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Diálogo entre dos gatos por kitsune gin

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Notas del fanfic:

Tengo varios meses jugueteando con esta idea. Spock es un gato lógico. Grimmjow, un gato salvaje. Con todo, los gatos de la especie de Spock pierden toda lógica durante el Pon Farr, la época de pareamiento entre vulcanos, aparecida cada siete años. De modo que sí, parece que tienen más puntos en común de lo que se piensa.

No es un crossover sencillo -implica el manejo de dos cánones- pero está quedando, me parece, muy cómico.

Ditta querida:

No es lo que mereces, pero es lo que se me vino a la cabeza. Como tampoco es lo que te gusta -Grimmjow+Ichigo- lo dejé onesided... me darás la razón, al final XDXD

Mil gracias a Dracophile-san, por sus notas sobre Rangere y a Spirktrekker42, por "Mission to Gamus" y por su increíble amistad.

Dif tor het mus'mah

Namasté

Kisune Gin.

Notas del capitulo:

Notas en vulcano?

Yu'un Ta'al; la señal en "V" con la mano derecha. Es la letra yun hebrea, simbolizando "Dios esté contigo"

Dif tor het musmah "prosperidad y larga vida"

Ashayam; beloved, "mi muy amado"

Satel'n su: título formal de esposos

T'hy'la; hermano, amigo, amante. "Alma gemela"

 

 

Se llevó las manos a las sienes, adolorido, cerrando los ojos, el blanco de las paredes los lastimaba. Concentrándose, subió la membrana interna que los protegía. Al menos, el calor del desierto y la sequedad el aire le eran familiares.

 

Tocó la piedra que componía la pared. Curioso. Alguna formación de calcita aglutinada y dilitio cristalizado, que impedía que el enlace telepático con Jim funcionara de manera correcta. Miró las bandas de cerámica sobre sus muñecas; seguramente tenían la misma composición; sus dedos eran incapaces de leer ninguna vibración ¿Qué sería aquello?

 

La puerta se abrió, dejando entrar a las dos mujeres; una de ellas , con un extraño peinado, una pesada trenza anudada al frente y la otra, muy alta, con el cabello en tonos liláceos

 

-A sus órdenes, Unohana Taichou…

 

“Taichou?”

 

La mujer alta se retiró, dejando a la capitana acercarse. Porque Spock dominaba más de 74 idiomas y 50 dialectos y sabía reconocer el japonés cuando lo escuchaba; su madre amaba tanto a Shakespeare como a Bashou y le había enseñado la –aparente- ilogicidad que contenían los tres versos de cada haiku.

 

Se levantó y se inclinó, cortésmente

 

-Capitana

 

La mujer sonrió y la parte humana de Spock sintió un ligero estremecimiento

 

-Y su nombre es?

 

-Spock, capitana. Soy el Comandante Científico, Primer Oficial de la Enterprise, de la Federación Planetaria

 

Unohana suspiró, un tanto desconcertada. Spock siguió

 

-Puedo preguntar ¿Dónde tienen a mi capitán? y ¿Cuál es el motivo de nuestra detención?

 

La mujer se sentó plácidamente en el sofá de la ¿celda? y puso las manos en su regazo. Spock pensó en una de las sanadoras del Seleya; su calma, su actitud, su aspecto

 

-Su capitán sufrió un golpe muy fuerte, al enfrentar a los hollows que cayeron de la muralla, junto con Exequias, su jefe. Lo tenemos bajo observación y se encuentra estable…

 

-¿Presumo que es usted médica?

 

Una sonrisa, esta vez, cálida y afable

 

-Unohana Retsu, comandante Spock, capitana del Cuarto Escuadrón del Gotei 13. Efectivamente, nuestro escuadrón es de sanadores

 

Spock asintió

-¿Cuál es la razón por la que se nos mantiene prisioneros, capitana? Nuestras intenciones no son agresivas. No teníamos un plan premeditado de aterrizar en su… planeta. De hecho, ni siquiera figuraba algo parecido a uno en nuestros mapas ni en nuestra trayectoria. Le agradecería que me explicara

 

Unohana hizo ojos de espiral. Mentales, por supuesto. Había sido una pésima idea de Zaraki la de asesinar al Menos en el momento en el que éste había rasgado el tejido del cielo. Un flujo de energía, un salto en el tiempo y dos extraños cayendo en las arenas de Hueco Mundo; un humano y otro… que evidentemente no era humano, ni hollow y que despedía un reiatsu sumamente fuerte. El humano estaba herido, pero eso podía componerse. El inhumano sólo tenía algunos rasguños; los suficientes como para demostrar que su sangre era verde.

