Sin ti, Sería Silencio
El sol comenzaba a ocultarse en un bello crepúsculo. A esas horas a la mayoría de los aldeanos, y sobre todo al Kazekage de Suna, les gustaba salir a dar un paseo y refrescarse.
Gaara caminaba a paso pausado, el viento soplaba y la arena se levantaba haciendo pequeños remolinos que le acompañaban con cada pisada.
La gente reía y al reconocerlo le reverenciaban, todo apuntaba a ser una noche tranquila.
El pelirrojo aspiraba la paz, sin embargo, cuando alzó la mirada y apenas percibió una sombra escurrirse entre las paredes de la fortaleza que era su aldea, la tranquilidad abandonó su cuerpo.
No se mostró precipitado y pasó desapercibida por todos la manera en como se escurrió fuera de la aldea. Algo parecido al peligro acechaba y Gaara sabía que debía ir a enfrentarlo.
La presencia lo llevó fuera de la aldea. Las luces de las casas eran lejanas y por imprudencia decidió que los centinelas fueran incapaces de verlo.
La arena se abultaba haciendo dunas a su alrededor cuando pudo ver como una sombra proyectada desde el cielo sobrevolaba su posición.
Gaara sabía que era peligroso, así que se puso en guardia mientras la sombra difuminada entre la luz de la luna y las estrellas se hacía más grande sobre él y delataban a un pájaro de arcilla que planeó hasta postrarse a sus pies.
- io tanto tiempo Kazekage sama -
Gaara no contestó, reconocía a ese rubio y dado el peligro representaba necesitaba eliminarlo.
La arena se arremolinó violenta alrededor de ambos y el rubio sonrió a sabiendas que sería atacado –No deseo pelear- le informó dejando caer los brazos de lado en un gesto derrotado
Gaara entrecerró los ojos -¿A que has venido?- aún no bajaría la guardia pues era su deber no hacerlo, nunca más.
-Vengo a pagar una deuda- conectó sus ojos azules con los verdes de su interlocutor y Gaara se perdió en el vago recuerdo de sus palabras.
Akatsuki tenía una deuda con él, lo habían matado si, pero era el rubio quien lo hizo primero.
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Deidara tenía a su presa y no era precisamente el jinchuuriki al cual acababa de vencer. Era su compañero, el objeto animado que caminaba a su lado quejándose de su lentitud e ineptitud. Sasori se llamaba y era tan frustrante tenerlo tan cerca y definitivamente encontrarse tan lejos.
Hacia bastante tiempo que el cuerpo de su compañero había dejado de sentir, el pequeño recipiente que almacenaba su alma no tenía cabida para otro que no fuera el eterno sentimiento con el cual había sido creado y Deidara lo entendía y se lamentaba.
Sasori era mayor, pero a sus ojos parecía tan niño como él y lo codiciaba pero no podía tenerlo, su tacto era frío y su piel era dura como sus respuestas.
Si Deidara intentaba besarlo él solo le respondía con la impaciencia de que terminara de hacer lo que pretendía para poder dedicarse a sus asuntos.
Sasori ya no sentía, no pudo conocerlo cuando sentía y eso dolía.
Ambos llegaron a la cueva de Akatsuki y Sasori se encargó de avisarles a todos que ya tenían a ichibi. Deidara por su parte acomodó al Kazekage en las rocas y se perdió en él mirándolo detenidamente.
Una característica de algunas personas en Suna debían ser los cabellos rojos y para los marginados, como el Kazekage y su silencioso compañero, el tostado y a la vez pálido color de piel.
Sin tomar mucha importancia de ello delineó el kaji en la frente del chico inconciente - El amor – susurró al aire - ¿No sería un poco triste que ahora que estamos apunto de matarlo el Kazekage hubiese encontrado el amor?... e incluso aún peor que muriera sin haberlo encontrado- La vida en si misma, por ser corta era tan bella y llena de arte.
