A la edad de 15 años me di cuenta que me gustaban los chicos, cuando entre a la preparatoria comenzaron a atraerme mis compañeros de clases y hasta los que no eran, pero en especial mi sensei de deportes Hoshigaki Kisame, de 27 años, alto, cabello azul, ojos grises y con un cuerpazo, brazos musculosos, y un trasero apetecible, sin embargo, era un mujeriego, lo cual implicaba que jamás me relacionaría con él.
Kisame-sensei daba clases de natación por las tardes en la alberca de la unidad deportiva que está cerca de mi casa, y con la ilusión de verlo en traje de baño me inscribí en su clases para pasar la materia de educación física con él en la alberca, sin embargo, la primera semana nunca fue en tanga que era mi esperanza que fue en una, sólo en tipo bermuda, y el jueves invitó a mis compañeros de clase a un partido de waterpolo para el siguiente día, y todos accedieron.
El día viernes llegaron a las 5 p.m., a jugar éramos 6 contra 6 y mi Kisame-sensei quedó en el equipo contrario, cuál fue la sorpresa que sólo él llevaba una tanga negra, que provocó una semi-erección en mí, pronto pasó y empezamos a jugar, yo estaba anotando varios puntos y casi al finalizar él trato detenerme abrazándome fuerte, sentí su miembro deslizarse por mi pierna, pero no pasó nada, y nos fuimos a cambiar. Cuando ya me iba me acorde de una pequeña cosa.
- Kisame-sensei ya ha firmado mi hoja de cumplimiento con la materia.
- No Sasuke, la dejé en mi casa, ¿te urge?
- Es que el lunes a primera hora se la tengo que entregar a Anko-sensei (era nuestra coordinadora).
- Aquí no es necesario que me sensei, tutéame dime Kisame.
- Ok. - dije con pícara sonrisa.
- Mañana ve a mi casa por ella.- dijo y así quedamos.
Al día siguiente era sábado y, como sabía lo mujeriego que era y supuesto heterosexual, me puse de acuerdo con mis amigos para ir al boliche, y nos quedamos de ver a las 7 p.m., siempre querían que fuera porque soy buen jugador de bolos, pero antes se me ocurrió ir a la casa de Kisame, que en realidad era un departamento por mi reporte.
Él era de bastante dinero, él vivía en el último piso de un edificio de lujo de 8 departamentos, había 2 departamentos por piso, y el otro de su piso estaban deshabitado, pensé que a lo mejor lo encontraba con una chica, y cuando abre la puerta, lo veo con su sonrisa blanca y muy seductora, llevaba puesto un pantalón blanco y un camisa azul, lo hacían verse muy atractivo, a comparación mí que llevaba una bermuda, y una playera blanca.
- Pasa Sasuke.
- Si vas a salir vengo mañana.- dije por como anda vestido.
- No, ya no voy a salir, siéntate, ¿Quieres algo de tomar?... una cerveza.
- No, es que me tengo que ir, voy a los bolos con algunos amigos.
Cuando termine de hablar él ya estaba pone su cerveza en la mesa y saca sus llaves.
- No quería hacer esto, pero Sasuke me estas obligando.- dijo y eso en verdad me puso nervioso, y vi cómo le ponía llave a la puerta de entrada.
- ¿Por qué cierras Kisame? – pregunté con voz nerviosa.
- Todavía no entiendes Sasukito, te voy a secuestrar- y cuando dijo eso me dio miedo.
- Estás loco…- pero no dejo que terminara por que se acercó a mí y me besó.
No supe qué hacer y dejé besarme por él, prácticamente me quería devorar, su lengua la sentía casi en la garganta, me estrujaba, me dio miedo.
-Me tengo que ir.
- Ya te dije de aquí no sales sin haber sido mío.
- Y si no quiero.
- Te someto – dijo tranquilamente, mientras besaba mi cuello. - La recompensa que pido por tu secuestro es tu cuerpo.
Me sentó en la mesa y entre mis piernas se introdujo, mientras empinaba la cerveza en su boca, y me besaba pasándome la cerveza, me desnudó casi a la fuerza, y vació la cerveza en mí y me chupaba el cuello.
- Por favor déjame ir Kisame.
- ¿No entiendes que eres mi presa y voy hacer contigo lo que quiera?- dijo cargándome.
No me quedó otra cosa que someterme a lo que él quería, estaba bajo su total dominio, sin embargo eso me estaba gustando quizás por lo demasiado guapo y el buen cuerpo de Kisame-sensei.
Al llegar a su cuarto se quitó la camisa, pude ver su hermoso torso, se paró frente a mí.
- Desnúdame- dijo y le quité temblando su pantalón, después su ajustado bóxer, tipo trusa.
Él me aventó en la cama y, partiendo de la cabeza al revés, lamió mi frente, bajó a mi nariz y mis labios, nuestras lenguas se entrelazaban.
- Ya ves Sasukito, esto te esta gustando.
- Si, me esta gustado.
- Así me gusta.
Bajo hasta que su miembro quedo enfrente en mi boca, logrando que entrara de golpe, hasta lo más profundo de mi garganta, en eso se pone como hacer ejercicio, bajando y subiendo, sosteniéndose de sus manos, mientras la penetración continuaba en mi boca.
-Así mi Sasukito.- decía.
De repente se puso de pie y me levantó de la cama para que se la chupará con más pasión, y así lo hice, mientras empujaba mi cabeza con sus fuertes manos y diciéndome trágatela toda, y no tardó en inundar mi boca y garganta de su leche e hizo que succionara todo, hasta que no quedó ni una gota, me levantó y me ató en la cabecera de la cama con las sábanas.
- No me gusta así Kisame. – dije.
- Vas hacer lo que yo quiera, recuerda que eres mi víctima. – dijo mientras su boca se dirigió a mi miembro, y se lo engulló una y otra vez.
Cuando parecía venirme, él sabía frenarme, y su lengua jugueteaba con mi cabeza y se deslizaba por el tronco, hasta que ya no pude más y sentí temblando mis piernas e inundé su boca, a diferencia de mí él se levantó con toda la leche en la boca.
- Quiero que pruebes tu leche. – dijo.
- No.
- Cómo que no.- dijo y me besó apasionadamente, estaba bajo su merced ya que estaba atado, de repente me levantó, y de golpe introdujo todo su paquete de carne en mí, me dolió un poquito, pero ese vaivén me enloqueció.
- Métemela más, así Kisame.
Así duramos un buen rato, yo pidiendo más y él dándome ese pequeño gustito, hasta que finalmente se volvió a venir, ahora en mi culito, fue tan fuerte la corrida que me quedé dormido.
Desperté ha eso de las 9 de la noche, me vestí y fui a la sala, él ahí estaba el viendo televisión.
- Hola, ¿me vas a dejar ir?
- Claro, pero me gustaría secuestrarte más veces.
- No es necesario, desde hace mucho te deseo. – le confesé de mi deseo por él, como me gustaba verlo en tanga.
- Ven chiquito.
Nos besamos mientras que caímos al suelo, mientras nos desnudándonos sin dejar en ningún momento de besándonos como locos, hasta que comenzamos hacer 69, y finalmente otras vez el amor, pero esta vez muy tiernamente.
Después de esa primera vez, lo visitaba una vez por semana y gracias a eso saqué diez en educación física y con su ayuda, también en otras materias. Pero no duro mucho, como yo desearía que duraran mis “secuestros”, ya que mis padres me cambiaron de preparatoria más cerca de nuestra nueva casa.