 

El problema verdadero para Unohana era ¿Cómo devolverlos al espaciotiempo de donde habían caído, al rasgar el Menos el tejido del Cielo? Por lo menos, Mayuri-san se estaba encargando de eso. Y Unohana no quería darle muchas explicaciones al inhumano; necesitaban sacarlos de ahí, lo más pronto posible

 

-Comandante Spock, le aseguro que el… encuentro con ustedes, fue puramente accidental. Éste no es un planeta. Es lo que ustedes llamarían… una alternatividad. No soy científica, de modo que no puedo explicárselo claramente. Pero nuestro… capitán de la División de Investigación está haciendo todo lo posible para regresarlos lo más pronto posible al lugar de donde vienen

 

Spock digirió unos segundos la respuesta y luego, mostró sus muñecas

 

-¿Qué son estas pulseras? Noto que restringen mi habilidad telepática… así como la piedra de la que está hecho este lugar. Si sus intenciones no son apresarnos y reconocieron que soy un telépata táctil ¿Cuál es el motivo que los indujo a restringirme de esta forma?

 

Unohana se sintió avergonzada. Con que eso era. Telepatía de campo, lo que producía una firma diferente en el reiatsu. Se adelantó y, sin tocar a Spock, recitó un bakudou sencillo. Las muñequeras cayeron al piso

 

-Esta piedra la llamamos Seki y las muñequeras eran de un material mezclado con ella, comandante. Le suplico nuestras disculpas; detectamos un reiatsu… es decir, un campo de fuerza que no reconocimos en usted y temimos que pudiera hacerse daño

 

-O hacérselo a ustedes –respondió Spock, secamente- no se preocupe, capitana. Los vulcanos no usamos nuestra telepatía táctil como un arma. Sería ilógico y contrario a nuestras enseñanzas ¿Sería tan amable de decirme cuánto tiempo más tendremos que esperar?

 

Ella negó con la cabeza

-Lo ignoro, comandante. Llegaron ustedes en mal momento. Estamos en medio de una batalla y hay muchos heridos… le aseguro que haremos todo el esfuerzo posible en ese sentido

 

La conciencia de Spock recuperó sus bríos de siempre

-Una guerra es siempre algo lamentable ¿Hay alguna cosa en la que pudiera serle de utilidad?

 

Unohana pensó dos minutos; ese inhumano era desconcertante. Seco y amable a la vez. Su reiatsu era tan fuerte como el de un teniente… y estaba entrenado a dominarlo. Poseía tintes oscuros, como los de un vizard. E, indudablemente, estaba ligado de alguna forma al rubio joven que seguía en trance de sanación, bajo el marco de Terapia Intensiva. Un lazo mental muy fuerte. El alarido lleno de maldiciones en la distancia, la distrajo

 

-¡Mátenme, bastardos shinigamis hijos de puta! ¿Quién carajos les dijo que me curaran? ¡Finalicen lo que Nnoitra comenzó! ¡No quiero deberles nada!

 

Un rugido totalmente felino. Tuvo una idea. Si Spock era un telépata táctil, tal vez pudiera tranquilizar con su poder a su último paciente, el sexto espada. El vulcano la miró, interrogándola en silencio ¿Qué había sido eso? La médica se puso en pié y lo invitó a seguirla. Afortunadamente, aquellos seres no eran muy táctiles, pensó Spock. No teniendo su tricorder para analizarlos –ni su pháser para defenderse, de paso se tomaban sus precauciones- no quería correr el riesgo de enterarse demasiado. La mujer parecía alguien serio y preocupado

 

-Por favor, acompáñeme, comandante. Es uno de nuestros prisioneros; se niega a que lo curemos

 

Spock elevó una ceja. Entonces, eran humanos de alguna especie. Sólo ellos se comportarían de forma tan ilógica.

 

Siguió a la capitana sin añadir una palabra.

 

“Jim, t’hy’la… a dónde venimos a parar?”

 

El lazo mental no le respondió.

