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Las ventajas de tener un amante celoso. por danita270307

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Notas del fanfic:

Hace tiempo que estoy con este proyecto. Espero que sea del  agrado de todos. 

 

He borrado todos mis fics anteriores, los publicaré nuevamente cuando los termine.

 

Por el momento será un one-shot, pero veré dependiendo de los review si hago una continuación.

Notas del capitulo:

Espero que les guste. Este es un escrito realizado por mi, cualquier otro fic con alguna clase de parecido por favor avisarme.

 

Antes de publicar el fic quiero agradecer a Dani, Minuet y Claudio, por sus opiniones y/o correcciones, aunque lamentablemente nadie puede evitar que el escrito de asco xD.

 

 

 

 Tu delgado cuerpo se mueve al ritmo de la música. Enfurezco al observar como unas jóvenes a mi lado te comen con la vista aun sabiendo sobre tu condición sexual; pero no se compara con el enojo que siento al contemplar tu escasa vestimenta negra, que tan solo cubre tus estrechas caderas y parte de tus finas torneadas piernas, dejando al descubierto el resto de tu cremosa y pálida piel, incluyendo esos dos rosados botones los cuales he saboreado en mas de una ocasión.

 

  La mujer designada para bailar contigo realiza su entrada acompañada por varios silbidos y palabras obscenas producto de su sensual traje que consistía en un vestido transparente, que mostraba su casi inexistente ropa interior de tonalidades violáceas.

 

 Te diriges a ella a paso cautivador, logrando sacar más de un grito a los demás espectadores. Clavé mis uñas fuertemente en la palma de mi mano, detesto saber como la gente te desnuda mentalmente; deseando tenerte a su merced.

 

 Una nueva melodía llena el establecimiento, la suave danza se va convirtiendo en un acto salvaje y apasionado. Tu compañera enreda una de sus desnudas piernas en tu cintura, mientras le sujetas la espalda tratando de no dejarla caer.

 

Esta vez muerdo la pared interior de mi labio provocando que brotara un sabor metálico del rojizo líquido, para posteriormente atravesar mi mentón con su cálido contenido.

 

  ¿Estas bien? – escuché la voz preocupada de alguien a mi lado.

 

 Si – fue la apática respuesta dada a la pelinegra.    

 

 Ella se podría decir que es mi novia de camuflaje, aunque esta misma aun no lo sepa. Sinceramente aun no estoy preparado para “salir del closet” y al rechazo social que eso conlleva.

 

 Vuelvo la vista nuevamente al centro del escenario, una sonrisa aparece en tus perfectas facciones cuando el rostro de la muchacha se hunde en tu cuello. Tu cuerpo comienza a perlarse producto del sudor por el ejercicio realizado y las altas temperaturas. Un cosquilleo en la ingle me paraliza completamente, sujeto la mochila convenientemente ubicada a mi lado y la pongo en mi regazo para ocultar la evidente erección. En un breve lapso recuerdo nuestra última discusión antes del espectáculo.

 

 “ ¡No lo harás! – grité con las mejillas enrojecidas producto de la rabia mal contenida

 

 – ¿Quién  eres tu para decirme lo que puedo o no hacer? – un pequeño pinchazo en el pecho me dio a entender el dolor que me causó tal acusación.

 

Traté de abrazarlo, de aferrarme a el para así nunca tener que dejarlo, para que su imagen no desaparezca nunca de mi memoria, mas fui rechazado fríamente  por la persona más importante de mi vida. Lo presentía, sabía que el fin se aproximaba, pero aun así me negaba a creerlo.

 

–- Soy tu novio – aclaré como recurso final, deseando con todas mis fuerzas no oír aquellas palabras; las que darían fin a nuestra relación.

 

Para mi sorpresa, la reacción recibida no fue la que esperé, en vez de las oraciones de odio y rencor  una carcajada desesperada escapó de sus finos labios; una risa de amargura, capaz de helarle el alma al más despiadado de los asesinos.

 

–- ¿Enserio? Y yo que pensaba que estabas con la tonta que tiene menos cerebro que una roca – dijo esas palabras con una profunda tristeza disfrazada de sarcasmo.

 

–- Yo lo lamento, pero tu mejor que nadie sabe que yo…

 

 – No estas preparado – interrumpió con voz calma – ¿Sabes cuantas veces te he escuchado decir eso? – exclamó perdiendo completamente la compostura – ¡Te he esperado por más de un año!, pero claro, el señor “soy el más perfecto y popular del colegio” no puede estar emparejado con otro hombre ¿verdad?- preguntó histéricamente sin buscar respuesta alguna.

