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Pretender Mantener Promesas Perdidas por Eyrin

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Notas del capitulo:

Lamento la excesiva tardanza en actualizar y me disculpo por ello pero entre el final de semestre y la navidad... no hay mucho que hacer, este es el último capitulo de esta historia y espero que les guste, aunque no será como muchos pensaron seria el final.

Subiré también un epilogo de unas cuantas cosas, aunque no aclara mucho, es más de tipo introductorio. Esta historia termina acá, pero pronto subiré otra.

Por ahora, muchas gracias por leer, ya saben, cualquier duda o consulta pueden hacerla ^-^!

 

Capitulo 10:

Promesas rotas, promesas perdidas

 

 

El rubio despertó exaltado y sintiéndose algo mareado. Le dolía horrores la cabeza, se sentía débil y podría jurar que tenían ya dos días ahí pero, lo que más le preocupó fue el pequeño hilito de agua que de pronto sintió caer en su rostro.

 

El castaño estaba a su lado viendo el agua caer sobre él. Desde el primer momento el lo había notado, aquella gota de agua que se colaba por donde cayeron, pasaba el hielo y golpeaba en el suelo constantemente. Había notado como iba incrementándose lentamente no solo en volumen sino en la constancia con la que caía.

 

Al inicio pensó que si seguía así pronto el hielo que se encontraba obstruyendo la salida caería inevitablemente y quizás cuando el agua comenzara a subir podrían salir. No se movía ni un poco, el agua estaba completamente helada y no había forma de mover aquellos grandes trozos de hielo. Al contrario parecía que la gota de agua inicial había soldado entre sí las piezas volviéndolas más sólidas entre ellas y las paredes del lugar.

 

No había querido decírselo al inicio al ojimiel, no quiso que supiera expresamente el peligro que se les exponía pero este lo había captado. Ahora solo quedaba esperar.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Cada vez era peor.

 

El agua caía y escuchaban ahora el crujir del hielo sobre ellos. Molooj se sentía culpable de aquello, Irving expresamente le había dicho que no llevara con él a Mercury porque sería peligroso… que sería muy arriesgado y sin embargo no había podido detenerlo.

 

Y entonces pensó en que tanto debía en realidad importarle cualquier cosa que alguien más le hubiera dicho. No podía saber que en realidad esas cosas pasarían. ¡Por favor, si Irving nunca le mencionó que habrían estatuas que de movían y esa clase de cosas!... posiblemente el fin del pelirrojo era matarlo en una de esas búsquedas…

 

No… lo que menos deseaba Irving era hacer sufrir Mercury.

 

Un nuevo crujir y el agua empezó a caer sin detenerse formando un gran charco en el suelo que pronto les alcanzo.

 

- Si logramos salir de esto serás por siempre una especie de leyenda Molooj. – comentó el castaño viendo como el agua rápidamente se extendía. – serás una gran leyenda en verdad.

 

- ¿Y tú no? – Preguntó burlón – también estas aquí.

 

- No será igual. En el consejo posiblemente no vean con buenos ojos lo que hice. – su sonrisa fue completamente sincera. Hacía mucho que Molooj no podía ver aquellas hermosas sonrisas en los labios del muchacho castaño – además los del consejo mantenemos la historia que vemos, no somos parte de ella. No encontraras nadie que te hable de los anteriores miembros porque no es algo importante.

 

- No es justo – su voz fue rasposa – está mal que queden al margen de toda la historia si hacen tantas cosas por los navíos.

 

- Nuestros amigos nos recuerdan y con eso es suficiente. Es parte de esta gran maraña de acontecimientos que llamamos historia y que transcurre sin importarle nada. – una risa fresca brotó de sus labios – pero solo será si logramos salir de aquí.

 

El rubio suspiro y apoyó su espalda de forma que ambos se sostenían entre ellos.

 

- ¿Historia eh?... – suspiró nuevamente – ahora que lo pienso Mercury, eso que llamamos historia… nuestra historia… siempre ha estado ligada a otros; a otras historias de hecho – una sonrisa triste apareció en su rostro – a la historia de nuestros padres, a la historia de Sanzo, a la de Miriam, a lo que ha sucedido con Lun y Aria… a la que fue la historia de Irving. Es cuando pienso en eso que me pregunto ¿Dónde quedó, entre todas esas historias, la nuestra?

 

Mercury también sonrió, pero parecía más que nada pensativo. Sus ojos observaron atentamente como el agua caía.

 

- Quizás Molooj, es porque la vida no es una sola historia que pasa por nosotros y nos deja. La vida en si posiblemente no es más que una maraña de historias que se entrecruzan y se funden, y nos hacen lo que somos. Sin tu padre y el mío nunca hubiéramos estado aquí. Sin lo sucedido con Sanzo, no estarían las cosas como están y posiblemente el resto de cosas que sucedieron luego nunca hubieran pasado tampoco.

 

Molooj suspiro. Era cierto, los acontecimientos en la vida de otras personas habían afectado la suya hasta llevarles a ese punto. Nuevamente un crujido, esta vez mas fuerte; Mercury le miró y sus ojos se llenaron inevitablemente de lágrimas.

