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¡Sorpresa Reitinguis! por Katsuu

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Notas del fanfic:

Hmm... Este fanfic es hecho COMPLETAMENTE con propósitos de celebrar el cumpleaños de nuestro querido REEEEEEEEEEEITA > u < ~~

Espero lo disfruten, aunque sea puro sexo XD!

Notas del capitulo:

Sexo, sexo, sexo... Sexo para Reita, ¡Feliz cumpleaños! Y más sexo XD

 

No lo dedico porque se vería muy sexual :3

Capítulo Único: S o r p r e s a ~

 

  Estaba hastiado en verdad, ¡hastiado!

  En todo el día había recibido miles de felicitaciones. Gente de la calle que no tenía ni idea de quiénes eran, gente de la empresa, incluso algunos integrantes de otras bandas. Es más, Aoi y Kai ya habían hecho de las suyas pero… pero… quienes se suponían que eran mis dos mejores amigos no habían dado ni pistas de acordarse. Nada, cero, ¡nulo!

  Tomé la bolsa llena de regalos en la que ninguno de aquellos dos idiotas se había fijado y salí de la sala de ensayos como un cohete. Malditos, tantos años siendo amigos y no son capaces de acordarse de un mísero cumpleaños. Por supuesto, desde que Ruki y Uruha son novios –lo que empezó, casualmente, en mi fiesta del año pasado-, Reita desapareció para ellos. ¡Que se mueran, no me importa!

  Gruñí con un poco de rabia y abrí la puerta de mi auto. Pasé la bolsa negra llena de regalos a la parte trasera del Mustang y dejé los más importantes, los de Aoi y Kai, en el asiento del frente. Si el otro par de hipócritas me hubieran dado regalo, quizás hasta los tendría encima, así fueran una toalla y una alfombra. Uh, malditos, estaba seguro de que se las cobraría con intereses. Arranqué el auto, saliendo así del estacionamiento.

  Manejé bastante, casi tres horas, no quería llegar a casa. Estaba tan estresado por ese pequeño inconveniente de mis supuestas amistades que simple y llanamente sabía que cuando llegara a casa tiraría todo el piso y no, no es la idea. Una vez me hube calmado conduje hasta mi urbanización. El vigilante me miró entre sonriente y confundido, felicitándome por segunda vez en el día. No sabía por qué, pero aquella sonrisa y sus gestos me parecían de duda extrema. Duh, allá él y su vida.

  Me di paso en la cochera y guardé mi auto, bajando luego la bolsa y llevando en la mano los dos regalos especiales. Abrí la puerta ladera de la casa, entrando así por la cocina, dejando allí mismo la bolsa para luego subir con dos importantes a mi habitación. Lentamente, Uruha y Ruki se dispersaban de mi mente, y sus razones tendrían para no acordarse ¿no? Me molestaría, no les guardaría rencor por eso pero… cuando los viera los iba a patear. O eso tenía pensado.

  Suspiré con un poco de cansancio y me tiré a la cama sin mediar más. Observé mi entorno y me sonreí suficiente mirando la esquina en donde estaban mis bajos. Pues, así fueran un par de hipócritas, por un buen puñado de años me habían ayudado a avanzar. Me encogí de hombros sonriente y me incorporé, quedando sentado en la orilla de la cama. Viré mi rostro hasta la mesa de noche, en donde estaban las dos cajas de tamaño mediano que me habían dado los otros dos.

  Tomé ambos regalos en mano y los meneé cerca de mi oreja, con intenciones de oír algo, pero ningún sonido se reprodujo. Era raro, y no me podía hacer una imagen clara sobre qué me habrán regalado. Los volví a dejar en su lugar y me quité con parsimonia la camisa, dirigiéndome al baño. No sabía por qué, pero repentinamente me sentía observado. Miré alrededor, aunque sabía que no había nadie más en la habitación, pero me recorrió un escalofrío de la nuca a los tobillos. Con las manos temblando de nervios por aquella extraña experiencia, entré a mi ducha.

