En solo segundos, miles de ideas pasaron por su mente. Naruto no sabia si esto, lo que estaba a punto de pasar, era bueno o malo. Tampoco entendía como exactamente había comenzado.
Su jefe, Sasuke Uchiha, apresaba sus manos sobre su cabeza.
¿debería dejarse llevar?
Acaso… ¿acaso no vivía enamorado de su jefe desde hace tanto? Pero también, el señor Uchiha ¿no estaba ya comprometido?... a unos días de su boda.
Volvió a analizar la situación, a fijarse más detalladamente su posición, quien sabe, quizás era un mal entendido.
- Te daré lo que pidas. Lo que quieras. Solo no grites y obedéceme – sintió como chocaban las palabras en su cuello, demasiado claras y contundentes… no cavia duda.
Otra vez las ideas revolucionaron en la cabeza de Naruto ¿dejarse llevar? Respondió un “si” la parte más cercana a su cuello, donde ahora el señor Uchiha respiraba pausadamente esperando una respuesta, y un “no se” el corazón y la razón. Era sorprende como cientos de escenarios vinieron a su mente en solo segundos: el primero, se negaba y salía más rápido que súper ratón y sin chocarse con ningún muro, claro, presentando su renuncia ese mismo día y con la clara esperanza que su jefe lo buscara para pedirle una disculpa; la segunda, aceptaba y se dejaba llevar pero luego de un rato, cuando mejor iba la cosa, la novia de su jefe entraba y encontraba con tremendo agasajo a los ojos lujuriosos de cualquier pervertido común y silvestre; la tercera, le tiraba tremendo cachetadon que su jefe tendría que posponer cierta boda un par de semanas par borrar la huellita roja que le dejarían sus manos, pero esto se iba al caño… sus manso estaba apresadas; cuar…
Y hubiera seguido de no ser porque uso labios finos y suaves comenzaban besar su cuello.
Su jefe entendió que el silencio era un “si”
No sabria explicarlo, pero eso lo hizo volver al mundo real, ese donde su jefe le ofrecía el cielo a cambio de… sintió asco. Él no era el puto de nadie, el podía conseguir las cosas solo, sin que nadie le regalase nada, sin tener que humillarse. Recordó lo orgulloso que podía ser cada quincena, al recibir su suelto, el cual cubría sus gastos y estudios. El no trabajaba para sobrevivir, el trabajaba para ser feliz.
Solto un no, sin cachetada pero seguro. Se zafó del agarre que ya no era tan fuerte. Camino sin intimidarse por la oficina. Tomo su maletín y guardo sus cosas para por último, triunfal, dedicarle una mirada de decepción, lastima, con todo lo que llevaba adentro.
Se sintió estúpido cuando estaba ya en la calle, quiso llorar un poco… solo para sacarse la espina en el alma. La persona a quien mas admiraba y apreciaba hasta el punto de aceptar estar enamorado. Ese ser le había tratado como a un cualquiera que se vende por dinero ¿Por qué no se dio cuenta de ello? En cambio debatió consigo mismo, olvidando un detalle importante. En vez de decirle que lo quería, su jefe le ofreció dinero. Hasta hubiera preferido ser un antojo, algo pasajero; pero eso si, dejando muy en claro que él lo hacía por gusto, por que el también quería. En cambio si aceptada baja las condiciones impuestas, quedaría ni mas ni menos como un vendido, un perro que hace cualquier cosa por dinero.
Limpio sus lagrimas, ya no tenia caso algún. Ahora a buscar empleo nuevo por que la comida y casa no eran gratis. Dio gracias haber ahorrado algo, lo suficiente para vivir tres meses o sobrevivir seis.
Naruto al fin y al cabo era fuerte, aun cuando tenia el corazón destrozado.
Sintio el timbre de su teléfono, contesto y volvió a darse cuenta de algo al ver el nombre de cierta chica en la pantallida del móvil.
Era su amiga Hinata, que estaba pronta a casarse.
Él estaba invitado a esa boda, él siempre sentía remordimientos al reconocer estar enamorado del novio de su amiga.
Sasuke Uchiha, ni mas ni menos.
Colgó la llamada, ya tendría algún pretexto para no asistir…