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Teorema por Aurora

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Notas del fanfic:

:D

Yugioh no me pertenece, pertenece a sus respectivos creativos y socios comerciales. No pretendo ofender ni sacar provecho a partir de esta historia. Me doy por pagada si la disfrutan ^_^

Teorema es la continuación de Teoria. Espero que les guste!

Si pueden escuchen Accidentally In Love. Fue mi inspiración para este fic.

Ya lo sabes, Daisuky. Yours yours

Notas del capitulo:

 

 

Teorema

Por Aurora

 

Joey se arregló el pelo, y metió su camisa dentro del pantalón. Suspiró y sonrió antes de entrar.  El pasillo era oscuro, tenebroso, lleno de libros polvorientos y aún cuando su piel se había erizado de los nervios, decidió dar un paso y luego otro hasta que sus piernas tomaron ritmo. Su respiración cesó al abrir la puerta y verlo, perfectamente tranquilo y bello, aunque ausente.  No leía, tampoco tomaba notas en sus apuntes. Más bien parecía nostálgico al ver la lluvia caer por el vidrio. Y un suspiró tan leve salió de sus labios, que Joey pensó que su mente lo había inventado.

Lo he tocado, he tocado su corazón, es la única explicación.  Ese beso significó algo, sino no se escondería de mí.  

Suspiró. La luz de la ventana rodeaba a Kaiba en una extraña melancolía, como si existiera la posibilidad de que Kaiba estuviera triste.  Seto Kaiba, su perfecto enemigo, era rígido como una estaca. Era alto, altísimo, y delgado, con ojos azul eléctrico, y la mirada de hielo más dura que pudieran imaginar, donde brillaba su inteligencia y hasta su prepotencia. Nunca nadie le había conocido pareja, y tampoco amigos. Seto, con su elegante postura y su arrogancia característica. Kaiba era terriblemente guapo, más que él mismo, se atrevió a reconocer. Si sonriera más, sería avasallador, con sus labios finos que nunca antes nadie había besado.

Nadie, excepto él. Ayer. Aterrador.

— Kaiba, necesito hablar contigo. —Dijo Joey, su voz risueña extrañamente seria y solemne.   

Ahogó un gritó cuando Joey lo había agarrado de una manga y lo había acorralado tras un estante de libros. No había nadie en ese lugar.  Kaiba estaba  en su lugar de concentración y Joey  estaba ensuciando la alfombra con sus pies llenos de lodo.

—¿Qué crees que haces? — Seto subió la vista, sus ojos azules aparentemente fríos con la ira justa en ellos.  No era poca, pensó Joey  jugueteando con sus dedos dentro de sus bolsillos.

Kaiba lo miraba de arriba abajo, con frialdad, y arrogancia. Calculando el espacio de sus palabras para reflejar su desprecio.  El atardecer era suave y rosado, Kaiba que siempre estaba pálido tenía un leve rubor en sus mejillas. 

— No hago nada. Solo estoy aquí, no está prohibido que yo sepa es un lugar público. — Dijo Joey, sonriendo nervioso. Kaiba enarcó las cejas ¿Wheeler se había peinado? Se había peinado para él… Ja, muy gracioso.

—No tengo tiempo para juegos, Wheeler, si me disculpas estoy leyendo. — Replicó, su voz comenzando a endurecerse— La biblioteca está vacía, déjame tranquilo Wheeler.

Joey se sentó a su lado, otra vez y Kaiba no rehuyó  su mirada cuando la mano de Joey viajó hasta la suya y rozar sus dedos—Oh, si quieres puedes irte tú. La vista desde este punto del colegio es maravillosa y estoy suuuper cómodo. Estoy considerando venir más a menudo. Puede que hasta me decida estudiar uno de estos días. — Joey sonreía y Kaiba se preguntó por qué el pequeño chucho impertinente no huía con la cola entre las patas ante su mirada KaibaKiller  Inc. Otro ya se hubiera hecho pipí, pero no. Joey tenía que reírse de él como nadie lo hacía, con esos labios finos y sus dientes brillantes.

—Además, vine a hablar contigo y lo haré.— Dijo Joey.  Seto lo miró entre la sorpresa y el enfado, calculando cuantos minutos se tardaría en humillarlo y desaparecerlo para siempre de su vida . —¿Te vas a negar?