  Abrí la llave y empecé a mojarme el cabello, vertiendo sobre él el shampoo. Pensaba en cómo vengarme. Sonará enfermizo, pero en lo que pensaba era en qué hacer para hacerlos sentir mal. Ya el chance de Ruki había pasado, aunque de todas maneras en su cumpleaños no estuve cerca, sólo le mandé las felicitaciones… recuerdo que ese día viajé. ¿O tenía fiebre? Ya ni sé. Suspiré, tal vez en parte era mi culpa. Pero, por otro lado, estaba el ingrato de Uruha. De él sí que me vengaría, y no faltaba nada para su cumpleaños, así que no tendría que mantenerlo en mente tanto tiempo.

  Salí del baño con el rostro sonriente y la toalla anudada a la cintura. Abrí el armario y, sin muchos ánimos por exagerar con mi pijama, me puse la ropa interior y una franela ancha. Fui a la cocina, dejando de sentirme observado por un minuto. Suspiré al momento de sentirme libre de nuevo, de alguna extraña manera la mirada que sentía encima era apresadora. Me preparé un mísero emparedado con mantequilla de maní y tomé chocolate caliente. Me quedé un rato en la sala vegetando, y cuando ya definitivamente no quedaba rastro del sol, volvía a adentrarme en mi habitación dando un gran bostezo.

  Normalmente estaría haciendo una fiesta por mi cumpleaños, pero había caído jueves y al día siguiente había trabajo. Ah, cosas de la vida. Me acosté en la cama y me acomodé. Al momento de voltear mi cabeza para acomodarla en la almohada, me encontré con los regalos que había dejado allí en la mesa de noche. Los miré fijamente, pero algo me decía que simplemente los abriera luego, y en función de eso cerré los ojos, relajando mi cuerpo y preparándome par a dormir. Sólo que no tenía idea que todo mi plan de ‘noche de cumpleaños durmiendo’ cambiaría por completo.

  Estaba medianamente adormecido cuando todo comenzó. Primero, sentí unas manos de dedos largos y finos cubriéndome la boca. Me asusté, por supuesto, pero para demostrarlo apenas si tensé mi cuerpo. Sentí unas manos parecidas, aunque un poco más pequeñas que las anteriores, caminando por mis muslos y subiendo por mi cuerpo hasta meterse debajo de mi franela. Luego, unas risas muy conocidas, tan bajas y tan traviesas, con un tono que nunca antes había escuchado. Fruncí el ceño, ¿qué demonios estaba ocurriendo?

  —Buenas noches Reita –saludaron ambas voces al unísono. Sentí las manos de ambas personas en mi vientre, y luego respiraciones en mis oídos. La mano que cubría mi boca se removió, pero me sentía congelado ante la posibilidad de que lo que pensaba estuviera en lo correcto—. Vinimos a desearte un muy feliz cumpleaños. –Terminaron por decir, dando ambos un beso en cada lado de mi cuello. Por alguna razón, sentí un fuerte calor en mi vientre, donde tenían sus manos. Mordí mi grueso labio inferior.

  — ¿Uruha? ¿Ruki? –Pregunté con un asomo de duda, recibiendo dos largas lamidas en cada lado del cuello. Vale, aquello estaba muy raro. Intenté voltearme para verles la cara, pero ambos me tenían con fuerza de cada lado.

  —Esto es una sorpresa para ti. –Dijeron, de nuevo a coro, haciendo que los cabellos de la nuca se me erizaran. Iba a decir algo, pero unos labios acolchados cubrieron los míos y me vi tan tentado que fue imposible no corresponder. Una luz se alumbró apenas lo suficiente para reconocerlos, pero en ese momento no podía abrir los ojos.

  Seguía besando a aquel encima de mí, aunque un poco retardado por la impresión. Sentí las piernas de ese situarse a los lados de mis caderas, y luego su trasero encima de mi vientre. Sus manos, de dedos finos y muy largos, subieron mi franela hasta sacarla de mi cuerpo. En ese momento lo pude ver: Uruha, con sus labios rojos y su mirada deseosa y emocionada. Solté un suspiro y miré a los lados, ¿dónde se supone que estaba Ruki?

  Seguía preguntándomelo cuando sentí que bajaban con rapidez mi interior, aprovechando luego para darme caricias por los muslos. Sentía las manos recorrerme y la yema de los dedos separarlas cada vez más, lo suficiente para que el pequeño y suave cuerpo del vocalista se ubicara entre ellas. Uruha me sonrió cómplice, quitándose de mi torso para poder ver la manera en que su novio empezaba a acariciar mi miembro, dando besos por la parte interna de mis muslos. Un jadeo se atoró en mi garganta y salió como un suave gemido, haciendo sonreír aún más ampliamente a ambos presentes.

