Click.
De nuevo estaba sentado sobre mi silla con la mirada sobre la pantalla en frente de mí y de nuevo estaba haciendo nada más que buscar información para el examen del día siguiente. Esta demás decir que tan aburrido es pero no me puedo quejar, es la vida que elegí, estudiar veinte de las veinticuatro horas del día.
Si, soy un sin vida total.
Lo peor es que tampoco me molesto para remediar la situación porque a pesar de todo tengo lo que necesito para tener una vida mas o menos bien, es decir, lo básico ¿es lo que cuenta verdad?, una casa, mis padres, mi cama… y mi mejor y porque no, único amigo Akira. Si, soy un poco freak por vivir encerrado en medio de libros y notas pero mi amigo, bueno, es un poco maniaco.
¿Akira estas ahí?
Maniaco del mundo virtual que te ofrece el Internet. Si así es el, solo sale una sola vez al día y es para ir al instituto y no por voluntad propia, ni siquiera porque recomiendan tomar un poco de sol… no, sino porque su madre parece mas conciente de esa recomendación medica que su propio hijo que de por si solo utiliza su pc para pajearse con… anime, un Otaku en su habitad natural.
Claro que yo nunca lo llame así, aunque siempre lo supe. Tal vez se deba a que no quiero herir sus sentimientos después de todo pajero o no, es mi amigo.
Incluso así lo que me molesta de su “condición de Otaku renegado” es que no importa que tan importante sea la urgencia con la que lo llamo, el no va a responder hasta que termine de ver el ultimo segundo del ending del anime que esta viendo en el momento. 4:28 P.M.
- ¡Akira por favor respóndeme! –
Tampoco soy paciente pero hay una sola persona en todo el mundo que puede hacer que explote como una bomba cronometrada y esa persona es Akira. Si no lo conociera desde que éramos niños pequeños me hubiera comido las uñas a estas alturas pero me imagino que después de ver su anime preferido… debe padecer de alguna dificultad motriz para clickar mi ventana, se debe a la emoción, un tipo de efecto secundario.
Dios pero que tipo tan idiota hasta mis ojos arden por no parpadear y perder el maravillo segundo en el que por fin se decida a escribir y oh parece que seré testigo de este increíble momento, veo que “Akira esta escribiendo un mensaje”, me pregunto ¿Pikachu habrá ganado esta vez?, tal vez su retraso se deba al desgaste emocional de que aquel bicho amarillo este muerto.
- ¡Taka estoy! Jeje estaba viendo un programa… ¿a que no sabes cual? –
A decir verdad, no es que no lo supiera sino que no quería escucharlo. Era tan patético el hecho de que con dieciocho años todavía viera anime y para peor las mismas series que veíamos cuando éramos pequeños, pero esa es una cosa entre otras que nunca le diré por el “código de amigos”. A veces me pregunto que cosas odiara el de mí que no me dice, sin importar cuanto lo piense no me encuentro defectos.
- … Supongo, Akira ¿me acompañas al centro? –
Acaso todavía soy tan masoquista que pregunto algo sabiendo la respuesta, de cualquier manera no aceptaría una negativa de su parte, hoy había quedado con el Señor “Tatoo” para hacerme un piercing nuevo. Y a pesar de aguantarme una vez que pague, no me gusta la idea de ir solo.
- Ahh ¿para que? ¿es que no escuchas las noticias? ¡hace 2 grados bajo cero! –
Al menos no había sido del todo pesimista, con un poco mas de esfuerzo aunque en realidad me tomo cuarenta minutos en el teléfono ya que por Messenger no lo conseguí una hora después estábamos en la puerta del local del Señor Tatoo, aunque su nombre pueda ser… cualquiera, el antro como lo llamaba Akira tenia escrito en letras de Neon, Señor Tatoo. Puse mi mano sobre la puerta justo antes de entrar seguido de mi amigo.
Siempre me había gustado esa atmosfera lúgubre como de morgue que tienen estos lugares, tal vez se deba a los pósters de películas que cuelgan de las paredes o al indiscutible aroma de alcohol puro que hay en el aire de una u otra manera desde hacia tiempo que me sentía atraído por esta clase de “arte”. Me detuve en el mostrador en donde no había nadie, supuse que el Señor Tatoo estaría haciendo lo suyo cuando un grito me lo confirmo.
- Loco –
Me susurro Akira, si para el representaba una prueba de amistad haber salido de la protección de su hogar para internarse en un antro como este. Para mi era un poco de emoción para mi vida, después de todo es lo que he estado buscando desde hace semanas. Adrenalina.
Segundos después el sonido de una persona en llantos me hizo voltear la cabeza hasta una pequeña puerta sobre el final del local, de hecho un chico no mucho mayor que nosotros salía con una mano apretando fuertemente su brazo derecho, decir que su rostro estaba cubierto en lagrimas me queda corto pero decir que además había un hilo de agua cayendo de su nariz se ajusta mas a la descripción de su estado.
Cuídate querido y ¡disfruta esa bestia! – le palmeo la espalda un corpulento hombre que de no conocerlo como el tatuador y perforador de este local lo podría confundir con un luchador profesional.
La mirada de Akira era suficiente para pedirme que terminara con esta locura antes de comenzar pero eso no estaba en mis planes, el Señor Tatoo me ha hecho piercing antes pero esta era la primera vez que Akira venia conmigo.
- Takanori ¿esperas hace mucho? Ah ¿trajiste a un amigo? –
Me saludo acercándose a nosotros, tal vez el hecho de que tenia su cara perforada y hasta el cuello tatuado le daba tanto miedo a Akira que retrocedió un paso golpeándose contra las vitrinas detrás de el. Le basto una mirada mía para entender que no se moviera ni un centímetro mas o seria yo y no el Señor Tatoo el que terminaría con su corta existencia.
- Obligado… -
Respondí antes de pasar por la pequeña puerta del fondo del local, Akira decidió venir conmigo después de encomendarse a los santos. Talvez lo hubiera pensando dos veces si supiera que es en esta sala donde ocurre la magia. Me senté sobre una silla recubierta de cuero negro rodeada por objetos puntiagudos de metal, el Señor Tatoo volvió al frente de la tienda en busca de la pieza única que le había pedido, en cuanto cerro la puerta pude ver a Akira sobre un rincón mas blanco que las paredes a su alrededor.
- ¿Estas bien tonto? –
Pregunte consiente de que su estado era preocupante, respondió asintiendo con la cabeza a lo que sonreí. Tal vez debería saber que se trata de un jodido pinchazo que no dura más de un segundo y que después te queda la oreja roja como un ladrillo, sin mencionar que duele como si te hubieran golpeado con un ladrillo por algunos días pero después tienes tú… piercing.
- Muy bien por favor quédate quieto –
El Señor Tatoo era un genio en su arte, dolió claro pero después de ver mi oreja parada como la de un elefante con aquel bello hilo de sangre colgante en el espejo de aquella sala no pude sino sentirme satisfecho, tal vez Akira estuviera por vomitar a juzgar por su palidez.
Hacia frío cuando regresamos a casa pero por lo menos la herida se cerraría antes y Akira ya no me vería como un caso serio de auto destrucción.