— ¿Pero quién mierda te crees que eres?!- gritó, sus ojos abiertos y la línea de sus labios finísima por el enfado. – ¿Crees que puedes besar a alguien como yo  y hacerme…- su voz se hizo áspera, sus dientes apretados de rabia destilada- Escúchame Wheeler. Soy Seto Kaiba, el Ceo más joven de Japón y tú eres una rata pulgosa con complejos de perro sin raza.

Joey lo miró intensamente, acercándose más, contando hasta mil uno para no dejar que el enojo lo dominara, sus pequeñas manos a punto de lanzar un golpe al rostro de Kaiba y partirle la jeta por engreído.

—Por años, me has hostigado, hecho enojar, golpeado y humillado. Has hecho todo lo necesario para que me fijara en ti. No me digas que no lo sentías cada vez que nos insultábamos. Nos faltaba besarnos, y me encargue personalmente de eso. Y creo que merezco algo más. Quiero que me devuelvas el beso que te di.

Se miraron en la sombra del atardecer, los ojos de Joey eran fuego furioso y Kaiba volvió  a sentir ese vértigo, esa  fragilidad, como si el suelo fuese a quebrarse  bajo sus pies.  ¿Joey que me haces?

—Apestas a perro mojado—

—Eres un imbécil.- Pero me gustas…- Bastardo egoísta…. me gustas mucho Kaiba…—

—Pobretón.

—Malnacido.

—Marica.

—ohhh, cuidado. No más que tú.-

Joey le negó el paso. Seto era más alto, y  más inteligente que él,  y probablemente  más fuerte. Pero Joey era un luchador que trabajaba dieciséis horas diarias y no se iría sin antes luchar, no un poquito. Porque le importaba y a Kaiba también, sólo que era jodidamente obtuso cuando quería y si debía abrirle los ojos  (y el pantalón) a patadas lo haría con ganas — Besas terriblemente mal,  y yo pensando que Kaiba lo hacía todo BIEN, pero me equivoqué.

Patada directamente a la boca del estomago de su ego. Auch.

Kaiba frunció la boca, su gesto claramente desafiante.  Fue como en el cine, lo tomó de la cintura y lo besó en medio de una biblioteca vacía. No había música de violines, pero no hizo falta. Joey podía sentir la respiración de Kaiba golpeteando la piel de su rosto y Hell era suficiente.

Ardiente, fuerte. KaibaKaibaKaiba., Opresivo contra la ventana, el cristal tembló amenazando en quebrarse y dejarlos caer, y por suerte o intervención divina soportó la carga ardiente de sus cuerpos. Seto lo tenía agarrado del pelo, hundiendo sus dedos en la base de su cráneo con fuerza, pero Joey no sentía dolor de esas manos, sentía calor, tanto que pensó que el cerebro se le haría chicharrón.  

Se separaron cuando el roce de sus caderas fue tan intenso al chocar que  los gemidos fueron gritos y los besos casi le arrancaban los labios a pedazos. Era hambre y días, meses de insultos con sabor a cómeme, ámame, soy tuyo. Kaiba jadeaba con las mejillas rojo sangre, la cabeza alborotada y Joey vio un atisbo de duda en sus ojos, y válgame Ra y sus chucherías no lo permitiría.

—¿Quieres que me vaya o me escucharás?— Joey preguntó. Dios mío que calorr hace aquí. Joey le tomó de la mano para depositar un beso en la palma suave. Un beso suave como la respiración del rubio contra su piel—Vine para hablar de nosotros .—

—¿Nos…nosotros?— Kaiba sintió la sensación que se le dormían las piernas, una electricidad que lo paralizó, mientras Joey, con su boca humedecida, besaba a lo largo de su índice, rozando con sus cabellos rubios parte de la muñeca. No podía pensar con claridad.

%·#&$?

—Ajá. Quería comprobar que te gustan mis besos y he ganado. Te he ganado. Otra vez, lero lero candelero.

Kaiba pestañeó, la ira contenida explotando—¡Me obligaste! Yo no quería, ¡no quiero que me beses jamás! Eres un desquiciado. FUERA! ¡!Yo no soy marica!!

Ese era el problema, Joey sonrió y se carcajeó fuerte, su corazón aún latía con fuerza —Para ser tan inteligente, no entiendes nada Seto Kaiba.— Joey rió más fuerte. Sujetándose el estomago.— Esa ni tú te la crees.—

Kaiba enarcó las cejas, furioso, la ira comenzando a latirle en las sienes. Wheeler se estaba burlando de él, Joey se estaba riendo en su propia cara y no se lo aguantaría. –Lárgate ahora mismo si no quieres que te saque a patadas. A ti te gustan las mujeres. ¿Por qué carajos juegas?