  El más alto me movió un poco de lugar y se acomodó, besando mi torso y en un poco de tiempo, mis pezones. Solté otro suspiro, las caricias del menor y la lengua de mi mejor amigo me volvían loco, pero, ¿y ellos dos no eran novios? De una u otra manera siempre quise aquello, pero no era lo correcto. Me dispuse a pararlos, pero Uruha dio tal lamida y un largo jalón que me sacó el aire, haciendo que el calor que ya se había acumulado por las caricias del pequeño saliera disparado, justo en el momento en que él le había dado una lamida a mi miembro. Rápidamente sentí cómo me erguía y respiraba agitadamente.

  —Mira lo duro que estás ya, Rei-chan. –Murmuró a manera de broma el vocal, mirándome fijamente. Yo sólo le devolví la mirada con un poco de confusión, viendo cómo tomaba mi miembro entre sus manos y lo empezaba a mover de arriba abajo, estimulándome. Eché la cabeza hacia atrás y me mordí el labio inferior de nuevo, abriendo más las piernas para que se hiciera espacio entre ellas.

  — ¿Qué podríamos hacer para ayudarlo en eso, Ruki querido? –Preguntó de manera juguetona mi castaño amigo, acercándose a mi miembro y mirando a Ruki, quien lo tomaba por el otro lado. Observé la imagen, encontrándola terriblemente pornográfica, pero a la vez malditamente sexual.

  —Podríamos… llenarlo de tiernos besos. –Susurró en respuesta, guiñándome un ojo. Alcé una ceja, estaba más que seguro que aquello sería de todo menos inocente. Uruha le sonrió y puso su mano sobre la del otro, encima de mi base, empezando a dar besos encima de la extensión de mi pene. Solté un fuerte jadeo, el fuerte cosquilleo aumentaba cada vez y las sensaciones de placer me llenaban.

  Ruki sonrió, haciendo lo mismo que él. Estuvieron así unos minutos en los que mi respiración se terminó de desigualar, y luego sentí ambas lenguas ásperas y húmedas recorriendo mi miembro. Me apoyé sobre mis codos para verlos, y la imagen que me recibió hizo que empezara a temblar por tantas sensaciones vividas. Ambos se encontraban con los ojos cerrados, acariciando con una mano mi base y con la otra mis piernas. Sus lenguas se buscaban y jugaban entre ellas con mi miembro en el medio de ellas, produciéndome las mejores sensaciones. Jadeé con fuerza, llamando la atención del par. Sonrieron, causándome un ligero escalofrío.

  Empezaron a subir suavemente, hasta que ambas lenguas dibujaban formas y se tocaban entre sí, haciendo un baile sobre mi glande, que estaba tan roja que creí que explotaría. Yo, por otro lado, con la imagen y las sensaciones, comencé a gemir con fuerza y sin pudor, allá ellos. Las lenguas se movían con soltura, ondeando y rodeando encima del orificio de mi glande, haciéndome sentir casi en los cielos. Tensé las piernas, cerrando los ojos con fuerza. Me incorporé suavemente, como siguieran así me correría en sus caras, pero al notar m cambio de posición empezaron a mover con rapidez sus manos, haciendo que ahora sus lenguas actuaran con más fuerza. No, definitivamente no podía más. Me dolía la punta del pene, apreté con fuerza las sábanas de la cama y di un fuerte gemido, corriéndome encima de las lenguas y manchando un poco los rostros de ambos. Me dejé caer a la cama con la mirada perdida.

  — ¿Qué… clase de… regalo fue… ah… ese? –Pregunté, recuperando apenas el aliento. Ambos me sonrieron y luego se miraron, empezando a quitarse mutuamente mi semen de sus rostros, utilizando sus lenguas para ello. La imagen me volvió a calentar, y más cuando luego de limpiarse se dieron un beso en el que podía escuchar a la perfección cómo los labios se pegaban y despegaban y veía sus lenguas enredarse entre sí, haciendo que volviera a estar erecto.

  —Rei… –Susurró Ruki, viendo con una sonrisa mi nueva erección. Miró con ansiedad a Uruha, quien suspiró y asintió de manera cansina. Yo no entendía completamente nada, pero vi con claridad como el sonriente vocal se acercaba a mí y me tomaba de la nuca, dándome un fuerte beso que casi me deja sin aliento, aunque él estaba en las mismas.

