Siempre lo deseó. Y ahora lo tenía manso e indefenso frente a sus ojos: desnudo. Lo había conocido hacía tres años, apenas un adolescente, el novio de su hermano. Kanon, solía tener esas actitudes inmaduras, salir con mocosos a los que luego les destrozaba el corazón, usarlos y tirarlos, en eso consistía su infantil juego. Sin embargo, a Mu no lo dejaba y eso comenzó con el correr de los meses a resultarle fastidioso. Aunque lo entendía, comprendía perfectamente cuando su hermano decía "no es sólo un chico: es intenso, interesante, perfecto"... y lo era. Deslizó su índice por las esbeltas piernas: tobillos, rodillas, muslos, sexo. Un delicado y tierno sexo a su merced. Perfecto.
Su hermano no lo dejaba y él ya lo quería, lo deseaba para él. Cada beso, cada caricia, cada gemido que oía en la habitación contigua cuando el menor se quedaba a dormir en el departamento de ellos.
-Lo siento-se disculpó cerrando su bata incomodo al entrar a la cocina y encontrarse con el mayor de los gemelos-tengo un poco de sed.
-Acabo de hacer té ¿quieres?
-Gracias-le sonrío con ese gesto dulce tan propio y hechizante de él. Podía perderse en el placer magnético de ver sus labios rozarse al hablar- ¿es muy difícil?-inquirió Mu sentándose en la silla que antes ocupaba, hojeando con interés los libros que estudiaba.
-Supongo que si te gusta no tanto.
- ¿Y te gusta?- le preguntó el menor alzando y fijando su transparente mirada en él.
-Bastante-replicó nervioso mientras rozaba sus dedos al entregarle la taza.
-Me gustaría estudiar medicina... pero a veces pienso que debe ser muy difícil.
-Eres un joven muy inteligente, Mu. No te preocupes... además... siempre podría ayudarte si tienes dudas.
-Jajaja a Kanon no le gustaría, es celoso hasta de mi sombra.
-No es tonto... si te tuviera tampoco me gustaría verte cerca de otro.
Un sonrojo en las mejillas del menor apareció de pronto cuando la sencilla conversación había virado a un tan poco sutil coqueteo.
-Eres muy amable, Saga- respondió incorporándose-no te interrumpiré más- se excusó saliendo con la taza camino a la habitación de su hermano.
Antes hablaban mucho. Que él también se interesara en la medicina había significado maravillosas horas a su lado, hablando de sangre: sí, pero también observándolo, desnudándolo con la fuerza de la mirada. Ahora, en cambio, él lo aguardaba acostado en silencio.
Movió las inertes piernas, lo atrajo hacia si, recargó su cuerpo en el propio. Besó su cuello mientras masturbaba el frío miembro con sus largos dedos.
-Nos casaremos... a final del verano.
- ¿Qué? ¡Kanon! él ni siquiera esta a mitad de la carrera ¡como se te ocurre!
-No importa, no quiero perderlo, quiero atarlo a mi para siempre ¿no lo harías también si lo amaras como yo?... ¿lo que sea por tenerlo?
Lo que sea, sí, haría lo que sea susurró mientras dejaba resbalar el impoluto guardapolvo por su cuerpo. Desabotonó la camisa ansioso, con la mirada fija en sus labios rojos por el frío, en su piel pálida e inmaculada. Parecía un príncipe dormido esperando ser despertado por un tibio y enamorado beso. Él lo despertaría. Desprendió el cinturón y dejo caer sus pantalones por sus fornidos glúteos. Su imponente sexo ya se había elevado ávido solo de contemplarlo. Él era un hombre atractivo, Mu muchas veces le había dicho que le extrañaba que aun no formara una relación estable siendo tan apuesto, un médico prestigioso y joven, todo lo que cualquier hombre o mujer podría desear.
-Pero tú no me deseabas-murmuró con su voz grave a la vez que recostaba su desnudo cuerpo sobre el del menor. Corrientes eléctricas lo estremecieron de punta a punta ante el glorioso contacto.
Comenzó a frotarse contra su sexo, la excitación a arder dolorosamente en su entrepierna.
-¡NO LO ENTIENDO! ¿POR QUÉ HOY? Él... él estaba tan feliz-primero lo golpeó, luego lloró sobre su pecho.
-Fue un infarto... no se puede hacer nada en casos así-respondió su gemelo rodeando sus hombros con afecto.
-¡NO PUEDE SER SAGA!... vos sabes... sabes lo sano que era, no tiene sentido, Saga, él estaba tan feliz con la boda... ¿POR QUÉEEEEEEE?-un grito desgarrador.
Pensar que una simple pastilla en un té de tilo puede ser tan efectiva se dijo mientras giraba el cuerpo y llevaba su rostro a las tersas nalgas. Beso una y la otra... insaciable. Recorrió con su ápice la línea fronteriza. Violó con su lengua y su saliva la fuerte intimidad hasta doblegar la tensión muscular.
-No quiero que nadie lo toque Saga, por favor, haceló vos. Sé que no lo lastimaras ¿viste? Esta como dormido-le sonrío con tristeza su hermano rozando la última tibieza de los muertos labios-des... despierta amor-suplicó quebrándose de nuevo.
Las nalgas apretando su sexo, su cadera moviéndose desenfrenada, el semen agolpándose en la punta enrojecida de su miembro.
-No estés nervioso, Mu. Sólo es una boda-dijo Saga ofreciéndole una taza té.
-Lo sé pero...
-Bebé... todo estará bien...
-Gracias-murmuro algo mareado al terminar de beber
- Nos vemos-dijo bajando la vista abatido y sosteniendo el picaporte.
-...Perdóname
.
- ¿Por qué?
Perdóname murmuró limpiando con un pañuelo el espeso río tejido por su semen.
-Por no tener el valor de confesarte que también te amaba-dijo débilmente el menor antes del mareo, el desmayo, la muerte.
Abrochó su cinturón. Abotonó su camisa. Vistió su guardapolvo. Se acercó y probó por última vez sus morados labios. En la sala de espera, abatido, su hermano aguardaba aun temblando por la tristeza y la impotencia. Sus idénticas jades se encontraron en el aire.
-Lo siento Kanon, sí fue un infarto. No hay duda-se limitó a decir colocando su mano en su hombro-la vida sigue-pronuncio con consolador cinismo antes de recorrer con sus graves pasos el pasillo del ala más oscura del hospital.