Las heladas gotas de lluvia caían con parsimonia por la noche que brillaba con los resplandecientes anuncios de neón en lo alto de los edificios. Era tan colorido y sombrío al mismo tiempo, gracias a la lluvia, que se apreciaba como un momento contradictorio en toda la extensión de la palabra. El calor de la media tarde se había desvanecido con la caída de la lluvia, y ahora el frío latente calaba hasta los huesos de la persona más abrigada en las calles. Pero, en cierta forma, aquello era hermoso.
Sasuke miró a su acompañante de reojo. Temblaba de frío, y el vaho escapaba de sus labios al hablar, pero en ningún momento dejó de hacerlo, tratando de llenar ese vacío en la conversación que la silenciosa presencia del azabache producía. Si bien, la perorata interminable del chico podría haber llegado a irritarlo demasiado, Sasuke no le tomaba importancia mientras cavilaba en sus propias preocupaciones, sin escuchar mucho a su interlocutor. Sin embargo, cuando nada más que el sonido que producían las gotas al caer contra el suelo inundó sus oídos, confuso, miró de nueva cuenta a su acompañante, que había callado por completo, bajando la mirada mientras su mente divagaba en efímeros pensamientos que se perdían con el paso de los segundos. Sasuke inclinó un poco más el paraguas que sostenía entre ambos, para evitar que el chico a su lado se mojase los hombros.
La lluvia no se detiene,
Bajaste la mirada,
Incliné mi paraguas sobre ti
Para evitar que tus hombros se mojasen
Naruto alzó la vista, sorprendido, hacía Sasuke. El azabache miraba estoicamente al frente, distraído en sus propios pensamientos, lo cual, durante aquél paseo por la noche, se había vuelto algo completamente normal. Había algo en ese Sasuke tan callado que no le agradaba mucho. Se sentía un poco ignorado y aquello le molestaba; no obstante, el silencio en que ambos se sumieron tras el fin de sus palabras se volvió sumamente cómodo. Tan cómodo que el rubio prefirió mejor callar y observar el espectáculo de luces de neón empapadas bajo la lluvia. Observando cándidamente el reflejo de las luces en los charcos de agua fría, con una sonrisa dulce, inconscientemente se acercó un poco más a Sasuke. Tomándolo desprevenido lo cogió del brazo sonriendo, para sorpresa del azabache, y tembló un poco. Tembló y no supo si fue de frío o de simple y sencilla alegría por el momento.
Alzaste la vista hacia mí
Y te acercaste un poco más
Me cogiste del brazo sonriendo
Y temblaste un poco
De pronto, y cuando Sasuke lo decidió, un cúmulo de confusos sentimientos se arremolinaron en su pecho, preocupándolo de manera definitiva. ¿Qué tantas oportunidades como aquella estaba dispuesto a desperdiciar para que se armara de valor y dijera, finalmente, lo que por años había reprimido con tal de no verse involucrado sentimentalmente con nadie? ¿Por qué era incapaz ahora, siendo como era, de decir algo tan sincero y despreocupado como que estaba enamorado del chico que, espontáneamente, ahora lo había tomado del brazo? ¿Por qué estaba siendo tan cobarde?
Hoy necesito confesarte mis sentimientos
Y lo mucho que me sorprende es estar tan enamorado de ti
La lluvia seguía cayendo a su alrededor, pero de pronto eso había perdido total importancia. Sasuke abrió los labios mientras Naruto sonreía mirando los anuncios de neón, pero se sintió imposibilitado de pronunciar palabra alguna mientras el temor al rechazo afectaba mucho su tranquilidad de momentos atrás. Visto así, aunque Sasuke sabía que tenía igualdad de posibilidades de ser correspondido tanto como de ser rechazado, nunca antes había pensado tantas veces respecto a algo. Vueltas y vueltas le había dado a sus sentimientos, tratando de encontrar algo, aunque fuera una pequeña abertura, para tirar por la borda sus sentimientos y vivir sin haber intentado siquiera confesarse al respecto. Sentía mucho no poder decirlo con sinceridad, pero al mismo tiempo se odiaba por vivir con ese inútil miedo que afectaba mucho su persona.