  Uruha se levantó de la cama y caminó hasta la mesa de noche, en donde estaban ambos regalos. Lo seguí con la mirada, pero me desconcentré por completo cuando el pequeño encima de mí tomó mis manos y las puso sobre sus glúteos, soltando el más porno de los suspiros antes vistos. Su reacción causó algo desconocido en mí, llevándome rápidamente a las peores fantasías con el novio de mi mejor amigo. Empecé a masajearlos, haciendo que él suspirara con fuerza y empezar a jadear encima de mi cuello, el cual besaba y mordía.

  Bajó las caderas lo suficiente para frotar sus nalgas contra mi pene, haciéndome soltar un gruñido de excitación. Él sonrió ampliamente y, con sus manos temblorosas por el placer que le provocaba recorriéndolo con mis dedos y labios, tomó la base de mi miembro palpitante y se ubicó encima de él, empezando a auto penetrarse. La imagen sólo tenía una descripción: Deliciosa. No sabía en donde estaba Uruha, pero tenía bien sabido que esto no duraría mucho, así que con rapidez tomé a Takanori por la cintura y empecé a moverlo encima de mis caderas, en contra de los movimientos que yo mismo realizaba.

  Él me miraba extasiado, con sus pequeños labios abiertos, produciendo sonidos provocativos. Me senté mejor en la cama, haciendo que él tomara la confianza de poner sus manos sobre mis hombros. Sus piernas se ajustaron a mis caderas y sentí que sus paredes me aprisionaban con más fuerza. Le mordí un pezón, moviéndome un poco más profundo dentro de él, meneando las caderas de manera circular, disfrutando de lo húmedo y cálido, de la manera en que ambos estábamos sudando.

  —Mh… Rei… Aah… Rei, quiero más, dame más, más. –Empezó a pedir casi con desesperación en medio de un coro de gemidos. Hice lo que me pedía, sintiendo que prontamente llegaría al final, pero una mano nos detuvo. Uruha sacó a Ruki de encima de mis caderas, haciendo que éste lo mirara de manera inconforme, recibiendo sólo una de las miradas más lujuriosas que jamás hube visto.

  —Tranquilo pequeño… apenas empieza lo bueno. –Aseguró, y de un momento a otro Ruki se encontraba atado con esposas a la cabecera de mi cama. Miré a mi mejor amigo con confusión mientras el vocal, aún agitado por la excitación, comenzó a intentar desatarse.

  — ¿Y ahora? –Pregunté acercándome con un poco de duda, la respiración acelerada y el miembro latiente. Uruha me sonrió y me dio un beso profundo, al que correspondí tomándome la libertad de apretar uno de sus pezones, obteniendo como respuesta un fuerte gemido. El sonido de las esposas nos trajo a la realidad, viendo cómo el menor nos veía con deseo. Ambos sonreímos y con una mirada pude observar lo que mi amigo de años pretendía.

  Tomó una de las piernas de Ruki y la puso sobre su hombro, al tiempo que yo hacía lo mismo. El pequeño nos miró entre confundido y asustado, y nosotros sólo le sonreímos de nuevo. No sé de dónde, pero Uruha sacó un poco de vaselina, lubricando el interior de Ruki, quien suspiró excitado ante el movimiento de los dedos de su novio.

  —Mira Reita –me dijo Uruha, tomando mi mano y llenándola de vaselina—, mete los dedos y los mueves a manera de tijera y circular… le va a doler menos. –Me aseguró sonriendo. Yo tragué pesado y me concentré en la lujuriosa mirada del vocal, fija en mí. Adentré los dedos que tenía cubiertos y empecé a mover los dedos en la manera que me había dicho mi amigo, obteniendo así los gemidos más deliciosos. Nunc a imaginé que Ruki podría gemir así.

  Moví mis dedos de mil maneras, sintiendo cómo la pierna encima de mi hombro se movía de manera temblorosa. Miré a Uruha y este me sonrió, empezando a hacer algo que no hube planeado. Con vaselina en la palma, empezó a masturbar su miembro y el mío, usando la misma mano para ambos, haciéndome sentir la dures de su pene contra el mío. Apreté los dientes excitado, haciendo que por reflejo mis dedos entraran aún más profundo en Ruki, haciendo que diera un grito de exaltación y se arqueara.