 

Iban a morir… no había más. Y sin embargo no le importaba tanto pero no quería que el rubio muriera, si pudiera evitarlo muriendo él pediría que el de los ojos verdes se salvara.

 

- Nuestra historia también es importante para las de ellos Molooj…  – dijo suavemente pero su frase se vio cortada de pronto por un ardor contra su pecho. – No quiero que mueras… - susurró apenas empezando a sentirse débil. – no me importa si muero… pero que no mueras…

 

Sacó de entre sus ropas la Vesta que le quemaba al contacto con la piel y justo en aquel momento escuchó el estruendo que se produjo arriba y el agua cuando golpeo fuertemente contra el suelo, empezando a inundar el lugar. Cayó de rodillas sujetándola y Molooj bajo a su lado, de pronto todo fue negro a sus ojos, el sonido desapareció.

 

- ¡Mercury!... ¿Qué sucede?... – preguntó mientras veía los ojos mieles del muchacho mirar fijamente aquella pieza de roca…

 

Parecía arder, emanaba calor de hecho. Molooj la miró más detalladamente y observó como el rojo piedra habitual se había convertido en fuego ante sus ojos. Las llamas estaban encerradas en aquello.

 

Sus ojos examinaron el sitio al oír nuevamente el hielo. Estaba reventándose en la cúpula sobre ellos también, empezando a salir pequeños chorros de agua de diversos sitios.

 

- Mercury… - susurro mirando al castaño perder el conocimiento. Lo tomó en sus brazos intentando que volviera en sí. – Mercury reacciona… - tomó su rostro con suavidad y miró sus ojos, en sus ojos se reflejaba lo mismo que en aquella cosa que colgaba de su cuello.

 

De pronto sintió como la temperatura subía a su alrededor, levantó la mirada y se vio envuelto en llamas. El fuego les rodeaba como si de una tormenta se tratara, girando a su alrededor. Pronto el agua que estaba alrededor se levantó sobre sus cabezas y empezó a volverse vapor, entre las llamas Molooj distinguió lo que parecían plumas de ave…

 

El fuego que veía girar tenía forma de plumas y pronto empezó a cobrar más forma mientras estas se agrupaban y desaparecían, escuchó un nuevo estruendo y el techo colapso pero toda el agua quedó flotando en el aire; momentos después las llamas se interpusieran entre ellos.

 

Abrazó a Mercury con fuerza dejando de mirar, solamente sintiendo el calor y escuchando las explosiones a su alrededor. Abrió nuevamente los ojos cuando un momento de silencio le intrigó y miró ante si a un magnifico ser de tamaño considerable compuesto por llamas con alas de ave… algo muy similar a la estatua que había arriba pero a su vez diferente. Sus alas estaban envolviéndolos…

 

- Mercury… - el susurró escapó de sus labios mirándole más detalladamente. Las cuencas ardientes de sus ojos, el aparente ropaje sobre su cuerpo, aquellos hilos ardientes que simulaban el largo cabello en corte extraño y que ondeaba como si hubiera brisa en el sitio. El ser le devolvió la mirada e inclinó la cabeza.

 

Era como si le dijese que tuviera tranquilidad, que confiase… casi como si le estuviera sonriendo.

 

Y Molooj observó como pluma por pluma sus alas se volvían de un azul intenso, aun ardiendo; y el agua que caía sobre estas no llegaba siquiera a tocarlas cuando ya se había evaporado. El ser extendió ambas manos volviendo a formar los remolinos que antes les envolvieran y moviendo sus manos estos empezaron a chocar contra las paredes de la cueva. Miró un resplandor cegador, una luz demasiado intensa para soportarla mientras aquello, fuese lo que fuese se movía para levantar el vuelo; cerró sus ojos los cuales evitaban la luminosidad repentina, escuchando más estruendos que antes… escuchando el sonido de las llamas e intentando abrir nuevamente sus ojos.

 

Cuando al fin lo logró simplemente no había nada a su alrededor, solo un ligero hundimiento donde ellos se encontraban y la planicie de hielo al frente un poco más alta a ellos. Las montañas de hielo habían desaparecido y habían un sin número de rocas a su alrededor…

 

Las rocas de la montaña habían caído ahí.

 

Molooj miró al castaño aun en estado de inconsciencia… notó como unas marcas brillantes bajaban por sus parpados hasta la mitad de su mejilla y como lentamente estos empezaban a borrarse. Busco con sus ojos en el aire a aquel ser de alas de fuego pero no logró encontrarle por ningún sitio, solamente momentos después tres pequeñas plumas cayeron sobre el ojimiel y al mismo tiempo que aquellas marcas terminaban de desaparecer las pequeñas plumas se volvían polvo brillante que se extinguió lentamente.

 

Estuvo en aquella misma posición por lo que pudieron ser horas, o solamente segundos, no lo supo bien. Miró el sol sobre sus cabezas unos momentos determinando hacia donde se movía; recordaba que el rumbo que habían tomado al salir del barco fue hacia donde el sol se escondía así que, dándole la espalda y levantando en sus brazos a un Mercury aun inconsciente empezó a avanzar para salir de aquella especie de agujero.

