No podía ver nada, aun así no me preocupaba en absoluto, podía sentir su perfume en el aire y su colar corporal tan cerca del mío. Movía mi cabeza a un lado en busca de su cuerpo según su calor, no podía moverme con libertad, el kimono que llevaba puesto especialmente para esa ocasión era muy largo y delicado para movimientos bruscos. Sentía la yema de sus fríos dedos rozarme el cuello, subir hasta mis labios y abrirlos, su dedo se paseó por mi boca con libertad.
Un ‘plop' exquisito resonó cuando su dedo salió ensalivado de mi boca. Tiré mi cabeza hacia atrás dándole la libertad de recorrer mi cuello. Un suspiro suavecito salió de mis labios cuando el mismo dedo frio se paseó por mí yugular, más abajo en mis clavículas, bajando hasta llegar a mi pecho, un poco más allá hasta llegar al broche de mi traje donde terminó la caricia.
De nuevo me sentía abandonado, quería que me tocara, quería sentirlo "¡Tócame!" Quería gritarle, pero, en este juego no puedo hablar. Mi papel aquí es disfrutar y gemir, mientras que él se divierte explorando mi cuerpo.
Un gran silencio, no siento nada, no te siento. La venda se desliza por mi rostro, y todo vuelve a ser luz de nuevo. Le vi sonreír con malicia y me sonrojé con violencia al adivinar sus intenciones ahora. De nuevo su dedo se acerca a mis labios, los abro para recibirlo gustoso, hacia dentro-hacia afuera chupándolo sensualmente para provocarle.
Sé que le gusta jugar este tipo de cosas, por ello le dejo hacerlo, pero te sorprenderás de las cosas que yo sé.
Acercó sus labios a mi mejilla, la besó con dulzura para seguir y subir hasta mi oreja y susurrarme lo que quería.
-Excítame...
Su aliento chocó contra mi mejilla, un suspiró de nuevo se me escapó, cerré los ojos para disfrutar de la caricia que me brindaba. ¿Quería que le excitara? Aun después de jugar tanto este obsceno juego, me toma por sorpresa cada propuesta indecente para calentarnos un poco más.
Me levanté poco a poco del tatami, quería que mirara y se carcomiera la cabeza por saber si tenía o no tenía ropa interior debajo. Te llevaras una grata sorpresa. Su mirada delataba lo que su perversa mente maquinaba para mi cuerpo, podía oler su excitación a distancia. Levanté mi kimono dejando ver mi parte baja. Un ligero "Oh" más una risita al descubrir la nueva adquisición. De seda roja y encaje color negro; la nueva adquisición era mi ropa interior. Era suave si querías tocar, era ligera si la querías arrancar, se humedece fácilmente si deseabas verme mojarla ante cada tortuosa caricia.
-Hermosa... Ahora eres tu el que se excita.
Mordí la tela al sentir sus manos recorrer mi cuerpo, el escalofrió que sentía era divino. Un dedo intruso haló del encaje y lo estiró para luego soltarlo.
-Interesante...
Me agaché rápidamente cubriendo mi erección. Si seguía así el juego no tendría gracia, terminaría de nuevo llorando acalorado y sonrojado. De nuevo había arruinado el juego por mi poca resistencia.
-Bueno, lo dejaremos hasta allí.
No, No quería que quedara allí. ¡Necesitaba sentirte dentro! Gateé hasta sus piernas, bajé el cierre de su pantalón tan rápido como pude, mis manos tomaron su hombría, quería tenerla dentro de mí, sino no quedaría satisfecho. La metí a mi boca sin dudarlo. Un suspiro me avisó que lo estaba disfrutando, ya se estaba poniendo dura.
-Gracias dios... -la froté contra mi cara, lo estaba logrando. - Se esta poniendo dura...
La sentía temblar y endurecerse con el paso de los segundos, estaba ansioso, tanto así que ya estaba mojada la tela de la ropa interior. Con la punta de la lengua recorrí el glande en forma circular, ensalivé todo a mí paso para luego meterla por completo. Estaba temblando de placer y aun no me había tocado.
-Estás temblando Reita, ¿a caso lo quieres tanto?
Odio y amo la forma en la que me torturaba, movía sus caderas para hacerme perseguir su hombría sin éxito alguno. Parecía un niño necesitado de dulce yendo detrás de ella, cuando la atrapé no la solté para nada. Su pierna pasó por mi sexo, su rodilla se frotó con descaro sobre mi abultado paquete. No podía soltarle de mi boca así que ahogaba mis gemidos llevándole hasta mi garganta.
-Reita, estás mojando mis pantalones. -su tono arrogante y desvergonzado me encantaba.
-Lo siento... -me separé solo unos segundos para luego retomar mi tarea. De nuevo su rodilla se frotó contra mi sexo y empujó hacia arriba. Era deliciosa la forma en la que llegaba ese placer, agudo y delicioso.
"Plop-Plop" el sonido de sus dedos surgiendo de sus labios, no pude continuar con mi obligación, ese frio dedo se inmiscuía en busca de un camino para entrar a mi cuerpo.
-Así que quieres que lo meta por aquí.
No pude controlarme después, tuve que aferrarme a su cuerpo. Yo mismo empujaba tus dedos hacia el fondo de mí, quería más adentro, más... No lo soportaría, ya estaba empapado y se burlaba de mí por ello. Dos, tres, cuatro dedos dentro de mi, y aun no me sentía lleno. Alguna vez me mencionó que mi culo es insaciable y ciertamente le doy la razón. Mi respiración era un sucio jadeo también mis gemidos iban en aumento. Clamé su nombre para que la tortura parara sino me correría antes de tiempo.
-Date la vuelta.
Obedecía como manda el juego, el amo y el esclavo. Ahora era la mejor parte.
El castigo comenzó con la intromisión, el empuje profundo y lento vaivén. Lloré por el contradictorio sentimiento, placer y dolor. Mis mejillas ardían y mis lagrimas no ayudaban sino a agitarme más. Se deslizaba de forma rápida, estaba envuelto entre mis paredes y yo apretaba para retenerlo allí. El sonido pornográfico de mis fluidos "SCH SCH" estaba tocando el cielo en esos momentos. El movimiento se volvió más rápido, mi trasero no se despegaba mucho de su cadera para volver a chocar siendo más profundo cada vez. El clímax comenzó con la explosión blanca, el espasmo del orgasmo recorrió mi cuerpo completamente, mis dedos se enroscaron y tiré mi cuerpo en busca de más de ese placentero contacto.
-Nhh... lo hiciste... dentro... lo siento moverse dentro.
Aquel líquido cálido me llenaba por completo, era una forma de sentirle por mucho más tiempo. Me sentí relajado y tranquilo.
-¿Cómo... es que... logras resistirlo?
Reí ante ello. Me gustaba ser el dominado, ser sometido, aunque todos piensen que soy el que somete. Soy el que llora mientras llega el orgasmo siendo penetrado por otro hombre. ¿Sigo siendo muy macho, no?
Me sequé las lágrimas mientras jugaba con mi ahora castaño cabello.
-Soy feliz gracias a ti. -tomé su mano y la acaricié con mi cara. Sonreí al sentir el dorso de su mano delinear el contorno de mi rostro.
-Tengo la técnica baby.
Tienes todo para hacerme feliz, no dudo que sepas utilizarlo.
Me vi sorprendido cuando me encontré rodeado por sus brazos. Susurró un bello ‘Te amo' para dejarme sin el kimono y seguir con el juego.
Doy gracias a mi madre por enseñarme las bondades de la Canela. Este juego apenas comienza.
¡FIN