 

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Las sujeciones en muñecas y tobillos funcionaban bien; Spock notó que estaban hechas del mismo tipo de material cerámico. La del vientre era imposible de ajustar ¿Era eso una herida? ¿O era una característica del ser que se retorcía en la cama frente a él? Spock jamás había visto algo así; un hueco perfectamente redondo, a la altura del ombligo; la piel parecía estar cubierta por escamas blancas. Una bioarmadura, evidentemente. El ser en cuestión tenía características felinas, los colmillos de un sehlat, el cabello largo y azul, orejas tan felinas como las de Spock y ojos de un azul mucho más brillante que el de los ojos de Jim, a más de garras y cola.

 

Una especie de marco o campo de energía lo mantenía doblemente sujeto; al parecer, estaba debilitándose, porque, repentinamente, toda apariencia felina desapareció y sólo quedó un humano –o semihumano?- sobre la cama, con una herida espantosa en el cuello, la cual se regeneraba muy lentamente, bajo las expertas manos de la médica.

 

Fascinante; ella despedía energía y las moléculas se iban tejiendo, una por una ¿Qué especie era ésta, que podía manipular de esa forma materia y energía sin perder el control?

 

El semihumano abrió los ojos y miró a Spock

 

-Vaya… désde cuándo los shinigami reclutan maricas verdes?

 

Unohana no perdió concentración. Spock se inclinó sobre el sujeto

 

-No comprendo su afirmación: no soy un shinigami. Si por marica se refiere usted a mi orientación sexual, presupongo una fobia de naturaleza sumamente primitiva. Y el tono de mi piel se debe a que está basado en hemocyanina y no en hemoglobina… mi sangre está basada en elementos cúpricos, lo cual le da ese color

 

El semihumano pestañeó dos veces, sin comprender

 

-No quieras apantallarme, idiota…

 

Spock se dirigió a la capitana shinigami

 

-Unohana taichou, éste es uno de sus enemigos?

 

La médica se limitó a asentir, en medio de su profunda concentración. El vulcano se acercó de nuevo al semihumano, quien jadeaba dificultosamente, debido al dolor

 

-¿Tiene usted algún nombre?

 

El postrado en cama escupió sangre

 

-Grimm…jow.  Grimmjow Jeaggerjaques, Sexto Espada

 

Un grado muy extraño, pensó Spock. Sexto Espada. Le recordaba a los Clanes de Asesinos Nobles, del Sistema Dunasiano. Decidió dirigirse a él como a otro oficial

 

-Espada Grimmjow, la capitana Unohana sólo tiene las mejores intenciones. No es una vergüenza caer herido en batalla y menos si se ha peleado valerosamente. No pertenezco a su mundo ni tampoco su guerra es la mía. Mi especie controla las emociones; ello no implica que no conozcamos la compasión.  Permítame, por favor…

 

Spock alzó sus escudos mentales, para leer lo menos posible la mente del otro y con su mano, buscó los puntos de fusión en el rostro de Grimmjow, extrayendo de él una carga considerable de dolor físico. Se concentró en anular el dolor del otro, recibido ahora en su propio cuerpo, en oleadas agónicas.

 

Unohana lo percibió. Grimmjow también. Y los otros sanadores que los rodeaban; el cambio en el reiatsu flotante fue sutil, como una niebla densa que se va desvaneciendo en jirones, conforme el sol de la mañana la calienta.

 

El dolor fue… apabullante. Spock cayó de rodillas, en un esfuerzo por sostener sus escudos mentales, pero no logró evitar que las memorias del Espada entraran en su mente a velocidad warp.

 

Ira infinita. Soledad. Desprecio por los débiles. Sentido del honor. Odio a una persona -¿Aizen?- Rencor sumado. Lujuria inerminable. Autodesprecio… Afecto? No, algo más allá del afecto. Pasión sin medida alguna. Como Plak Tow, fiebre interminable y dolorosa…. Luz de un anaranjado más intenso que el desierto de Vulcano y un nombre rebotando; Kurosaki Ichigo.

 

Spock interrumpió la conexión, jadeante. Dos sanadores saltaron a ayudarlo pero él alzó la mano, haciendo la seña de que no lo tocaran. Unohana suspendió la curación del Espada; éste dormía ahora, tranquilamente, con una expresión de absoluta paz. Se volvió de inmediato hacia el afectado vulcano, con un gesto de preocupación

 

-Se encuentra usted bien, comandante?