 

En su cabeza aun veía el ser arder frente a sus ojos. Caminó indefinidamente y cuando iba a atardecer se encontró  fuera de aquello. Sin duda alguna era la montaña que hubieran atravesado y todas las demás lo que había dejado aquel agujero cuando el ser las hubo deshecho. Se sentó, cansado y con los brazos adoloridos cuando el atardecer inició. Debería descansar y esperar a que el castaño aquella noche despertara.

 

Sabía que estaba vivo porque aun respirada y sentía la sangre en sus venas latir. Volteó a ver donde antes hubieran estado las montañas de hielo en esa luz del atardecer y sus ojos se abrieron sorprendidos.

 

A la distancia y con aquella luz extraña que dibujaba sombras en el cielo por el contraste, podía observar un punto pequeño que no era parte de aquellos colores. Molooj miró más detenidamente… si era o no la estatua que había encontrado no lo sabía pero estaba ahí suspendida en el aire.

 

Recordó el cofre… el cómo estaba unido al suelo de la cueva y como se reventó cuando aquella estatua lo había querido. Comprendió entonces que lo que visualizaba a la distancia era lo que quedaba de aquel pilar roto… una torre transparente de tamaño colosal que sostenía la estatua, que sostenía la historia que les debía guiar.

 

Se quitó la chaqueta que llevaba y con delicadeza cubrió el cuerpo del castaño. Las luces del atardecer dieron paso a las estrellas en el cielo y la luz de la luna. Mentalmente se ubico lo mejor que pudo con estas sobre la dirección en que debería estar el barco.

 

- Ya ves Mercury… - susurró pegándose al cuerpo del joven tapándose el también para guardar así más calor – ambos seremos una leyenda después de esto.

 

 Y lentamente también cayó en la inconsciencia del sueño.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

A media mañana, cuando ya estaba cansándose de caminar con el muchacho castaño en brazos los ojos miel de este se abrieron lentamente.

 

Estaba sumamente consternado de que había pasado. Molooj, tomando un pequeño descanso, intentó explicarle lo mejor que pudo todo lo que había visto; el ojimiel no desconfiaba de sus palabras pero tampoco le creía del todo lo que había sucedido según el rubio… ¿un ser alado formado de fuego? Sonaba tan increíble como que la estatua se hubiese movido, sin embargo le escuchó aténtateme sin decirle nada de lo que pensaba.

 

La Vesta lucía igual que siempre. Como una piedra de tonos rojos, dorados naranjas y amarillos, pero solamente como eso.

 

Molooj no intentó discutir más el tema tampoco.

 

Avanzaron por el hielo más rápidamente que antes debido al conocimiento del camino. Durmieron nuevamente y la mañana les encontró con el grito de Sanzo que se lanzo a abrazar al castaño al borde de las lágrimas.

 

Nadie preguntó nada. Desde el barco había sido visible una explosión en la lejanía y el pelirrojo había insistido en irles a buscar… creía fielmente en las palabras de su maestro y las aparentes llamas gigantes lo convencían que, el dios regente del fuego les había protegido. Cuando les encontraron nadie sabía que creer realmente.

 

Volvieron al barco con seguridad y descansaron mientras el viaje era emprendido a Marine. Cuando llegaron reportaron lo que habían encontrado complaciendo por demás a los altos jefes del consejo pues se omitió la información del accidente ocurrido en la cueva, la casi muerte del designado futuro del consejo. Sin embargo a Mercury se le prohibió volver a salir en un viaje de esos sin decirle el motivo.

 

Su entrenamiento se volvió más duro… y así pasó el tiempo.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

En aquel momento contaba con veintisiete años… sin duda alguna su vida pasaba pero la aventura seguía en sus ojos cada vez que se encontraba con Molooj. Cada vez que le contaba lo que sucedía en sus viajes. Cada vez que hacían el amor mientras Miriam no podía encontrarles o estaba ocupada.

 

Sin embargo aquello debía acabarse la próxima vez que se encontraran… y esta vez no era un simple intento como los anteriores de alejarse físicamente de él.

 

Sí, físicamente porque su corazón siempre estaría junto al del rubio…

 

Había intentado insinuárselo al de ojos verdes más de una vez pero no parecía querer comprender. Habían discutido sobre eso incluso pero no parecía ser tan fácil. En esos últimos años algo había pasado y Molooj no quería decirle de que se trataba… pronto ya no importaría.

 

Su maestro había ido decayendo lentamente en su salud y dos meses atrás, una semana luego de que el Cristal Rose hubiera partido de sus costas inevitablemente falleció…

 

- “Sabes que te apoyo” – le había dicho Sanzo cuando se anunció con un gran sentimiento de pérdida por parte de todos la muerte del hombre – “pero también sabes que no todo será tan sencillo como antes, y que Molooj y tu no podrán verse más porque todos estarán sobre ti, esperando al primer fallo que cometas y que… hay quienes te matarían con tal de que tu puesto sea de ellos. Ahora serás la máxima figura de autoridad del consejo pero no la única Mercury. Debes cuidarte al menos hasta que ganes el respeto que requieres, sé que no tomará mucho tiempo pero las cosas son así.”

 

Él lo entendía perfectamente. Cuando eran más jóvenes, cuando prometieron cambiar todo no sabían lo difícil que podía resultar… aun no comprendían del todo el consejo. No solamente el líder tomaba las decisiones; era la principal fuerza de movimiento, era quien más peso tenía junto con el segundo al mando pero por algo eran más miembros y Sanzo estaba en lo correcto… era un puesto muy deseado por muchos.

