¿Me amas?
- Kaz-kun, ¿me amas?
Mientras acaricio sus brazos, mientras mis labios recorren su pecho y su voz llena la habitación, no puedo darles un sentido a sus palabras. Sus dedos se cierran con fuerza alrededor de las sábanas y sus piernas intentan aprisionar las mías; nuestros cuerpos unidos… No puedo siquiera pensar en que las cosas fuesen diferentes, en que mi cuerpo no estuviera sobre el suyo y sus labios no buscaran ansiosos los míos.
Hyde, ¿cómo puedes preguntármelo?
- Kaz-kun…
Me alzo un poco para contemplar su rostro, antaño enmarcado por un cabello castaño, ahora acentuado por aquel dorado suave que resalta aún más sus pestañas oscuras apretadas y sus labios rojos entreabiertos: más hermoso para mí ahora que para todas esas cámaras que lo persiguen a diario; para mí, que fui su amigo y ahora puedo escuchar sus gemidos ahogados y ver su expresión extasiada. Entreabre sus ojos buscando mi rostro, mi mirada; esperando mi respuesta.
- Te amo –susurro.
Una suave sonrisa lo ilumina y ya no hay más preguntas. Puedo sentir cómo mis palabras lo llenan al tiempo que extiende sus manos hacia mí y acaricia mis mejillas, atrayéndome hacia él para besarme lentamente, uniendo su lengua con la mía, jugando. Me separo unos milímetros para tomar algo de aire y aprovecho de deslizar mis dedos bajo su labio inferior, apartando el rastro de saliva que allí había quedado antes de continuar besándolo.
Tan perfecto que me parece irreal.
Los minutos se acumulan uno sobre otro, avanzando la noche, hasta que me entrego al orgasmo y toco el cielo estando dentro de su cuerpo. Él se aferra a mi espalda y aprieta sus dientes contra mi hombro: tampoco puede continuar, su cuerpo tiembla bajo el mío y su respiración no logra regularse. La mía tampoco. Tras unos minutos así, rendido sobre su cuerpo y aprisionado entre sus brazos, salgo de su interior y me recuesto a su lado; él se acurruca sobre mi pecho dejando que yo me encargue de cubrirnos con las mantas, de acomodar sus cabellos sobre la almohada.
- Abrázame –susurra, cerrando los ojos, con una de sus manos sobre mi pecho -. Abrázame –repite.
Y entonces, mientras lo rodeo con mis brazos y acaricio su cuerpo con suavidad, lo entiendo.
- Te amo –susurro entonces, porque sé que mi abrazo y aquel “te amo” él los corresponderá necesitándome.
Y porque sé que esa necesidad es su forma de demostrarme que me ama.
~ End ~