 

Spock asintió, tratando de recomponerse. Se enderezó en cuanto pudo, alisándose el uniforme

 

-Puedo manejarme razonablemente, capitana, gracias. El… desasosiego dentro del Espada me afectó un poco. Sus sentimientos son primitivos, profundos e inmanejables; aunque no soy médico, mi opinión es que son esos sentimientos, aunados a su sentido del honor, lo que le impiden aceptar curación por parte de ustedes

 

Unohana sonrió ante el lenguaje del otro, formal y excesivamente definitorio

 

-Esas son características que distinguen a los Espada, comandante. Es también lo que produce el… hueco en sus cuerpos

 

-Fascinante. Sin embargo, noto confusión respecto a su lealtad, aunque su sentido del honor es tan elevado como el de los klingon. Son una especie en el… universo de donde venimos, que prefieren morir antes de ver comprometido su honor.

 

Unohana se limitó a asentir

 

-Capitana, podría responderme una pregunta?

 

-Comandante,  su ayuda ha sido invaluable para la curación de este paciente, intentaré responder todos sus cuestionamientos

 

-¿Quién es Kurosaki Ichigo?

 

Unohana levantó una ceja. Los demás sanadores se miraron unos a otros. Spock siguió hablando

 

-Durante mi breve fusión mental con el Espada, me percaté, involuntariamente, que Grimmjow tiene una… profunda relación de, lo que ustedes llamarían “amor-odio” con Kurosaki Ichigo: infiero que se trata de su pareja y que los sentimientos mezclados se deben a su preocupación por él. Mi sugerencia sería que lo pusieran en contacto con él a la brevedad. Eso, incrementaría notoriamente su capacidad de recuperación

 

Las carcajadas no se hicieron esperar, frente al desconcertado vulcano. Fue cuando éste se dio cuenta de que había más shinigami en la habitación; uno de ellos, de cabello rojo. Otro, con la misma capa e insignias de Unohana, aunque un símbolo diferente; un capitán, sin duda alguna. El hombre debía ser un dignatario de alguna clase, dada la bufanda y los adornos en el cabello. Un tercero, vestido enteramente de blanco y azul, a diferencia de los uniformes negros del resto. Unohana, sonrió ampliamente

 

-Nunca se nos habría ocurrido algo así, comandante: agradecemos su sugerencia –hizo una pausa y le guiñó un ojo- ¿Le complacería visitar a su capitán?

 

Spock hizo todo el esfuerzo posible para ocultar sus emociones, pero el tinte verde en la punta de sus orejas fue notorio

 

-Eso sería aceptable

 

-Sígame, por favor…

 

El vulcano se deslizó, con la gracia que lo caracterizaba, entre la multitud expectante

 

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Jim lucía bien, aunque un poco pálido. Spock, literalmente, saltó junto a él, tomando su mano y besando sus dedos con los suyos

 

-¡Spock! ¡Dónde carajos te tenían! ¿Dónde estamos? Esto no parece Rangere

 

El vulcano se inclinó sobre su capitán y besó ligeramente su sien, no sólo por afecto, sino para checar su estado. Jim lo adivinó, sonriendo

-No tienes que revisarme; esta gente me curó bien ¿Dónde estamos?

 

-En un universo paralelo, Hueco Mundo, capitán. Este lugar se llama “Las Noches”

 

Jim soltó la carcajada

-¡Por Dios! ¡Ni siquiera un burdel de quinta en Orión tendría un nombre así! ¿Has podido comunicarte con Scotty?

 

-Negativo, Jim. Me quitaron todo el equipo

 

-Y dices que no somos prisioneros?

 

Spock le relató lo que Unohana le había dicho; que ese mundo estaba en guerra, que habían caído en plena batalla y Jim, al ver el ataque que aquellos monstruos lanzaban sobre la pequeña joven –Rukia?-, no había vacilado en saltar a defenderla, saliendo herido en la refriega. Y estaban tratando de hacer todo lo posible por volverlos al Enterprise.

La puerta se abrió y una joven pelirroja, de rostro dulce y grandes pechos, vestida como un Espada, se acercó a ellos, trayendo un carrito con comida y una gran tetera

 

-Comandante… Unohana-sama me dijo que no han comido aún

 

-Desde hace veintidós punto cuatro horas, señorita. Efectivamente, requerimos sustento

 

-Inoue. Inoue Orihime- ella hizo una graciosa reverencia. Pese a su sonrisa y a su cortesía, tanto Jim como Spock percibieron las huellas de llanto y la indudable tristeza de la joven. Jim le dio un codazo leve a Spock; a veces, era mejor que el vulcano llevase la diplomacia y el capitán del Entreprise podía fingir demencia un rato, con el pretexto de la debilidad por sus heridas

 

-Inoue san, le agradecemos sus atenciones… es usted del bando enemigo? ¿Una Espada?

