Ese día no estaba siendo fácil para Sirius, no solo no había probado las delicatesem del 31 de octubre si no que le habían llegado más de 30 lechuzas con cartas perfumadas de chicas que querían ser su pareja. Había pasado mucha vergüenza en adivinación cuando el profesor Rodolfus, leyendo sus hojas de té, le aseguró que el sábado conseguiría a su amor, entonces todas las chicas de la clase habían suspirado y entornado los ojos para mirarle, ya era la hora de comer y James todavía le estaba tomando el pelo. Remus se deslizó al lado de Peter.
- ¿cómo va el día?
- Sirius va a quedar con su amorcito el sábado- exclamó colagusano ahogando el HORRIBLE que contestó Sirius.
Lupin se quedó callado, no esperaba que Sirius lo plantara en una noche de merodeadores, a ver Peter era diferente, nunca tenía chicas, pero Sirius… era su mejor aliado y nunca, nunca le había fallado.
- Hermano ¿quien te gusta ahora?-inquirió James- llevas siglos sin salir con chicas.
- Nadie James NADIE- pero ninguno de sus amigos le creyó.
Pero era verdad, hasta hace un tiempo había salido todo el rato con chicas, las llevaba al salón de té de Madame Pudipiè y después paseaba con ellas por todos los rincones oscuros del castillo, ninguna le duraba mucho y no es porque fuera un rompecorazones sino porque no conseguía conectar con ellas, por eso cuando se dio cuenta dejó de tener citas. Las chicas seguían persiguiéndolo pero él ya ni se fijaba. Ahora solo quería pasar tiempo con sus merodeadores.
La tarde siguió igual en pociones recibió notitas incluso de una Slytherin muy mona que le aseguraba que no se arrepentiría de bailar con ella. Para James en cambio la clase tuvo un final muy feliz. El viejo Slughorn adoraba a Lily por encima de todo y le había puesto máxima nota en la poción de Camuflaje Arbóreo, Lily animada se vio con fuerzas de hablar con ¨ese Potter¨y en vez de irse con Snape se giró y se quedó charlando con James.
Ambos llegaron tarde a la cena, James con los ojos brillantes y Lily muy colorada. Por fin James tenía una cita con la pelirroja y era… para el día de Luna llena. Por segunda vez Lupin dio su bendición comprendiendo a su amigo le aseguró que una cita con Lily, la primera cita, tenía mucha importancia. Que no se preocupara. Era verdad, no sabía porqué pero solo le dolía el abandono de Sirius.
Reflexionó en la biblioteca, con los codos apoyados en el libro de ¨Arboles africanos y sus propiedades para el camuflaje¨, nunca había sentido la falta de Sirius, esa misma noche en cuanto le había necesitado había estado ahí. Ahora que lo pensaba el perro era su mejor apoyo, quien siempre le animaba en los torneos de ajedrez mágico, aunque en ellos hubiera que estar estrictamente callados, quien le cubría los hombros con mantas después de su transformación, cuando se despertada desnudo y cubierto de heridas en la casa de los gritos, quien se interesaba siempre por sus libros y le tocaba sus canciones favoritas con la guitarra. ¿Que cambiaba ahora?
Se puso tenso cuando vio al moreno entrar en la biblioteca, la estancia se iluminó , Remus se sorprendió al ver lo grises que eran los ojos de Sirius y lo llenos de vida que estaban, eran unos ojos preciosos, enrojeció al darse cuenta de lo que estaba pensado.
Sirius se sentó a su lado pesadamente, sin ningún disimulo intentó copiarle el trabajo.
- Vamos Lunático…
- Que no, ya van tres veces esta semana, no entiendo porqué después sacas todo Supera las expectativas…
- Soy increíblemente listo, como ya sabes- y sorprendentemente se calló y se puso a hacer el trabajo.
No es que se concentrara demasiado, estaba rozando a Remus y esto lo ponía nervioso, más aún, el pensar que estaba pensando que su amigo le ponía nervioso le puso más incómodo aún. Pero, Joder eran amigos, no se iba a alejar de él solo por como reaccionaba su cuerpo ante Lunático.
Esa noche cuando Lupin se quedó el último el la sala común mientras Lily le contaba lo del baile y lo majo que había sido James. Se quedó incluso cuando esta le dio las buenas noches. Temía el momento de acostarse porque odiaba esa gelidez que le envolvía, por fin cuando las llamas de la chimenea se apagaron se decidió a subir, y le dio un vuelco el corazón cuando vio una pierna colgando de su cama. Sirius se había acostado directamente ahí sin preguntarle, asumiendo que por otra noche su amigo iba a necesitar calor. Ya en pijama se acurrucó al lado del moreno, que somnoliento pasó el brazo por su cintura, y volvió a dormir de un tirón.
El día fue sorprendentemente parecido al anterior, Sirius siguió recibiendo lechuzas pero no leyó ni una carta. Su desinterés hizo que Colagusano mascullara comentarios sobre los enamorados y tal… Sirius le lanzó una mirada asesina y James protestó porque no se enteraba de nada, hasta que Lily entró en el comedor y perdió el hilo de la conversación.
Remus seguía molesto y decepcionado con Sirius por preferir a una chica antes que una correría pero después de lo de la noche anterior no podía reprocharle nada. Y sin poder evitarlo le miraba. Le veía diferente y eso le hacía avergonzarse, nunca antes se había fijado en sus pómulos marcados y en su nariz recta, ni en la forma en que el flequillo le caía sobre los ojos. Podía comprender que tanta gente suspirara por él, tenía una sensualidad increíble, parpadeó y se sonrojó al darse cuenta de lo que estaba pensando. Sirius notando su mirada sacó precipitadamente un tema de conversación. Claro que el era ¨Sirius¨.
- Mmm... Lunático entonces como llevas lo de Kathy, ¿sabes ya con quién va al baile?- intentó no darle importancia a la comezón de celos que sentía en la tripa.
- No lo se, pero da igual, ahora ella irá con otro y no me volverá a mirar.
- Claro que te mirará- Sirius podía entender que alguien dejara de mirar a Remus.
Ese día tan parecido al precedente volvió a ser horrible para Sirius. Había visto esa decepción en los ojos de Lupin y necesitaba ayudarle, aunque no sabía como. Estuvo distraído toda la mañana, se llevó una bronca en clase de encantamientos por dejar calvo a Frank Longbottom, y en clase de transformaciones McGonagall le castigó, por no atender en la conversión de nutrias en renacuajos, con trabajo extra.
Cuando Sirius salió de clase estaba de un humor insoportable, les dijo a sus amigos que le dejaran y con un gruñido cogió el mapa y susurrando- ¨juro solemnemente que mis intenciones no son buenas¨ comprobó que no estaba Filch a la vista, bajó a las cocinas, donde los elfos encantados le cargaron de empanada y té helado. Iba a pasar la tarde tumbado al sol en la orilla del lago, no quería pensar pero sabía que tenía que confesar sus sentimientos a Lupin o si no se moriría. ¨Me moriré sí pero se lo tengo que decir, por lo menos le daré algo en que pensar¨ rió amargamente. Sirius nunca escondía lo que sentía y tampoco era reflexivo, no se avergonzaba de lo que hacía y si se había contenido tanto tiempo era por el miedo perder su amistad, a que su amigo no le volviera a hablar, sería insoportable.¨Reconoceló no es solo miedo a perder su amistad, Joder va a ser horrible el rechazo, pero no puedo más, se lo diré y le sacudiré si hace falta, y entonces me mirará con esos malditos ojos y lo entenderá. Que encajamos, joder, que todo sería perfecto…se lo diré esta misma noche¨.