Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Soñando... por AthenaExclamation67

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Soñando


By AthenaExclamation67


 


 


Atardecer…


 


La tenue luz solar que aún luchaba por sucumbir a los encantos de la luna, cedía su paso derrotada a un cielo anaranjado, rosado, que mezclado con el principio de la nueva estación, realzaba la hermosura del paisaje.


 


El invierno estaba finalizando, pero por aquellas curiosidades, la madre naturaleza había previsto que aquel año, los arboles florecieran temprano.


 


Y fue así, como cada uno de los habitantes de la ciudad ateniense, decidían acudir a ver el florecer de los hermosos arboles.


 


El pasto estaba más verde que nunca. Las lluvias y los buenos cuidados, habían ayudado, y sumándose a la frescura que desprendía, los arboles en flor, que sugerían a las parejitas que fueran a retozar.


 


Podían verse enamorados de todas las edades. Parejas de todo tipo. Pero sobre todo, lo que se podía apreciar. Era que el amor flotaba en el aire.


 


Casi sistemáticamente, los arboles eran refugio de estas parejas. Salvaguardando a sus refugiados de los últimos rayos de sol diarios, y brindándoles apoyo para un mejor acomodo que no dudaban en aprovechar.


 


Así era, que cada tarde, provistas de manta, bebidas, y cestas con comida. Las parejas acudían a los hermosos jardines de la ciudad para poder olvidar lo estresante que había sido el día.


 


- Esto es como un sueño… - susurraba el joven ateniense de pelo azulado y ojos verdes - creo que no podría haber un momento mejor que este… - finalizó acomodándose sobre unas fuertes piernas, apoyando sus antebrazos sobre aquellos muslos que le recibían encantados, mientras su propietario, veía como ese ser que el destino había puesto en su camino, se acomodaba entre sus rodillas al tiempo que se sentía incapaz de dejar mirarlo.


- Así es… - contestó en tono meloso el moreno de piel tostada y hermosos ojos azules - un momento sin igual… - sonrió encantadoramente, dejándole completamente obnubilado, sonrojando al dueño de su corazón.


 


Lentamente, el moreno acariciaba la larga y espesa melena de su amante, inclinándose para poder rodearle con sus brazos, buscando lentamente los labios finamente perfilados para completar ese maravilloso momento.


 


- Te amo… - susurró el moreno, tomando despacio esos labios que saciaban su sed completamente.


- Aioros… - gimió en una exhalación al separarse, sin tiempo a más, sin poder hacer otra cosa que prepararse para el nuevo beso que estaba por llegar.


 


Aioros se inclinó, tomando suavemente el mentón de Saga, rodeándole con su brazo libre para aferrar, asegurar el contacto con el cuerpo de su amado.


 


Más despacio, buscó acomodo, rodando sobre la manta estratégicamente extendida en el pasto, quedando encima de Saga y cuando pudo volver a comprobar la belleza del rostro apreciado volvió a besarlo.


 


Se deslizó lentamente, besándole después el cuello, abriendo la camisa de Saga al mismo tiempo, sonriéndose cuando pudo ver el suave torso, sonrisa pícara, que dejaba bien claro lo que estaba planeando.


 


Aquella tarde era perfecta. Simplemente, parecía que la madre naturaleza organizase esas veladas inolvidables para las parejas de enamoradas que no perdían la ocasión, y salían a disfrutarlas. Y esa era la idea de Aioros, disfrutarla al lado del ser que amaba. Saga.


 


Casi sin que pudiera resistirse. Saga se veía semi desnudo sobre el césped, desprovisto de su camisa, y los pantalones parecía que iban a correr la misma suerte. Sintiendo un escalofrío incesante que le recorría mientras Aioros, antes de desnudarle completamente le regalase con sus deliciosas caricias que le hacían encenderse.


 


- Mmmnnn… no creo que este sea un lugar adecuado… - jadeó sin poder hacer nada más, entregándose al placer de lo que no pensaba negar. Le amaba, le deseaba, y no podía dejar de pensar en otra cosa que tenerle a su lado. Vestido, desnudo, mientras le hacía suyo. De cualquier manera, pero con él y para él.


