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Una noche ya olvidada por Akemi rinnegan

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Notas del fanfic:

disclaimer: Los personajes no me pertecen, bla bla bla, son de Kishimoto, bla bla bla. Eso ya lo saben. La trama es completamente mia ;)

Advertencias: LEMON EXPLICITO. Para los fanas del MadaPain.

 

¡ES MI SEGUNDO LEMON EXPLICITO! Y creo que uno de los gordos o.o


 Ya habíamos perdido a Sasori, Kakuzu y a Hidan. No podíamos darnos el lujo de que más miembros muriesen. El kyuubi parecía bastante decidido en matarnos, pero no iba a permitirlo, lucharía hasta que las fuerzas me fallaran, hasta que todos mis caminos fueran destruidos.

 

Fue hace dos noches, que tú me visitaste en mi cuarto. Estabas frustrado, indignado de que todos tus planes fallasen. Me echaste la culpa y no te contrarié. Era mi culpa de que las órdenes que me dabas no se cumplieran. Supuestamente yo era el ‘líder’ de akatsuki, el que debería de asegurarse de que todas las misiones fuesen cumplidas exitosamente.

Pero volviendo al punto, tú entraste en mi cuarto frustrado, indignado y necesitando desahogar tus penas. No sabía muy bien como consolarte. Te lo dije y tú me respondiste:

 

“Yo sé como ahogar mis penas. Tú tan solo recuéstate en la cama.”

 

Fue una orden de líder a subordinado o eso quise creer. Así que obedecí. Me recosté en la cama, mirando como tú te deshacías de tu capa de akatsuki y de tu camisa. Luego te acostabas junto a mí y sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal cuando algo húmedo recorrió mi cuello. Era tu lengua ¿qué hacía tu lengua allí, en mi cuello?

 

“¿Q- qué estas haciendo?” Te pregunté, algo desconcertado.

 

“Ahogar mis penas.” Me respondiste.

 

“¿E- esta es tú manera de ahogar tus penas?” Volví a preguntar.

 

“No. Este es solo el comienzo.” Comenzaste a repartir una serie de besos por mi cuello, mientras desabrochabas la camisa de mi pijama y con tus manos acariciabas mi pecho. “Tan solo relájate.”

 

¿Cómo iba a relajarme contigo encima de mí? Aquella pregunta deambulaba por mi mente y no pude hallar respuesta. Deje que me besaras todo el tiempo que quisieras, que me tocaras. Sentí tus labios atrapar los míos y no me resistí. Correspondí al beso mientras sentía un bulto contra mi pierna. No sabía que era ni tampoco quería saberlo.

Terminaste de quitarme el pijama, dejándome solo con la ropa interior y cuando te apartaste para dejarme tomar un poco de aire, vi que estabas en las mismas condiciones que yo. Sentí arder mis mejillas cuando vi tu entrepierna, donde se podía apreciar un bulto por debajo de tus boxer rojos.

 

Te quitaste los boxer dejando ver tu erección. No pude evitar sonrojarme, mientras tú te sentabas en la cama y señalabas tu erección.

 

“¿Qué esperas? Hazlo.” Me dijiste, más bien, me ordenaste.

 

Debo confesar que nunca antes había hecho aquello, pero cuando comencé a hacerlo pude escuchar los pequeños gemidos que salían de tu boca y más tarde, probar el líquido blanquecino que liberaste dentro de mi cavidad bucal.

Me relamí los labios, mientras me incorporaba y te miraba. Pasaste tu lengua por una de mis comisuras, lamiendo el semen que chorreaba de mis labios.

 

Me recostaste de nuevo en la cama, quitándome los boxer negros, levantaste dos dedos (el índice y el mayor) hasta mi boca. Entendí la indirecta, lamiéndolos hasta el punto exacto, luego dirigiste los dedos hacia mi entrada y me estremecí.

 

“M- madara... Soy virgen.” Te confesé con un rubor en las mejillas.

 

Tú solo sonreíste. “Descuida, lo haré despacio para que no duela.”

 

Sentí el primer dedo dentro de mí, moviéndose en círculos para soportar mejor el segundo. Entrecerré los ojos mientras me aferraba con las uñas al colchón de la cama. Eso era doloroso, pero a la vez comenzaba a ser muy placentero.

No me di cuenta de cuando fue que metiste el segundo y comenzaste a sacar y meter ambos a la vez muy rápido. Simulando la penetración.

 

“Ah, ngh.” Gemí sin poder evitarlo. El dolor había pasado y comenzaba a sentir un gran placer.

 

“Cuanto tú digas, reemplazo los dedos.” Me susurraste en el oído, sin dejar tu acción.

 

“Ngh, ya... Madara, por favor.” Supliqué mientras el rubor en mis mejillas aumentaba.

 

Sacaste los dedos y lentamente empujaste tu miembro. Lancé un grito de dolor cuando lo empujaste completamente, casi dañándome.

Te quedaste quieto, mientras acariciabas mis rebeldes, despeinados y sudados cabellos naranjas. Una vez que el dolor inicial paso, comencé a empujar mi cadera contra ti, incitándote a empezar. Cerré mis ojos fuertemente cuando sentí la primera embestida.

 

“Ah, ah.” Gemimos al mismo tiempo cuando aumentaste el ritmo de las embestidas.

 

Todo daba vueltas en mi cabeza. El calor era insoportable y ambos nos movíamos rápidamente y respirábamos más agitadamente.

Gemíamos sin control, pedía más y tú me complacías. Hasta que llegamos a un punto en que sentí que me venía.

 

“M- madara ah, m- me vengo ah” Dije entre gemidos.

 

“Aguanta... ah, yo también... ah.” Me dijiste, igualmente gimiendo.

 

“¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaah!!!” Ambos gritamos, mientras tu abdomen se manchaba del orgasmo liberado por mí y yo sentía como mi interior era invadido por ese líquido blanquecino que antes había probado.

 

Te dejaste caer a un lado mio, mientras recuperábamos el aliento. Me miraste cansado, pero no pude girar mi cabeza para mirarte, pues mis ojos se cerraron y lo último que hize fue acurrucarme junto a ti como un niño y dormirme.

 

Luego de aquella noche, me levanté y no estabas. Me afligí bastante, pensé que aquello había significado algo más pero me equivoqué.

 

Tan solo fue una noche ya olvidada ¿no es así, Madara?

 

Pain.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado este one-shot de MadaPain. Jeje, me inspiré recién en hacerlo y no me llevo mucho.

Bueno, me despido....

 

¡Sayo, dattebayo!


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