  Unos segundos después, Uruha me soltó con su respiración también totalmente agitada. Ambos asentimos y saqué mis dedos del interior del menor, quien nos miró impaciente y lamiéndose los labios. Mi amigo y yo lo penetramos con lentitud, haciendo que su rostro se deformara en una total expresión de placer doloroso. Para mí, era simplemente delicioso. Las paredes de Ruki apretándonos con fuerza, y mi pene chocando contra el de Uruha en ese cálido interior, sintiendo la textura y con las puntas pegadas en el interior de Ruki, aquello me llevaría a la locura.

  —A-Aah… Ah… Hm… –Gemía continuamente el pequeño, sintiéndonos a ambos dentro. Se contraía ocasionalmente y tenía el ceño fruncido. Relajó por completo su cuerpo, sus jadeos eran fuertes, igual que los de Uruha y yo— Mu… Muévanse… ya… Aah…  –Gimió de nuevo, con los ojos cegados de placer. Su novio y yo empezamos a movernos con lentitud, provocando en mi miles de remolinos. El calor ascendía por mi cuerpo y bajaba con rapidez, mandando señales eléctricas por mis nervios.

  El espacio era sumamente reducido, pero la sensación del miembro de Uruha moviéndose al contrario del mío en esa cavidad venía siendo una de las mejores pajas que me habían hecho. Sentí la mano de mi amigo tocándome el hombro y lo miré, justo para que él me diera otro e sus besos pornográficos. Le seguí el ritmo a la perfección, resultando el dominante entre nuestras lenguas. No dejábamos de penetrar a Ruki, cuya mirada me quemaba el torso, y estaba seguro que a Uruha también. Nos separamos y le sonreímos al pequeño, dirigiéndonos con nuestras lenguas a sus pezones, acariciando deliberadamente sus muslos y sus caderas.

  — ¡Aah! –Gimió con fuerza en el momento en que empezamos a impulsarnos aún más. — ¡No puedo! ¡Ya, aah! ¡Aah, me vengo! –Sus gemidos eran tan fuertes que estaba seguro que retumbaban hasta la parte de afuera. Uruha y yo empezamos a movernos de tal manera que juro haber sentido la cama moverse, pero antes de poder saber si había ocurrido, Ruki se corrió sobre su vientre, apretando con fuerza su entrada, al punto que creí que mi miembro y el de Uruha se habían quedado pegados. Ambos nos eyaculamos en ese momento, regándonos por completo en el interior del pequeño, quien respondió ante esto con un fuerte suspiro.

  Salimos de su interior y Uruha se recostó en la cama con los brazos abiertos, suspirando con fuerza. Yo desaté a Ruki, quien me miraba con los ojos un poco desorbitados. Lo tomé del rostro y le di un suave beso para recompensarlo por lo salvaje que habíamos sido. Él me respondió de la misma manera y sentí cómo su cuerpo dejaba de temblar, remitiendo los espasmos por completo. Dejé de besarlo y me senté frente a él. Observé los dos cuerpos desnudos sobre mi cama y sonreí para mí mismo, ¿quién diría que terminamos en éstas?

  —Ruki… ve a descansar un momento. –Le aconsejó Uruha, recibiendo un asentimiento cansino del aludido. El pequeño se paró y vi cómo una gran cantidad de líquido blanco y espeso se resbalaba entre sus piernas. Él se apoyo sobre la pared y se sentó en el piso con las piernas abiertas y el semen escurriendo. Cerró los ojos mientras suspiraba aliviado, quizás sentía que descansaba con esto. Por otra parte, Uruha me miró cómplice y se puso de espalda en el lugar donde había estado Ruki, con la almohada entre sus brazos.

  — ¿Qué quieres que…? –Pregunté, no muy seguro si debía hacer lo que estaba pensando. Lo miré un tanto dudoso y él asintió, sin perder esa sonrisa que de un tiempo para acá tenía otro significado para mí. Me mordí el labio inferior y me acerqué a él, tomando sus caderas para levantar su trasero y penetrarlo de una sola estocada, haciendo que soltara un gemido fuerte, ahogándolo luego en la almohada. Aquello me había causado un placer visual inimaginable.