 

Quedé petrificado en el lugar en el que me encontraba, era imposible pensar de que aquellas crueles pero aun así sinceras acusaciones saliera del ser que normalmente se mostraba gentil ante todos, pero ahora se veía tan vulnerable, tan delicado que provocaba ternura el solo mirarlo, no paraba de temblar y su rostro se encontraba adornado con un leve color turquesa.

 

 – Al fin comprendí que no eres mas que un reprimido, me das asco – dicho eso abandonó la habitación en la cual nos encontrábamos, dejándome con los ojos abierto y sin aun haber podido asimilar la situación”

 

Amor, mira, y yo que pensaba que era gay – la aguda voz de la persona junto a mi robo completamente mis pensamientos – Que descarados, haciendo esa clase de cosas… – no me detuve a escuchar más de su interminable monólogo, ya que al vislumbrar a lo que se refería quede atónito.

 

El suave meneo de cadera por parte de los artistas se había transformado en un beso desenfrenado, en donde ambos correspondían. Los castaños cabellos del joven permanecían fuertemente sostenidos por las finas manos de su pareja. Se separaron unos centímetros, solamente el tiempo necesario para tomar aire, posteriormente continuando con el erótico ritual.

 

Me levanto del duro asiento de plástico, completamente cegado por los celos, sin mayor titubeo voy acercándome al escenario. Con nulo remordimiento retiré lo que me pertenecía de los brazos de la pelirroja, estrechando su calidez contra mi cuerpo y aspirando su aroma, percatándome de cuanto necesitaba sentirlo.

 

  ¡Oye! ¿Qué estas…? – las verdes orbes de la poseedora del vestido se cristalizaron, tal vez por la humillación que le provocó perder su pareja, o por haberle hurtado a su enamorado, realmente no desperdicie mi tiempo razonando sobre aquello, pero una sonrisa me demostró que no me molestaba del todo su sufrimiento.

 

  No te permito tocar lo que es mío – afirme decididamente ante todos los estudiantes, que expectantes veían detalladamente el espectáculo que les ofrecíamos.

 

De pronto todos guardaron silencio, recién ahí caí en cuenta de que los micrófonos se encontraban encendidos, y mi declaración había sido escuchada por más que solo unos pocos

 

– “Esto no puede estar peor” – traté de convencerme sin mucho éxito, animándome mentalmente a lo que vendría – Soy gay – dije al fin, con la tensión presente en cada uno de mis músculos.

 

Los murmullos no tardaron en aparecer, y la compañera de baile mi amante había desaparecido desapercibida en algún momento. Ya cansado de ese ambiente arrastre sin mayor resistencia el cuerpo bajo el mío; dando finalizada así la confesión.

 

  ¿Por qué has hecho eso? – preguntó una vez que nos habíamos encerrado en la estrechez de los camarines.

 

  ¿Qué cosa? – me retiré el suéter de uniforme que en ese momento portaba, cubriendo la desnudez superior de mi ahora rehén, aprovechando cada momento de contacto al máximo ¿No era lo que tu esperabas?

 

  Si, es justamente lo que quería – sonrió ante mi gesto y su propia frase.

 

Miré directamente sus pupilas de profundo color negro que esta vez tenían un brillo singular, como la de un niño luego de haber cometido una travesura.

 

– Lo lamento – esas palabras cruzaron mis tímpanos como si de agujas se tratasen, clavándose sin compasión en mi cerebro, logrando que comprendiera que todo lo sucedido fue tan solo una manipulación de él, y como siempre, caí en sus redes.

 

  Eres un demonio – le di a entender, con las orbes completamente dilatadas por la sorpresa.

 

Me aleje un poco, o al menos lo intente ya que el pequeño cubículo no dejaba movernos con libertad.

 

  No te enojes, por favor – solicitó – solo quería darte un empujoncito – me miró suplicante.

 

  Debería irme en este momento – dudé unos segundos, aclarando un poco mis pensamientos.

 

¿Por qué me enfadaría?, después de todo yo fui el único que no se atrevía a mostrarse como es, y ahora gracias a el pude al fin abandonar mi mundo de hipocresía y cinismo

 

– Pero no lo haré – su rostro se relajó, dejando en claro por primera vez en nuestra relación que no era el único que se sentía inseguro –  Además, ¿Sabes lo caliente que me puso el verte bailar así?

