Siguió golpeando donde le dije con sus embestidas, pero mi miembro seguía necesitando atención y dirigí mi mano hacia él para poder tocarme, no podía no ser tocado, cuando lo toqué me encontré con su mano y juntos comenzamos a masturbarme.
Sentí que en cualquier momento desfallecería por causa de tanto placer, el hombre al que amaba no sólo entraba y salía de mi tocando ese punto, sino que también me masturbaba increíblemente y además me decía cuanto me amaba, entre gemidos.
-¡¡agghh!!, Kai no agu … nhh, no aguantaré mucho más.
-yo… yo tampoco amor.
Y así terminamos los dos casi a la vez, el dentro del preservativo y yo entre nuestras manos. Cayó rendido sobre mí sin salir aún, me abrazó y colocó su cabeza en mi hombro.
-te amo, jamás dejaré de amarte.
Sonreí ante aquello y acaricie su espalda
-también te amo y de una forma que ni te imaginas.
Su respiración poco a poco se fue haciendo más regular y calmada, se movió suavemente saliendo de dentro de mí, tendiéndose a un lado de la cama, no queriendo aplastarme y con el condón aún puesto, decidí arriesgarme y se lo retire con cuidado, lo até y lo metí en un frasquito que me habían pasado con anterioridad.
Y ahí estaba yo, observándolo dormir, como tantas veces lo había hecho desde que supimos que nos amábamos.
Lo amé desde el primer momento en que lo vi, caminaba junto a Ruki cuando intentábamos seguir con Gazette, después de que Yune nos dejara. Me saludaste sonriente y la conversación llevó a que finalmente aceptara ser el nuevo baterista. Desde aquel día intentaba acercarse a mí, preguntándome sobre las partituras o lo equipos, pero yo lo ignoraba o lo rehuía porque no quería ilusionarme con él. Cada mañana llegaba a ensayo, pensando en que quizás yo podría llegar a interesarle de la forma en que él me interesabas, pero después me daba cuenta de lo idiota que era pensando de aquel modo, Kai nunca había dado indicios de ser homosexual. Para mí no era más que un imposible.
Pero cuando aquella vez en un backstage me atreví y te besé, me di cuenta de cuánto me querías apenas comenzaste a responder mi beso.
Esa vez fui la persona más feliz del mundo y lo fui aun más cuando me pediste ser novios.
Pero estaba consciente de que él no era totalmente feliz, le faltaba aquello, un hijo, algo que yo no podía darle.
[* * *]
Cuando aquella tarde supe de las investigaciones, para darle la posibilidad a un hombre de tener hijos, no lo pensé dos veces y me puse en contacto con quienes dirigían la investigación.
Ellos estuvieron felices de tener un candidato y yo estaba más feliz aun con la idea de tener la posibilidad o la esperanza de poder darle un hijo a quien más amaba.
El tratamiento duraba sólo un mes, en donde me prepararían a base de medicamentos y hormonas para que pudiese ser fértil y después hacerme la inseminación, me hicieron una serie de exámenes previos que verificaron que era un excelente candidato para la investigación.
Las dos primeras semanas de aquel mes de preparación sólo fueron en base a medicamentos y hormonas y me prohibieron tener relaciones sexuales, porque se podía arruinar todo.
En todo ese mes no dejé que Kai ni siquiera me tocara, ni siquiera que me besara. Mi cuerpo se encendía cada vez que él siquiera podía un dedo sobre mí, por lo que lo aleje de mí completamente, cada vez que él se acercaba a mí con la intención de llegar a algo más, lo alejaba diciendo que estaba cansado o que nos teníamos que levantar temprano al día siguiente.
-esos argumentos en el pasado nunca han sido impedimento-me decías él.
Yo sólo me giraba hacia el otro lado de nuestra cama y fingía que dormía mientras sentía que Kai salías de nuestro cuarto ofuscado porque ni siquiera te había dado alguna explicación.
Por las noches podía sentir que te levantabas y que te acercabas a mí, me sentía mal por ti, sabía que te hacía daño con mi actitud, pero si cambiaba era por nuestro bien y porque todo era para que tú fueras feliz.
Quería darte la sorpresa de mi embarazo para nuestro aniversario, falta un poco menos de dos meses para eso y si todo salía bien, ya tendría aproximadamente dos semanas de gestación para esa fecha.
Después de esas dos semanas, me inseminaron artificialmente con el mismo semen de Kai que yo había guardado, después de aquella noche en que habíamos hecho el amor y que él dormía a mi lado, tranquilo.
Los médicos me advirtieron que esas dos semanas siguientes a la inseminación eran críticas y que por ningún motivo podía tener relaciones sexuales, porque cualquier clase de penetración podía involucrar el aborto espontáneo de mi hijo en el caso de quedar embarazado.
Para saber la noticia debía esperar esas dos semanas.
El tiempo después a la inseminación fue aún más agotador, Kai insistía en que yo lo engañaba, en que estaba con otro y que por eso no dejaba que él se acercara a mí. Yo trataba de explicarle que no era así, pero él me gritaba insistiendo en eso y yo sólo me encerraba en el cuarto, tocando mi vientre esperanzado en que allí crecía nuestro hijo, no quería terminar diciéndole lo del tratamiento y mi posible embarazo, no quería ilusionarlo con esto y que después no resultase en nada.
KAI.
Hace ya casi un mes que no deja que me acerque a él, ni que lo toque o bese, necesito ese contacto con él, lo amo más que a nada y me duele que invente excusas tontas que antes nunca habían sido obstáculo para hacer el amor.
Dormíamos y amanecíamos en el mismo cuarto, en la misma cama, pero era como si durmiese solo, no sentía el calor de su cuerpo junto a mí, se alejaba cada día más y no entendía el porqué.
¿Acaso había dejado de amarme o quizás había encontrado a otro hombre?
Nunca olvidaré ese día, era nuestro aniversario, me desperté temprano, pero me quedé en la cama con los ojos cerrados pensando en lo que nos ocurría. Sentí que se levantaba sigilosamente, como si tratara de no despertarme. Esa situación me parecía demasiado sospechosa y de inmediato se me ocurrió que quizás iba a juntarse con otro hombre y tomé la decisión de seguirle.
Apenas él salió de nuestro departamento, me vestí con lo primero que encontré y lo seguí, no usó el auto, caminaba lentamente y yo lo seguía desde lejos, pasó por una pastelería y compro algo para comer, después se detuvo frente a la vitrina de una tienda, la miró por largo rato y prosiguió su camino. Cuando pasé junto a la tienda noté que era una dedicada a todas esas cosas de bebés, como coches y ropa, quede extrañado, pero no me detuve mayormente a pensar, porque de lo contrario le perdería la pista.
Varios minutos pasaron hasta que entró en una consulta médica. Me preocupé, ¿acaso estaba enfermo y no me lo había dicho?, apresuré el paso y entré, en la recepción no lo encontré y le pregunté a la secretaria por él, ella me sonrió amablemente y me indicó el box en el que él había entrado.
Una vez en la puerta me tomé mi tiempo para calmarme y así entrar. Después de unos minutos, ya más calmado, giré el pomo de la puerta y entré en el box olvidando tocar la puerta, por lo que alcancé a escuchar cuando el doctor decía
– ¡felicidades!, tienes dos semanas de embarazo, todo resulto como querías.