Joey movió su dedo índice de un lado a otro, secándose las lágrimas con la manga.— Las mujeres son buenas y siempre huelen bien, pero tú eres sorprendente.  Ellas son limpias, y son tiernas. Tú eres Seto Kaiba. Duro y egoísta, pretencioso y una lista de perfecciones que no diré para inflarte el ego porque reventarías.

—Pero…— Kaiba se ablandó (muy pronto para su gusto) ante el gesto despreocupado de Joey, y su sonrisa.  Los besos, si debían hacer que sus glándulas secretara alguna especie de hormona que lo estupidizaba porque no era posible que él, el empresario más joven y rico de Domino, perdiera la cabeza por el perro de la clase. 

—Bah, Si me quieren… que esperen.—

—Joey…—susurró, apenas, echando su cabeza atrás .Adormecido y asustado. La boca de Joey subía por su brazo, traspasando la tela con sus besos cálidos hasta su hombro. Cuando rozó el cuello de Kaiba con sus labios, apenas tocando la nuez, tragó en  seco. Al oler el amargo perfume de cedros, sintió algo grande punzar en su cuerpo. El miedo más fuerte, el más insoportable de los temores… la más grande pasión… Joey, justo ahí, sisisi. No te detengas.

Joey levantó la cara y Seto se encontró inclinando su rostro hasta inhalar el aliento de Joey, que rozaba sus labios. Buscando su lengua con la suya, peleando el dominio de ese beso salvaje.

—Yo... no soy gay.— dijo Kaiba en un jadeo, sus ojos entrecerrados y los labios de un rojo cereza. Tenía saliva en la barbilla, las mejillas rojas y el flequillo despeinado.

— Okey.- Respondió Joey suavemente, y lo besó. —Yo tampoco lo soy.

—No puedo creer lo que me dices…— Susurró contra su pelo. Su aroma a manzanilla, a jabón de castañas. Definitivamente no a perro mojado.

—Si nos ponemos cómodos te puedo convencer. —

No supo cómo se arrastraron al sillón tropezando con sillas y muebles, sin dejar de besarse, hundiendo los dedos en el cabello del otro y se abrazaron fundidos como se funde un metal al calor.

Seto cerró los ojos ante la sorpresa, mientras Joey exploraba su boca con una precisión delicada y penetrante. La sensación le era familiar, y deliciosa: y el aroma de Joey, que era dulce y amargo de alguna forma había borrado cualquier sensación que no fuera la piel entre sus dedos, en su boca suave, su piel.  Good Bye dudas.

— Qué…- musitó, sin hálito.— ¿Qué haces?

Joey lo miró a los ojos antes de tomar los labios entre sus dientes, la líquida suavidad de su lengua contra su paladar. Estaba perdido, no podía contenerse. Cuando se inclinó sobre sus talones se dijo a si mismo que eso no  sólo se hacía con las chicas.  No dejaría de ser hombre jamás. Hombre nacido hombre moriría.

—A una mujer…ahh…a una mujer no puedes hacerle… que pierda el control— Los dedos de Joey se hundieron con fuerza donde la piel era más tibia, rodeando con su mano el sexo de Kaiba que se alzaba sin remedio en cada arremetida. –No puedes quebrarlas… como te estoy quebrando Seto… Ni hacerles esto.—Dijo con su voz entrecortada, lamiendo la oreja, llenando el espacio de su oído con su lengua y Seto hizo un sonido de enfado, y Joey capturó sus labios de nuevo y sintió ese cuerpo delgado, a pesar de su estatura, hacerse agua entre sus brazos: fue con tembloroso deseo que deslizó su otra manos por la espalda lisa y los brazos delgados, pero atléticos, aún mientras los susurros de Kaiba, eran constantes entre el sigue y el detente.

Jadeantes se besaron  largamente, lentos y salvajes, sus lenguas peleando, mientras sus manos desabotonaban la camisa con codicia. Tocándose por primera vez la piel desnuda del otro. Rozando son sus dedos los hombros, la delicada piel del antebrazo en arañazos desesperados.

—Te deseo— Murmuró una voz que pudo ser de ambos, fue un jadeo y un gemido. Pero fue Kaiba quien lo dijo y Joey, con la boca pegada a la suya absorbió ese susurro con desesperación, deslizando sus manos por el pecho de Kaiba, terminando de sacar la camisa, y soplar su ombligo pequeño y al observar el juego de las sombras en la piel, se quedó sin aliento. El vientre de Kaiba era liso y vulnerable de alguna forma. Su cintura estrecha se hubiera confundido con la de una chica a no ser por la columna de músculos que bajaban hasta el borde de su abultada ropa interior.

