El azabache se bajó del auto y prosiguió a entrar en el lujoso hotel, Rasengan. Me encontraba solo en el auto, y por un momento, dudé en bajar a lo que sería un encuentro que inevitablemente terminaría con una sesión desenfrenada de sexo, como de costumbre.
Ya resignado, y comenzando a sentir el frío característico de las 6 de la madrugada, me bajé y entré al hotel. En la recepción, encontré a mi cliente esperándome en el ascensor, con su sonrisa sínica plantada en el rostro. …Me sonrojé, otra vez… Con la mirada baja caminé hasta su lado siendo recibido con indiferencia. Indiferencia que pareció desaparecer cuando las puertas del ascensor se cerraron y ambos quedamos solos, ya que para mí sorpresa, el joven comenzó a besarme salvajemente.
Cuando llegamos a destino, totalmente excitados, me tomó de la mano brutalmente y prácticamente me arrastró hasta su habitación. Una vez en la inmensa cama, los besos y caricias se intensificaron. Se deshizo de mi musculosa rápidamente y me dijo:
-“Eres exquisito, probablemente el hombre más bello con el que me haya acostado.”
Al oírlo me sentí… ¿feliz? Hace mucho tiempo me había resignado a la felicidad, simplemente había olvidado cómo era… pero el me lo recordó, ¿y por qué él? ¿Qué tenía él de especial que no tuvieran todos los otros hombres con los que me había acostado? No había sido para nada tierno ni delicado conmigo, pero aún así me había cautivado…
Mis pensamientos fueron interrumpidos por otro beso del azabache, esta vez más tierno que los anteriores. De pronto recordé que él no era mi pareja como me hubiera gustado, sino que era mi cliente. Cliente al que debía dejar satisfecho. Interrumpí el beso y le quité la camisa sensualmente, mientras lamía su cuello con ternura. Cuando finalicé de desvestirlo, pude admirar su cuerpo. Era, perfecto. Su piel era blanca como la nieve, contrastada por su cabello y ojos negros. Salvo por el vello de sus axilas, el resto de su cuerpo era lampiño. Todos sus músculos estaban marcados en la justa medida, dando a entender que se ejercitaba a diario, o por lo menos eso pensé. Sus pectorales marcados con sus pezones duros debido a la excitación. En cambio yo, de piel canela, también lampiño pero de cabello rubio. Con cuerpo también bastante ejercitado, pero considerablemente más delicado que el de mi cliente.
Deseaba más de ese cuerpo, y por su mirada lujuriosa, deduje que el también deseaba más del mío, así que proseguí a bajar su pantalón sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos con una cara llena de amor. El simplemente mantuvo su semblante frío y me ordenó:
-“Hazlo ya.”
No hizo falta más. Le quité completamente el pantalón y los bóxers negros que llevaba. Tomé su excitado miembro y comencé a lamerlo como un niño a un helado. Al parecer le gustó, le gustó bastante. Comenzó a emitir leves gemidos, qué me excitaron de sobremanera. Luego de jugar un rato con su pene me lo metí entero en la boca, para sorpresa del azabache quien quedó perplejo, pero termino disfrutándolo de sobremanera. Entonces, sus leves gemidos se tornaron en otros más intensos y agitados…
Al parecer estuvo a punto de correrse, porque me quitó su falo de la boca y volvió a besarme, mientras me quitó la poca ropa que me quedaba. Me limité a cerrar los ojos extasiado y dejar que el azabache haga de mi lo que quiera, pero me sorprendí cuando sentí que se engullía mi pene por completo.
-“Aah!...ahh!, más, más, más!” – Grité extasiado, y terminé por correrme en la boca de mi cliente.
No pude evitar sonrojarme intensamente y cerrar los ojos esperando ser regañado, pero en cambio, sentí a los labios del azabache unirse con los míos dándome de probar mi propia esencia. ¿Por qué lo había hecho?...