 

Sin duda debía tener cuidado en sus decisiones, en sus mandatos. En sus pasos… y eso implicaba el no volver a estar con Molooj como un amante. Cambiaría un poco el consejo… lo prometió y lo cumpliría, pero necesitaba tiempo para ello.

 

Sabía que el Cristal Rose llegaría en tres cambios de luna a la costa. Ya había pasado la primera luna llena que marcaba el luto por la muerte… la segunda que marcaba la elección de un nuevo líder quien ya sabían sería Mercury… y estaban cerca de la tercera donde al muchacho se oficiaría como sucesor y empezaría con sus deberes.

 

Al menos tendría la oportunidad de despedirse de Molooj, de explicarle mejor muchas cosas que tenía que decirle. De darles a Miriam y a él aquella hermosa niña de cabellos rojos y ojos verdes en que se había convertido Elena al cumplir los seis años para que le cuidaran en el mar como seguramente a Irving le hubiera gustado que pasase.

 

Había tantas cosas que le hubiera gustado decir y hacer antes de aquello.

 

Cuando el Cristal Rose desembarcó en la costa Mercury pidió hablar con él de forma triste, algo que no paso desapercibido. Se citaron dos días después en el navío… el ojiverde encontraría la forma de que Miriam se alejara para poder verse, para hablar y descubrir porque era la tristeza en aquel bello rostro.

 

Partirían en una semana exacta.

 

Y el cambio de luna era en tres días…

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

El rubio no entendió porque le resultó tan fácil que Miriam saliera aquel día, de hecho ella misma le dijo que tenía algo importante que hacer y que, por este motivo saldría con rumbo al poblado unas cuantas horas.

 

Cuando Mercury llegó cubierto más que nunca y acompañado por Sanzo, quien también parecía triste, algo le dijo que las cosas no andaban bien…

 

El pelirrojo le susurró algo a Mercury y antes de marcharse, mirando directamente a los ojos del rubio colocó su mano en el brazo de este en un gesto algo amistoso viniendo de Sanzo q le sorprendió.

 

- Es tarde para esto… pero quizá si me agradabas Molooj. – le susurro y volteándose caminó hasta perderse de vista.

 

Mercury no espero que Molooj le dijera nada e ingreso en el barco; se dirigió hasta la habitación de Molooj y Miriam en el sitio y al llegar se sentó en la cama. El de ojos verdes le miró aun consternado por lo que había ocurrido pero el silencio continuaba reinando.

 

- ¿Qué sucede? – preguntó por fin viendo que el de cabellos castaños no decía nada. Mercury solamente levantó una mano pidiéndole que se aproximara cosa que hizo sin dudarlo. Tomó la mano entre las suyas besándola, cuando se hubo apartado un poco el castaño le sujeto y jalándole de forma que cayó sobre éste en la suave cama.

 

- Quiero que me hagas tuyo Molooj… - sus labios inmediatamente buscaron los contrarios, sus brazos envolviéndose. Mercury se sentó rápidamente sobre el rubio que cargándole levemente por la cadera se terminó de acomodar sobre la cama.

 

Sus labios se encontraron hambrientos, el castaño moviéndose de forma incitante sobre el ojiverde al tiempo que comenzaba a sacarle la ropa; desde las trilladas redes que llevaba en un brazo hasta la tela que cubría del sol al otro, soltó incluso los mechones de cabello que Molooj siempre amarraba e hizo lo mismo con el suyo el cual, al haber crecido bastante en el último tiempo se deslizo como una cascada cubriéndole la espalda.

 

Pronto la camisa de Molooj estaba tirada en el suelo y el rubio, con los labios hinchados por los constantes besos recibidos pasaba con delicadeza sus manos en la espalda del otro. Cuando el castaño hacía ese tipo de cosas no sabía cómo reaccionar; el mismo muchacho ojos miel se comenzó a desvestir. Quitándose esa pesada capa que siempre llevaba cuando se encontraban a escondidas, los cubrebrazos dejando al descubierto la suave piel blanca bajo ellos. Molooj le ayudó a desatar el cinto que mantenía sujetas sus prendas superiores por lo que, rápidamente estas desaparecieron de su cuerpo dejándole solo los zapatos que de un movimiento se sacó y aquel pantalón de tela delgada.

 

Pese a los años Mercury continuaba siendo bello… demasiado quizás y se notaba sobre todo cuando su desnudez se hacía presente.

 

Las manos finas pero pese a ello masculinas bajaron por su pecho, tocando su abdomen hasta el borde del pantalón donde jugaron unos instantes antes de soltarlos un poco, lo suficiente apenas para que una de aquellas manos entrara tocándole.

 

Hecho la cabeza hacia atrás con placer apoyándola en la almohada, las manos se movían con maestría sobre su miembro levantándolo completamente, deslizándose sobre la superficie hasta llegar a la punta donde jugueteaban y descendían nuevamente. Luego de algunos momentos la mano abandonó aquel sitio para retirar completamente la prenda.