—Nada mal para una persona que pasa pegada a un portátil, jeje.- Joey intentó ser gracioso, pero Kaiba le gruñó.

Kaiba cerró sus ojos cuando la boca de Joey se deslizó como una culebra por su cuello esbelto hasta sus pezones para succionarlos con hambre.  Sintió el filo de los dientes de Joey rozándole las costillas, la suavidad de su cabello rozarle la piel del pecho y  las caderas del rubio chocando contra su regazo  con delicadeza extraña en Joey mientras besaba húmedo y tibio su vientre, su costado hasta rozar el borde del pantalón.

—Es..pera.-  Kaiba intentó sonar seguro, pero su voz temblaba, los dedos de Joey se hacían un anillo poderoso que apretaba su carne.  Joey lo estaba masturbando y aunque intentaba mantener el hilo de sus pensamientos, era imposible. Porque Joey lo masturbaba exquisitamente increíble. Sus dedos calientes en su piel tibia, su boca entre sus labios como nunca antes. Como nunca antes nadie…  —Joey no pares…— Intentó hablar Kaiba, sus labios temblando de placer— No te detengas… Ahh.—

Fue el susurro que Joey necesitaba, la respiración de Kaiba se agitó, su pecho delgado subía y bajaba tan rápido que el rubio por un segundo pensó que estaba sufriendo un infarto.  

Seto gimió y se aferró a lo primero que encontró, cuando sintió una boca contra su intimidad hasta que sus nudillos fueron blancos. Labios carnosos y jóvenes encontrándolo, succionando y besando.  Joey Wheeler, el chucho impertinente, Joey el que las besaba a todas y pertenecía a ninguna.  Que caminaba con las manos en los bolsillos y reprobaba con desvergonzada frecuencia tenía su cabeza rubia hundida entre sus piernas, y estaba  lamiendo su sexo con hambre y delectación. Joey  disfrutaba la calidez, los suaves pliegues contra sus labios como si fuera una fruta fresca. Pero por sobretodo disfrutaba los temblores en el vientre de Kaiba, porque jamás con nadie se había dejado llevar así. Tan lejos, tan profundo que dolía y ardía a la vez. Seto hundió su rostro en las manos, y sintió su mano sujetar su intimidad mientras Joey subía y se tendía a lo largo de su cuerpo. Ambos temblaban y Kaiba ocupaba cada una de sus manos tocándose y tocando a Joey hasta que un gemido largo y tortuoso lo dejó sin fuerzas, su cuerpo temblando en un chorro blanco que se mezcló entre sus cuerpos, blanco contra la saliva de Joey, contra el rastro de sus besos.

No hizo falta palabras de amor, ni caricias, ni mimos siquiera. Joey con un ansioso movimiento  sentó sobre el regazo de Kaiba y comenzó a excitarlo otra vez, dirigiendo las manos de Kaiba sobre su cuerpo para sentir el roce de sus dedos sobre la piel de su vientre, más abajo, guiando el índice larguísimo de Kaiba por el hilillo de suave bello dorado hasta su sexo erguido. Kaiba tomó lo que se le ofrecía con facilidad pasmosa y lo hizo vibrar, moviendo las caderas y su mano a un ritmo enloquecedor. Joey gemía y mordía su hombro, contoneando sus muslos contra Seto, buscando la fricción enfermiza del miembro inflamado  rígido de Kaiba contra su entrada.  

—Sigue, ahh…

Joey tenía sus ojos cerrados y las puntas de sus largas y rizadas pestañas castañas estaban húmedas de lágrimas retenidas, el placer lo enceguecía como una luz fuerte contra sus ojos. El placer era blanco y desgarrador, aun más cuando los dedos de Kaiba siguieron su camino a la carne más suave y sedosa para tantear terreno en una caricia suave, como pidiendo permiso a seguir. Joey movió sus muslos para enterrarse en ellos, desesperado por un toque más profundo. Su piel estaba húmeda, la de Kaiba tan tibia que sus besos eran un bálsamo con su saliva fresca. Seto disfrutó los tiernos músculos contraerse contra sus dedos, la tiena carne abriendo paso para él, acariciando suavemente la próstata con delicadeza. Kaiba jadeaba, y Joey con él.

