URUHA
Si el primer mes, había sido espectacular, el segundo fue todo lo contrario. Las nauseas me invadían hasta por tomar agua, no soportaba los olores fuertes y si me atrevía a oler algo fuerte era seguro que terminaba de rodillas frente al WC.
Las nauseas o los vómitos venían con una frecuencia que odiaba, no podía comer nada, el solo olor de la comida que me gustaba me hacía correr a devolver todo o más bien nada, puesto que no podía comer sin que llegasen los vómitos.
Era horrible, a veces tenía antojos y apenas Ruki me traía lo que quería y lo probaba, terminaba en el baño vomitándolo todo.
La situación me superaba y terminaba llorando en el baño sentado en el piso de cerámica, pero siempre llegaba Reita y Ruki, dándome ánimos y diciéndome que aquello ya pasaría.
Durante ese mes tuve que cerrar la galería, tantos vómitos y mi mala alimentación sólo habían logrado que perdiese mucho peso y que estuviese muy débil.
En el control de ese mes, la matrona se preocupó mucho. Me dijo que mi baja de peso y la casi nula alimentación que tenia, podía afectar mucho a mi hijo, me asusté demasiado, no quería perder a mi bebé, no después de que me había costado tanto embarazarme. La matrona me pidió que estuviese calmado, que ella me daría la receta para que comprase unas vitaminas y me aconsejó tomar sopas fortificadas con minerales para que mi hijo no se viese afectado.
Salimos de la consulta con Ruki quien me hablaba de mi nueva dieta y de cómo planearían todo para que no siguiese bajando de peso. Ruki, me divertía ese enano, ya había planeado todo el menú de la semana en sólo unos minutos mientras salíamos de la consulta hasta caminar hasta el auto.
Ruki se detuvo y miró fijamente hacia la vereda contraria de la que estábamos nosotros y frunció el ceño, enojado. Lo miré desconcertado, le hablé, pero no me tomó en cuenta por lo que me giré para mirar aquello que él miraba con enojo. No logré divisar nada, giré mi cabeza de nuevo hacia Ruki, pero este lucía nuevamente su clásico rostro sonriente y siguió caminando hacia el lugar donde estábamos estacionados como si nunca hubiese pasado nada, dejándome totalmente intrigado.
KAI
No podía creerlo, dos meses completos sin saber nada de él y sin darme cuenta ni quererlo, allí estaba, a unos pocos metros de mí.
Caminaba tranquilamente hacia la productora cuando miré hacia el frente y de inmediato noté a dos personas, una persona baja de pelo rubio y a otra persona junto a él, de cabello castaño y que era considerablemente más alto que el rubio.
Sí, ese castaño era Uruha, no podía creerlo, parecían venir saliendo del edificio que estaba atrás de ellos, leí el letrero: Consulta Obstétrica.
Allí estaba él, dos meses después, se veía hermoso, aun no se le notaba la barriga, pero se veía radiante, es algo difícil de explicar. Noté que estaba más delgado, lo noté pues la ropa que antes le quedaba normal, ahora se veía más holgada.
Caminaba lentamente junto al bajito que después reconocí como Ruki, este le iba hablando animadamente, mientras Uruha le sonreía. De repente noté que Ruki me había visto, me miró enojado y con el ceño fruncido, dejando en claro que no quería que estuviese allí.
Apresuré mi paso, caminando nuevamente a la productora con el sabor amargo de aquel medio encuentro.
12 semanas.
URUHA
Ese mes fue mucho mejor, las nauseas ya casi se habían ido por completo, lo que me permitió alimentarme mejor, subir de peso y sentirme mucho mejor, esto me permitió poder abrir nuevamente la galería, por lo que ahora me pasaba la mayor parte del tiempo allí, lo que no implicaba que Ruki no me vigilase o cuidase.
Cada tarde al volver a casa Ruki me obligaba a comer toda clase de alimentos mientras me decía…
-no quiero que mi ahijado tenga hambre.
Yo no decía nada, sólo miraba a Reita rogándole por ayuda, pero él sólo se encogía de hombros y seguía leyendo, esbozando una sonrisita.
Cada mañana caminaba a la galería, no me quedaba muy lejos así que hacia el camino a pie, no quería convertirme en un sedentario ahora que no podía hacer ejercicios muy pesados.
Fue una de esas mañanas cuando noté que un auto andaba junto a mí y que el vidrio del lado del conductor bajaba. Me asusté y apresuré el paso, pero sentí que la persona que conducía me llamaba por mi nombre. Me detuve y me giré… sonreí al darme cuenta que quien me hablaba era Aoi.
-¡hola! -me dijo él- ven sube te llevo.
Accedí de inmediato, me quedaban aproximadamente 15 minutos de caminata y francamente ya estaba cansado.
Subí y él comenzó a manejar. Le pregunté algunas cosas sobre su productora y después le pregunté como estaba. Me contó muchas cosas al parecer le iba bastante bien, había logrado varios contratos con grandes artistas.
El viaje fue agradable, pensé que indagaría sobre mí o mi evidente embarazo, sabía que Reita le había contado lo que me ocurría, una vez que se habían encontrado en el banco, pero no preguntó nada, me extrañó un poco, pero tampoco le di importancia. Llegamos a la galería, le agradecí el llevarme y me baje, para abrir.
KAI
Esa mañana me desperté temprano y salí rumbo a la productora de muy buen ánimo.
Al llegar no encontré a nadie, miré mi reloj y noté que había llegado con casi 45 minutos de anterioridad. Tomé unas baquetas y toqué algunas cosas guiándome sólo por lo que me dictaba mi mente, estaba en eso cuando sentí que había alguien más en el estudio, abrí los ojos y noté que era Aoi quien me observaba.
-sigues teniendo el mismo talento que cuando estábamos en Gazette.
-hay cosas que nunca se olvidan- le respondí sonriendo nostálgico.
Se acerco a mí y tomó asiento en una silla cercana, me miró fijamente y dio un suspiro.
-me encontré con Uruha.