 

El rubio levantó su cadera de forma que los pantalones salieran fácilmente y aprovecho el instante para colocarse en una mejor posición, apoyando su espalda a la cabecera de la cama, quedando apenas sentado y esperando el próximo movimiento del castaño que no se hizo de esperar.

 

La boca cálida le envolvió con decisión de un solo bocado iniciando un delicioso movimiento arriba y abajo. Le fascinaba cuando el ojimiel le hacía aquello aunque no fuera muy común que sucediera pero, cuando se animaba le hacía ver la gloria, en especial cuando con sus dientes raspaba levemente la sensible punta al tiempo que succionaba como si estuviera pidiéndole que se viniera en su boca.

 

Enredó sus manos en aquel largo cabello acariciándole mientras la mano libre de Mercury bajaba por su mismo cuerpo empezando a masturbarse aun practicándole sexo oral. Lo atrajo hacia si sentándole en sus piernas, sin duda aquel día el muchacho deseaba ser quien llevase el ritmo y no se lo iba a negar, después de todo también eran pocas las veces que sucedía pero no se arrepentía de haberle dejado hacerlo en ninguna ocasión.

 

Exploró con sus dedos la cintura, la cadera masculina y delgada, estrecha. Bajo hasta los glúteos donde se detuvo adaptando su mano a la forma redondeada que tenían y finalmente perdiéndose entre estos hasta encontrar la deliciosa entrada al cuerpo del muchacho. Los dedos de Mercury se apretaron en sus hombros cuando de improviso dos de los suyos propios le penetraron… a veces olvidaba que tenía que ser más cuidadoso pues era una zona no adaptada exactamente para el sexo pero que usaba para dicho fin.

 

Le besó el cuello mientras introducía más sus falanges y los movía ensanchándole. Su otra mano acaricio los pezones erectos que pronto estaban en su boca siendo degustados.

 

- ¡Ahh! – el gemido le hizo sonreír levemente. Si lo deseaba el ojimiel podía ser callado pero siempre que encontraba aquel punto y lo atacaba, sus gemidos empezaban a inundar el aire, a fluir como agua. En aquel sitio de hecho, tomaban un tinte especial con el eco producido lo que le hizo recordar inevitablemente que había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que lo hicieron dentro del navío por obvios motivos de la presencia de Miriam.

 

Pero por aquel momento no creía que la mujer regresara en un rato. Disfrutaría a su castaño a más no poder mientras eso ocurría.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Los ojos rojizos de Mirian buscaban las señales que había visto la vez anterior en aquel bosquecillo. Sabía que la sala en la que estaban tenía un acceso por aquel sitio y eso era parte de algo que le interesaba conocer, algo que le importaba realmente.

 

Finalmente sus ojos dieron con la pequeña puerta de madera que, delgada como era parecía un árbol más entre las paredes cubiertas de plantas y maleza.

 

Se coló por la sala, encontrando a aquellas dos muchachas que tanto tiempo atrás viera en el Svart Ros cuando Irving gritó que sacaría de allí a Mercury. Algo muy extraño pasaba y necesitaba saber que era… y comprendía que aquella era la única manera.

 

Molooj se traía desde hacía un tiempo ciertas actitudes que no comprendía del todo… igual que Mercury. De hecho decidió salir a averiguarlo porque escucho cuando le pidió al rubio hablar con él a solas y, aquella era una manera para saber… para descifrar la verdad de algunas cosas que llevaban ya tiempo en su mente.

 

Sus dos hombres de confianza iban con ella. Había escuchado a Molooj y Mercury hablar alguna vez vagamente de las videntes y del precio que ya muchos habían pagado por desear  saber, la forma de compartirlo igualmente salió a flote en la conversación.

 

No se atrevió a tocarlas ni solicitó a ninguno hacerlo. Sus brazos parecían brillar de forma leve con la escasa luz que las tocaba. Estaba como hipnotizada por la belleza que desprendían y de pronto un peso cayendo a su lado se escuchó. El hombre intentaba inhalar aire pero no podía…

 

- No… miren… no… sus o-o-ojos.

 

- Terminemos lo que vinimos a hacer señora Miriam y vámonos antes que algo malo nos suceda… - el otro marino tocó la garganta del que hubo caído negando levemente. Estaba muerto.

 

- Si – su voz sonó como un chillido asustado – pregunta… pregunta que es lo que pasa con Mercury y Molooj que no comprendo, pregunta porque me excluyen y que ha pasado entre ellos dos a lo largo de todos estos años para que las cosas sean así…

 

El marino sin dudarlo un solo segundo se inclino y susurro con los ojos cerrados lo necesario. No sucedió nada y de pronto la muchacha se sintió cayendo en un agujero lleno de imágenes, lleno de sombras y momentos. Sus ojos se abrieron con sorpresa al notar como aquellas imágenes eran producidas por los susurros… susurraban en sus oídos y las imágenes entraban en su mente. Imágenes de su Molooj con Mercury, imágenes dulces, imágenes tristes e incluso llenas de desesperación; de antes y después que ella llegara… de lo que en esos instantes pasaba entre los dos sin que ella pudiera evitarlo.