- ¿Por qué no? - sonrió y volvió  besarle el cuello, deslizándose a una velocidad demasiado lenta hacia el torso que se contraía y expandía de forma violenta por culpa de la excitación de las caricias - cualquier lugar es bueno, siempre que sea contigo… - acabó metiendo la mano dentro de la ropa interior, tomando la hombría de Saga para poder acariciarla mientras que con sus labios, descendía hasta el ombligo y lo lamia mucho más despacio. Como deseando torturarlo.


- Aioros… - se arqueó esta vez Saga, dándose por vencido, olvidando el lugar que estaban, uno público, uno en el que podían ser vistos por la gente que allí estaba, pero sabiendo que precisamente eso, le hacía excitarse mucho más por el morbo que esa situación les despertaba.


 


Estaba completamente vencido. Derrotado por los besos, las caricias y las precisas palabras que le hacían sentir especial y único. No le importaba el lugar, que lo viera medio mundo. Estaba allí, con Aioros, con su amado. Con el que los dioses le habían hecho cruzarse un día. Y desde ese mismo día en el que se conocieron en sus puestos de trabajo, ya no se separaron.


 


Su virilidad cobraba vigor. La mano de Aioros ardía, y eso mismo provocaba que se endureciese, que rebosara esa pegajosa viscosidad que demostraba lo bien que Aioros le conocía, porque sabía exactamente que debía hacer, o donde debía acariciar para que Saga, se volviera loco de placer y se entregara irremediablemente a él.


 


- Te amo… - gimió sintiéndose desnudo, sabiendo que sus pantalones, seguramente, adornaban una de las ramas del árbol que les cobijaba - hazlo ya, Aioros… - increpó, acción que él que le estaba haciendo enloquecer conocía y sabía que tenía un deseo impreso.


- No te impacientes… - sonrió maliciosamente - aun no estás completamente desnudo… - acotó sacando su mano de la ropa interior, liberando ese sexo que furiosamente endurecido, clamaba por esa deliciosa atención - Saga… - se incorporó lo necesario, lo estrictamente preciso para poder acabar de desnudarle y liberarse de su camisa, dejando que su torso tostado le hiciera sombra por un momento mientras el cierre de sus pantalones descendía y mostraba su abultada hombría.


- Ya… ya no puedo más… - jadeó por última vez, incorporándose, metiendo las manos dentro de esos pantalones para poder bajarle el bóxer y dejar expuesta la vigorosa sexualidad de su amante.


 


La rodeó lentamente con sus finos pero fuertes dedos, inclinándola al tiempo que volvía a recostarse y separaba sus piernas para que Aioros tuviera espacio suficiente, enredándolas a la cadera, dejando que su cuerpo, fuera la diana, que sería penetrada por ese dardo que ya permanecía cercano al punto de entrada de su cuerpo.


 


- Mmnn…Saga… - jadeó besándole el cuello, muy cerca del oído - te amo… - le susurró empujando, venciendo la barrera por pocos segundos, resistía el embiste de su cadera - Ahhh…- gimió pujando más, sintiendo escalofríos, sintiendo esa deliciosa opresión de las entrañas de Saga - Ahhh…  - jadeó una vez más, quedándose completamente quieto, con una mueca extraña dominándole el rostro - ¿Qué es ese ruido? - preguntó en un suspiro.


- Mnnn… ¿Que ruido? - preguntó extrañado Saga - yo no lo he oído… - calló prestando atención, deseando descubrir lo que quería decir.


- Sí. Ese extraño pitido… - explicó sin moverse un centímetro, dejando su intimidad completamente introducida en las entrañas de Saga - ¿no lo oyes? - añadió - es algo parecido a un despertador… - calló sintiendo dentro de su cabeza ese estridente sonido que le distraía de sus deseos.


- ¿Despertador? - dijo asombrado, prestando una mayor atención, creyendo escuchar a lo lejos - pero que demonio hace aquí un despertador… - se preguntó a sí mismo, sintiendo que repentinamente caía al vacío, sintiéndose perdido, golpeado, sin sentido.