  Sonreí y empecé a embestirlo con fuerza, enterrando mis dedos en sus caderas al tiempo que él mordía la almohada para reprimir la seguidilla de gemidos que igual eran audibles. Recorrí su torso con la mano, buscando luego sus pezones para halarlos y bajando con mis yemas hasta su miembro, acariciándolo con suavidad, viendo con deleite cómo sus ojos revoleaban de placer. Solté un ronco gemido al sentir que entraba cada vez más profundo en él y que su garganta se colmaba de aquellos deliciosos sonidos. De pronto, ente el aturdimiento del placer, escuché un quejido ajeno a nosotros.

  Volteé apenas para mirar a Ruki. Su miembro empezaba a despertar y se mordía el labio inferior con insistencia. Lo vi llevar suavemente su mano a su pene, haciendo que una punzada recorriera el mío. Sentí la temblorosa mano de Uruha parar mis caderas y su jadeante voz saliendo como pudo de su garganta.

  —Ven acá Ruu… –Propuso con tono libidinoso y una mirada que nunca había observado en sus ojos. Vi cómo Ruki apenas si se podía levantar y caminó hacia la cama con lentitud, pero con la decisión y la lujuria marcada claramente en sus facciones. Se acostó debajo del cuerpo de Uruha, quién le sonrió mientras le daba un profundo beso.

  Suspiré mirándolos a ambos, y me sorprendí un poco al ver cómo el pequeño abría los ojos. Me estaba mirando fijamente y con deseo mientras podía ver y oír claramente cómo su lengua se enredaba con la de su novio. Su mirada me transmitía tantas emociones como la de Uruha minutos antes, por lo que, sin romper el contacto visual, pasé lentamente mi lengua por el cuello del castaño. Ruki sonrió en el beso y yo respondí con una ligera mordida al cuello del más alto.

  Empecé a moverme de nuevo en el interior de Uruha, haciendo que éste jadeara. Tomó el cuerpo de su novio y lo ubicó bien, para empezarlo a penetrar sin delicadeza, aunque era el mismo ritmo al que yo lo hacía. El cuerpo en mis brazos sufría espasmos, yo sudaba y jadeaba sin parar, y Ruki técnicamente estaba a punto de salir volando por lo fuerte que Uruha lo embestía.

  Vi la mano del vocalista aferrarse al espaldar de la cama en un intento por, de verdad, no salirse del colchón. Sus piernas estaban totalmente abiertas, y las embestidas de Uruha eran tan salvajes que al moverse me provocaban una exquisita sensación por la presión tan fuerte que ejercía. Comencé a moverme al mismo ritmo alocadamente acelerado, haciendo que incluso las suyas tuvieran más potencia, haciendo que los gemidos de Ruki se elevaran una octava mientras daba pequeños saltos sobre las almohadas por las fuertes sacudidas.

  — ¡A-Aah! ¡Aaaah, aah! ¡No paren, no-aah, no paren! –Gemía sin cesar el vocalista, con su cabeza hacia atrás y los pómulos sonrojados. Los gemidos de su voz se escuchaban estruendosos sobre el ruido del espaldar chocando contra la pared y las patas raspando en parqué del suelo. Adelanté apenas el rostro para mirar a Uruha, quien estaba sudoroso y con los ojos vidriosos, igual que su novio, he de suponer que por todo el placer que sentían. Empecé a moverme de manera circular y veloz, entrando mucho más profundo, haciendo que la presión sobre la glande aumentara.

  — ¡Aaahm! ¡Reita, Ruki! ¡A-Aaaah! –Gimió en un grito Uruha, haciendo que las estocadas en el interior de Ruki siguieran exactamente los pasos de las mías. La otra mano de Ruki se aferró también al espaldar y sus labios se abrieron exageradamente, soltando un fuerte gemido y revoleando los ojos, arqueando con intensidad su espalda.

  — ¡Uru, Rei! ¡Aah! ¡Me voy a… a… Aah! –En el momento de terminar la frase, Uruha y yo tomamos su miembro y lo estimulamos con rapidez, haciendo que se corriera rápidamente sobre nuestras manos. Sin poder aguantar tanto ambiente sexual, me corrí dentro de Uruha y salí de inmediato, quedando recostado detrás de su trasero en alto, por el que se empezaba a resbalar la característica línea de semen.