 

La pelirroja soltó una risita

-¡Oh no! Ellos… Ulquiorra, el Cuarto Espada, me secuestró y me trajo aquí hace…meses. Me vistieron como a uno de ellos; los shinigami son mis amigos…

 

A continuación y mientras Spock hacía comer a Jim –fideos en un caldo claro, huevos y tostadas con mermelada y rollos de nori, a más del té verde- Inoue les relató lo ocurrido. Jim intervino, cuando ella se detuvo, abruptamente, al relatar la muerte de Ulquiorra

 

-Inoue…san, mi nombre es Jim. Jim Kirk. Spock le explicó a la capitana Unohana que no queremos intervenir en su guerra; su mundo no pertenece a la Federación. Pero veo que somos tan prisioneros como usted

 

Orihime miró desconcertada al rubio capitán

-Los shinigami son mis amigos y los Espada han muerto… la mayoría, al menos…

 

Spock elevó una ceja

-De ser así, Inoue-san, ¿Por qué sigue usando usted el traje de un Espada? Pese a que, como acaba de mencionarlo, el Cuarto la secuestró, la muerte de Ulquiorra la entristeció tanto que no le es posible hablar de…

 

Jim tomó su muñeca y Spock se quedó callado

 

“Podrías tener más tacto?”

 

“Su comportamiento es el de una viuda. No el de alguien que han venido a liberar

 

“No es nuestro asunto. Tenemos que salir de aquí”

 

“Fueron los shinigami quienes te curaron, Jim. No creo que la viuda de un Espada nos pueda ayudar en algo”

 

Orihime pareció percibir el diálogo mental y tomó la mano de Jim

 

-Capitán… comandante, les pido disculpas. Es que –comenzó a llorar, hablando confusamente- han sido días muy tristes. Es que… yo estoy muy contenta porque Kurosaki-kun vino por mí. Y Rukia y también Ishida-kun y Chaddo… pero Ulquiorra-sama… no era tan malo. Es decir, sí, al principio fue horrible y me decía cosas espantosas… pero –la joven miraba desconcertada a todos lados- estoy segura de que tenía corazón, de que donde está ahora, hallará paz , de…

 

No pudo seguir hablando. Las horquillas en forma de flor que sujetaban su cabello hicieron algo inesperado; se separaron de éste y se dividieron en cuatro personas diminutas, que parecían flotar alrededor de ella. Una de éstas se dirigió a Jim

 

-Por favor, no la entristezcan más, Jim–san; Orihime-chan fue quien te curó de tus heridas y también a Spock-sama

 

Otra de esas cositas flotantes habló

-Orihime chan tiene la capacidad de revertir los daños de la realidad, pese a ser sólo humana. Por eso, Aizen ordenó su secuestro o eso hizo creer a los shinigami y…

 

Jim suspiró, un poco fastidiado. No es que no le importara, pero no quería saber más. Necesitaban volver al Enterprise. En ese momento, se dio cuenta de que Spock aún no había probado un solo bocado. Jim se sentó en la cama y le hizo seña a Inoue para que se acercara

 

-Inoue san…apreciamos su ayuda y personalmente, le… te agradezco que me hayas curado. Ahora, podrías hacerme un favor?

 

La joven se apresuró a asentir, el brillo volviéndole a los ojos

-Mi comandante no puede comer mas que vegetales. Es… alérgico a la carne ¿Crees que podría acompañarte a buscar algo diferente a lo que me trajiste?

 

Ella asintió, alegre y comenzó a ordenar el carrito, hablando de espinacas con cebollines y fresas y otras delicias parecidas

 

“No te separes de ella y averigüa cómo largarnos de aquí, Spock.”