 


Se revolvió ansiosamente, notando sus manos extrañamente apresadas, luchando contra algo o alguien que las retenía. Pero no era alguien, sino que eran las suaves sabanas de su cama que sin saber muy bien como, estaban enrolladas a sus muñecas.


 


Saga, más ansioso, se arqueó deseando liberarse de esa opresión mientras abría los ojos y se daba cuenta donde estaba.


 


- ¡¡NO!! - renegó en voz alta, viéndose solo en su habitación - ¿Cómo puede ser? - increpaba deshaciendo el enredo que tenia con las sábanas - ¿Por qué tengo que tener esta clase de sueños? - se movió despacio, queriendo incorporarse, pero calculando mal, cosa que le hizo caerse al suelo.


Unos pasos rápidos se oyeron. Pasos que se dirigían hacia donde Saga estaba, pasos que se escucharon con más intensidad aunque no podía ver al dueño.


 


- ¿Saga? - pronunció una voz - ¿Dónde te has metido? - añadió con preocupación.


- Mmnghhh… - se quejó desde el suelo, incorporándose para sentarse.


- Ahí estás… - susurró el moreno de sus sueños apartándole la sabana que le cubría todo el cuerpo - buenos días… - sonrió inclinándose para darle un delicado beso en los labios - ¿tuviste sueños extraños? - dejó que la sonrisa que dominaba su rostro mostrara todos sus dientes - cualquiera diría que no se complacerte… - dijo al comprobar el estado en el que se encontraba Saga.


- ¡¡Pervertido!! - contestó lanzándole uno de los almohadones que también se habían caído de la cama - no es eso… y lo sabes perfectamente - se sonrojó muchísimo, sintiendo que era él, y no Aioros el pervertido.


- Lo sé, pero es que me gusta provocarte… - se le lanzó encima, quedando justamente como estaban en el sueño - dime Saga… - pronunció sin ánimo de burla - ¿Qué soñabas exactamente? - se mordió el labio, esta vez con claras intenciones de pelea.


- No te lo diré - contestó muerto de vergüenza.


- Venga… dímelo… - le separó las piernas con las rodillas, notando la hombría de Saga clavarse en su cadera - dime que te tiene así… - le miró fijamente, hincando su cadera sobre la de Saga, dejando que sus sexos se rozasen por encima de las ropas,  provocándole así un sonrojo mayor.


- ¡¡ME TIENE ASÍ UNA  FANTASÍA EN EL PARQUE!! - gritó tomando lo primero que encontró en el suelo para cubrir su rostro y se escondió - nunca debí acceder a contarte… - se aferró al almohadón que había tomado, notando que tiraban de él.


 


Aioros sonrió recordando la noche anterior en la que se contaron sus fantasías sexuales.


 


- Mmmnnn… ya veo… - contestó - pero no es eso lo que debe preocuparte - sonrió - sino más bien la promesa que te hice - continuó, logrando apartar el almohadón - Saga… - le miró fijamente a los ojos, inclinándose para quedar a escasos centímetros de los labios, tan cerca que podían sentir sus alientos chocando - te prometí que haría que todos tus sueños se cumpliesen… - susurró viendo como el rostro de Saga tornaba rojo como tomate.


-¡¡PERVERTIDO!! - le gritó esta vez completamente consciente de lo que decía - ¡¡no digas tonterías!! - continuó dándose la vuelta rápidamente para poder escaparse de las fuertes piernas de Aioros, aunque no lo logró porque este se sentó sobre su trasero.


- Te amo… - le susurró al oído después de inclinarse - y si me conoces tan bien como yo creo… - le mordió el lóbulo - sabrás perfectamente que no miento… - canturreó al oído de Saga que se estremeció y pataleó en el suelo, mientras que Aioros, empezaba a besarle la espalda, deseando poder complacer aunque no fuera en el parque, sus más ocultos deseos.


 


 


- FIN-


 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).