 

Su mente se ensombreció. Aquello no podía estar pasando, no era algo que debiera suceder; cayó al suelo de rodillas aun con las imágenes y voces en su cabeza… y un segundo peso muerto calló a su lado pues el marino, intentando detener aquella maraña de cosas les miró a los ojos; su respiración era entrecortada, sus ojos estaban llorosos, la boca seca…

 

Miró a los dos muertos a su lado.

 

“Tu precio…” – el eco de la frase se sintió en su piel – “será morir pronto por haber visto toda una vida que no te pertenecía…”

 

La muchacha no se quedo a escuchar más. Salió corriendo rumbo a la costa, rumbo al barco donde en aquellos instantes sin lugar a dudas estaban amándose… y no pudo evitar sentirse traicionada por Molooj, Mercury y Sanzo a quienes consideraba sus amigos.

 

Aquello debía acabar esa misma tarde.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Cuando logró alcanzar el navío se deslizó de forma silenciosa por este. Había aprendido a hacerlo después de tanto tiempo viviendo prácticamente en el; llegó hasta la habitación que compartía con Molooj aun intentando convencerse de que lo visto no era más que una mentira fabricada por aquellas dos brujas.

 

Escuchó gemidos y vio tras la puerta entreabierta como el muchacho de cabellos largos, sobre el rubio, se movía autopenetrandose. Sus ojos se llenaron de lágrimas y no lo soportó más, abrió la puerta de golpe ocasionando un gran estruendo.

 

Ambos se sobresaltaron mirando a la chica. Mercury abrió considerablemente sus ojos mientras que Molooj parecía consternado.

 

- No lo hubiera imaginado nunca – susurró al borde de las lágrimas saliendo por la misma puerta – pero debí suponerlo… soy una idiota.

 

Mercury miró a Molooj. Se incorporó rápidamente poniéndose apenas algunas prendas sobre el cuerpo y corriendo detrás de la muchacha; le dio alcance sujetando su brazo lo que ocasionó que la chica volteándose le diera una bofetada.

 

- Creía en ustedes – el llanto inundaba sus ojos mientras intentaba secarlos – creía en ti, te consideraba mi amigo… igual que a Sanzo y resulta que siempre fui la tonta que no sabía nada de lo que sucedía.

 

El castaño bajo la mirada dolido. Aquello por mas que no quisiera aceptarlo sería siempre verdad… él la había decepcionado y nada iba a cambiar aquello. A lo lejos Molooj apareció aproximándose corriendo igual que él lo hubiera hecho pero antes de llegar se detuvo sin saber que hacer o que decir.

 

- Ahora entiendo porque le enojaba tanto pensar en Irving y tú… porque no lo aceptaba aun cuando él murió…

 

- Hay muchas cosas que no entiendes Miriam… - susurró Molooj desde aquella posición en que se encontraba. Los cabellos azules se movieron cuando esta negó fuertemente.

 

- Entiendo mucho más de lo que pueden pensar y se mucho más de lo que creen que se – suspiró y se volteo al castaño - ¿ya lo sabe? – sus ojos buscaron los otros y frunció levemente el entrecejo frente a lo que encontró.

 

- No. - La respuesta fue simple y asustó a Molooj por unos instantes. ¿Qué tenía que saber? ¿Qué podría saber Miriam que él no supiera? – perdóname… hubiera querido que las cosas acabaran bien y no te enteraras de nada pero he sido descuidado en mi desesperación… siempre te consideré también mi amiga pero no puedo simplemente dejar de quererle… no después de tanto.

 

- Si… supongo que es así. – Los ojos rojizos tristes intentaron sonreír – no te preocupes que cuidaré bien de Elena mientras pueda…

 

- Gracias. – Sus ojos se llenaron de lágrimas también mientras susurraba – supongo que esto implica que no podemos intentar ser amigos – la muchacha negó – en verdad lo lamento.

 

- Yo también.

 

- ¡¿Qué tanto están hablando?! – explotó de pronto el rubio. Les miró a ambos y Mercury sonrió triste al tiempo que Miriam decía.

 

- No puedes volver a verlo. – sus ojos se abrieron sorprendidos por la forma en que lo dijo – si algo más pasa entre ustedes hablaré ante el consejo y será un gran problema para ambos… sobre todo ahora. – Molooj estuvo a punto de objetar alguna cosa, mirándola como la peor aberración de esta tierra pero la chica no se inmuto.

 

- Molooj… esta era mi despedida. – el castaño habló con decisión. – No pensaba verte más de esta forma después de hoy, de todas formas.

 

- ¿Pero qué…?

 

- Mi maestro murió – Sus manos taparon su rostro unos momentos – en unos días se me nombrara como líder superior del consejo… y tengo que honrar ese puesto pase lo que pase… voy a honrarlo; quería decírtelo pero no sabía cómo… y no me dejabas opciones y yo… yo… solo quería estar contigo, pero siempre es una cosa tras otra y quizá… nunca estuvimos destinados a estarlo.

 

- ¿De qué estás hablando? – Preguntó mirándole fijamente, casi ignorando a la chica que aun se encontraba en el lugar – Hemos pasado años viéndonos a escondidas de los del consejo y ahora que tendrás el mando ¿me dices que no podremos vernos?