Seto lo sujetó entre sus brazos, besó las lagrimas de Joey en sus mejillas rojas, y se hundió lentamente en ese paraje virgen, dulce y sensualmente apretado.  Era bello, Joey con los ojos cerrados y la boca abierta, gimiendo su dolor, su placer contra su cuello. Joey arañó la espalda de Kaiba hasta que sus uñas se llenaron de sangre, incapaz de hablar por miedo a gritar de dolor. Seto lo besó fuerte y suave, mordiendo y succionando a la vez,  para consolarlo, susurrando palabras suaves de calma, y besando su frente como si fuera un niñito enfermo, y acariciando a su vez con sus dedos el miembro de Joey flácido por el dolor, hasta volverlo duro como una piedra. El rubio se inclinó sobre él, apretando sus piernas para hacer las embestidas más profundas y placenteras.

—Ahh, no me dejes ahora- Pidió, rogó con la voz ahogada. El dolor fue una niebla que se disipó con besos y caricias.  Abrió sus ojos y se miraron para unirse ansiosos en sus totalidad, Kaiba estaba maravillado. Tanto placer ahhh, Joey.

Kaiba lo volteó, buscando con sus manos la espalda del rubio y tomarlo así. Joey recibió besos como lluvia en su espalda, en su cuello y parte del rostro. Kaiba lo estaba tomando de la manera más animal y dulce, tierna y sencilla que podía y él se lo agradecía con gemidos y palabras de caliente pasión.  

—Joey, Joe…y- Kaiba sollozaba, su pelo pegado en la frente, desparramado al azar. Joey se retorcía y chillaba como si el placer que recibía fuera insoportable.  Tuvo que sostenerlo de la cintura porque Joey casi cayó al piso en un segundo de fragilidad.

—Seto.. ahh…no me sueltes ahora. Más rá..pido. Ahh, Kaiba me gusta… No me dejes.-

—Wheeler… ahh..¿Qué me haces, cachorro?- jadeó, devorando su boca. Joey abrió sus piernas, más espacio, más fuerza allí.- Eres perfecto.—

Joey se retorció, su espalda arqueada muy tensa, chocando sus piernas contra una mesa. Libros sobre la ropa en el piso. Es un sueño, tiene que serlo, pensó Joey tratando de mantener un poco de cordura, aferrado con uñas y dientes en hacer ese momento especial eterno. Las memorias de guerras y discusiones fueron borradas con palabras de amor susurradas en medio de la más grande pasión, Joey estaba tan feliz que escuchando la voz quebrada de Kaiba tocó el cielo en una mancha blanca, Kaiba lo besó largamente, lloroso por un orgasmo violento.

Seto le besó el cuello, aspirando el olor acido de su sudor, tendido a su lado parecía un niño pequeño, pero no más que Joey que se abrazaba a sí mismo, tembloroso y jadeante. Aún perdido en su orgasmo con el vientre manchado.

—Tengo sueño.— Murmuró Joey, sus ojos se estaban cerrando. El anochecer era tibio afuera. El cielo sin estrellas lo invitaba a soñar, cálido y puro sobre Seto.—No te vayas Seto.

—Cachorro flojo, no me iré hasta que despiertes, pequeño— Dijo Kaiba, besando su pelito rubio, antes peinado ahora una masa de seda como trigo sedoso.  Sus manos temblaban y si se ponía de pie estaba seguro que caería.

—Me violaste, tonto.

—Perro malcriado.

—¿No que no eres marica?

—Te odio.

—Te odio más. Hasta la luna y de vuelta.

—Baka.

—Idiota.

—Me gustas.

—Mucho más. Te gané. Ahora déjame dormir un poquito.

Una mano grande y fina atrapó su piel del muslo, la curva de sus nalgas y Joey aún adormecido ronroneó a la caricia mansa, pero cuando un dedo encontró aquel punto caliente y aún palpitante,  abrió los ojos.

—te deseo, Joey.

Joey dio un salto. Sujetando su traserito con ambas manos. Kaiba era un depredador desnudo y sudado que lo asustaba, un poquito. Casi nada

—Descansa ahora, esta noche no pretendo dormir.

Kaiba es el terminator del sexo!! Mi trasero (T.T) ¡!HELP!!!

 

 

Notas finales:

Gracias por leer, si te ha gustado y me dejas un rw diciendome que te pareció, me harías feliz.

Accidentally in Love!! Gracias a ustedes dos, ;)


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