Renji estaba completamente exhausto. Esta última semana fue la más larga que le había tocado vivir hasta ahora. Jamás se había imaginado que complacer a Ishida Uryuu iba a ser tan difícil. Todas las cosas que le había exigido que hiciera… ni quería pensarlo! Y ni siquiera un solo Hollow que derrotar! No podía más. Eso sí, tenía que admitir que el Quincy sabía bien lo que quería y cómo lo quería. Sus demandas lo dejaban de rodillas: cada vez que terminaba, Uryuu volvía a empezar atrapándolo una y otra vez en su juego. Recorrió todos los rincones de la casa y ante su insistente pedido, el supermercado. En el Seiretei nunca lo hubiera hecho… esas eran tareas que los novatos hacían por él. Ni siquiera Byakuya le había pedido que trabajara tanto en el 6to Escuadrón. Kuchiki Byakuya. Maldición, no quería pensar en él. Se había propuesto sacarlo de su mente y de su corazón, aunque todavía sin ningún resultado. Y como si no fuera suficiente con ser atormentado de día, su recuerdo también lo acompañaba por las noches. Sus sueños le parecían muy reales, inclusive podía percibir ese dulce aroma a primavera que sentía cada vez que estaba cerca de su capitán. Bañarse con agua fría todas las mañanas definitivamente acabaría por afectar su salud. Todo le hacía recordarlo. Inclusive Uryuu. Esa mirada llena de tristeza, esa forma fría de hablarle, su incapacidad de demostrar sus sentimientos…
-Ya llegue!- Uryuu cruzaba la puerta cargado de bolsas que el teniente miro con desconfianza- shinigami, hiciste todo lo que te ordene?- le encantaba provocarlo y ni hablar de tenerlo a su merced. Era muy divertido ver como Abarai hacía todo lo que le pedía sin protestar demasiado. Había limpiado los pisos, arreglado las camas, hecho las compras… era un empleado genial! Como si estuviera acostumbrado a ese trato. Y lo mejor de todo, a cambio solo tenía que permitirle dormir bajo su techo! Usualmente no le gustaba la idea de tener a alguien mas invadiendo su espacio personal, pero después de una semana ya no le incomodaba su presencia. A pesar de ese exterior tan tosco y desalineado realmente no le caía tan mal. Por supuesto eso era algo que nunca admitiría.
-Tu no me puedes ordenar que haga nada!- totalmente indignado, soltando la escoba-estoy pagando mi estadía… eso es todo.
-Si decirlo de esa manera te hace feliz.-se acomodó maliciosamente los lentes- Ahora desvístete- Renji abrió grandes los ojos- que te desvistas, vamos! No tengo todo el día.
-Eh Ishida… eh en serio, me siento halagado pero no creo que nosotros…
-Cállate idiota! No te estoy pidiendo que hagamos… eso!- Ishida no quería demostrar lo mucho que se ruborizó y volvió a acomodar sus lentes. La idea de imaginarse con el colorado no le desagradó para nada- solo has lo que te digo: desvístete y ponte esto-le lanzó una prenda que tenía en una de sus bolsas.
-ESTAS SOÑANDO SI CREES QUE ME PONDRÉ ESTO! POR KAMISAMA, ES UN VESTIDO!
-No es solo un vestido, es un traje femenino de la época victoriana en color carmesí, hecho de seda. Yo mismo lo confeccioné. Es para una obra escolar y necesito modificarle…
-Y a mi que me importa, maldita sea!- lo interrumpió- No me lo pondré y es mi última palabra.
Ishida se quitó los lentes y avanzó sigilosamente hacia Renji hasta quedar a tan solo unos centímetros de distancia.
-Realmente necesito que me ayudes shinigami-dijo juguetón- Si lo haces prometo recompensarte…
Renji tragó saliva. Estaba perdido. Cada vez que el Quincy le hablaba así, se rendía en cuestión de segundos. Y todo por ese inconveniente parecido que tenía con su taicho. Imaginarlo hablándole así le ponía la piel de gallina. Así pretendía olvidarlo?
De este modo pasó el resto de la tarde. Vestido tras vestido. Puntada tras puntada. Después de semejante tortura, lo único que quería hacer era dormir. Uryuu se había aprovechado bien de la situación, hacía algunos días había descubierto ese pequeño truco para manipularlo. No sabía por qué reaccionaba así pero tampoco le importaba, le bastaba con que hiciera todo lo que le pedía. Pero esta vez se sentía un poco mal por eso, se había excedido. Tenía la necesidad de agradecerle al colorado por lo que hizo y solo había una manera de hacerlo: comida y mucha! Se dirigió a la habitación de huéspedes con una bandeja repleta de manjares caseros y se encontró con una escena que le provocó una mezcla de ternura y risa. Renji se encontraba durmiendo completamente desparramado en la cama, roncando y babeando, con la mitad de las sabanas tocando el piso y la otra mitad apenas cubriéndolo. Dejó las cosas a un costado de la cama y se acercó para taparlo.
-Ah…. Ah…yo…. Taicho, yo….-Renji comenzó a moverse en la cama. Estaba soñando con Byakuya una vez más. Todas las noches tenía el mismo sueño: se encontraban en un hermoso jardín, junto al estanque. La luz de la luna iluminaba el rostro expectante de su capitán. En sus pálidas mejillas se veía como tímidamente el rubor comenzaba a asomarse. Por su expresión podía ver que sabía exactamente que es lo que su teniente tenía para decirle y aún así quería escucharlo de sus labios. El colorado, como si se tratara del verdadero Kuchiki Byakuya, sentía como sus palabras se anudaban en su garganta.