 

 Tomé su mano, aproximándola a mi erección que se ha mantenido intacta desde la mitad del acto. Acarició levemente mi sexo por sobre la tela de los holgados pantalones de colegio, se relamió esos finos labios enrojecidos por un sutil brillo natural, incitándome a besarle, cosa que no negaría. Introduje mi lengua en su cavidad, frotándola con la del, recorriendo sus dientes, encías y hasta el lugar mas remoto de su garganta. Nos separamos de ese adictivo beso, no era suficiente para saciar la excitación del momento. Le retiré el pantalón y el bóxer casi con desesperación, ansioso por sentir ese trozo de carne pulsante en mi boca.  Sujeté su miembro semi erecto con una mano, palpando la suavidad de este, rápidamente se fue endureciendo. Acerqué mi nariz a la base, hundiéndome en sus finas hebras de vello púbico no muy abundante, aspirando su olor, esperando de que este se grabara en mi memoria para siempre, esa calidez casi ficticia, la textura insuperable incluso para la más cara de las sedas, el saber que eso solo era mío, que nunca nadie además de mi había profanado aquel lugar, me llenaba de gozo. Prontamente introduje toda la longitud de su falo en mi cavidad, dejando que mis papilas gustativas disfrutaran del salado sabor, succione lo mas que pude, mientras utilizaba mi lengua para apretar la glande, varios gemidos llenaron la habitación, y pude saborear el agrio líquido pre seminal.

 

 ­  Más… fuerte… estoy a punto… clamó entre espasmos.  

 

 Sus dedos estaban fuertemente enredados en mi rubia cabellera, empujando sutilmente mi cabeza, logrando que la punta de su pene tocara descaradamente las paredes internas de mi garganta. Me sentía en gloria, al fin podía tener nuevamente aquella parte de su anatomía.

 

 Mi sexo hacía una fuerte presión en contra de mi ropa interior, provocando una sensación dolorosa, mas no me detendría hasta degustar esa blanca leche con la que tanto he fantaseado. Escurrí uno de mis dedos a su entrada, sin poder evitar acariciar esas bellas y torneadas nalgas

 

¡Ah! No te detengas, quiero correrme en tu boca. ¡Si, no pares! ¡Ah! Eres tan bueno… - penetré su agujero, lentamente pude sentir como su interior se apretaba para mi, logrando excitarme más aun. Sobé con ternura su estomago plano, concentrándome en darle placer oral a su ya convulsionado cuerpo - ¡Ah! – lanzó un último plañido.

 

Tragué parte de su semilla, ya que algunas pequeñas partes de estas lograron escapar inevitablemente a través de mis comisuras.

 

  Ahora me toca a mi, cariño – mi voz se escuchaba rasposa, circulaba dolorosamente desde mis cuerdas vocales hasta mi deteriorada cavidad.

 

  ¿Tienes condones? – preguntó impaciente.

 

  No – refunfuñé por lo bajo, recordando aquella gloriosa caja multicolor olvidada en algún lugar de mi bolso.

 

Le observé con detenimiento, tratando de anticipar sus movimientos, por desgracia, y como era de esperar, comenzó a vestirse nuevamente, cubriendo su pálido miembro, el cual caía flácido y apetecible.

 

– Al menos chúpamela – pedí algo incomodo por la presión en mi entrepierna.

 

Me observó un momento, meditándolo ante mi mirada esperanzada, para posteriormente sonreír lascivamente.

 

  Ven en media hora a mi casa – aclaró saliendo definitivamente del cubículo, dejando como único recuerdo sonido de la puerta al cerrarse y los constantes pasos en el pasillo.

 

 Abandoné el lugar unos segundos después, luego de verificar que la evidente erección no fuera tan notable.

 

 El acto al parecer había concluido, ya que se escuchaban los murmullos imparables de los participantes. Retrocedí, ocultándome en la oscuridad del pasadizo continuo, no dejaría que me vieran luego de mi vergonzosa escena. Las voces de la muchedumbre iban aumentando su intensidad. Pegué mi cuerpo aun más a la pared, obviando el hecho de que se estaban acercando hacia mi posición.

 

  Así que era gay ese entupido – logré escuchar la voz femenina de mi novia, suponiendo que estaba ahí ya que tenía una amistad muy fuerte con los chicos de teatro – Y creer que desperdicie dos valiosos meses de mi vida sin sexo por su culpa, eso explica porque no quería tocarme, ¡hasta me mate de hambre pensando que ese era el motivo de su falda de interés! – gritó histéricamente.

