Por ti.
Nos conocimos cuando comenzábamos a formar Gazette y ya desde esa época deseaba tener hijos, siempre decías que eso era imposible.
Cada vez que salíamos y veías a un padre con sus hijos, sus ojos se quedaban en ellos y yo lo notaba. No sabes como deseaba ser mujer en ese momento para poder darle lo que quería y que sabía te haría el hombre más feliz del mundo.
Con el tiempo esas ansias de tener un hijo me contagiaron y comencé, también, a desearlo con toda mi alma.
[ * * * ]
En este instante está a mi lado, durmiendo, después de que hemos hecho el amor. Su respiración es tranquila y suave, observó las facciones de su rostro, la luz de la luna llegan a él y hacen que se ves más hermoso de lo que es.
Apenas llegamos del ensayo de hoy se abalanzo sobre mí
-te deseo- me dijo al oído mientras me acorralaba entre su cuerpo y la puerta de nuestro departamento.
Lo miré a los ojos y observé ese brillito de lujuria en ellos, me acerqué y lo besé con fuerza, mientras él lo volvía más pasional, introduciendo su lengua en mi boca y acariciándome como si en eso se le fuera la vida.
Abracé sus caderas con mis piernas. Rodeándolas, mientras me sujetaba con sus manos por debajo de mi trasero, comencé a desabrochar su camisa y logré tocar su pecho con mis manos, me deleité tocándolo y sintiendo esa piel suave y cálida bajo mis manos.
Avanzamos a ciegas por el pasillos, a momentos se detenía y me apoyaba contra la pared, tratando de tocar aun mas, como si intentara fusionarse conmigo, yo no hacía nada más que gemir, con sólo mirarme o tocarme me volvía loco, jamás me había pasado esto con nadie.
Llegamos a nuestro dormitorio y me dejó suavemente sobre la cama, mientras me observaba desde arriba, terminó de quitarse la camisa y se acercó, pensé que me besaría, pero esquivó mi rostro y su boca se fue directo a mi cuello, lo mordió suavemente, sabía que quedaría una marca, pero no me importaba, mi cuerpo las tenía por montones, pero no me importaba, todas eran marcas de sus besos en mi cuerpo, todas esas marcas eran signo de que yo le pertenecía y todos sabrían que él era mi dueño.
Gemí bajito mientras su boca dejaba mi cuello, me levantó levemente para retirar mi polera y se aproximó a mis pezones, los lamió para después morderlos, sentía que el placer acabaría conmigo, chupo, lamio, mordió y jugó con mis pezones, mientras sentía que sus manos avanzaban más abajo intentando quitar mi pantalón, con mis manos le ayudé, quedando finalmente sólo en bóxers, se separó de mi cuerpo y me observó completamente.
-eres tan hermoso- dijo tocando mi cuerpo con apenas las puntas de los dedos, jamás dejaré de amarte.
Sonreí ante aquella declaración y me acerqué, mordí el lóbulo de su oreja.
-entonces no me dejes así- y en seguida tomé su mano y la acerqué a mi entrepierna, para que notaba como me tenía.
-jamás se me ocurriría dejarte así- me besó con pasión, mientras volvía a tenderme sobre la cama y a acariciarme, lentamente, torturándome.
Decidió quitarme lentamente el bóxer que cubría mi intimidad, dejándome completamente desnudo, cada vez que me desnudaba no podía evitar sonrojarme, no porque me avergonzara, sino, porque siempre me dejaba en desventaja, mientras yo estaba desnudo bajo él, Kai aún continuaba con ropa.
Comprendió que era lo que quería y comenzó a despojarse del resto de la ropa, lo ayudé a quitarse el pantalón y él se quitó el bóxer.
Observé su miembro en su totalidad, allí erecto sobre mi entrepierna, extendí mi mano y lo toqué, gimió fuertemente cerrando sus ojos. Su miembro estaba caliente y podía sentir que incluso estaba algo húmedo con el líquido pre-seminal, lo rodeé con mi mano y comencé a moverla de arriba abajo y acariciando con mi pulgar la punta.
Comenzó a gemir muy alto, gritando mi nombre. Se movía sobre mí intentado que los movimientos de mi mano fuesen más rápidos.
-¡mmmaaas! … más fuerte Uru, más rápido.
Aceleré el ritmo de mi mano deleitándome con la imagen que me ofrecía. Se vino en mi mano, dejando toda tu esencia en ella, la acerqué a mi boca y la lamí, mientras él me miraba fijamente a los ojos.
Su respiración estaba acelerada y me miraba sonriente desde arriba, comenzó a tocarme, mi miembro también necesitaba atención, comenzó a masturbarme suavemente, moviendo su mano de arriba abajo y acariciando a veces la punta. No contento con esa tortura a la que me sometía, lamió los dedos de su otra mano y habiendo levantado y poniendo una de mis piernas entorno a sus caderas comenzó a penetrarme con un dedo.
Gemí fuertemente ante aquella intromisión y levanté mis caderas y en busca de más contacto con él, comencé a moverme hacia adelante y hacia atrás, reíste ante mi impaciencia, quería más y se negaba a dármelo, gruñí.
-¿qué quieres que te haga?-me preguntaba, como si no supiera que lo único que quiero es sentirlo más, que me haga suyo.
-mmnnhh… ahhh.
-Si no me dices no sabré que hacer y tendremos que quedar hasta aquí.
Hizo un amago de querer sacar su dedo de mi entrada y de querer dejar de acariciar mi necesitado miembro.
-¡NO!, continua… te… te quiero dentro.
Se acercó a besarme y quitó por completo su dedo de mi entrada, posicionándose entre mis piernas, para eso tuvo que dejar un momento mi miembro y así poder tomar mis piernas con sus manos colocándolas entorno a sus caderas y así poder lograr un mejor ángulo de penetración.
Lo único que quería y necesitaba en ese momento era que entrara en mí y me hiciera suyo una vez más, quería sentir que éramos uno y que nada del mundo nos separaría. Hacer el amor con él, era más que una simple unión física, iva más allá de una simple penetración, en cada una de sus caricias y besos iva un poco de ese amor que siempre me profesó desde que nos declaramos el uno al otro.
Siempre me decía que me amaba durante y después de que hacíamos el amor, al comienzo no me gustaba, me hacía sentir como si lo dijera obligado por las circunstancias, pero con el tiempo comprendí que era lo que verdaderamente sentía en esos momentos y comencé a amar cada palabra de amor que me decía.
Escuché la ruptura del envoltorio del condón y momentos después sentí que la punta de su pene se abría paso lentamente en mi entrada y gemí fuertemente, cada vez que me penetraba aún sentía cierto dolor, pero el placer del momento me cegaba y olvidaba esa sensación en apenas unos segundos, para después dar paso a sólo placer y ruegos para que siguiera embistiéndome y marcándome como suyo.
Cuando entró por completo en mí, se detuvo unos momentos, mi mente estaba nublada por el placer, pero aún así entre tanto placer podía sentir como gemía al estar dentro de mí. Pasaron unos momentos en los que no se movió y fui yo quien comenzó con los movimientos de caderas para que me comenzara a embestirme sólo como él sabía que me encantaba, para que me comenzará a acariciar en aquellos puntos donde sabía yo perdía la cabeza.
Sus embestidas eran fuertes y certeras, llegó a tocar mi próstata apenas me embistió por primera vez, no logré pensar en nada más que no fuera que volviera a hacerlo y rogué por más.
-más… más fuerte Kai, ¡ahhhh!, ahí… ¡¡ahí!!