta la puerta de la habitación del menor de la casa: Ciel Phantomhive.
No se molestó en tocar, simplemente abrió la puerta y entró. Se dirigió a paso firme hasta el baño privado, asomándose por la puerta entrecerrada del cuarto de baño.
La luz estaba encendida, y pequeños y agudos gritos, podían escucharse desde afuera. Aguzó su oído, descubriendo algo inesperado.
-¡Aaaah!, máaaas, mmm-Gritaba el menor desde la bañera, gemidos gatunos. Los que más le gustaban.
-¡Sebaaasstiaaaaaaan! ¡Mmmáaass!-Gritaba insaciable el pequeño. Su nombre en los labios del menor y en esa situación, lo hacían excitar de sobremanera.
Sonrió pícaramente, mientras abría la puerta de par en par, para que el menor notara su presencia. Al notarlo dentro, el pequeño se sonrojó de sobremanera.
-¿Se…bastian?-Preguntó confuso, mientras sacaba tres de sus dedos, de su estrecha y mojada entrada. El mayor no cabía en la sorpresa, encontrarse a su obsesión acostado en la bañera a medio llenar, metiéndose tres dedos en su estrecha entrada, y, para colmo gritando y gimiendo su nombre. Era demasiado para él.
Avergonzado el menor intentó taparse con la espuma, pero el mayor, ya más confiado, se sentó a su lado en el piso tomándolo de la barbilla.
-¿Por qué no me llamaste para que te lo haga yo?-Preguntó el mayor, mientras el de ojos azules, totalmente avergonzado negaba con la cabeza.
-No sabía si ibas a querer-Admitió tímido.
-¿Cómo no voy a desear este perfecto cuerpo?-Preguntó lujurioso, mientras se paraba y tomaba en brazos al menor, no importándole mojarse en el proceso. El juguetón niño, en ningún momento dejó de colarse sus dedos, gimiendo dulcemente en el oído de Sebastian.
No podía más, se había transformado en un animal en celo. Rápidamente se sacó sus ropas, llevando en sus brazos, al menor a la cama. Lo recostó suavemente acomodándose en posición invertida, engullendo el miembro del niño, mientras el niño lambía el suyo. No podía parar de gemir roncamente, ese niño hacía maravillas con la lengua. Estaba al borde del orgasmo así que detuvo su tarea. Volteó al niño que reía pervertidamente, para penetrarlo de una vez.
-Eres delicioso-Le susurró el menor al oído. El mayor le dio una nalgada.-Tu también-El mayor le sonrió pervertido.
-Creo que ya estas bien dilatado-El menor miró hacia otro lado completamente rojo.
-Ya hazlo idiota-El mayor largó una pequeña carcajada, mientras sorpresivamente penetró al más pequeño de una sola estocada.
El menor gemía entrecortadamente, de dolor y placer. Su entrada era deliciosamente estrecha. Las embestidas cada vez se hacían más profundas y rápidas, componiendo un ritmo salvaje. El niño gemía agudamente, en el oído del mayor, que lo masturbaba al compás de las embestidas.
Minutos después, ambos culminaron el orgasmo y se dejaron caer pesadamente sobre la cama…
Fin del sueño de Sebastian.
Se levantó precipitadamente. Entre sus piernas mojadas pudo descubrir que acababa de tener un orgasmo. Las gotas de sudor caían por su frente, y tenía la respiración entrecortada.
Puso una linda y lujuriosa sonrisa, mientras que recordaba el sueño.
-Creo que ya me decidí-