Aunque, sin siquiera confesarse, de cierta forma, esa cercanía se le antojaba tan estupenda y al mismo tiempo tan lejana que prefería omitir cualquier acción o palabra que pudiera delatarlo frente a su amigo. Prefería sufrir en silencio.
Bajo el paraguas del amor
Siento no poder hablarte con sinceridad
Y mostrarte mis sentimientos ocultos
Esta lluvia infinita no cesa
Sigue cayendo rápidamente
Los dos estamos más cerca
En nuestra lluvia de amor.
Naruto volvió a bajar la mirada cuando sus labios murmuraron un vago «Llegaré a casa pronto». Sasuke lo sabía y aquello lo aterraba. Tan solo atinó a asentir, pero el temor creciente en su pecho aumento su tamaño de tal manera que el azabache se sentía oprimido por su irracional miedo. Lo miró mientras bajaba su cabeza, pero al pronunciar el nombre de su amigo de manera susurrante, el valor volvió a traicionarlo y las palabras no salieron de sus labios. No era precisamente un cobarde, pero tratándose de Naruto, su inseguridad estaba parcialmente infundada en el hecho de que el rubio era tan impredecible e indescifrable que Sasuke muy pocas veces podía sentirse seguro de lo que sentía su amigo. Era algo tan desesperante que le parecía inverosímil el tiempo que había tenido que soportar con su silenciosa pero dulce condena, casi perenne.
«Llegaré a casa pronto»
Bajaste la mirada
Incluso si te miro a los ojos y pronuncio tu nombre
Hay algo que no puedo decirte
Hoy necesito confesarte mis sentimientos
Y lo mucho que me sorprende es estar tan enamorado de ti
Por primera vez en mucho tiempo, Sasuke permitió que sus propias emociones afloraran en su semblante, sintiéndose completamente derrotado ante si mismo. Una desesperación creciente afloraba en su vaga expresión adusta, que aunada a su propio desprecio a si mismo, preocuparon de sobremanera a Naruto. La mirada casi asustada que le dedicó su rubio amigo fue el detonante para que algo parecido a la tristeza inundara el corazón del Uchiha. Se detuvo en seco, mirando de manera vacía las gotas de lluvia que deseaba despejaran su mente. Su mano soltó abruptamente el paraguas que había estado sosteniendo hasta el momento, sintiéndose invadido por la frialdad con que lo bañaban las gotas de lluvia. Naruto lo miró precariamente, casi perplejo por su actitud, pero sonrió cuando las primeras gotas comenzaron a empaparle el rostro.
Nunca se dio cuenta de la lágrima que resbaló por el rostro de Sasuke, ni tampoco de la sonrisa confiada que sus fríos labios dibujaron en su rostro.
Quiero que llueva también mañana
Una parte de mí desea que esa lluvia caiga sobre nosotros
No estoy mintiendo
Cuando los rayos del sol se esconden
La lluvia pasajera sonríe
Es impaciente
Nuestra lluvia de amor
Unos fuertes brazos lo atraparon en menos de un instante, enfundándolo en el abrazo más cálido que Naruto había sentido jamás. Incluso empapado bajo la lluvia, Sasuke se sentía tan cálido que Naruto no pudo remediar el hecho de que, mientras correspondía el abrazo con tanta fuerza como podía, sus lágrimas se derramaban una a una, desbordando una felicidad indescriptible que tanto deseaba sentir. Sasuke lo abrazó como si la vida se le fuera en ello. Sin pensarlo mucho, lo besó con todo el amor que no era capaz de decir con palabras. Las palabras se las lleva el viento y los hechos demostraban más que lo que creía no era capaz de decir con palabras. Lo besó tan dulce, tan amorosa y cariñosamente, tan embriagado por los labios del rubio, que fue inevitable abrazarlo por la cintura en el acto. Tuvo que separarse de él cuando sintió la vergüenza colorear sus mejillas de un tenue color carmín.
Y cuando Naruto pronunció su nombre con tanto anhelo, con tanto amor, Sasuke se armó de valor y pronunció finalmente, lo que Naruto hacía años había ansiado escuchar…
Bajo el paraguas del amor
Siento no poder hablarte con sinceridad
Y mostrarte mis sentimientos ocultos
Esta lluvia infinita no cesa,
Sigue cayendo rápidamente
Los dos estamos más cerca,
En nuestra lluvia de amor.
«Te amo…»