  Me lamí los labios ante esta imagen y vi cómo su cuerpo sufría un espasmo. Supuse  que había terminado ya. Se levantó con debilidad y se encerró en el baño. Escuché el agua de la ducha, pero sólo me concentraba en el reguero blanco que había entre las piernas de Ruki. El sudor cayendo por su piel erizada, su respiración acelerada, su abdomen bajando y subiendo con rapidez, sus labios húmedos y rojos y sus ojos desorbitados por el placer. Miré con atención el hecho de que sus manos seguían teniendo ligeros espasmos nerviosos, igual que sus rodillas, pero que no se levantaba.

  — ¿Estás bien? –Pregunté con el poco de aliento que me llegó. Desvió su mirada y la enfocó lo más posible en mí, sonriéndome de medio lado. Me removí en mi puesto, haciendo que el colchón sonara. ¿De cuándo acá mi colchón sonaba?

  —Sí… me siento de maravilla –confesó en un suspiro satisfecho, y luego torció el gesto—, aunque no puedo mover las piernas. –Alegó sonrojado y riendo apenado. Yo sonreí y miré sus piernas llenas de aquel líquido blanco. El agua de la ducha dejó de sonar y Uruha vino a mi lado, sólo mojado de la cintura para abajo.

  — ¿Quieres que te limpiemos Ruu-chan? –Cuestionó, acariciando uno de los muslos de su novio, el cual asintió deseoso. Lo miré unos minutos y él sacó su lengua de manera juguetona, empezando a recorrer los sitios manchados de semen que cubrían la piel del menor.

  Me sentí atraído ante esto y, rápidamente, me ubiqué en la otra pierna, haciendo lo mismo. Si consideraba los hechos, ahí incluso había del mío, y me hizo reír por dentro lo enfermo que era aquello. Limpiamos todo rastro con nuestras lenguas, inclusive el de su entrada. Ruki, con la respiración acelerada, nos agradeció torciendo su rostro en una mueca que pretendía ser una sonrisa, pero entendía que no pudiera hacer mucho.

  Uruha y yo nos acostamos, dejando al pequeño en el medio y dormimos sin sábana, la que estaba allí no era nada higiénica en esos momentos. Al día siguiente, aunque fuera viernes día de ensayo, nadie molestó. El teléfono no sonó, el de los periódicos no tocó, ni un solo ruido. Estiré el brazo, sabiendo que ya era de mañana. Me importó poco en realidad, abracé a mis dos amigos, quienes sonrieron ante esto. Al despertar, volverían a ser la pareja del siglo Ruki y Uruha. No sé si me volverían a meter en sus juegos como esa vez, pero sonreí ampliamente al saber que ese era su regalo de cumpleaños, y me había dejado más que satisfecho.

  Poco después de preparar el desayuno y de sonreírnos entre los tres con complicidad, ambos tórtolos se fueron para que las caderas de Ruki volvieran a ser parte de su cuerpo. El pequeño decía no sentir nada… Ja. Me volteé y me encontré con un gran paquete que, para mi sorpresa, tenía dentro una gran pancarta con millares de fotos desde que tengo memoria de conocerlos a ambos. Casi lloro con eso, y luego reí. Al entrar en el cuarto, vi que el regalo de Kai estaba abierto, y a un lado la vaselina y las esposas. Algo me dice que ese estaba entrometido…

  Tomé el de Aoi entre las manos y lo miré curioso. Me tumbé en el piso, aún consciente de la suciedad de la cama en ese momento. Lo abrí con parsimonia y, al ver su interior, lo solté de una vez, dejándolo en el piso. Lo miré con un tic en el ojo. Frente a mí, tirado en el suelo, había un vibrador con ultra sensorial y no sé cuántas cosas más, más una nota que decía ‘Espero que te sirva de algo, Rei.’

  Sucio, pervertido, asqueroso…

  Lo peor es que al llamarlo para reclamar, sólo me invitó a ir a su casa.

  Y aún peor que eso, decidí ir. Lo más terrible fue que llevé el vibrador conmigo, además del regalo de Kai. Uh…

 

  A fin de cuentas, un cumpleaños divertido.

Notas finales:

ww

Descargué todo el estrés sexual que tenía acumulado XD

 

FELIZ MEGA CUMPLEAÑOS REITA :3

 

Saben, iba a hacer uno para Ruki, pero ese preferí tripeármelo sola... uh... XD


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