 

- Las cosas no son siempre tan sencillas como uno piensa y en nuestro caso por mis responsabilidades así es como deben ser… pasaré a ser líder del consejo, nada más, nada menos que eso. Siempre serás una parte importante en mi vida pero si queremos que las cosas cambien a veces debemos sacrificarnos un poco… - suspiró débilmente - lo siento. Miriam tiene razón, ya no podemos vernos.

 

Mercury emprendió el camino para recoger sus ropas dejando a Molooj sin habla por lo que acababa de decirle. Miriam se sentía triste pero las cosas debían ser así… y había visto con las imágenes que si no hacía aquello de amenazarles Molooj nunca aceptaría lo que debía ser.

 

Ella no quería separarles, tampoco compartir al rubio, pero sabía que no había caso en ese momento ni más adelante para ellos dos, que todo terminaría mal si ella no les ayudaba.

 

Aun si aquello implicaba el odio de Molooj.

 

- También lamento que las cosas sean así, Mercury. – dijo de forma audible cuando el ojimiel se retiraba. – pasaron unos cuantos minutos en que nada sucedió. El de ojos verdes parecía intentar asimilar lo que recién había pasado.

 

No se movía de su lugar. Había peleado muchas veces con Mercury, habían discutido e incluso se habían separado pero nunca en todo aquel tiempo el castaño le había hablado de esa forma tan fría sobre su relación.

 

- Molooj – habló suavemente la de ojos rojos y este le miró directo a los ojos – ve a despedirte de él, esta decidido a lo que tiene que hacer y no cambiara de opinión. Si crees que es algo de ahora estas en un error… Mercury lleva ya tiempo pensándolo.

 

- Tú no lo sabes… - susurró suavemente el otro visiblemente enojado con ella.

 

- Si lo sé… Mercury también sabe que lo sé. – Su mirada se desvió y al volver a verle la sonrisa amarga apareció nuevamente en los labios de la mujer – hay dos marinos muertos en algún punto de este bosque… he hablado con Lunaria y me ha mostrado todo lo que es y será. Te aseguro que hago lo correcto… y el también. Por favor ve a decirle adiós o esto nunca se cerrará entre ustedes.

 

Molooj asimiló rápidamente la información. Hablar con Lunaria no era lo correcto y Miriam seguramente pagaría un precio por ello… y simplemente la quería mucho como para odiarla por algo de lo que el mismo era culpable. Se dio la vuelta con el fin de alcanzar al castaño cuando la peliazul le sujeto una mano.

 

- Dile la verdad que tu sabes pero no has querido aceptar Molooj – el susurro le llego débilmente pero claro – eso que por tantos años has intentado ocultar…

 

- ¿Y ahora de que serviría?

 

- Serviría para darle las fuerzas que necesita para continuar y cambiar un poco las reglas… solo se sincero y deja las palabras fluir. Pese a todo lo aprecio mucho y merece saber que realmente le amas y siempre lo has hecho Molooj.

 

El rubio asintió y salió corriendo a la cubierta del barco dejándola sola.

 

Sí, ella sería la mala de la historia si con aquello podía salvarlos a ambos de la muerte que les esperaba de lo contrario…

 

Se apoyó en una pared y dejo su cuerpo resbalar hasta el piso donde desconsoladamente empezó a llorar viendo ese momento una y otra vez… sintiendo el dolor y la angustia de saber el cómo pero no cuando ni donde…

 

Sintiendo la desesperación de haber visto su propia muerte.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Molooj logró alcanzarle antes de salir del barco. Ya estaba cubierto con aquella capa pero su andar y su mirada seguían decididas, nada haría que el ojimiel cambiara de opinión…

 

- Espera – le dijo, logrando que el otro se detuviera.

 

- Molooj… nada me hará detenerme y lo sabes. – Mercury acaricio levemente su rostro – sabes que desde hace un tiempo mis decisiones son cosas de las que no me arrepiento porque no quiero arrepentirme de la forma en que viví mi vida.

 

- Mercury… te amo.

 

El castaño abrió los ojos sorprendido… retrocedió un paso asimilando la información recibida y finalmente sonrió amargamente negando con su cabeza lentamente.

 

- No sabes cuánto tiempo, Molooj, esperé oírte decir eso. Ahora ya no importa… ahora ya no sirve de nada. Vete que en este barco te esperan Miriam y tu hijo, y Elena que espero trates como a tu hija de la forma que yo la he tratado como mía. Volvemos a ser solamente dos amigos que han vivido más que otros juntos y aun menos que eso pues, como líder no debo favorecer ningún navío sobre otro. – Mercury tomó sus manos uniéndolas unos instantes - Cuídala que ella te ama y tu hijo también; intenta proteger a Derios de todos los males que pueden perseguirle.

 

- ¿Lun y Aria dijeron algo? – la frase le sorprendió momentáneamente.

 

- Han empezado a desenvolver pensamientos y están escribiendo lo que ha pasado desde un modo observador, saben lo que has sentido y lo que yo sentí y lo van a escribir para que quede en los registros que ahora solo el líder puede leer… porque las cosas son ahora como son y porque serán como van a ser

 

- Ellas… ¿han visto el futuro y por ello me dices que cuide a Derios?

 

- Me han dicho que Derios tendrá tres niños con Helena, sangre real que sobrevivió del Svart Ros pero que él no los criará sino tú.