 

“Una idea brillante, Jim”

 

“Busca nuestros comunicaddores, al menos. O contacta al taichou que se encarga de Investigación. No sabemos  quien es el verdadero enemigo aquí “

 

“Es sólo una guerra más, Jim”

 

“Me gustaría saber que estamos en el bando ganador”

 

“Esta gente parece honorable”

 

“Dijiste lo mismo de los Aventasvish, en Nelvara; y estábamos incluídos en el banquete ritual”

 

“Disculpa Jim, pero eso no los hacía menos honorables”

 

“Investiga lo más que puedas”

 

“T’hy’la…”

 

“Es una orden, comandante. No me hagas repetirla”

 

“Por favor, descansa; es importante que tus heridas se cierren totalmente. No tengo mi tricorder, no tengo forma de saber si la curación que hizo esta joven es total o meramente una apariencia”

 

“No me moveré de aquí”

 

Jim estiró su mano, con los dedos medio e índice levantados y Spock recibió el beso como una reafirmación. Orihime miró, curiosa, el ademán y no se contuvo

 

-¿Qué… qué es eso?

 

Spock elevó una ceja. Para desgracia de Jim, los vulcanos no saben mentir

-Entre mi especie, esto es osz'ehsta, un beso, Inoue-san

 

Los ojos grises de la pelirroja miraron a uno y luego a otro y después, enrojeció y su boca formó una “o” perfecta

 

-Oh…OH… ustedes son…son… -Jim frunció el ceño; ojalá y no hubieran roto un tabú y los torturaran, como ya había sucedido en Gamus IV. Spock asintió

 

-Efectivamente. Jim y yo somos satel’n su, pareja…uhm, esposos, creo que es la frase correcta

 

Los dos saltaron frente al inesperado chillido de entusiasmo  en la joven

-¡Genial! ¡Deben quererse mucho! Y eso fue un beso? Oh, comandante…-miró a todos lados- puede acompañarme? ¡Tiene que contarme más! ¿Cómo se conocieron? ¿Quién de ustedes es seme? Y…

 

Spock tuvo un tick diminutísimo, el equivalente a hacer ojos de espiral. Jim reprimió la risa

 

“Tú te lo buscaste. Ahora, ve con ella y POR FAVOR, Spock, NO SE TE OCURRA CONTARLE TODO…”

 

Los dos salieron conversando amigablemente. Jim, agotado, se tiró a dormir; odiaba no estar en acción, pero mientras más rápido se recuperase, más pronto podría ayudar a Spock a salir de ahí. Se quedó dormido en segundos.

 

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Inoue se soltó charlando, hecha unas fiestas. Spock se limitó a escucharla y contestar sólo “sí” o “no”, en su camino hasta las cocinas del inmenso palacio. Al cruzar un pasillo, notó el aroma de ls flores; rosas, gardenias y otras especies terrestres

 

-¿Es esto un jardín?

 

-Oh sí, Spock-sama; era el jardín de Szayel Aporro, el Octavo Espada ¿Quiere conocerlo? ¿No prefiere comer antes?

 

Spock inclinó la cabeza, amablemente

-Creo que podemos…cuál es la frase? “matar dos pájaros de un tiro” , Inoue san. Por favor, lléveme al jardín

 

Extrañada, la joven le permitió el paso; en medio del desierto, en medio de la nada, cubierto bajo la cúpula sin sol de Las Noches, el vergel florecía como si estuviera en Terra misma. Spock se acercó a los rosales, tomó una de las flores, teniendo cuidado con las espinas, la deshojó… y comenzó a comérsela, despacio. Pronto confirmó que efectivamente, eran rosas verdaderas. Inoue, quien era una verdadera experta en platos raros, jamás había visto algo así

 

-Nunca pensé que las flores pudieran comerse

 

Spock elevó ligeramente una ceja

-Yo lo descubrí hace poco tiempo. El hermano mayor de Jim contrajo matrimonio, en su planeta natal, Terra. La madre de Jim me pidió que hiciéramos los arreglos de flores para la mesa de la novia; algunos pétalos se desprendieron y como tenían un aroma placentero y un color aceptable, deduje que serían un buen sustento.

 

…Spock, criatura, qué estás haciendo?

-Estos pétalos tienen buen sabor, lady Kirk

-Wynona, llámame Wy. Y las flores las usamos para resaltar la hermosura de la novia ¡Déjalas ahí! ¡Sólo acomódalas en el centro!

El vulcano miró a la madre de su esposo

-¿Y qué sucede si la novia no es hermosa? ¿De todas formas hay que poner flores? ¿O las retiramos?

Wynona Kirk soltó la carcajada

-¡Mi Dios! Ahora veo por qué Jimmy te ama tanto… la novia es hermosa de todas maneras. No me hagas perder la paciencia y ¡No te comas las flores!