Sin más preámbulos me puse en cuatro mientras que el azabache comenzó a lubricar mi trasero con su lengua.
-“Tienes un trasero delicioso.” – Me dijo provocativamente, a lo que asentí con un leve gemido. Comenzó a meterme sus dedos de a uno hasta haber introducido tres y luego el vaivén comenzó.
-“Aah! Sí, más fuerte! – Me sentía en el paraíso.
-“Oh, sí! Vamos puta, sé que te gusta! – Me decía mi cliente, lo que me excitaba tremendamente, mientras comenzaba a masajear mi miembro.
Ya apunto de llegar al orgasmo le pregunté:
-“¿Cu…cuál…es…t…tu…nombre?”
-“Sa…Sasuke…Uchiha.”
-“AH!” – Así ambos llegamos al clímax al mismo tiempo, yo sin poder creer lo que había escuchado.
Caímos rendidos a la cama y terminamos durmiendo juntos, como los amantes que no éramos. Aún así, no pude evitar sentir placer, hacía tanto tiempo que no dormía con nadie. Y…después de tanto tiempo, que él sea quien estaba a mi lado abrazándome esa noche de otoño, lo volvía el día más feliz de mi vida.
…Desperté. Eran las 6 de la mañana, y no pude evitar levantarme y observarlo. Sasuke Uchiha. Era un ángel cuando dormía. Difícil me era pensar que esa persona tan fría cuando despierto, podía lucir tan dulce al dormir. Aún así, luego de meditarlo toda la noche, me di cuento de lo idiota que había sido al quedarme. ¿Para que alimentar ese sueño? Yo era una puta y él mi cliente. Lo que había pasado no se repetiría… o al menos eso pensaba. Y ante la mínima posibilidad de sufrir de nuevo, me alejé. Me puse mi musculosa y mis shorts de jean y, debido al frío que hacía esa mañana en especial, me tomé el atrevimiento de sacar un saco del armario de Sasuke, es decir, mi cliente.
Antes de salir, entré al baño para arreglarme un poco, y después de delinearme un poco, me quedé perplejo con lo que vi en el espejo…
“Prefieres no mirar en el espejo,
que el tiempo no te tuvo compasión.
A veces duele más llegar a viejo,
sabiendo que no habrá continuación.
Que nadie vea…”
¿Ese era yo? ¿Eso era yo? ¿Una simple puta, ni más ni menos?... Comencé a llorar. Lloré y lloré, y cuando quise darme cuenta, ya estaba deambulando por las calles sin rumbo alguno…
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Desperté. Instintivamente moví mi mano buscando aquél trasero que tanto me había hecho gozar la noche anterior, pero no lo encontré. Se había marchado. Había lidiado con varias putas, pero con ninguna había disfrutado tanto, y mucho menos había llegado a decirle mi nombre a otro. Él es especial. Debo encontrarlo, no creo que me sea muy difícil, después de todo, Orochimaru me debe algunos favores.
Esa noche me dirigí directamente a Akatsuki y no tardé en encontrar a Orochimaru.
-“Sasuke-kun, es un placer tenerte aquí, ¿vienes por otro de mis chicos?”
-“No, vengo por el mismo de anoche.”
-“Oh, veo que Naruto-kun hizo un buen trabajo, la mayoría de los que se acuestan con él quedan muy satisfechos.”
Por alguna razón, me molestó que dijera eso. Naruto era de mi propiedad. Esperen, ¿Naruto? Naruto, Naruto…¡Naruto! No puedo creerlo, se trataba de él. De aquel chico que me volvía loco en secundaria, la razón por la que termine cambiándome de colegio… ¡Era él!
Aunque algo andaba mal, es decir, ¿por qué termino así? Cómo una puta… una puta… y yo fui su cliente. Debo verlo.
-“¿Sucede algo, Sasuke-kun?”
Salí de mi trance.
-“¿Dónde puedo encontrar a… Naruto?”.
-“Pues verás…”