Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Contradicción por Necoco_love

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Creo que mi estado de ánimo influye mucho en lo que escribo, aunque no sé por que utilizo el verbo creer cuando en realidad debería utilizar el verbo saber…

¿Tengo algo que decir al respecto? No, nada. Tengo demasiadas cosas en la cabeza y realmente no quiero decir nada más ):

 

 

Disclaimer: los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto.

 

 

Observaba de manera impávida tus ojos, esas cuencas color de cielo que, innegablemente, estaban derramando el sinfín de lágrimas que tanto había procurado evitar. Arrinconado entre la espada y la pared, me resultabas ahora un poco más pequeño de lo que en realidad eras, sintiéndome en ese momento el dominante de la situación, sabiendo perfectamente que desde el inicio habías sido quién llevaba las riendas de “nuestra relación”, como solía llamarle cuando no estabas para escucharme.

 

 

 

Tú no eras capaz de llamarlo siquiera relación…

 

 

 

De manera huraña desvié la mirada negándome obstinadamente a enfrentarme a tus lágrimas. En el fondo yo no era tan parco como superficialmente podía parecerlo. Simple y llanamente no deseaba enfrentarme a tu creciente dolor por que ello solo acrecentaba el nudo atorado en mi garganta, mi propio dolor creciente.

 

 

 

Te secaste tus lágrimas por miedo a que te considerara un cobarde, no por que en serio tú llanto hubiera terminado. Por amor propio. Por no exponerte frente a mí, cosa que realmente detestabas. Por puro egoísmo. No dejaste de mirar el suelo, pese a que tus lágrimas se habían detenido. Evitabas enfrentarte a mi mirada mientras al mismo tiempo yo evitaba enfrentarme a la tuya. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué…?

 

 

 

Había perdido la noción del tiempo, así como también de las cosas y de los motivos que me habían llevado a buscarte para hablar. ¿Qué estaba haciendo realmente ahí? No estaba más que buscando una solución, la verdad entre tanta indecisión por tu parte que solo lograba inducirme a un mar de confusiones sin mucho sentido. Y fue justo cuando rozaste con tu puño uno de mis hombros que reaccioné al fin y te miré los ojos enjuagados en nuevas lágrimas que luchaban por salir rodando por tus mejillas.

 

 

 

¿Si? ¿No? ¿Qué tanto tiempo habías estado oscilando justo en el punto medio de esas dos palabras? Nunca había sido más claro que desde el inicio. Me gustabas, ¿Por qué negarlo? Y, más que gustarme, aquello paulatinamente, incluso en contra de tus deseos, había empezado a surgir el amor. Por que cada vez que tus azules orbes me observaban con esa inocencia tan infantil, cada vez que una abierta sonrisa sincera se posaba en tus labios y era dirigida expresamente a mí, mi corazón daba un vuelco y empezaba a latir en una vorágine irrefrenable que yo consideraba amor, incluso ante mi propia sorpresa.

 

 

 

¿Había sido completamente un sentimiento unilateral? Nunca me dejaste saberlo. Te abrías a mí y al mismo tiempo te cerrabas tanto que no había manera de comprenderte tan perfectamente como deseabas. Al principio había sido algo interesante. El que me dejases acercarme tan poco a mí se volvía de pronto un deseo insaciable y embriagante de querer saber tanto de ti como sabías de mí. Pero incluso con tu sonrisa afable, con tu mirada alegre y esa efusividad en tus formas, marcabas una evidente distancia entre tú persona y la mía. Marcabas una diferencia e interponías una barrera cada vez que estaba decidido a no contemplar mi anhelo y volverlo realidad: enamorarte.

 

 

 

¿Lo hacías de manera inconsciente? No lo sabía. Sin embargo, tras fallidos intentos de superar esa barrera para encararme con la verdadera persona que eras, esa que en aquél momento estaba observando pausadamente, te alejabas más, haciendo evidente y latente en mi cabeza tu sutil rechazo hacía mis intentos. Negabas de tal forma mi cariño que me parecía irreal el como al mismo tiempo te amaba tanto y te odiaba con la misma intensidad.