-Con todo respeto, Wy, me parece un desperdicio de alimento y…

-Una cuestión ilógica, ya lo sé. Así somos los humanos. Y si no quieres toparte con una novia verdaderamente furiosa y más allá de toda lógica, dejarás esas flores en paz, de acuerdo?

-Pero…

Un suspiro de Wynona

-Mira Spock, te prometo que te dejaré comerlas tan pronto termine la ceremonia. Por el momento ¡No las toques!

El vulcano se limitó a asentir.

 

Por alguna razón, que pasó inadvertida para Spock, la anécdota de las flores le causó mucha risa a Orihime. Nunca había entendido que tenía de gracioso. Riendo aún la hermosa joven trajo una canastita y escogió rosas, geranios y gardenias. En el rincón había una planta extraña, una enredadera con las ramas negras, hojas de un verde intenso y flores de pétalos blancos y lo que parecía ser un hueco oscuro en el centro. Spock alargó la mano para cortar una y Orihime lo tomó por la muñeca, aterrada

 

-¡No! ¡Esas no las toque, por favor!

 

El vulcano pestañeó, desconcertado. Intentó hacerla reír de nuevo

-¿Son las flores para alguna novia?

 

Orihime miró al piso, repentinamente avergonzada, soltándolo

-Nn... no, Spock-sama. Esas flores… las cuidaba Ulquiorra. Él… bueno, sus colores, es decir, todos los Espada llevan un estigma de algún tono; ha visto las marcas azules en el rostro de Grimjow san? –el vulcano asintió- las marcas de Ulquiorra-sama eran verde y negro. Todos decían que esas flores se parecían a él… son… mortales, si las toca

 

Con todo, Orihime no le aclaró si las flores eran venenosas o en qué sentido eran mortales… o si sólo estaba mintiendo blancamente para que Spock no tocara las flores de “El”. El vulcano aisntió y agradeció la cestita llena de pétalos. Orihime lo miró, curiosa

 

-No le agradaría ponerles un poco de mostaza?

 

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Después de su extraña merienda –el sabor de la mostaza con las rosas había sido bastante aceptable, muy cercano al sabor del plomeek; Spock tomó nota mental de intentar cocinarlo con rosas- y constatando, por el debilitado lazo telepático, que Jim seguía dormido, Spock solicitó a Orihime llevarla donde estuviera “el laboratorio o el lugar de trabajo del personal de Investigación”. En ese momento, Hanatarou entró al comedor, donde Orihime había llevado al vulcano y como fuera que la muchacha no sabía dónde estaba Mayuri san, le pidió al pequeño ayudante médico hacerse cargo.

 

Mientras caminaban a lo largo de los pasillos enormes de Las Noches, Spock notó cómo el joven ayudante médico pareció hacerse más pequeño y temeroso. Quizá se debía a que éstos humanos no habían visto un alien antes. No. Eso era falso. Los hollows contra los que luchaban eran tan o más atemorizantes que cualquier forma nueva de vida. Después de darle vueltas al asunto en dos microsegundos, Spock optó por preguntar: aunque temía que la respuesta fuese ilógica –eran humanos, todo lo decía- su curiosidad era mayor

 

-Séptimo puesto Hanatarou, si me permite –el muchacho lo miró, los ojos grises aterrados- tiene usted alguna… razón para… sentirse estresado en mi presencia?

 

Hana lo miró, haciendo dos esfuerzos monumentales; el de comprender la pregunta y el de no desmayarse súbitamente. Soltó una risita nerviosa, mirando al piso

 

-Oh… no, Spock-sama… yo… soy así de nervioso. Es que no estoy acostumbrado a hacerme cargo de visitas tan importantes, discúlpeme

 

-Sus disculpas son aceptadas, aunque innecesarias e ilógicas, Séptimo Puesto. Usted pertenece a los Sanadores

 

Fue una afirmación, no una pregunta. Hanatarou no tenía idea de qué seguiría después de eso; el reiatsu del extraño era… extraño. Algo que jamás había percibido en ningún ser antes. Contestó asintiendo, atragantadamente. Spock suspiró por dentro; el chico se moría de miedo. Era hora de poner a prueba su IDIC

 