 

- Derios va a morir.

 

- Sabes que Lun y Aria ya no hablan más que para contar lo poco que visualizan del futuro… y es peligroso cuando se fuerzan… no se que han visto, si es una muerte o una traición pero me pidieron aun en sus escritos que te dijera que le cuidaras

 

- Mercury… ¿es que acaso ya no me amas?

 

- Te amo Molooj… te amo como si fuera el primer día y me duele como el mismo que me di cuenta de lo que sentía por ti. Mañana se celebran fiestas en Marine y después de esto seré líder… y le daré la bienvenida al Cristal Rose como tal, y los veré partir igual… - el muchacho sacó de sus ropas lo que Molooj reconoció como la Vesta y el Arthait – tú sabrás a quien dárselos… confío en ello, y que así seré siempre parte de ti.

 

- Mercury…

 

- Adiós Molooj… - un suave beso quedo en los labios del rubio mientras el muchacho se alejaba.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Molooj jamás había visto una celebración como la que se oficio cuando fue elegido el nuevo líder. Mercury lucía simplemente deslumbrante en aquellos trajes rituales, muy diferentes que los que hubiera usado hasta aquel momento.

 

Cuando le pasaron el báculo que representaba su mando sobre todos los demás los aplausos y vítores no se hicieron de esperar. Sanzo le miraba con orgullo al lado de su mentor, el segundo al mando.

 

Molooj a la lejanía mostraba una profunda tristeza, no celebro de la misma forma que los demás. La sensación de pérdida en su cuerpo fue permanente… y lo sería durante muchos años más posiblemente; Miriam a su lado le miraba de la misma manera… a ambos de hecho, tomando de las manos a Derios y Elena.

 

Los días que siguieron a aquello fueron una verdadera tortura… no había vuelto a ver a Mercury. Los marinos subían ya al barco, las cosas estaban dentro. Sus ojos buscaban por toda la costa aquella cabellera castaña que sabía no estaría allí.

 

Cerca de la escuela del consejo había un hermoso balcón en medio de la montaña. Desde siempre Mercury esperaba ahí ver el Cristal Rose llegar o partir… con el tiempo fue dejando de visitar el sitio por lo que pasaba con Molooj pero, aquel día era representativo.

 

Subió por las gradas con el cabello amarrado solo en sus puntas. Miró fijamente como comenzaban a subir las cosas al barco al tiempo que se aproximaba al borde de madera y colocaba su mano en ella. Sus ojos tristes, su sonrisa resignada y su mente decidida.

 

El viento acariciándole llevándose sus miedos, intentando hacer lo mismo con sus penas de la forma en que lo hacía con las lágrimas que empezaban a aflorar en sus ojos.

 

- Esta no es como las veces anteriores – susurró para sí mismo - ¿lo sabrás Molooj? ¿Habrás estado siempre al tanto de lo mucho que te esperaba, de lo mucho que siempre inconscientemente lo seguiré haciendo?

 

Un suspiro escapó de sus labios, soltando su cabello y limpiándose las lágrimas, obligándose a sonreír…

 

Y por un momento casi sintió que sus ojos hacían contacto, que se miraban cuando nunca lo habían hecho en aquel lugar, cuando Molooj no sabía en qué sitio se encontraba… la mente es algo poderoso y Mercury creía firmemente en que, podías llamar a otros con ella, hacer que otros te miraran y eso paso en aquel instante…

 

Molooj desde el barco observó el cabello largo revolotear con el viento y las manos del muchacho amarrarlo nuevamente, ahora como una cola alta que le quitaba muchos años de encima…

 

Casi podía oler su aroma, aquel que evocaba su mente de los momentos en que aspiraba el delicioso olor que siempre desprendía. El aroma de aquel muchacho de cabellos castaños y ojos miel que amaba…

 

Y mientras el barco se alejaba susurró para sí mismo un te amo que supo el otro percibió con su alma…

 

Ya ninguna promesa valía, ya ninguna palabra dicha o no podía cambiar nada. El de ojos miel se había prometido a sí mismo a pesar de seguirle amando no volver a caer en lo mismo… y el rubio se había prometido no volverle a lastimar con omisiones o palabras que hacía mucho estaban perdidas. Se separarían inevitablemente a pesar de saber que mutuamente se amaban.

 

Las lágrimas volvieron a salir en los ojos miel cuando ya no veía el navío y se dio la vuelta para volver al consejo limpiándolas…

 

Su verdadero trabajo empezaba a partir de ahora y cambiaría en lo que fuera posible el consejo para que quienes siguieran después de él pudieran tomar sus propias decisiones, para que pudieran amar, para que pudieran viajar y vivir.

 

Para que la libertad no cortara las alas de quienes merecían volar. Para que las promesas que fueron dichas se cumplieran y no se volvieran promesas pérdidas nunca más.

 

“Molooj… siempre te voy a amar, aunque nuestros cuerpos no estén juntos nuestras almas lo estarán”

 

Fin

 

Notas finales:

Bien, muchas gracias por leer...

Dibujos! *-*

Mercury y Molooj ---> http://eyrin17.deviantart.com/gallery/#/d35phio

Mercury al final ---> http://eyrin17.deviantart.com/gallery/#/d35phzr


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