 

 

 

La primera vez que desistí de esto aún estaba fresca en mi memoria. No acudiste a mí cual animal herido rogando por un poco de perdón. Quizá, en el fondo, ni siquiera te importaba. Tan solo vi esa desdicha en tu mirada, esa misma que ahora se reflejaba en tus azules ojos y, de manera irracional, mi corazón en aquél momento había latido de amor puro hacía tu persona. Observar tu dolor, que te expusieras de aquella manera ante mis fríos ojos me demostraba que quizá, y solo quizá después de todo, tu barrera luchaba por derrumbarse mientras te esforzabas por sostenerla a como de lugar.

 

 

 

Pero el volver a insistir tornó las cosas de nuevo de la misma manera que en un principio. Se volvió el juego de ceder y no ceder, por que entre más cedía yo, menos cedías tú. Y resultaba complicado comprenderte. Te guardabas tanto para ti mismo que yo era incapaz de comprenderte, era incapaz de comprender ese dolor intrínseco en tu persona que no te dejaba amar con naturalidad. Y, finalmente, decidí que las cosas no podían continuar así. Estaba dejando de ser tan persistente. Había decidido dejar de contemplar a una persona que anhelaba la compañía de otro, quizá la compañía de nadie en especial, de algo que contemplabas abstraídamente en tu mente cuando tu mirada se perdía por lapsos de tiempo en el momento menos esperado. Yo era paciente, pero también era realista.

 

 

 

 

Nunca pasaría y tú no querías que sucediera.

 

 

 

 

Sonreíste con amargura casi por un efímero momento. Pero cuando me percaté de ello, sonreías con una alegría que estaba seguro fingías a la perfección. Volviste a pasar el dorso de tus manos por tu rostro, borrando todo atisbo de que hubieses estado llorando. Sacudiste tu cabeza, como si con eso fueras capaz de quitarte tanto peso de encima. Tanta tristeza de encima. Volviste a rozar tu puño en uno de mis hombros, susurrando casi al mismo tiempo aquellos insultos con que solíamos tratarnos mutuamente. Y luego, de la nada, tu comportamiento hiperactivo volvió a tu persona. Saliste corriendo apresurado alegando que se te hacía tarde para quién sabe que cosa. Ni siquiera logré entender tus palabras. Pero me dolió vivir en carne propia como fingías una felicidad que no estaba ahí. Tan solo tu sonrisa que pretendías pareciera sincera, me resultó un desagradable reflejo de lo que a fin de cuentas ambos habíamos hecho.

 

 

 

No podía continuar amándote.

 

 

 

Aún si lo hiciera, no eras del todo capaz de corresponder mis sentimientos. Tan solo eras un manojo de confusiones y contradicciones, temeroso de amar y resultar lastimado. Sin embargo, no podía yo continuar de ésta manera que en un principio había sido suficiente para mí. Necesitaba más y tú no podías dármelo. Quería amar recíprocamente. Tan solo deseaba amarte y que tu me amaras. Y no podías cumplir tu parte.

 

 

 

 

Por eso no podía continuar amándote.

 

 

 

Lo que es más contradictorio aún, Naruto, es que sin importar lo que pase, me era imposible dejar de amarte.

 

 

 

Por que aunque había hablado en serio cuando te dije que no volvería a insistir más, que ya no me importaba en absoluto, que olvidarte sería muy fácil, fue titánicamente imposible no pensar en ti cuando te vi partir. Fue irremediable no amarte en el momento en que volví a pensar que llorabas y te culpabas por todo el daño que yo estaba sufriendo…

 

 

No podía continuar amándote.

 

 

 

Y, lo que resultaba más contradictorio aún después de mis palabras, era que yo no pretendía en ningún momento dejar de amarte…

 

 

 

Notas finales:

 

Sé que no es muy feliz, ¿pero al menos merece un par de reviews? Besos & abrazos, Necoco.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).