-Tienen problemas- informó Sasori parado a su lado y mirando con detenimiento como Deidara jugueteaba con los cabellos de Gaara – iniciaremos el ritual en media hora-
-Un- asintió el rubio
-Es aún peor que lo hubiera encontrado- Sasori se perdió en un recuerdo y dejó escapar aquellas palabras sin pensar – se haría daño y a los demás si ama y luego muere, es mejor no tener lazos así nadie se lamentará tu perdida y mucho menos lamentaras la perdida de alguien-
-Pero no tendría sentido- rebatió Deidara ligeramente dolido, estaba de más que Sasori repitiera su forma de pensar y le repitiera que jamás volvería a amar a nadie – el recuerdo de algo que fue y terminó es la belleza de la vida, la muerte le da sentido-
-La muerte lo hace banal y carente de arte Deidara, no hay belleza en lo que se marchita y muere- Sasori se alejó ya sin esperar respuesta y el rubio suspiró volviendo la mirada al Kazekage.
Los cabellos del chico eran sedosos, su piel era suave y su respiración acompasada de vaho caliente le atrajo. Gaara estaba próximo a representar la última y más vibrante expresión de arte que el ser humano podía representar con su propio cuerpo. La muerte y así demostrar que tan efímero era.
Deidara se posicionó sobre él e intentó visualizar aquello que pudo ser Sasori cuando estuvo realmente vivo. Dejó que las lenguas en sus manos recorrieran la tibia piel del Kazekage y, como sus arañas de arcilla, cosquilleó la piel de su contraparte, dichoso; Tal vez Sasori no lo entendía y nunca lo querría, pero por ahora él podía tener a quien desease e imaginar que era él quien bajo su cuerpo no se resistía a sus caricias.
Poco a poco retiró la ropa de Gaara, besó la piel através de la redecilla y apretó los costados del pelirrojo. Estaba tan necesitado
-Danna- exhaló
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Gaara sabía que había estado inconciente, no así pudo obviar el suceso como cualquier cosa.
El inusual dolor en el inicio de su columna y las rojizas marcas que acompañaban su cuerpo, hicieron evidente que con él hicieron algo más que vencerlo en batalla y quitarle la vida.
No era necesario que lo comentara, él lo sabía y con eso era suficiente. No podía salir en búsqueda de los Akatsuki y abandonar su aldea, pero tampoco esperaba que el responsable se parara frente a él a pagar la afrenta como si nada.
-Yo- dijo Deidara con un gesto neutro – ya terminé la obra de mi vida- Sasori había muerto y él hubiese deseado explotarse, pero la loca idea de no morir con aquella duda lo había llevado a las afueras de Suna –pero tengo una pregunta ¿Tú encontraste aquello que buscabas?-
Gaara lo miró sin entender, pero cuando el rubio alzó la mano y lo señaló directo a la frente sus ojos se demostraron comprensión.
El pelirrojo sonrió levemente dejando que la arena se posara sobre la mano del rubio y se esparciera por todo su cuerpo para encerrarlo en su ataúd.
Paradójicamente Akatsuki lo había matado, si, pero de igual manera le dieron aquello que buscó con desesperación. El amor y reconocimiento de su aldea.
-Si- contestó el pelirrojo y Daidara abrió los ojos sorprendido de no haber muerto de un solo ataque –Pero tu no ¿Verdad?-
La arena poco a poco se retraía hasta liberarlo por completo y pronto Gaara dejó la actitud defensiva.
-Tu deuda no es por mi vida – informó Gaara hasta llegar a su altura, el rubio tenía una imagen delicada, pero el Kazekage era aun más bajo que él
Deidara llevó la mano hasta la mejilla de Gaara y no pudo evitar volver a deslizar su lengua imprudente por su mejilla.
Gaara cerró los ojos y dejó que su defensa absoluta los cubriera.
Por esa noche Suna debería arreglárselas por su cuenta, por que en ese momento y antes de que el rubio diera su ultimo suspiro Gaara sería Sasori para él.
Finite incantatem
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