-Déjeme contarle algo, Séptimo Puesto. El Oficial Médico de nuestra nave, el doctor Mc Coy, no sólo tiene el mismo don que usted. Es también un comandante fiero al que nuestro capitán le tiene un profundo temor y respeto, además de valuar su amistad como algo privilegiado. El poder de un Sanador es más importante que incluso, el de un general, pues si un general cae durante la batalla, puede ser reemplazado por varios oficiales. Y en cambio, si un sanador se pierde, mil soldados sin su entrenamiento especializado no serán capaces de hacer su trabajo…

Hanatarou pensó unos momentos en lo que el extraño le decía ¿Acaso era él tan valioso? ¡Jamás lo hubiera pensado! Spock siguió hablando

-Por lo tanto, le sugiero fuertemente que, aunque sus temores frente a lo desconocido o frente a un enemigo con una apariencia física intimidante, no le permitan pensar, reflexione en lo valioso que es su conocimiento y que la única persona que puede defender ese conocimiento, es usted. En ese sentido, es importante que controle su temor, para que no sea éste quien lo controle a usted, ya que su poder de curación es infinitamente mayor a ese miedo…

 

Por primera vez, Hanatarou se detuvo y miró al vulcano hacia arriba –bueno, tan a la cara como la diferencia de estaturas lo permitía- quizá el tono verde no era tan intimidante y el reiatsu era ¿amistoso? pese a la impasibilidad del rostro en el alien. Se decidió a encarar la realidad

 

-Spock-sama, soy pequeño de estatura y no soy fuerte físicamente –se rió un poco- todos los demás shinigami se ríen de nosotros, los del Cuarto Escuadrón, porque no servimos para la pelea...

El alien asintió, gravemente, la espalda recta, las manos cruzadas tras la cintura, el paso firme

 

-En una batalla, cada quien tiene su lugar esencial, Séptimo Puesto –una especie de sonrisa maligna- ¿Se imagina lo que pasaría si usted se negara a curar a los caídos de su propio lado?

 

El sanador lo miró mientras el vulcano levantaba una ceja, la risa atrapada en los ojos y en ese momento, Hanatarou descubrió el inmenso PODER que tenía sobre los demás. El efecto fue inmediato, se enderezó y pareció que había crecido dos metros ¡Ja! ¡La cara que pondrían los del Escuadrón Onceavo cuando se negara a curarles ya no una herida de batalla, sino una vulgar cruda!

Yamada Hanatarou abrió la puerta del laboratorio, sonriendo, muy derechito, con una mirada diferente. Spock inclinó la cabeza

 

-Ha sido un honor que me acompañase, Hanatarou-san. Confío en que el uso de sus habilidades lo guíe por el camino que considera… correcto. Ta’al diftor het musmah

 

El vulcano alzó su mano en la señal del Yun Ta’al y Hanatarou hizo una reverencia.

 

A lo lejos, dos del Onceavo contemplaron la escena y tan pronto se cerró la puerta, no tardaron en acercarse, para molestar al pequeño médico

-Hey, Hana…qué te dijo el hombre verde?

El aludido los miró como si fuesen basura despreciable

-Nada que a ustedes les incumba. Si me permiten, tengo trabajo que hacer

 

La reacción no se hizo esperar

-Óyeme, enano bastardo…

 

Antes de que el doceavo puesto le pusiera una mano encima, Hana lo miró, sonriente. Y los dos del Onceavo lo pensaron dos veces. Era la misma sonrisa siniestra de la capitana Unohana

-Espero que sea una urgencia médica?

 

Los shinigami se quedaron sin respuesta y Hana tampoco respondió. Se dio media vuelta y se retiró por el pasillo, cada paso, más seguro en sí mismo. Cada paso, su reiatsu haciéndose más fuerte…

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Música usada?

You're everything, Lifehouse

Dreaming, Frou Frou

Say when, The Fray

OST Star Trek

Mil gracias adelantadas por sus lecturas y reviews. Prometo subir el siguiente cap. de Absolution hoy mismo.

Una nota importante de vulcano; el símbolo IDIC o la doctrina de ese nombre, significa "Infinita Diversidad en Infinitas Combinaciones" y es la doctrina básica de Compasión y Tolerancia hacia todos los Seres Sintientes, estipulada por Surak. Todo vulcano se ve obligado a ejercerla, por la lógica que implica; ponerse en los zapatos del otro, por diferente que sea a uno y comprender así, sus razones de actuación. 

Namasté

Kitsune Gin/ FantasmaAlineal.


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