 

 Tranquila, él no se merece que sufras así, eres linda, podrás encontrar a alguien  mejor que ese maricón – le reconfortaron.

 

  Pero, yo lo amo – un lastimero sollozo me dio a entender todo el daño que habían causado mis mentiras.

 

Observé mis pies, reprendiéndome mentalmente, recordando que ha futuro debía aclararle la situación y dar las disculpas correspondientes.

 

– ¡Maldición! ¡Lo peor de todo es que ni siquiera fue fiel! Me engaño, ¡y con un hombre!, y no fue suficiente solo eso, ¡me humilló delante de todo el colegio!

 

  Si crees que tu fuiste avergonzada debiste haber visto a Samanta, la pobre huyo del escenario corriendo – el tono masculino que relataba lo ocurrido soltó una cruel risa – Para ser sincero me da algo de pena, estuvo toda la semana diciendo que iba a curar a Diego de ser gay, a lo mejor luego voy a consolarla, no se puede evitar el hecho de que tiene un buen cuerpo – carcajeo suavemente; con antipatía.

 

Contuve los impulsos homicidas que en ese momento sucumbieron desde el interior de mi cuerpo, cuestionando las posibles razones del existir de gente tan estúpida en el mundo.

 

  ¿Cura?, por lo que veo el único enfermo eres tú – murmuré, cerciorándome anticipadamente que mis palabras no serían percibidas por aquellos neandertales.

 

 Suspiré aliviado al sentir como los sonidos provenientes desde el exterior de la oscuridad que me acogía iban descendiendo su magnitud, señal clara de que se alejaban. Con cuidado asomé mi cabeza, solo para enterarme que eran cuatro los que se encontraban ahí hace unos segundos y afortunadamente se estaban perdiendo entre las puertas de los numerosos camarines que se ubicaban en el lugar.

 

 Corrí todo lo que mis piernas daban, logrando salir finalmente del recinto. Golpeé con fuerza mi puño contra la pared exterior del colegio al recordar que mi bolso aun estaba dentro del gimnasio, y lo que es más importante; mis condones.

 

 Observé hacia ambos lados, buscando a alguien que fuese de confianza, al fin encontrándolo en la puerta del establecimiento. Me dirigí hacia el ante las miradas prepotentes de la muchedumbre.

 

  – Vicente – le llamé.

 

 El joven analizó mi presencia durante algunos segundos, frunciendo levemente el ceño, ignorándome completamente. Percibí como se alejaba con mayor velocidad que antes, siguiendo la conversación que mantenía con su acompañante sin siquiera voltearse una vez. Entonces comprendí lo evidente; le daba asco.

 

 Avancé a la avenida principal, cuestionándome el aceptar o no la invitación de Diego; decidiéndome finalmente al tomar el colectivo que me llevaba hacia su hogar.  

 

 Contemplé el paisaje a través de la sucia ventana, viendo como los árboles y edificios parecían desaparecer como una mancha de pintura en un cuadro abstracto.

 

– ¿Por qué mis problemas no desaparecen así también? – cuestioné en mi mente – Es culpa suya por convertirme en esto.

 

El automóvil se detuvo en seco, pude reconocer la calle de mi destino.

 

Mi enfado fue en aumento, junto con el impulso de reproche y el recorrido que lentamente iba acortando su lejanía. Sin darme cuenta y cegado por la ira, me encontraba de pie frente a su puerta, tocando el timbre como poseso, esperando impaciente el momento en que su rostro surgiera de aquella tabla de madera barnizada, para poder recriminarle el daño que solo él me había provocado.

 

 – ¡Mi amor! – exclamó – Pensé que no vendrías.

 

Me arrojé sobre su cuerpo, cobijándolo tiernamente entre mis brazos. Toda mi ansia y orgullo fue dejado atrás al sentir su tacto. ¿Qué importaba la opinión de los demás? Solo con ver su sonrisa, su delgado cuerpo, sus labios extendidos de manera graciosa y sus ojos completamente expresivos me hacen querer mandar todo al demonio. No deseo nada más, solo esto necesito para alcanzar la felicidad.

 

 – Bienvenido a casa Felipe.    

 

 

 

 

Notas finales:

Esta inspirado en personas reales, con acontecimientos reales y nombres reales.

 La confesión no es real y lo que sucedió después del baile es incierto. 

 

Gracias por sus review.


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