-Eh, taicho… yo quería decirle que…- no podía, algo dentro suyo lo frenaba todas las veces en este punto. Pero de repente se daba cuenta de lo mucho que lo quería y que no lo esperaría para siempre. Debía tenerlo en sus brazos y sin mediar palabra se abalanzaba sobre él, fundiéndose en un apasionado beso.
El Quincy quedó congelado: el teniente lo estaba besando y como nadie antes lo había besado. Era un beso tierno, pero al mismo tiempo lleno de deseo y pasión. Sin pensarlo dos veces, Uryuu se entrego por completo. Aunque se dio cuenta de que Renji estaba profundamente dormido, optó por seguirle la corriente. No todos los días se tiene una oportunidad como esta. Sus lenguas jugueteaban cada vez con menos limitaciones. Las manos del moreno comenzaron a recorrer su torso desnudo con timidez, acariciaba sus pezones y continuaba su camino descendente delineando sus tatuajes, hasta llegar a sus marcados abdominales. Quería seguir, recorrerlo por completo pero si llegaba a despertar era su fin. A buena hora se viene a quedar sin poderes. No tenía como defenderse si este lo atacaba. Se notaba que el colorado lo estaba disfrutando tanto como él, pero no podía continuar. Se separó y se dirigió a la salida con desgano.
-Prometo que la próxima vez que estemos en esta misma situación, estarás pensando en mí.-dijo como para si mismo y se fue.
A la mañana siguiente el teniente despertó algo aturdido. Debido a su sueño nuevamente le esperaba una ducha fría, pero eso no era lo que le molestaba. El perfume de su taicho, no había sido capaz de sentirlo esa noche. Eso significaba que comenzaba a olvidarlo?
Su teléfono sonó sin darle tiempo a seguir con sus reflexiones. Al parecer dos hollows portadores de un reiatsu impresionante habían aparecido en la ciudad. Ya estaba despojado de su gigai y encaminado hacia el lugar de la acción cuando su celular sonó nuevamente. Era un texto de Hitsugaya.
Teniente Abarai, me acaba de informar el capitán Kurotsuchi que los dos hollows que acaban de aparecer no son comunes. Se llaman Arrancar y su poder es muy superior a cualquiera que nos hayamos enfrentado. Tu misión es averiguar todo lo que puedas de estos nuevos enemigos. Kurosaki Ichigo y Kuchiki Rukia ya estan en camino. Llegaremos en unos minutos.
Apenas había terminado de leer cuando se encontró frente a frente con estos individuos. Su aspecto lo sorprendió: parecían shinigamis ordinarios portando sus zampakutou. Sus rostros estaban descubiertos casi por completo, solo una pequeña parte de sus mascaras era visible.
-Al fin un poco de diversión! Ya empezaban a aburrirme estos débiles humanos- Yamii, el más grande de los dos, lo observaba con mirada asesina. Se puso en posición y lanzo un golpe con todo el peso de su cuerpo.
-No lo mates, es a él a quien buscamos-dijo Ulquiorra casi sin darle importancia.
-Dime esas cosas antes, idiota! Sabes lo difícil que es controlar mi fuerza.- Sonrió. Renji con el tiempo justo, liberó su shikai y detuvo el golpe con algo de esfuerzo. Maldición, acaba de decir que se contuvo y apenas si pude detener el golpe, pensó. Saltó hacia atrás y lanzo su primer ataque que el arrancar esquivó, aumentando su velocidad. Cuando el teniente se dio cuenta Yamii se encontraba por encima de él.
-Hadou Nº 31, Shakaho!- la bola de fuego le dio de lleno en la cara del arrancar. Desafortunadamente eso no bastó para detener el golpe que recibió en el pecho. Cayó al piso. Podía sentir la calidez de su sangre recorrer su rostro. Veía borroso y su cuerpo apenas si le respondía. Un golpe más y estaría acabado. No, no se iba a dejar matar de una forma tan estúpida. Apenas pudo fijar su objetivo y aprovechando la distracción que su anterior ataque había provocado lanzó a Zabimaru, provocando un profundo corte en el brazo derecho de su adversario. Este, enfurecido, se lanzó sobre el shinigami ignorando por completo las advertencias de su compañero.- Te mataré! Al fin y al cabo para qué querría Aizen sama a una escoria como tú?!- el arrancar acometió con toda su fuerza, provocando un enorme cráter con Renji como centro.
-Sabes muy bien para qué lo necesita Aizen sama. Detente o yo te detendré.- Ulquiorra lo amenazó con la misma expresión y tono de voz de antes. Yamii hizo oídos sordos y se aventuró a propiciarle el golpe final cuando Ichigo y Rukia aparecieron frente a él.
El colorado no se encontraba bien: le costaba respirar y sus ojos le pesaban cada vez más. Tsk, cómo pude dejarme morir aquí como un idiota, pensó. Me hubiera gustado probar sus labios antes de partir. Es increíble que invada hasta mis últimos pensamientos.-Taicho…- sus palabras no llegaron a escucharse. Segundos después perdió el conocimiento.